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D I E Z | E S C A B U L L I R S E 🏈

«Necesitaba esconderme. Sentía que alguien me estaba descubriendo y tenía miedo de que alguien le hiciera el mismo daño que me hacían a mí»

Abby Payne

Aquella tarde de domingo no fue nada fácil para Abby, quien se había quedado en su cuarto mientras no paraba de darle vueltas a todo lo que había pasado en tan solo unos minutos por una tontería. Todo porque Theo parecía andar bastante borracho como para darse cuenta de que no sabía ni hablar.

Mientras se tocaba la muñeca, la cual él le había estado sujetando con fuerza ante el silencio de su madre, ella deseó poder tener el dinero suficiente para irse a una de esas residencias universitarias, donde Johanna le había comentado la pasada noche que se estaba alojando. Pero no tenía el dinero suficiente y trabajar no la ayudaría tampoco a sacar sus estudios sola. Era todo mucho más complicado de lo que podía y la única solución era salir de ese pueblo.

La única.

Mientras, por mucho que se alejase de esa casa, seguiría la maldad en ese pueblo que tantos misterios parecía esconder.

Se secó las lágrimas tras estar un largo rato llorando en la soledad de su cuarto, se levantó para cerrar la ventana que tenía a unos metros más lejos de su balcón, cuando se encontró a su vecina, una mujer de unos 2 años más que ella, mirándola. Tan rápido como lo hizo, esa mujer parecía sentir empatía por ella, pero Abby no quería que sintiesen nada por ella. Le daba vergüenza de tan solo pensar que la señalaban como la víctima y eso lo odiaba.

No quería ser maleducada, pero no podía soportar que alguien la mirase de esa manera y más que su vecina, una tal Emma, la mirase con pena, sabiendo que se escuchaban todos aquellos gritos de esa casa desde fuera. Pero nadie hacía nada en esa calle. Nadie lo hacía porque todos estaban comprados por la corrupción que había en ese lugar.

Cerrando la ventana y las cortinas de la misma, se apoyó en la pared y suspiró, no pudiendo ser capaz de tener una relación con esas 3 personas que se habían portado tan simpáticos con ella en la universidad. No podía... Y más después de mentirle a Mike la noche de ayer.

Era difícil, por eso prefirió tomar otro tipo de medidas que significaban volver a la soledad de su vida. Aunque lo que más deseara era seguir experimentando con ellos una vida que nunca había tenido.

Por el otro lado, su vecina Emma quiso ayudarla, pero sabía que estaba con las manos atadas. Que por mucho que quisiera, en ese lugar abundaban las personas incorrectas, los oficiales incorrectos y los políticos incorrectos. Desde la desaparición de aquella joven hacía muchos años, el pueblo no había vuelto a ser el mismo.

Emma dejó su taza de café a un lado, cerrando las cortinas de su cuarto y así pudiendo descansar durante el resto de la tarde, pero los gritos de aquel señor de la casa de al lado, la hicieron despertar en más de una ocasión, arrancándole el alma a esa joven rubia por lo que sucedía ahí y sabiendo quien fue ese hombre en el pasado por el cual nadie podía denunciarlo.

🏈

Un Mike pensativo, se encontraba en la biblioteca universitaria lleno de libros estudiando una de esas asignaturas que más le costaba. Pero para él que era un gran estudiante no era tan costoso como para otros.

Pero en ese momento, su mente estaba en otro lugar y no en dicha biblioteca cerca de aquella ventana y con el sol empezando a darle en su rostro.

Su mente estaba en los ojos de Abby y en lo que podía haber hecho o dicho algo mal para que ella no se hubiese presentado al comedor en 3 días. También sabía que era muy cerrada y que costaba de la noche a la mañana en hacer amigos. Se notaba de lejos que Abby era una mujer asocial que le costaba acercarse y tener relaciones. Se veía a lo lejos y era todo lo contrario a Mike que le gustaba conocer a todos y charlar con todos ellos.

Mike quería darle su espacio, pero el no verla ni en esos 3 días le hizo pensar si había pasado algo y no se había presentado o es que se estaba escabullendo porque no sabría decir no. En cualquier caso, si era el primero estaba preocupado y si era el segundo, la comprendía y no quería agobiarla.

—Siento llegar tarde. Cierto universitario se dedica a hacerme mil preguntas sobre una simple duda y apenas me dejaba marchar —respondió Johanna sentándose al lado de Mike, el cual seguía pensativo.

