
C U A R E N T A Y S I E T E | E X I L I O 🏈
«Tuve miedo. Realmente tuve miedo de perderlo»
Abby Payne
—¿Mamá? —preguntó Abby al escuchar el sonido de la puerta abrirse, pero en ningún momento se cerró.
Era extraño, ya que aquel día su madre le había dicho que estaría toda la noche fuera. Los motivos los desconocía, pero se imaginaba que sería por lo que sucedería al día siguiente sobre la marcha de ambas.
Así que, con su vestido puesto, salió de su cuarto y se acercó en la parte alta de las escaleras, para preguntar;
—¿Mamá? ¿Por que no...?
Dejó de hablar en cuanto encontró a su padre con la puerta entreabierta y subiendo las escaleras dirección a ella, mirándola para saber si sus sospechas eran ciertas.
Abby se quedó totalmente quieta, sin saber que hacer o decir, mientras que Theo continuaba su ascenso hacia la planta más alta de aquella vieja casa y se quedó a escasos centímetros de ella. Aunque la joven empezaba a caminar espaldas hacia atrás por temor a que él se enfadara.
—¿Vas a ir a esa estúpida fiesta? —cuestionó.
Primero, Abby no sabía como Theo había descubierto que había una fiesta por finalizar le primer año de carrera en la universidad. Pero conociéndolo, sabiendo que tenía amigos hasta en el mismo infierno, lo extraño es que no lo descubriese antes.
Se quedó sin saber que decir y ya la mentira era imposible.
—Theo...
—¿Y vestida así? —cuestionó, elevando la ceja.
Supuestamente, Theo se había marchado del pueblo 2 o 3 días para unos negocios con el alcalde, pero por lo visto eso no había sucedido. Creía que podría tener una última noche con sus amigos tranquilamente, alejado de todo. Pero no era así, y supo que de esa noche no saldría.
—Pensé que te habías marchado a la ciudad...
Theo negó mientras la observaba a los ojos, totalmente enfadado.
—Pensabas... —Negó repetidas veces, con ese gesto en su rostro que hacía temblar a nuestra protagonista—. Al final cancelé todos mis planes. ¿Y sabes por qué? —Empezó a caminar hacia ella, haciendo que Abby diese pasos en falso a ciegas de espalda, hasta que encontró una pared y ya no había marcha atrás—. Billy me dijo que vio a tu madre sacando billetes de autobús. Estuvo investigando y, por lo visto... vas a irte a otra universidad.
Ya esta. Lo había descubierto.
Abby empezó a temblar y ya no sabía que decir, ni que inventarse para evitar que lo que hiciera Theo esa noche se hiciera realidad.
Se quedó quieta, mirándolo, analizando la mirada que estaba poniendo y lo único que alcanzó a decir fue;
—No, no...
—¿Me vas a decir que no es cierto? ¿Que soy idiota? —respondió con varias preguntas, elevando mucho la voz.
Pero Abby no hablaba.
Y aquello enfadó más a Theo, que en un momento dado, la agarró del brazo y tiró tan fuerte, que juró que Abby sintió algo punzante en su hombro.
—Dame esos malditos billetes.
La universitaria, en un intento desesperado por tratar de desviar el tema, contestó;
—No. No tengo nada de eso.
Pero enfureció más a la bestia que tenía delante de ella.
El cual, la agarró del rostro y casi clavó sus uñas en las mejillas de Abby.
—Que me lo des, joder.
Y Abby, empezando a salirle las lágrimas, preguntó;
—¿Donde está mi madre?
—¿Para que quieres saberlo? ¿Vas a llorar ahora?
La empujó, consiguiendo que ella cayese al suelo, escuchándose un fuerte sonido y Theo se agachó, empezando a pegarla rápidamente. Era una tras otra y era incapaz de poder quitárselo de encima, hasta que en un momento dado, logró darle una patada con sus zapatos en la entrepierna de él, logrando salir corriendo.
Pero no llegó muy lejos al ser agarrada de su cabello y volvió a tirarla al suelo nuevamente. Esta vez para darle patadas en el estómago.
Pero de pronto alguien lo agarró del suéter y lo empujó hacia el otro extremo.
—¡Cobarde! Métete con alguien de tu tamaño, joder.
Él se levanta y lo agarra del cuello para decirle;
—Y aquí está el hijo del idiota de Kevin... —habló Theo, aún dolorido por la patada en la entrepierna, con el rostro enfurecido y lleno de rabia, como si Mike fuera el causante de todo aquello.
