
Q U I N C E | A M A R G O 🏈
«Ocultaba muchas cosas y a pesar de ello, yo simplemente quería estar a su lado... Solo a su lado, por duro que fuera algunas veces»
Mike Lauper.
Diciembre había llegado con tranquilidad para los 4 amigos. Mike seguía siendo el universitario abierto que era con todo el mundo, mientras que Abby al menos era menos cerrada, pero no ayudaba demasiado las cosas que le ocultaba a sus amigos.
Johanna y Abby empezaban a entablar una hermosa amistad poco a poco, aunque ella era tan cerrada que a veces se sentía mal porque no pudiese dar más en aquella amistad. En cambio, Johanna la entendía tan bien que le daba bastante espacio.
Y lejos de eso, todos respetaban ese límite.
Mike en cambio ya entendía que lo que le ocurría con Abby eran experiencias nuevas. Bien es cierto que apenas se conocían, pero Abby se había convertido en un pilar fundamental en ese pequeño grupo de amigos formado por Mike, Johanna y Jonathan.
Ese tiempo había pasado tranquilamente, mientras Abby seguía sufriendo en silencio sus problemas, Mike tenía toda su atención en ella.
Abby era una joven increíble que necesitaba que alguien la descubriera y le diera una oportunidad. Y aunque Mike no había besado a ninguna mujer, había entendido que le estaban gustando ambos, o quizás es que Abby era distinta a todo lo demás. Y las cosas que tenía en mente y deseaba experimentar no eran pocas para ofrecerle a la dulce e inocente Abby. Pero tenía miedo Mike de destruir una amistad.
Y lo cierto es que Mike tenía un dolor en cierta zona desde que había conocido a Abby y esa inocencia que la describía en su rostro era la lujuria del jugador que, a pesar de intentar ser su amigo, sabía que necesitaba experimentar con ella muchas cosas. Se llevaban tan bien que se sentían cómodos juntos y Mike deseaba encontrar el tiempo correcto para poder pedirle a ella ciertas cosas, pero con suavidad para no tener que asustarla, quizás así descubriría realmente que es lo que le pasaba con ella.
En ese mismo momento, las dos amigas —tanto Johanna como Abby— estaban en las gradas viendo al equipo entrenar y, mientras ellos se pasaban el balón, ellas hablaban de sus cosas.
—Deberíamos ir a aquel restaurante que te comenté el otro día. Solo noche de mujeres. ¿Te parece bien? —cuestionó Johanna.
Abby, que le había gustado mucho poder empezar a tener una amistad con ella, quiso realmente empezar a hablar con ella, a decirle cosas que tenía escondidas y que, quizás, ella no confesaría a nadie. Pero temía que el pasado volviese. Realmente lo temía, pero quería abrirse poco a poco a Johanna.
—Me parece bien.
Podría aprovechar y salir por donde salió aquella noche cuando fue al primer partido universitario y tuvo ese momento con Mike antes.
Pero aún no quería sacar nada en claro y decidió cambiar de tema.
—¿Cómo vas con Jonathan? —preguntó Abby, intentando no mirar a Mike que estaba completamente sin camisa, sudado y con esos abdominales que tenía bien marcados con esos hombros que deseaba ella tocar desde que lo había conocido.
Se habían convertido en muy buenas amigas ambas desde esas semanas y ya no se sentían tan solas, lejos de que Abby viviese un infierno cuando se iba de ese campus.
Johanna estaba repasando algunas cosas de clase antes de poder responderle.
—La verdad es que vamos muy bien. Estoy dando grandes pasos y estoy mejorando para mí misma —contestó y luego miró a Mike, que Abby no le había quitado la vista de encima a ese hombre.
Y es que Jonathan como Mike estaban sin camisa, pasándose el balón y escandalizando a las universitarias que pasaban por esa zona. Lo cierto es que las gradas estaban llenas de público femenino, y no precisamente para ver el entrenamiento.
—Oye, Abby... ¿Te gusta Mike? —preguntó Johanna con una pequeña sonrisa en la cara.
Y eso hizo alarmar la mujer que tenía al lado y que se colocó las lentes para dejar de mirar rápidamente a ese número 22. Tragó saliva con nerviosismo, haciendo un fuerte esfuerzo para no tener que volver a mirar a Mike y a esa "v" que se le formaba por debajo de su estómago que no le dejaba ver más abajo por culpa de esos pantalones tan apretados que se ponían los futbolistas y que hacía tragar en seco a la inocente Abby.
—¿Qué? ¡No! Por supuesto que no... —murmuró nerviosa y Johanna rio un poco.
—Vale, fingiré que no he visto cómo te lo comías con la mirada... —Prefirió dejar el tema, pero la respuesta de ella no le convenció a Abby, que intentó retractarse.
—Es verdad... Lo considero un amigo... Además, aunque tuviese posibilidades con él, no creo que pudiéramos salir —dijo tristemente y Johanna la miró con extrañeza.
—¿Por qué dices eso? —formuló la joven Johanna que veía la inseguridad de ella—. Abby, eres muy guapa. He visto como muchos se quedan mirando para ti embobados. No pienses cosas que no son así.