Él negó y Johanna empezó a colocar los libros sobre la mesa.

—Bueno, ¿como vas con el examen que dijiste que tienes para la próxima semana?

Cuando Johanna lo miró, lo vio totalmente callado, perdido y en otro mundo. Era un Mike que no estaba acostumbrada a ver porque hablaba hasta por los codos y siempre era el hombre más social que conocía.

Pero ese día no era así.

—¿Que te ocurre?

Mike soltó su lápiz y lo dejó sobre la libreta para mirar a su mejor amiga.

—¿Has visto a Abby?

Johanna, que estaba igual que él porque sentía que podría hacer una amistad con ella, negó con la cabeza.

—No desde el partido.

Mike volvió a callarse mientras algunos universitarios caminaban por la biblioteca para marcharse y seguir hacia otro lado.

Johanna, que no sabía casi nada de Abby, también había llegado a la misma conclusión que él.

—Ella le cuesta hacer relaciones. No me lo ha dicho, pero se ve... —murmuró ella—. Se nota que ha sufrido y que sigue sufriendo. Los motivos ya son desconocidos.

Pero Mike negó.

—Me dijo que yo no querría juntarme con alguien como ella —soltó totalmente preocupado—. ¿Por que alguien diría eso? ¿Tanto daño le han hecho para que diga esas cosas?

Johanna movió sus labios y negó, sin saber que responder.

—No lo sé, pero debemos darle tiempo... Me cae increíble y quiero conocerla más, que salgamos como amigos y seamos un grupo juntos. Pero... —Movió sus hombros y continuó. —También debemos entenderla y darle apoyo y espacio.

Mike asintió, dándole la razón.

🏈

Tras aquel día, Abby se encontraba haciendo tiempo en una tienda de ropa. Ni siquiera iba a mirar nada, pero quería dejar pasar el rato hasta que diese la hora de que su padre se marchase a trabajar en su doble turno de ese día y así no tener que enfrentarse a él.

Es por ello que había estado paseando por el pueblo, llegando hasta una tienda de ropa donde se puso a mirar y dejar que los minutos pasaran hasta que fuese lo suficientemente tarde para saber que Theo no estaría en la casa.

—¿Abby? —preguntó una voz que empezaba a conocer y la universitaria, girándose, agrandó sus ojos al ver a Johanna detrás suya.

La sonrisa de la joven que había conocido en el baño se ensanchó al ver a Abby y, recordando las palabras que le había dicho ella misma a Mike horas antes, se acercó a ella pero dándole el espacio que ella necesitaba.

Apenas se conocían, pero Johanna había vivido momentos duros en su vida, quizás para nada los mismos que los de Abby, pero no fue fácil y al tener ciertas experiencias sabía como acercarse a la joven de gafas.

Nuestra protagonista, totalmente sorprendida, sonrió con delicadeza y la saludó;

—Hola, Johanna.

—¡Oh! Llámame Johan o Jo.

Abby asintió con una sonrisa que no le llegaba a los ojos y Johanna lo notó. Se la veía más triste que la otra semana y arrugó su frente por ello, pero no quiso indagar porque no era momento.

—Estaba preocupada por ti.

Aquello hizo extrañar a la joven Abby, que nunca nadie le había dicho eso cara a cara.

—¿Por qué?

La joven que tenía frente a la muchacha de ojos tristes, arrugó más su frente al escuchar aquella pregunta y respondió;

—Porque eso es lo que hacen las personas cuando les importa a la otra —aclaró Johanna.

Pero Abby no quiso decir demasiado, por lo que tan solo asintió y volvió con lo que estaba haciendo. Pero Johanna no iba a dejar el tema ahí.

—Mike estaba también bastante preocupado.

Aquello la hizo frenar para luego girar su cabeza aún con más dudas que aquello.

—Estoy... bien. No tienen porque preocuparse.

Johanna suspiró y negó mientras la observaba con cariño.

—¿Tienes algo que hacer ahora?

Abby observó el reloj, faltaban todavía 30 minutos para que Theo se marcharse a trabajar nuevamente a la gasolinera y negó.

Aquello hizo muy feliz a una Johanna deseosa de disfrutar ese tiempo con ella.

—Bien. Te voy a llevar a mi restaurante favorito. Espero que tengas hambre —contestó.

