C U A R E N T A Y T R E S | F O T O 🏈
«No iba a dejar que nada le pasara por mi culpa»
Abby Payne
En pleno abril era llamativo ver a una universitaria paseando por el campus con una bufanda puesta alrededor de su cuello. Podrían imaginarse otros alumnos de la universidad que tendría frío, pero la realidad es que ella ocultaba las marcas que le había dejado aquel hombre la noche del viernes.
Aquel día, Abby trataba de colocar todo el tiempo dicha bufanda para evitar que nadie pensara que lago ocurría en su vida privada. Cuando la realidad es que así era. Dio gracias a que Johanna no fuese aquel día porque quería acompañar a Jonathan a revisión, donde tenían un viaje de horas juntos en el médico que él estaba yendo.
Así que solo quedaba Mike por verla y aquel día, como todo el fin de semana, había tratado de evitarlo hasta que dichas marcas fuesen totalmente invisibles.
Aquella mañana se encontraba en la biblioteca universitaria, algo vacía, con solo unos pocos estudiantes en ese lugar tan grande. Estaba estudiando tranquilamente, colocándose el cuello aún algo adolorido mientras trataba de no pensar en lo que había sucedido a lo largo de aquel fin de semana tan largo.
Sabía que estaba siendo una idiota con Mike y que lo mejor que podría hacer alejarse de él, para que así siguiera con su vida, que pudiese encontrar a alguien con quien podría compartir su vida. Y no ella, ya que tenía muchos más problemas de los que podía contar.
La silla vacía que había frente a ella resonó, arrastrándose para sentarse un hombre rubio, alto y con cuerpo de modelo que la miró con rostro de pocos amigos. Pero la realidad es que estaba mucho más preocupado del que Abby podía imaginarse nunca.
Abby levantó la mirada y se asustó al ver a Mike con esa mirada frente a ella. Tan rápido como lo vio, se tocó nuevamente la bufanda, esperando que él no viese ni una sola marca de los dedos de aquel hombre.
—Llevas todo el fin de semana ignorándome... —susurró Mike, analizándola y esperando que su rostro dijese algo que ella no iba a decir.
Fue ahí mismo que soltó el bolígrafo que tenía en su mano y contestó;
—Mike...
Ahí él se percató de la bufanda que llevaba puesta, en una época que solo hacía falta un suave abrigo y, ni siquiera eso. A parte de que Abby nunca solía ponerse bufandas, ni por mucho frío que hiciera. Le preguntó;
—¿Que ocurre? —cuestionó. —Desde aquel día en el mirador estás más distante que nunca.
Mike sabía que no era por lo que le había contado de su pasado, pero si tenía que haber algo más. Algo que se le estaba escapando y miles de dudas se le acumularon en su mente y todas eran tan horrendas que no quería ni imaginarse la respuesta.
Abby se quitó las gafas, dejándolas sobre su libreta de economía y se levantó para irse hacia unas estanterías para buscar un libro. Mientras, Mike la siguió.
—Si piensas que es por lo que me has dicho, estás muy equivocado —aclaró ella, volviendo a tocarse nerviosamente la bufanda y ocultando hasta su mentón.
Fue a tocar un libro, cuando la mano de Mike la colocó sobre la muñeca de ella, girándola y dejando que la espalda de ella descansara sobre la estantería llena de libros. Colocó su cuerpo cerca, muy cerca del suyo y acercó su rostro al de ella.
Y le confesó;
—Lo sé, porque confío en ti y sé muy bien que es por otra cosa.
Ella se tocó la bufanda y ahí Mike se dio cuenta de que algo no iba bien. Nada bien y eso lo asustaba a más no poder.
Cuando vio todas las veces que ella se había tocado la bufanda en los 3 minutos que Mike llevaba frente a ella, preguntó;
—Abby, ¿que haces con esa bufanda en la universidad? Apenas hace frío.