Y los segundos en silencio se hicieron notar en ese pequeño espacio.
Abby le consideraba un amigo, a pesar de que no se conocían mucho. Habían pasado mucho tiempo juntos en esas semanas, aunque sabía que, en cuanto él descubriera lo que ella tenía, se alejaría como todo el mundo hacía con ella.
Y su tristeza aumentó al saber que Mike era alguien prohibido para ella, al igual que todos los hombres del mundo.
Y entonces, no supo porqué, se abrió a Johanna.
—Siempre los hombres, al menos en mi pasado, se alejaban de mi. Les daba asco a ellos cuando un rumor empezó a sonar por todos lados. —Se sinceró ella y Johanna no entendió el porqué de su respuesta. —Un rumor que era cierto...
A Johanna no le gustó para nada lo que estaba escuchando.
—Pero, ¿a que viene eso? Eso es pasado, Abby...
Y Abby negó con la cabeza por la respuesta de su amiga, pensando que quizás nunca la entendería.
—Es cierto, Johanna... —murmuró, pensativa y es que ella tenía algo que escondía—. Ahora estoy tranquila en la universidad, pero antes en el instituto, la gente hablaba...
Johanna se preocupaba realmente por ella y mientras los jóvenes seguían entrenando, ellas seguían hablando entre ellas.
—Abby... No sé que es lo que ha podido pasar en el pasado, pero puedes confiar en mi. Créeme que sé muy bien esa sensación. Lo sé muy bien y juntas podemos sobrellevar todo eso.
Y al ver que Abby no quería seguir hablando del tema, Johanna prefirió dejarlo estar.
—¿Puedes guardarme un secreto? —preguntó Johanna y Abby asintió—. Creo que a Mike también le gustas.
Aquello la dejó totalmente sorprendida.
—No... Mike no le gustan las mujeres.
Johanna movió sus hombros y solo dijo;
—Creo que eso debe decírtelo él, pero por como te mira y lo preocupado que se ve por ti... Me hace pensar que hay algo más —susurró.
Abby miraba a ese rubio mientras su amiga también lo hacía, pero con su novio pelirrojo que le pasaba el balón a Mike. Abby podía ver que cada vez que lanzaba el balón, los músculos se movían, como sus pectorales bien definidos y firmes se apretaban, juntos con esos abdominales bien hechos que le daban ganas a Abby de poder morderlos de uno en uno con los dientes.
"Abby, nunca se fijaría en ti ni aunque le gustasen las mujeres" —se dijo a sí misma, pero una mirada no le hacía daño a nadie.
Y es que Mike ni siquiera le había dicho a Abby que le estaban gustando ambos sexos, pero lejos de que se lo dijera, seguiría pensando que era un hombre prohibido para ella.
Pudo ver como ese trasero bien redondo que le entraban ganas de tocarlo, se apretaban y volvían a la normalidad debido al ejercicio físico que estaba haciendo. Y de nuevo volvía a mirar ese paquete de él y que tanta saliva la hacía tragar a la universitaria.
"Hombres así deberían estar prohibidos en este universo" —pensó Abby y negó con la cabeza, dejando de pensar en él de esa forma.
Pero por culpa de ese hombre, su ropa interior parecía amenazarla con caer al suelo.
—Mike nunca se fijaría en mi, Jo...
Pero el rostro de su amiga se acercó al oído de ella y le susurró;
—Pues pienso que harían una buena pareja.
Y ambas chicas dejaron de hablar para poder mirar a esos dos jóvenes practicando deporte. Cada una a uno distinto y sus suspiros eran una mezcla de las demás mujeres que habían repartidas por toda la grada.
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Unos atractivos universitarios se encontraban en unos recreativos para despejarse de la universidad y de los próximos partidos que tendrían pronto. Llevaban siendo amigos desde hacía muchos años y todos los problemas o preocupaciones que tenían lo compartían mutuamente.
En ese momento, Jonathan se encontraba en una de esas máquinas luchando para poder sacar un peluche que Johanna llevaba viendo desde hacía semanas y no lo conseguía. Estaba en su décimo intento mientras Mike Lauper se encontraba apoyado en un lateral de la máquina mientras estaba ensimismado en sus pensamientos.
Las luces de neón los iluminaban como si de una discoteca se tratase, con música bastante animada y algunos universitarios también se encontraban ahí, ya que se encontraba cerca del campus.
Jonathan perdió justo al final el peluche, cayendo sobre los demás peluches y se enfadó con la máquina mientras que Mike estaba perdido en sus pensamientos.
—¡Mierda! Estaba a esto de conseguir el peluche que tanto quiere Johanna. ¿Tienes un centavo?
Pero el rubio estaba en otro lugar en su mente.
No dejaba de darle vueltas a una propuesta que quería hacerle a Abby, pero temía fastidiar esa relación de amistad que tenían. Creía que de esa manera podría conocer un poco más lo que empezaba a sentir, para experimentar un poco más. Pero, ¿Abby aceptaría?
