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O C H O | P A R T I D O 🏈

«Verlo en plena acción solo me hacía desear poder conocerlo más y salir de mi zona de confort»

Abby Payne

Aquel sábado una hermosa Abby se encontraba mirando en su armario, el cual no es que tuviese mucha ropa, pero la que tenía no sabía cual ponerse en ese momento. Tampoco sabía si podría salir sabiendo que su padre no quería que lo hiciera a pesar de ser ya una mujer adulta.

También tenía la duda de si su madre podría dejarla salir, por lo que no sabía que hacer, ya que tampoco quería faltar después de que Mike diese por echo que si iba a ir ella. Así que era un dilema extraño.

¿Quería ir? Si y no.

Si porque en el fondo quería salir de su zona de confort, empezar a hacer cosas alocadas y nuevas, experiencias que nunca había vivido. Pero a la vez no por miedo al cambio, miedo a que le hicieran daño, miedo a las represarías de Theo si ella se atrevía a hacer todo lo contrario. Por lo que se vio sentada en su cama mirando hacia aquel armario abierto. Sin ser consciente, empezó a tocar un mechón de pelo y a darle vueltas metida en sus pensamientos.

Hasta que la puerta sonó, sacándola de su ensoñación y haciendo que se pusiera en modo defensa por si venía Theo borracho o cualquier motivo. Pero la que abrió la puerta fue su madre Isabel, que sufría las mismas o peores consecuencias de vivir bajo ese techo junto con su hija Abby.

Isabel, al ver que su hija se relajaba de verla a ella, susurró con la ceja elevada;

—¿Vas a salir?

Isabel temía que si saliese tan tarde y sola en ese pueblo, aquel pueblo tan oscuro y sombrío en el que vivían y la madre de Abby conocía demasiado bien, tuviese algún peligro que no quería que sufriese. Pero a la vez quería que su hija viviese su vida y que pronto, muy pronto, se pudiese marchar lejos de esa casa.

Pero ella nunca se lo había expresado a su hija, por lo que Abby tenía un punto de vista distinto, creyendo que su madre nunca quiso que saliera después de las 7 de la tarde en aquel lugar tan forestal.

Aunque a la vez tampoco podía mentirle a su madre, por lo que miró disimuladamente tras la puerta, esperando no encontrarse con Theo.

Isabel lo comprendió.

—Está hablando de billares abajo con su amigo el alcalde —respondió con cierto tono asqueroso cuando nombró al "alcalde" que extrañó a la joven Abby, ya que no entendía porque ese enfado con alguien que ni ella conocía en persona.

Pero Isabel tenía muchos más secretos de los que su hija podía imaginarse.

—Conocí a unos universitarios esta semana y me han invitado al partido de esta noche —susurró y, tan rápido como lo dijo, miró a su madre para decirle. —Pero no voy a ir. Sé lo peligroso que es salir sola a partir de las 7.

Al escuchar aquello, su madre miró el pasillo y luego se metió en el cuarto de su hija, cerrando la puerta tras de sí. Se sentó a su lado en la cama y la miró.

—Esta noche sabes que voy a salir con Theo a una cena con el alcalde y su mujer. En 20 minutos nos marcharemos —contestó mientras Abby miraba hacia el suelo sin dejar de tocarse el cabello largo que poseía.

—Lo sé. Cerraré la puerta con llave como hago siempre.

Isabel negó rápidamente y, sin decirle con palabras lo que quería de ella, se lo dijo mediante experiencias suyas del pasado.

—¿Sabes? Cuando tenía tu edad, me escapaba de la casa de mis padres por la ventana de mi cuarto —aseguró, tratando de que Abby la mirase y lo consiguió—. Podría estar mal, pero disfrutaba como nunca. Nunca se dieron de cuenta o eso creo... —murmuró.

Abby seguía mirándola intrigada cuando ella se levantó de la cama para ir hacia el armario de su hija y tocar la ropa que tenía en ese lugar.

Tomó una falda y un jersey largo y le señaló esta ropa.

—Esta ropa te quedará genial la próxima vez que salgas. Podrías ponértela —sugirió.

Abby estaba entrando en contradicción, porque parecía que su madre la estaba incitando a que se escapase de aquella casa unas horas y disfrutase con aquellos universitarios. Pero no sabía si era una indirecta o eran ideas suyas.

—Mamá...

—Jovencita, la vida es corta y por mi culpa no la has estado viviendo —murmuró caminando hacia la puerta para abrirla—. Pero espero que no hagas las estupideces que yo hacía de joven —contestó, abriendo la puerta.

Abby, sin entender nuevamente nada, miró a su madre con aquel vestido que llevaba puesto. Sabía que ella odiaba ir a la casa del alcalde, pero era el mejor amigo de Theo y debía acompañarlo para ciertos negocios extraños que su padre tenía con ese hombre. No quería preguntar, no era su problema, por lo que prefirió dejar siempre aparcado aquel tema prohibido.

—Me siento cómoda así... —susurró Abby con la voz baja, si bien no estaba muy de acuerdo, también sabía que era mejor eso que terminar dañada por personas distintas.

Pero Isabel negó rápidamente al ver que Abby había vivido muy poco su vida para haber empezado la universidad y no quería eso de ella. Quería que empezara a disfrutarla, que tuviese experiencias a pesar de todo por eso, cuando salió de su cuarto, le murmuró;

—Volveremos sobre las 12, ¿vale? —cuestionó, clavando sus ojos en los de su hija y Abby asintió.

Cuando cerró la puerta y escuchó que ambos se empezaban a marchar cuando escuchó el coche ponerse en marcha, pensó en las palabras de su madre, miró la ropa que le había sugerido y luego miró el pequeño balcón que tenía en su cuarto. Al lado había un árbol que años atrás bajaba de allí con facilidad.

Y, después de un largo rato dubitativa si abandonar unas horas aquella prisión o quedarse allí y seguir como siempre había vivido, sin novedades, sin temor a que la hicieran daño emocionalmente como en el pasado.

Pero no supo porqué, decidió arriesgarse con lo segundo.

🏈

Los ojos de Mike analizaban la entrada al estadio de fútbol en aquella tarde/noche donde el sol empezaba a esconderse para mostrar la iluminación de ese estadio mientras el cielo se teñía de oscuro.

Parecía nervioso y no sabía si ella estaría allí, si se atrevería a ir o lo ignoraría. No entendía porque tenía tantas dudas si no era ninguna cita, nunca había tenido citas con una mujer, así que no comprendía porque se comportaba de esa manera.

Jonathan se acercó tras él, dándole varias palmadas en la espalda ancha de su mejor amigo, donde en su camiseta ponía el número que le habían puesto en aquel equipo.

—Te noto preocupado.

Mike negó rápidamente y dijo;

—No es eso. Solo estoy esperándola.

Pero Jonathan sabía que no era eso.

—Yo creo que si lo estás pero no te preocupes; ella vendrá.

Mike lo miró con una ceja elevada, mirando a su amigo como se había pintado 2 rayas en sus mejillas y estaba colocándose el casco.

—¿Como lo sabes? ¿Eres vidente y no lo sabía?

Jonathan no dijo nada, pero por la sonrisa parecía estar mucho más seguro que nadie. El pelirrojo se giró para buscar a su novia Johanna, la cual estaba en las gradas y la saludó desde el campo. Mike envidió aquella relación que ambos poseían y que se preguntó si algún día tendría él con alguien.

—¡En posición! —gritó el capitán del equipo que era un universitario de último año de carrera.

Todos se pusieron en círculo para hablar, mientras el capitán le daba instrucciones a los compañeros sobre las jugadas, Mike parecía estar en otro mundo. Era la primera vez que tanto Jonathan como Mike iban a jugar como titulares, aunque no sabían por cuanto tiempo. El entrenador les dio esa oportunidad y Mike, en vez de estar feliz, no paraba de pensar si Abby vendría a ver ese partido.

Cuando se chocaron las manos, todos se pusieron en sus posiciones. Mike colocándose más adelante ya que sería el jugador que recibiría el balón y esperó a que el equipo contrario terminase de hablar.

Volvió a mirar las gradas, ya poco esperanzado cuando sus ojos vieron la melena larga de una joven que parecía estar buscándolo. Cuando los ojos de Abby lo encontraron por el número 22, ya que apenas se conocía Mike por toda la vestimenta, juró que por primera vez vio sonreír a esa joven y, tímidamente, Abby levantó la mano, no demasiado, para saludarlo.

Mike, con una sonrisa tonta que se le había puesto en su rostro, le guiñó un ojo viéndola por primera vez sin aquellas gafas que le había visto en las otras ocaciones.

Abby subió las gradas tras ser llamada por Johanna y en cuanto se puso frente a ella, la joven que había ayudado el otro día la abrazó nuevamente, sin saber Abby como reaccionar ante esas muestras. Le devolvió el abrazo pero tan rápido como lo hizo, Johanna se separó para decirle;

—¡Has venido! Mike no ha parado de dar vueltas hoy en el cuarto de Jonathan de la residencia universitaria —respondió la joven, dejando que esta se sentase a su lado.

Abby, observando con ojos nuevos aquella experiencia de estar en un estadio repleto de gente, la gran mayoría animando al equipo local, miró a Mike que la había estado mirando hasta que se concentró en su partido esa noche.

La protagonista, nerviosa por haberse escapado y sabiendo que tenía hasta las 12 de la noche para poder volver a su casa sin que Theo lo supiera, miró a Johanna para preguntarle;

—¿Por que? ¿Es la primera vez que lo ponen de titular?

Johanna negó para mirarla.

—Hoy es la primera vez que lo ponen de titular, pero no es por eso.

Se quedó ahí en cuanto vio que el árbitro se colocaba para empezar el partido de ese sábado.

—¿Y por que?

Johanna, mirándola con cierta mirada cómplice, como si supiese algo más que a Abby le faltaba saber, se acercó al oído de Abby y dijo;

—Por ti.

Le sonrió para luego volver la vista hacia el campo.

Abby fue a decirle algo, sorprendida por lo que acababa de decirle, cuando el árbitro dio el silbato y el partido empezó, con un jugador tirándole el balón a Mike, el cual empezó a correr mucho más que ninguno por el campo hasta que saltó con agilidad y empezó a correr recto hacia la zona mientras un jugador del equipo contrario lo seguía. Pero tan rápido como lo consiguió, llegó a la meta, tirando el balón al suelo y anotando para su equipo.

Mike miró a Abby desde lejos y la señaló con una sonrisa enorme en su rostro por su primer partido universitario y la joven se le tiñó el rostro de rojo mientras Mike volvía a su posición para continuar con el partido.

—Te acaba de dedicar una anotación —canturreó una Johanna bastante divertida por ello.

Abby, que no podía creerse aquello, miró a Johanna para luego mirar nuevamente a aquel rubio que había en el campo y que sus ojos parecían no dejar de mirarlo totalmente anonadada por la experiencia que estaba viviendo. Y, no supo el motivo, su sonrisa no desapareció en ningún momento de esa primera experiencia.

🏈

—Deberías venir la próxima con nosotros. Podemos ir a recogerte a casa e ir juntos al próximo partido, ¿que te parece? —cuestiono una Johanna sonriente por conocer a esa joven.

Johanna tampoco estaba acostumbrada a tener amigas femeninas, siempre había tenido a su mejor amigo, ahora novio y Mike era un amigo también de su vida. Pero Abby... Era una novedad para la joven de cabello oscuro y estaba deseosa de salir más con la muchacha de ojos color miel.

—Bueno... No sé si...

Apenas pudo acabar la frase cuando vino corriendo un Jonathan recién salido del vestuario para levantar a su novia Johanna y luego besarla como si no hubiese un mañana.

—¡Hemos ganado! —gritó el pelirrojo totalmente feliz, para luego volver a besar a su novia.

Abby se alejó un poco para darles intimidad, pero su espalda chocó nuevamente con un duro torso. Se giró tan rápido como pudo, hasta que vio que el dueño de ese duro torso era Mike Lauper.

Este le sonrió a la joven.

—Está pareciendo una costumbre —murmuró divertido.

—Yo... Bueno... Casualidad —respondió y luego quiso morderse la lengua por no saber hablar con un hombre.

—Ayer no te vimos en el comedor... Espero que el lunes vuelvas a sentarte con nosotros en el—continuó el rubio, con la mirada de los otros 2 hacia ambos.

Ahora mostrando sus dientes.

La joven, lejos de que le hubiese gustado aquellos minutos estando con aquellos jóvenes, no quería que ellos la conocieran del todo. No quería abrirse a nadie y solo centrarse en sus propósitos, en lo que quería si o si en el futuro y era alejarse de ese pueblo que solo traía malos recuerdos. Tampoco quería hacer amigos y que luego ellos te destrozaran como una hoja de papel. Ya lo había vivido en sus carnes y no quería abrirse a nadie para no terminar dañada. Pero tampoco entendía porque había aparecido en ese partido, pero la sacó una gran sonrisa ese momento con ellos.

Por ello, solo dijo;

—Deja que llegue el lunes.

Tomando la trenza lateral que se acababa de hacer durante el partido, sonrió a ese joven y se dio la vuelta para marcharse, pero Mike no quería que se fuera así como así.

—Aún no ha acabado la noche —respondió.

Abby se giró para mirar a los 3 y Johanna continuó;

—Vamos a tomarnos una hamburguesa para celebrarlo. ¿Te apuntas? Di que si, por favor —suplicó la joven, alejándose de su novio para engancharse al brazo de Abby.

Ella, sin estar acostumbrada a todo eso, ya eran demasiadas experiencias para ella en una sola noche, por lo que dijo;

—Estoy cansada y es algo tarde para mi. Quizás la próxima.

Johanna la entendió, pero se tomó en serio lo de la próxima.

—Vale, pero la próxima te vienes con nosotros.

Abby mostró sus dientes para luego asentir y marcharse del lugar, pero Johanna no quería que se marchase sola y Mike la adelantó.

—¿Vas en autobús a tu casa? Es muy tarde para que vayas sola —cuestionó.

Abby se paró y vio como Mike se acercaba a ella.

—¿Vives en el pueblo? —cuestionó.

No iba a dejarla sola.

—No, a las afueras... —murmuró.

Sin dudarlo, dijo;

—Te llevo.

Aquel hombre rubio se acercó peligrosamente a ella, a una Abby que ya había vivido demasiadas nuevas experiencias en una sola noche.

—¡Oh, no! No es necesario, Mike.

—No vamos a dejarte sola. Mike vino en moto, por lo que nosotros podríamos ir yendo al restaurante y él te acompañará a tu casa. Así estoy más tranquila —sugirió Johanna.

—Es muy peligroso caminar a estas horas de la noche sin compañía por este pueblo —respondió un Mike bastante preocupado mientras miraba a la joven que tenía a escasos centímetros de ella.

Abby quería decir algo, pero Mike tomó el cuerpo de ella, con la gran diferencia de altura y la levantó del suelo, tomándola entre sus manos ante la sorpresa de nuestra joven protagonista.

—¡Mike! —gritó la joven sin esperarse aquello y no supo porqué rio, siendo música para los oídos de aquel universitario rubio.

Pero Mike la sujetó con delicadeza, empezando a caminar por fuera del estadio mientras le decía con aquella voz;

—Vamos a llevarte a casa, señorita.

Ante la mirada de varias mujeres envidiadas por ello, Abby aprovechó aquel momento, algo tímida y se pegó al cuerpo de Mike mientras este la llevaba al aparcamiento del estadio para ir recto hacia su moto, con una sonrisa en el rostro.

***

Aquí tenéis un nuevo capítulo de Abby y Mike.

¿Que les ha parecido?

¿Las nuevas escenas?

¿Abby y Mike?

¿Johanna y Jonathan?

Nos leemos el sábado :3

Patri García

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