Ahí ella ya no sabía que decir y, sin apartar la mano de su bufanda, susurró;
—Pues... Yo...
Mike, sin poder evitarlo más, levantó sus manos y miró a Abby, cuando supo que ella no iba a hacer nada, colocó ambas manos hacia su bufanda. La empezó a retirar suavemente, hasta que su piel se quedó expuesta ante él. Y todo cayó al instante.
Nuestro joven protagonista se quedó totalmente petrificado, el terror lo inundó por completo, la ira empezó a subir de niveles y el miedo a que un día no volviese a verla fue lo que más se le quedó grabado.
Dando 2 pasos hacia atrás por ver las marcas en el delicado cuello de ella, marcas de dedos, supo que algo había ocurrido.
—Abby... Joder...
Y la joven le quitó con brutalidad la bufanda para volver a colocársela alrededor de su cuello, ocultando todo aquello.
Y lo miró enfadada.
—No deberías haberlo visto...
Ella fue a girarse, pero él trató de hablar con ella.
—Ese hijo de... —Negó mientras la miraba a los ojos y Abby vio ira en su mirada—. Esto se acaba aquí.
—No lo entiendes, Mike...
Mike empezó a apretar tanto sus manos, que se clavó sus propias uñas en la palma de su mano. Pero le daba igual. Lo único que le importaba era a la mujer que tenía frente a él y que quería verla libre, sin ataduras, sin moretones... La quería bien, lejos de cualquier tipo de peligro y temió que podría pasar algo más grave algún día.
—No entiendo porque mierda, ese hombre que se hace llamar padre, te hace todo esto y no me vengas que no es fácil. —Mike tenía la vena del cuello hinchada de tan solo pensar en lo que estaba sufriendo ella—. Pero a esa maldita casa no la vuelves a pisar.
Abby negó rápidamente desesperada.
—Sería peor para ti.
—Me da igual.
—No. Mike...
Y todo cuadró al instante para Mike.
—Espera... —Señaló con temor entre ellos—. Esto... ¿Nos vio? La noche del viernes, ¿nos vio? ¿Por eso...?
Ella no respondió.
Y el silencio habló mucho más que nadie.
—¡Mierda! —gritó, olvidándose de que se encontraba en la biblioteca universitaria.
—Shhh. —Lo mandó a callar la trabajadora de la biblioteca.
Él miró con cara de pocos amigos a ese mujer que estaba en la entrada, mirándolo y haciendo una señal de que se callara. Entonces tomó la mano de Abby y se la llevó a rastras hacia la planta de arriba de la biblioteca. La joven le costaba conseguir seguir los pasos de Mike, ya que iba muy rápido y sus piernas eran largas. Pero al menos, ahí podrían tener más intimidad que en ese mismo sitio.
Una zona donde no solían ir muchos por la cantidad de libros que nadie utilizaba de ese género. Y se quedaron entre 2 estanterías cerca de la ventana, donde el sol les daba de lleno.
—No pienso dejar que nada de esto te vuelva a pasar —respondió Mike—. Hablaré con la universidad para que te pueda dejar en la misma residencia que Johanna, que vivas allí y puedas...
—No, Mike. No puedo —concluyó Abby, enfadada y temerosa de que él se metiera mucho más de lo que ya estaba.
Y Mike negó rápidamente.
—¿Por que no puedes? Te está haciendo daño y un día... —Se quedó callado—. Un día... —No fue capaz de decir aquella maldita palabra.
Y Abby vio el sufrimiento en los ojos de Mike.
Entonces, se lo confesó. Todo, con pocas palabras, consiguiendo que Mike entendiese porque era tan difícil de alejarse de ese sitio. Porque nadie podía ayudarla, ni siquiera él.
—Porque mi padre, tanto como todos los que tienen altos cargos en este pueblo, están metidos hasta el cuello en temas muy oscuros, Mike...