Y el joven, lleno de ira, se acercó más a él, con los puños apretados.
—Eres un ser...
Pero Theo no lo dejó acabar, ya que este sonrió y ahí Mike pudo ver la sangre que él tenía en sus manos, significando que Theo le había hecho eso a Abby, cosa que atemorizó a Mike.
—¿Qué? ¿Qué me vas a decir? —preguntó con chulería, y mirando más amenazante a Mike—. Mientras estén ellas bajo mi techo y en este pueblo, harán lo que yo les diga. —Señaló con una barra de hierro a la cual Mike no se había percatado que tenía.
Suficiente con ello, se lanzó hacia él con un fuerte gancho de derecha y tirándolo al suelo. Se subió sobre él, empezando una lucha entre los dos quien el único que salía perjudicado era Theo que empezaba a asustarse por la fuerza de Mike.
Este le daba golpes fuertes hacia el rostro, destrozándolo de una forma que pudo ver terror en los ojos de Theo.
—¿Qué? ¿Ya no eres tan valiente ahora? ¿Solo eres un cobarde que pega a mujeres? ¡Maldito cabrón! —gritó.
Y volvió a pegarlo con fuerza, dejándolo inconsciente enseguida. Pero Mike, por la rabia, siguió pegándolo, ignorando eso, hasta que la voz de Abby lo hizo parar.
—¡Mike! ¡No lo hagas! —gritó como pudo y el joven levantó la mirada, descubriendo que ya Theo estaba quieto, con el rostro hinchado y lleno de sangre, el cual no podía moverse—. Por favor...
—Abby... Tienes que irte, ahora.
Abby no dejó de pensar en su madre y en el bienestar de Mike, mientras que Mike solo miraba hacia Abby, preocupado por verla tan destrozada por lo que acababa de hacerle aquel hombre.
Theo, en un momento, dado, logró zafarse de su agarre y se marchó como pudo, pero Mike no lo siguió porque necesitaba sacar a Abby como pudiera de ese lugar. Sacar un billete actualizado para esa noche y que se marchase rápidamente.
—Pero...
—¿Tienes ya la mochila preparada? —Al ver que ella asintió, dijo. —Vamos, rápido.
Él fue al cuarto de ella y Abby saca todo, luego él la llevó al coche y ella le dijo;
—Te ha visto... Se ha ido corriendo y se lo dirá a todos sus amigos... Te va a hacer da...
—No me hará nada —contestó rápidamente Mike mientras arrancaba el coche.
—Pero...
Mike tomó el rostro de Abby y vio que esta estaba totalmente dañada. Que tenía sangre por su rostro y que el maquillaje estaba totalmente corrido por su cara. Necesitaba curarla y llevársela lejos. Muy lejos cuando antes.
—Vámonos a mi casa. Mi padre está allí. —Arrancando el motor, continuó. —Él nos ayudará.
—Necesito saber donde está mi madre.
—Ahora hay que irse —contestó al saber que la madre de Abby no se encontraba en ese lugar—. Isabel no está ahí. Ella estará bien. Vamos primero a mi casa. —Trató de tranquilizarla, aunque no sabía nada del paradero de Isabel.
Abby no dijo más nada, estaba demasiado agotada, dolorida y con fuertes dolores en todo su cuerpo. Tanto que hablar le dolía demasiado.
Se marcharon corriendo a la casa de Kevin, el padre de Mike mientras Abby intentaba no llorar, aunque era muy difícil.
El joven llegó hacia la casa de Kevin, donde había pasado sus últimos 3 años.
Mike aparcó y salió del coche aun con Abby herida y él vigilando que nadie los estuviese espiando.
—¿Puedes caminar? —preguntó apresuradamente Mike y ella asintió.
Ambos se bajaron y caminaron hacia la casa de Kevin, el cual para sorpresa de ambos, los estaba esperando dentro. Cuando Abby pisó la zona segura, casi se derrumbó de todo lo que había pasado.
—Mike... —La voz del padre de Mike se hizo presente.
Este lo miró y susurró;
—Papá... Por favor, necesito...
Kevin levantó la mano mientras le decía;
—No hace falta que me lo pidas. Suban, vamos a curar a Abby y a sacarla de aquí.
Pax ladró, y quiso correr tras Abby, pero supo que algo no iba bien por lo que le dio tiempo para que la joven pudiese recuperarse más que sea un poco.