Jonathan, al no recibir respuesta, volvió a decir su nombre y apellidos.
—Mike Lauper.
Pero siguió sin respuesta.
Cierto universitario rubio no paraba de pensar en los labios de ella, en cómo se leían cuando hablaba y en ese cuello que deseaba saborear con su lengua. Aquello lo traía totalmente loco y a veces, por la noche, no lo dejaba dormir y tenía que relajarse de... cierta forma. Pero era tan nuevo para él. Estaba tan acostumbrado a sentirse así por un hombre que ahora que lo sentía por una mujer necesitaba experimentarlo.
—Tierra llamando a Mike. —Jonathan se giró para mirarlo y preguntó. —¿Me dejas otro centavo?
Él cuerpo de Abby apareció nuevamente en su mente, en esas piernas kilométricas que necesitaba sentir su cuerpo, que ella rodease sus piernas en el cuerpo de él y poder sentir nuevamente las montañas de ella. Pero esta vez en su torso, frente a frente.
Aquello le hizo la boca agua...
—¡Mike!
Él lo miró rápidamente.
—¿Que?
Jonathan, con cierta sonrisa, cuestionó;
—¿Donde estabas?
Mike tuvo que sacudir su cabeza para dejar de pensar en ella y poder centrarse en el lugar que estaba.
Un grupo de universitarios empezaron a reír por una anécdota que uno contaba pasando delante de ambos jóvenes, cuando Mike miró a su mejor amigo, dubitativo si contarle lo que le estaba sucediendo o no.
Y tras mucho pensarlo, se animó.
—Si te digo algo, ¿me lo guardas?
Los ojos de él se clavaron sobre los azules del pelirrojo. Jonathan, arrugando su frente, asintió mientras se apoyaba también en la otra esquina de la máquina.
—Claro.
Mike, mirando hacia todos lados, volvió a mirar a Jonathan y confesó;
—Creo que me gusta Abby.
Se esperaba la sorpresa de su mejor amigo, una mirada distinta, no la risa que le salió, teniendo que sujetarse el estómago mientras continuaba con su carcajada, atrayendo la mirada de los demás universitarios.
El enfado de Mike fue obvio, observándolo sin entender nada.
—¿Que te hace tanta gracia?
Jonathan negó mientras trataba de volver a mirarlo.
—Ya lo sabemos. Se os nota desde lejos.
La dentadura perfecta de Mike se mostró en su sonrisa y murmuró;
—Idiota.
Jonathan se colocó las manos en sus bolsillos y dijo;
—M, deberías atreverte a hablarlo con ella. Con los hombres te lanzas rápido, pero con ella te cuesta. Sé que todo esto es nuevo para ti...
Mike no quería decirle a Jonathan lo que le sucedió con su novia, pero sabía que él se enfadaría y nunca pasó nada. Más porque se estaba dando de cuenta que quizás aquello solo fue el sentimiento de amistad y nada más. Pero con Abby quería descubrirlo.
—No es fácil...
Jonathan siguió mirándolo y lo veía con muchas dudas en su mente, pero lo conocía y sabía que había algo que él estaba sintiendo por esa joven.
—¿Que más te da ir experimentando cosas nuevas? Sé que no esperabas esto, pero pasó. Quizás te guste, quizás sea algo más... — susurró. —Quizás simplemente te sientes atraído por alguien que no pensabas porque es tu alma gemela... O digo yo. Pero háblalo.
Mike no sabía qué pensar, pero respondió;
—Está tarde la invité a tomar un café.
—¡Bien! Aprovecha ese momento.
Mike no dejó de pensar en ella en ese momento.
—Abby es tan cerrada...
Jonathan se puso frente a él y le dijo;
—Sabes que ella ha tenido que pasar cosas muy duras. Johanna antes era así. Yo le di muchos años a Johanna y ¿recuerdas cómo era antes? — Su pregunta no lo tomó por sorpresa—. Ha ido cambiando, ahora tiene hasta una amiga cuando antes era impensable... Tan solo demuéstrale que estás ahí.
Él asintió.
—Tienes razón.
Jonathan extendió su mano y susurró;
—Ahora... Dame un centavo.
El rubio miró la mano de su mejor amigo, elevando una ceja.
—¿Otro? Ya te he dado varios.
—Venga, M. Quiero regalarle esto a Johanna.
Mike negó, suspirando y diciendo algo en voz baja para rebuscar algo en sus bolsillos. Al encontrar una moneda, se lo dio para decirle;
—Regálale algo interesante, no un peluche de una máquina.
—Ella lleva tiempo queriendo esto.
Colocó la moneda dentro e la máquina y esta volvió a funcionar.
—Si yo tuviese una novia le haría mejores regalos que ese —dijo Mike, apoyando su cabeza en la máquina y volviendo a pensar en Abby.
***
Aquí tenéis un nuevo capítulo de Mike y Abby.
¿Que les ha parecido?
¿Que Johanna le hiciera esa pregunta a Abby?
¿Las dudas de Abby?
¿Mike pensando en ella?
Nos leemos el lunes :3
Patri García
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