Mike, al principio no comprendió a lo que se refería.
—¿Que...?
Entonces, al mirar los ojos de ella, lo entendió absolutamente todo.
—Esto no es solo un problema y ya. Son muchos más. —Los ojos de Abby estaban furiosos, pero en el fondo había un gran vacío, una tristeza que Mike había vuelto a ver después de meses y que odió verla sufrir de esa manera—. Y si estoy distante contigo, es porque uno de sus amigos, el más influyente, se huele que tengo algo contigo... Y Theo... —Miró unos segundos a la ventana para no mirarlo a los ojos—. Me ha amenazado contigo y no quiero que te pase nada, joder... Mike, por favor...
Pero no dijo nada más.
El hombre que estaba locamente enamorado de ella, trató de decirle algo.
—Abby...
Pero ella lo cortó.
—Esto se acabará pronto, te lo prometo. Pero por ahora habrá que tener cuidado, por ti... Solo por ti, Mike. Porque no podría pensar que si te pasa algo es todo por mi culpa —contestó con un rostro totalmente dolido.
Estaba rota y sabía que iba a romper a Mike. No podría soportar hacerle eso.
En un momento de vulnerabilidad de Mike, ella se escapó, bajó las escaleras ron rapidez mientras tomaba todas sus cosas de la mesa y se marchaba de la biblioteca. La trabajadora, con las gafas por debajo de sus ojos, la observó con la ceja levantada como si fuese una novela.
Abby empezó a caminar con rapidez por los pasillos universitarios, deseando marcharse de allí ese mismo día.
Estaba nerviosa, sabía que estaba haciendo las cosas mal, que debía romper con él y que cuanto antes lo hiciera, menos sufriría Mike. Pero quizás debía haberlo pensado antes de que todo eso empezara. Quizás debió fortalecer un fuerte muro e impedir que nadie se acercase a ella.
Ese fue su error o eso pensó Abby.
—¡Abby!
La voz de Mike la seguía y ella no podía soportar aquello.
No podía soportar hacerle daño.
Caminó mucho más rápido, pero Mike tenía las piernas más largas.
Tomándola del brazo, tiró de ella hasta arrastrarla a un cuarto de limpieza y se quedaron encerrados allí. Mike encendió una simple luz que los iluminaba sobre ellos y, sin esperar ni un maldito segundo más, la besó.
Los labios de ellos se tocaron, y no tardó ni 2 segundos para que sus lenguas danzaran entre ellas, sintiéndose como nunca. Daba absolutamente igual todo, solo importaban ellos.
Las manos de Abby se posaron sobre los hombros de Mike, mientras que él apoyaba sus manos sobre las caderas de ella, apretándola más hacia él, pegando sus cuerpos en ese diminuto lugar. Notándose la diferencia de altura entre ellos.
Abby no podía permitir que eso siguiera sucediendo, para no hacerle daño.
Mike no podía permitir que ella se alejara de él, para poder protegerla.
Ambos se amaban, pero a veces, el amor no era suficiente.
Sus cuerpos se deseaban tanto en ese momento, que fue muy difícil poder separarse en ese momento, sin importar donde se encontraban. Se necesitaban, se amaban y se lo estaban demostrando en ese eufórico beso que se estaban dando mutuamente. Mike fue el primero el romper ese beso para decirle;
—Si tengo que mantener las distancias para que estés a salvo, lo haré solo por ti, Abby... Pero no me pidas que me aleje de ti, porque eso no va a pasar —respondió, tan solo para volver a besarla.
Abby se pegó mucho más a él, sujetándose del cabello rubio de Mike, deseando mucho más de él. Se querían y se notaba. Tenía miedo de perderlo, pero no era fácil el momento en el que se encontraban.
Se habían conocido en el momento equivocado, en el lugar equivocado. Pero ya estaban enamorados y Mike no iba a permitir que ella le pasara nada. No lo iba a permitir.
Entonces ella rompió el beso y colocó su cabeza en el torso duro de él, llorando de forma tan rota que a Mike lo destrozó por completo. Él se abrazó a ella, sin permitirse que le ocurriese nada. Lloró tan fuerte, que Mike nunca la había visto así de rota.
Y ella le susurró;
—Tengo mucho miedo, Mike...
Él negó rápidamente, viendo que nada era fácil. Absolutamente nada.
—Vas a estar bien, tu y tu madre... —murmuró. —Te prometo que vais a salir de esta. Y me da igual los amigos que tenga ese inútil... Voy a estar a tu lado.
Se quedaron allí, lejos del peligro de aquel lugar, lejos del miedo, aunque en el fondo sentían ese lugar y ese miedo tan cerca que en el rostro de ambos se notaba.
Pero Mike tenía algo en claro y es que no iba a permitir que ella le ocurriese absolutamente nada.
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—Te noto distante, ¿pasó algo hoy en la universidad? —cuestionó la madre de Abby, después de que esta le hiciera un té para entregárselo en su cuarto, ya que ese día Isabel no se encontraba bien de salud.
A veces, de lo agotada que acababa, la madre de Abby terminaba en la cama tratando de olvidarse del resto del día, cuando su marido Theo no se encontraba en la casa.
Para Abby había sido un día lleno de emociones y todavía no sabía como decirle a Mike sobre lo de su marcha. Pronto se iría y ni siquiera sabía tampoco cómo decírselo a Johanna. Por ahora había tenido más que suficiente con que aquel día Mike tuviese que ver lo que ocultaba bajo la bufanda y después de que la siguiera para decirle que haría lo que fuera para que ella se sintiese más segura.
Ya no sabía que pensar.
—Estoy bien, mamá...
Cuando dejó el té, fue a girarse, cuando la mano de su madre la frenó y ambas se miraron.
—Es por Mike, ¿verdad?
Abby suspiró y su madre lo supo enseguida.
—No puedo estar con él. Sé que si sigo con él, sufrirá las consecuencias.
Isabel negó rápidamente.
—No le pasará nada.
—Mamá...
—No, Abby... Está bien que tengas una relación con él, ya eres adulta para eso —respondió. —Pueden ser muy discretos y antes de que llegue el día tendrás que hablar con él... Pero no dejes de vivir tu vida por Theo.
—Ya sabes como estamos todos aquí... —Se refería a los vecinos de pueblo.
Suspiró y su madre le hizo un gesto para que se sentase a su lado.
Ella, tras mucho meditarlo, hizo caso y se sentó al borde de la cama.
—Por desgracia, por mi culpa... estás bajo este techo. Y voy ha hacerlo que sea necesario para que puedas salir de aquí —respondió con un rostro totalmente triste—. Ten por seguro que podrás dejar todo esto atrás muy pronto.
Abby arrugó su frente.
—Tu vas a venir conmigo.
Su madre no contestó.
Tan solo le dijo;
—El padre de Mike fue mi mejor amigo en el pasado. Éramos como una familia antes de que se marchase a Inglaterra. Y siempre me advirtió de Theo, pero en esa época era una joven de 18 años que no tenía nada de experiencia de la vida —susurró.
Su madre, después de tantos años, le estaba contando cosas a su hija que ni siquiera Abby sabía. Y la joven carraspeó la escucharlo.
—¿Conocías al padre de Mike? —Ella asintió—. Entonces, ¿siempre has sabido que Mike era su hijo? ¿Incluso cuando vino a casa a estudiar?
Su madre rio cuando escuchó aquella última pregunta. Y al mirarla, asintió.
—Hace 2 años, cuando vino aquí Kevin y su hijo, retomamos el contacto y él es el que nos va a ayudar a salir, Abby.
Y entonces, Abby asintió y miles de dudas más le salieron en su mente.