Fue ahí cuando se tocó el rostro y notó algo líquido corriendo por su piel, hasta que escuchó la voz que menos esperaba;
—¿Abby?
La voz de su madre la atrajo a la realidad y al ver que Isabel salía de la cocina para caminar hacia ella con un rostro lleno de preocupación, sin esperarse lo más mínimo encontrarse a su hija de aquella manera, ella empezó a dar grandes zancadas.
Abby, la cual creía que su madre estaría en otro lugar más alejado de todo, cuando en realidad se encontraba ahí y su rostro trasmitía verdadero terror.
—¿Mamá?
Su madre tocó con delicadeza el rostro de su hija y Abby enseguida notó los temblores en las manos de su madre, quien empezó a lanzar insultos en voz baja hacia cierta persona que no se encontraba allí. La joven miró por unos segundos a Mike, quien observaba la escena desesperado, para luego volver a mirar a su madre.
Isabel no daba crédito.
—¿Que...? Joder...
—Fue Theo —contestó, aunque ya era una obviedad.
—Pero...
Isabel, la cual creía que Theo se había marchado unos días a la ciudad y pensaba que Abby estaría a salvo esa noche, el dolor de descubrir que no era así fue mucho más duro de lo que se imaginaba.
—Lo sabe. Un amigo de la policía lo descubrió y nos investigó...
—No... Mi pequeña... Joder, tenía que ser yo —contestó una Isabel enfadada consigo misma—. Estaba escondida aquí porque Kevin es el que nos ayudará. Vamos a curarte...
La tomó de la mano y se la llevó arriba, colocándola en el baño mientras trataba de limpiarle la sangre.
Y ahí volvió a decirle;
—Tenía que ser yo quien estuviese ahí, no tu... Nunca tu.
—Pronto saldréis de esta —dijo la voz de Mike.
Abby lo miró por unos segundos y este le dedicó una sonrisa para tranquilizarla, pero ni siquiera él podía tranquilizarse.
—¿Cuanto tenemos, Kevin? —preguntó Isabel.
Kevin, apoyándose en el marco de la puerta, dijo;
—Menos de 1 hora.
Abby, sin entender nada, miró a su madre, la cual estaba dispuesta a responder una pequeña parte de sus dudas. Al menos, por ahora.
—Abby... Tienes que irte esta misma noche. Ya todo ha empeorado.
—Pero... ¿Vendrás conmigo?
Isabel no supo que decirle en ese momento.
El ambiente había cambiado drásticamente. Todo parecía más pesado, aunque ahora se encontraban en una zona segura. La casa de Mike estaba muy alejado del pueblo, junto con la universidad que estaba mucho más alejado todavía. Estaban seguros, pero estaban preocupados por si venían a buscarlas.
Abby, esperando una respuesta de su madre, escuchó la que menos quería oír.
—Hoy no.
El rostro de la joven cambió totalmente.
—Mamá...
—Tengo que quedarme aquí para que todo esto acabe. —Isabel tomó las manos de su hija y mirando a Mike, volvió a mirar a Abby para decirle. —No te preocupes por Mike. No van a hacerle nada. Theo siempre ha estado obsesionado con nosotras.
Mike hizo una llamada rápida mientras ambas hablaban y Kevin parecía haberse marchado unos minutos a buscar algo.
Y tenía razón Isabel, pero Abby estaba totalmente preocupada. Aunque la realidad es que Isabel conocía mejor a Theo que nadie en aquel pueblo. Y sabía que iría tras Abby y ella, por nadie más. Aunque le hubiese estado amenazando a la joven con hacerle daño al universitario.
—Mamá...
Pero no sabía que decir. No le salían las palabras.
Y solo escuchó como Mike se acercaba a Abby, arrodillándose frente a ella ya que la joven estaba sentada en una silla del baño y este le dijo;
—Johanna y Jonathan están viniendo —dijo.
Sin saber que más decir, observó hacia un punto fijo mientras que Isabel trataba de peinarla, echándole el cabello hacia un lado. Fue ahí cuando se levantó y, dirigiéndose hacia Mike, le dedicó una mirada para que la cuidase, ya que ella iba a ausentarse un momento para hablar con Kevin sobre le plan de huída.
—Vamos a cambiarte de ropa —murmuró el joven de cabello rubio y, tomándola entre sus brazos, recordando viejos tiempos de meses atrás, como aquella primera vez que la tomó entre sus brazos en aquel partido, se la llevó a su cuarto.
