O N C E | I N E S P E R A D O 🏈
«No entendía porque ocultaría algo así, pero estaba seguro que había un motivo y le daría todo el tiempo que necesitara para que confiase en mi algún día»
Mike Lauper
Aquella mañana de jueves, una hermosa Abby se encontraba sola en la biblioteca terminando de recoger todo lo que tenía esparcido sobre su mesa. Había estado estudiando por bastante rato hasta que se hiciera la hora para marcharse a casa ya que no tenía más horas de clase aquel día.
Odiaba que se acercase el fin de semana porque implicaba a pasar mucho más tiempo en casa y sabía las consecuencias de ello.
Suspiró mientras no dejaba de recoger y en ese momento se levantó de la silla, colocándose la falda que llevaba puesta, hasta que se le cayeron varios bolígrafos al suelo, haciendo que ella maldijera en voz baja por su torpeza.
Arrodillándose en el suelo debajo de la mesa, empezó a recoger como podía y llegar a sitios que le estaba costando para recoger sus bolígrafos.
Mientras, espaldas a ella, un Mike que se había arreglado el cabello al verla sentada antes de que se le cayesen todos los bolígrafos, se acercó a Abby hasta que vio que a ella se le cayeron dichos materiales. Y ahora se encontraba de espaldas a él, bajo una mesa recogiendo sus pertenencias mientras que Mike tenía vistas del trasero de ella con aquella falda corta. No ayudó en nada a que su mente fuese más rápido de lo que estaba imaginándose. Fue tal la sorpresa de Mike al ver aquello que tuvo que mirar hacia otro lado y carraspear mientras su sonrisa se ensanchaba.
Abby, escuchando aquello, agrandó sus ojos y tan rápido como escuchó aquello, pudo oír que Mike le decía;
—Empieza a ser una costumbre encontrarnos así —susurró con aquella voz que no ayudaba a Abby.
Rápidamente se levantó, sin calcular bien donde se encontraba la mesa, consiguiendo que su cabeza se hiciera daño por ello. Se quejó y Mike rápidamente fue a ayudarla a levantarse mientras le colocaba la mano sobre la cabeza para que no se hiciera más daño. Pero ese roce de manos fue la diferencia entre lo que sería una simple amistad o algo más.
Abby observó los ojos azules de aquel hombre y sus mejillas se tiñeron de rojo mientras sus gafas estaban mal puestas.
—¿Te duele mucho? —preguntó un Mike algo preocupado.
Y ella parecía estar en otro mundo en cuanto miró los ojos de ese hombre. Ella que había estado escabulléndose porque no sabía como tratar a alguien que quería ser su amigo, y mucho menos alguien tan atractivo como Mike. Sabía que él estaba en una liga distinta, pero de igual manera Mike te hacía sentir de aquella manera.
Mike decidió no decirle nada del comedor, aunque Abby estaba nerviosa porque él le dijese algo sobre ello. Al ver que no le iba a decir nada, empezó a relajarse y es que ella era así, como si viviese en una constante vida estresante.
—Me gustaría invitarte a un café, si te apetece —murmuró Mike mientras tomaba la bandolera de ella y se la colocaba en el hombro con delicadeza.
—Yo... Bueno, ahora tengo que irme a casa. No puedo llegar tarde hoy... —respondió con la voz algo temblorosa y aquello extrañó al joven.
—Ahora tengo la última clase del día, si quieres...
Dejó de hablar en cuanto vio como la manga del jersey se le había levantado ya que su mano estaba sobre la cabeza de ella tocándose el golpe y vio algo que le dejó sin habla. En su muñeca había moretones que no le gustó en lo absoluto e hizo que su piel se le erizara en cuanto lo descubrió, empezando a ver que esa joven y los secretos que decía tener tenía que ver con esa persona que le había hecho aquello.
Mike apretó la mandíbula, pero decidió no decirle nada de lo que acababa de ver. Pero el enfado que tomó y los deseos de saber quién demonios le había hecho eso para él ir a por esa persona, fueron creciendo a medida que pasaban los segundos.
—Si quieres, mañana. ¿Te parece bien?
Abby vio lo que él estaba mirando y cuando recordó su muñeca, rápidamente bajó la mano y bajo la manga de su jersey, para luego asentir.
—Si, puede estar bien...
Él sonrió y le dio su móvil para que ella le escribiese su número de teléfono. Abby, observando el móvil de ese hombre, se quedó totalmente absorta por ello ya que era una novedad completa que alguien le pidiese su número y asintió. Tomó aquel número y empezó a escribírselo en su móvil. Cuando este lo guardó, le regaló una de sus mejores sonrisas.
—Mañana nos vemos, Abby —contestó el rubio de ojos azules, guiñándole un ojo.
Abby se despidió de él y se marchó rápidamente de los nervios y para poder tomar el bus que la dejaría cerca de la zona en la que vivía.
Sin mirar hacia atrás, Abby continuó con su camino, fuera de la biblioteca mientras que Mike la observaba alejarse de él y el sentimiento de enfado de verle aquel moretón le hizo sentir todo lo malo que podría existir. Quiso realmente ayudarla, saber quien le había hecho aquello, pero no era algo nada fácil.
Fue ahí cuando vio la pulsera que era de ella y se le había caído al suelo y la tomó rápidamente. Sin esperar ni un segundo más, teniendo un motivo para volver a verla, corrió por el lugar para saber si podía encontrarla, pero en ese momento una marea llena de universitarios inundaron los pasillos de las instalaciones y ya ahí no podía encontrarla.
Tenía una última clase aquel día, por lo que después de esa hora iría a su casa y le entregaría aquella pulsera, pero a la vez porque deseaba volver a verla. Y cada vez ese sentimiento extraño empezaba a subir de niveles.
🏈
Con su moto después de la última clase del día, se marchó del campus. Había dejado de lado a Johanna y Jonathan que habían quedado para almorzar, pero le daba igual en ese instante, tan solo estaba preocupado por esa mujer que no conocía y quería asegurarse de que todo en su vida se encontraba en orden.
Puso su casco para luego arrancar la moto a las afueras de las instalaciones de la universidad, pasando por el pueblo que había a pocos kilómetros del campus y luego pasar por las afueras del lugar todo lleno de pinos que decoraban ese sitio. Pasó por aquella carretera algo peligrosa, donde podía ver todo el mar al otro lado, casi cerca de donde él se encontraba.
Al llegar a esa pequeña calle, donde apenas pocas casas habían alejadas de otras, se acercó a la más bonita y lujosa del lugar donde la había dejado a ella la otra noche tras el partido. Se bajó de su moto y caminó con tranquilidad mientras intentaba averiguar cuál de todas esas ventanas se encontraba el cuarto de Abby.
Con algo de nerviosismo, se secó el sudor de sus manos y tocó el timbre que juraría que podría oír por toda la casa. Se alejó dos pasos y tragó saliva.
Ni siquiera entendía por qué se encontraba nervioso, pero allí estaba, nervioso por una mujer. Quien demonios se lo iba a decir. Ni cuando se presentó al examen para acceder a la universidad se encontraba tan nervioso como en ese momento.
Fue ahí cuando una mujer de unos cincuenta años le abrió con una inmensa sonrisa en el rostro que le dio calidez a la casa. Y Mike se alegró al sentir la buena aura que transmitía esa mujer y se sintió tranquilo al saber que Abby vivía en un buen sitio con una buena persona. Pero las dudas de quien le había hecho aquello se incrementaban.
Mike sabía desde el principio si una persona le caería bien, si era buena o mala, con tan solo la primera apariencia y, aunque era de mala educación juzgar a alguien sin conocerlo, su sexto sentido le decía muchas cosas. Y siempre acertaba su sexto sentido, siempre. Aunque otras cosas eran que él les hiciera caso.
—Hola —saludó la mujer con una sonrisa angelical.
—Buenas tardes. ¿Se encuentra Abby? —cuestionó él con otra sonrisa, muy simpático y, a juzgar por el rostro de extrañeza de la mujer, algo bueno no le iba a decir.
Y la mujer negó con la cabeza sin comprender nada.
—¿Abby? ¿Abby Payne? —cuestionó y este asintió desesperado—. O cariño, te has confundido de casa. Aquí no vive ninguna Abby Payne.
***
Y aquí tenéis un nuevo capítulo de Mike y Abby.
¿Que les ha parecido?
¿Queréis más?
¿La relación de Abby y Mike?
Nos leemos el sábado :3
Patri García
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