—Mamá, ¿quién es ese hombre del que te enamoraste? —preguntó Abby con la duda en la mente después de llevar unas horas en casa aquel día.
Isabel, la cual estaba apoyada en la cama, miró a su hija desde su posición, mientras dejaba que el tiempo transcurriese y pudiese disfrutar más tiempo con su hija.
Y el rostro de su madre cambió a una de añoranza, de amor, aunque se notaba que se arrepentía de no haber vivido más esa época.
—Lo conocí en mi primer año de trabajo... Tendría unos 20 años y estuve unos años trabajando allí antes de quedarme embarazada y dejarlo todo —susurró. —Llegó en el momento justo, cuando más sola me sentía, cuando ya había perdido el contacto con Kevin por Theo... Llegó él, ese compañero de trabajo que me sacó más de un apuro.
Ante lo que ella le estaba contando, preguntó;
—¿Y que pasó?
La mujer negó rápidamente y susurró;
—Lo dejé escapar y es una de las 2 cosas que más me arrepiento en la vida...
Abby, temerosa de la segunda cosa, cuestionó;
—¿Y la segunda?
Isabel la miró y respondió;
—Que no te haya sacado de aquí mucho antes.
La joven negó.
—Lo hemos intentado, pero sabes que es difícil.
—A veces el miedo puede más, Abby —murmuró.
—¿No me vas a contar nada sobre ese compañero de trabajo? Como, ¿donde está ahora? —cuestionó.
Pero su madre agarró la mano de ella y dijo;
—Todo a su tiempo, cariño —murmuró. —¿Por que no lo dejamos? Créeme que algún día lo sabrás.
—¿Y por qué no ahora?
Tres segundos pasaron antes de que ella dijera;
—Porque no es el momento.
Abby se acercó por detrás a su madre y besó su frente, con un gesto cariñoso de su madre para devolverle el beso. Isabel se giró para descansar un poco y esperar que el té se enfriase un poc más.
La joven se levantó para recoger unos papeles mal colocados y guardarlos en la mesita de noche de su madre.
Hasta que Abby observó algo extraño que tenía por un lado de la mesita. Era una foto, todo lo contrario, a los demás papeles que eran facturas. No pudo evitar mirar esa foto, tomarla en su mano y analizarla. Parecía que tenía bastantes años esa foto, donde su madre, una joven de 21 años, más o menos, se encontraba sonriente mirando hacia la cámara, mientras tras ella, abrazándola con amor, un hombre bastante atractivo la miraba enamorado, con un toque intelectual y unas gafas gruesas como las de ella, se veía un hombre tierno y dulce. Tras ellos había un lago precioso que jamás había visto, pero que juraría que sería fuera de ese pueblo. Sintió que ese hombre se parecía a ella por sus ojos marrones, solo que era rubio y muy alto. Jamás lo había visto y supo enseguida que no podía ser Kevin porque el padre de Mike tenía fotos de él de joven colgadas en esa escalera y era una gota de agua de su novio. Ese hombre era muy distinto a ellos, demasiado, sobre todo como su rostro esa dulce y muy joven.
Giró la foto mientras su madre estaba de espaldas en su cama y vio que había algo escrito tras la foto.
Te amo, Isabel. Te amo y te amaré más de lo que te imaginas.
Siempre recordaré este lugar. Espero que tú también lo recuerdes.
Por siempre, tuyo.
Brad.
¿Brad? Abby no conocía a ningún Brad.
Pero no le hizo ninguna pregunta a su madre, por lo que se acercó a ella, besó de nuevo su frente con cariño y luego se marchó a su cuarto tras haber guardado esa foto en la mesita de noche de su madre y con miles de preguntas más.
***
Ya nos acercamos a los momentos más importantes de la novela.
¿Que les ha parecido?
¿La relación de Abby y Mike?
Nos leemos el jueves y pasen una feliz Nochebuena :3
Patri García
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