Cerrando la puerta tras dejarla sentada sobre la cama de él, aquella cama que tantas cosas habían hecho juntos, se dirigió hacia su armario. Tomó varias prendas de ropa, incluyendo su chaqueta del equipo de fútbol con el número 22 y caminó hacia ella.
Abby, algo distante, miró la ropa y este le dijo;
—¿Puedo?
Ella asintió, dándole permiso.
Mike, dejando que ella se quitase el vestido de la fiesta a la que iban a asistir aquella noche, la dejó a un lado de suelo y este se arrodilló nuevamente para ayudarla a ponerse unos pantalones que él tenía y que sabía que le iban a quedar demasiado grandes a ella. Luego le puso un suéter y tras eso, la chaqueta de él.
Para Abby todo olía a él. Y le encantaba ese olor, porque se sentía como en casa.
Mike suspiró, triste al saber que no volvería a verla como antes, que se alejaría, pero tranquilo porque nadie más le haría daño fuera de ese pueblo. Alejada de ese estado.
Fue ahí que escuchó varias voces de la planta baja y Mike la ayudó a bajar las escaleras una vez salieron de cuarto de él. No sin antes darle una última mirada a ese cuarto donde tantas veces había tenido y luego, tomando la mano a Mike, caminaron hacia abajo.
Johanna y Jonathan acababan de llegar y el rostro de ambos se les podía verlo afectados que estaban.
—Joder, Abby... —murmuró Johanna, acercándose a su mejor amiga y, con sumo cuidado, tocándole el rostro—. Fue ese cabrón...
Abby hizo un gesto con la boca, pero no dijo nada sobre ese tema. Tan solo contestó;
—Me voy a marchar esta noche...
Johanna, con lágrimas en los ojos, asintió.
—Lo sé. Me lo acaba de decir Mike por teléfono... —Y aquellas últimas palabras que le iba a decir, le costaron mucho decirlas. —Es lo mejor.
Abby la abrazó y murmuró;
—Te echaré de menos.
Y Johanna no quería derrumbarse, pero lo hizo.
—Yo también, By.
Tras un largo rato, Jonathan se acercó a las jóvenes y también se despidió con un rostro totalmente distante, triste.
—Ya sabes... Estoy a una llamada de distancia —contestó Jonathan, recordándole las palabras de hacía unas horas cuando él se las dijo.
Su madre se acercó para darle un último abrazo.
Y tardó una eternidad para poder separarse de su hija. Pero era necesario para que ella pudiese vivir su vida, aunque fuese alejado de ella.
—No sé que hacer después... —susurró Abby, totalmente rota.
—Todo está listo. Tan solo vive tu vida, Abby... Estarás a salvo allí fuera, mejor que en este maldito pueblo.
Kevin se acercó a su hijo para decirle;
—Llévala a la parada de bus más lejana. Que compre ese billete y la despides.
Mike, no de acuerdo con lo último, respondió;
—Quiero ir con ella.
Su padre negó rápidamente. Comprendía a su hijo, pero no era la solución a todo eso. No en esos momentos. Todo era mucho más complicado que nunca y Mike nunca había vivido una situación similar. Ahora que lo estaba viviendo, tan solo quería estar al lado de la persona que amaba.
—Ahora mismo no puedes... Debes dejar que las aguas se calmen.
—Pero...
Kevin colocó las manos sobre los hombros de su hijo y murmuró;
—Mike, confía en mi.
Un Mike totalmente cabreado con el mundo, asintió a regañadientes y, tras la larga despedida, se metieron en el coche y no volvieron a mirar atrás. Al menos Abby, que sabía que lo dejaba absolutamente todo atrás.
Johanna miraba la escena desde ese lugar junto a Jonathan totalmente triste, sabía que Emma estaba trabajando esa noche y no sabía ni como podría decirle todo lo que había sucedido. Isabel miró todo tratando de aguantar las lágrimas, pero en cuanto el coche viejo de Mike desapareció, se metió en la casa de Kevin a llorar sola en el baño. Mientras, Kevin sabía la gravedad del asunto y que haría todo lo que estuviese en su mano para sacar todo aquello adelante, todo lo que aquel hombre había hecho mal a la que fuese su mejor amiga. Y tenía muchos más contactos que nadie, gracias a trabajar en el boxeo profesional.