Abby fue a decirle algo, pero Johanna ya había enganchado su brazo sobre el de ella y empezaron a caminar fuera de la tienda, en aquel pueblo mientras Abby, a pesar de decir que no, sonrió porque todo aquello era nuevo para ella. Aunque le costase mucho dar el paso.

Llegaron al restaurante que Johanna le había comentado y Abby observó el lugar con ojos nuevos, ya que nunca solía comer fuera de casa. Viendo como Johanna saludaba a la dueña, se sentaron juntas, una frente a la otra cerca de la ventana mientras que la joven Johanna miraba la carta como solía hacer. Abby analizó el lugar con ojos nuevos.

—Te recomiendo las hamburguesas. Son las mejores del lugar —dijo Johanna con un brillo en los ojos.

Abby, por primera vez en toda aquella semana, observó a Johanna y vio ese brillo en los ojos. Pero había algo en ellos que solo a Abby le llamó la atención y era que parecía haber vivido mucho más de lo que se podía imaginar. No sabía porque la observó de aquella manera, pero se imaginó que Johanna tuvo que haber sufrido bastante y ahora le sonreía a la vida. Eso se notaba en los ojos de la otra persona. Más cuando la otra persona también había sufrido o estaba sufriendo.

Mirando la carta, lo primero que miró fueron los precios y suspiró al ver que podía costeárselo. Johanna observó ese gesto, pero no dijo nada.

—Me suena que compartimos una clase, pero como hay tantos alumnos distintos ya ni me acuerdo y siempre voy en mi mundo de los estudios —contestó la mujer de cabello oscuro.

Abby, que siempre iba a la universidad a atender en clase y nada más, no se fijaba en otros estudiantes. Y llevaban 3 meses yendo a la universidad, por lo que era algo que tampoco se había percatado.

Johanna se la veía pensativa, como si estuviese tratando de recordar en que clases habían coincidido y que, a partir de ese momento, iba a percatarse más cada vez que estuviesen en dicha clase.

—¡Ya sé! —gritó, atrayendo la mirada de algunos clientes—. Vamos a economía juntas... Si, si. Lo que yo me siento cerca de las ventanas, pero a ti creo que te he visto atrás, ¿verdad? Pero como hay más de 40 alumnos hasta que la gente se vaya aburriendo y abandonando la carrera que estén estudiando...

Abby trató de hacer recuerdo y entonces empezó a recordar que había una joven parecida a ella en ese aula. Pero Abby había estado 2 semanas sin ir a esa clase porque le estaba costando más de lo que se imaginaba.

—Si, creo que si. Pero esa asignatura me cuesta bastante, no es como las otras...

—Puedo ayudarte. Soy la profesora particular de varios alumnos.

Abby negó con la cabeza.

—No tengo dinero para costeármelo.

Johanna suspiró rápidamente.

—A ti nunca te cobraría nada.

—¿De verdad?

Johanna juró que vio una pequeña tranquilidad en los ojos de ella y pareció que todo parecía algo más distinto, como si Abby empezara a relajarse frente a ella. Y aquello le fascinó a Johanna.

—A las amigas nunca se les hace eso, Abby.

Abby, que solo tuvo una experiencia de amistad en su vida, le costaba decirlo en voz alta. Más después de lo que vivió, pero tampoco quería ser brusca y decirle que no quería tener amigas por miedo. Pero en el fondo quería volver a sentir lo que era tener una, así que estaba entrando en contradicción.

Por lo que dijo;

—¿Me consideras una amiga? —preguntó. —Nos conocemos muy poco.

Johanna la miró sonriendo y respondió;

—Lo supe desde el momento que me ayudaste cuando nadie lo hacía y te quedaste conmigo. Quizás tu no lo veas ahora, pero el tiempo te lo irá diciendo, Abby.

La joven sonrió, una de esas sonrisas que llegaban a los ojos y no podías borrarla a pesar de lo tonta que podrías llegar a parecer. Abby tuvo una de esas sonrisas que no pudo borrar, ni siquiera cuando pidieron la comida y continuaron hablando, conociendo más sin entrar en detalles de sus vidas. Tan solo dándose tiempo para cocinar una amistad.


***

Aquí tenéis un nuevo capítulo de esta hermosa novela.

¿Que les ha parecido?

¿La vecina de Abby?

¿La amistad de Johanna y Abby?

Nos leemos el jueves :3

Patri García

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