Durante las próximas 2 horas, ambos amantes estaban en silencio, con Mike conduciendo hacia lo desconocido. Sabía que debía dejarla lo más lejos posible, comprar un billete de autobús y dejarla ir. Pero a medida que más avanzaba hacia esa parada de bus, más ganas le daban de comprarse otro billete para él.
No iba a dejarla sola, no iban a separarse, quería una relación con ella y quería seguir a su lado. No importaba lo demás. Y cuando en un momento dado miró para Abby, esta le dedicó una mirada que le hizo ver que eso que tenían ambos era para toda la vida y no de solo unos meses fugaces.
La tomó de la mano durante el largo viaje y sin hablar, continuaron con aquello mientras la noche parecía ser joven.
Al llegar a dicha parada de bus, Mike aparcó el coche y luego le entregó una gorra de color azul marino a Abby para que se la pusiera y pasara más desapercibida. Con la ropa tan ancha de Mike, Abby ocultaba todo su pequeño cuerpo. Cuando ambos se bajaron y este compró un billete para el próximo viaje hacia lo más lejos posible de aquel estado, deseó comprarse otro para él también y viajar juntos. Pero no podía... Debía confiar en su padre.
Una vez frente al autobús y de que él le ayudase a colocar las pocas pertenencias de ella en la zona de las maletas, Abby se acercó a Mike para decirle;
—Lo siento mucho... Si no me hubieses conocido, estarías disfrutando tu noche...
Mike, arrugando su entrecejo por lo que estaba escuchando, negó rápidamente mientras veía las heridas visibles bajo la gorra de béisbol que le acababa de dar para ocultar su rostro.
Sin pensar ni un solo segundo más, se acercó a ella sabiendo que en pocos minutos subiría a ese autobús y no sabría cuándo volvería a contactar con ella, a verla... Tocarla.
—No digas tonterías, Abby... Lo mejor que me ha pasado en mis casi 19 años, ha sido conocerte —respondió apresuradamente, mirando sus ojos, deseando encontrar algo en ellos.
Pero lo que vio fue tristeza, más que aquel primer día que la conoció. Mas que nunca antes. Estaba destrozada, totalmente rota y él no iba a rendirse. Haría lo que estuviese en su mano para cumplir el último deseo de Abby.
Ser feliz.
Abby suspiró, lo miró y le dijo;
—Sé que encontrarás la felicidad, Mike.
—Ya la he encontrado. —Refiriéndose a ella.
Pero Abby negó, acercándose a él y elevar su mano hacia la mejilla de él.
Mike, sintiéndolo al completo, cerró sus ojos y guió su cabeza hacia la mano de Abby que lo acariciaba y deseo que ese roce, ese toque, siempre lo sintiera. Que Abby siempre estuviese ahí para todo. Sobre todo, para escucharlo y para ser su compañera de vida.
Un mal momento, en un sitio equivocado se habían enamorado. Pero Mike no iba a tirar la toalla. Eso era lo que Abby no sabía y Mike lucharía hasta el final.
—No... Yo estoy rota —contestó.
Él negó rápidamente para decirle;
—Aún te quedan 4 deseos por cumplir en la lista... Y los vas a cumplir.
Abby volvió a suspirar, deseando que eso se acabara para no sufrir más de tantas despedidas esa noche. Era muy doloroso, demasiado. Sobre todo por él, porque Mike le enseñó muchas cosas, no solo en la intimidad sino a si misma. Y eso siempre lo recordaría.
—Mike, esto es un adiós —murmuró, tratando de que su voz no sonara rota y descompuesta. Pero sonó totalmente así.
Y Mike negó, esta vez para corregirla;
—No. Es un hasta luego.
—Mike...
La silencio con un beso desesperado, pegándose a ella mientras que Abby no soportaba aguantar más las lágrimas y acabó rompiéndose frente a Mike. Acercándose a él, pegó sus brazos en la espalda baja de él y lo atrajo, deseando sentirse más cerca de ese hombre.
Aquel beso fue intenso, necesario, más incluso que el de la otra noche. Eso significaba un hasta luego y no un adiós. Pero Abby estaba siendo tan negativa y era entendible por todo lo que había vivido a lo largo de su vida, sobre todo en las últimas horas.
Cuando rompieron el beso, Mike pegó su frente sobre la de la joven Abby y murmuró;
—Déjame ir contigo... —respondió, no aguantando más—. Dímelo y me dará igual lo que haya dicho mi padre. Iré contigo y te acompañaré. Empezaremos de cero en otro lado.
Abby negó rápidamente.
—No puedes venir. Ya te he puesto demasiado en peligro para que ahora no cumplas tus sueños por mi culpa —aclaro y en parte, tenía razón—. Vas a ser el próximo ingeniero aeroespacial. Lo vas a lograr, ya verás que si... Pero no lo lograrás si te vas conmigo.
Las lágrimas de Abby eran una cascada. No dejaban de salir mientras que Mike tenía un rostro totalmente descompuesto. No quería alejarse de ella, por eso se aferraba mucho más a Abby, abrazándola, no dejándola ir, aguantando todo lo que pudiera hasta el último segundo.
La amaba y no iba a rendirse. No cuando habías encontrado a esa persona.
Al ver que Mike no contestaba, Abby lo miró a los ojos para confesarle;
—Te amo.
El ruido de la gente sonaba en aquella estación de bus y, cuando Mike escuchó aquellas palabras tan importantes y llenas de vida de Abby, la tomó del brazo, girándola hacia él con desesperación. Sus ojos se encontraron en medio del lugar, con la farola iluminando,os bajo aquella noche tan oscura, cargados de todas las palabras que no podían pronunciar. El tiempo se congeló mientras sus dedos recorrían el contorno de su rostro, memorizando cada detalle, sabiendo que podría ser la última vez.
Ella intentó responder, pero antes de que pudiera articular palabra, Mike la atrajo hacia sí con urgencia. Sus labios se encontraron en un beso desesperado, cargado de promesas silenciosas y anhelos contenidos. Sus manos se entrelazaron en el cabello de ella, mientras ella se aferraba a su chaqueta como si fuera su último ancla a la realidad. El mundo a su alrededor se desvaneció; solo existían ellos, el sabor salado de las lágrimas mezclándose con la dulzura de su labios, el calor de sus cuerpos fusionándose en un último abrazo.
"No será un adiós. No será un adiós" —se repetía Mike en su mente, prometiéndole mentalmente que volvería a por ella.
El rugido del motor del autobús rompió el hechizo. Ella se separó bruscamente, sus ojos brillantes por las lágrimas contenidas. Sin atreverse a mirarlo una vez más, dio media vuelta y corrió hacia el vehículo, sus pasos resonando en el asfalto. Su figura se desdibujó entre la lluvia mientras subía los escalones, cada paso alejándola más de él.
Abby trató todo lo posible dejó mirar hacia la ventana, para ver al hombre que amaba totalmente solo, mirándola, esperando volver a besarla como él acababa de hacerle en ese momento. No podía porque, de hacerlo, bajaría de ese autobús y no se marcharía o peor aún, lo dejaría ir con ella y Abby sabía que Mike debía cumplir su sueño.
Fue ahí cuando Mike se percató que había algo tirado en el pavimento mientras el bus empezaba a marcharse. Sé agachó al descubrir que era y vio el collar que él le había regalado por su pulsera rosa que no se quitaba para nada y vio que estaba rota. Posiblemente por lo que había sucedido con Theo hacia horas.
Mike permaneció inmóvil, con el fantasma de su calor aún en sus labios, observando cómo el autobús se llevaba consigo todo lo que amaba. Sus puños se cerraron con fuerza, impotente, mientras la veía partir. El vacío en su pecho se expandía con cada metro que el vehículo avanzaba, llevándose con él los fragmentos de su corazón destrozado.
No podía ver aquello.
No.
Corrió tras el autobús gritando:
—¡Abby!
La joven se giró unos segundos para mirarlo, y tuvo que dejar de hacerlo porque se rompió a llorar mientras descubría que su collar no estaba en su sitio y todo se desplomó mucho más para ella.
Solo cuando el autobús desapareció en la curva, Mike permitió que una lágrima solitaria rodara por su mejilla, perdiéndose mientras dejaba de correr, sabiendo que ya era imposible.
Pero se prometió que no la dejaría sola... Nunca. Aunque ahora no pudiese acompañarla, iba a buscarla. Lo haría.
—Te amo... —murmuró Mike—. Nos veremos pronto, Abby...
***
Aquí tenéis un nuevo capítulo de Abby y Mike.
Ya hemos llegado a ese momento de la novela.
¿Que les ha parecido?
¿La parte final del capítulo?
¿Abby y Mike?
Nos leemos el sábado :3
Patri García
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro