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C U A R E N T A Y O C H O | C A R T A 🏈

«Ahora debía ser fuerte. Dejar la inseguridad atrás y vivir mi vida, por ella»

Abby Payne

Querida Abby;

No sabes la de veces que he intentado hablarte de toda mi vida, de mi pasado y de porqué nunca llegué a dejar a Theo. Y por mi culpa, te hice sufrir mucho. Supongo que, si estás leyendo esto, es que estás a salvo en un sitio, y con saber que estás a salvo, no me importa donde ni con quien... Solo no cometas el mismo error que yo.

Ni siquiera sé por dónde empezar. ¿Quizás por mi infancia? ¿Por mi adolescencia? O donde empezaron los problemas. Solo quiero decirte que, leas lo que leas, conozcas lo que conozcas, no me juzgues ni me odies. Porque hay cosas de las que me arrepiento tanto que no paro de darle vueltas cada noche, cuando coloco mi cabeza sobre la almohada.

No sé si conoces a Kevin, fue un gran amigo para mí, casi como un hermano. Nos conocimos desde siempre y nos llevamos muy bien. A donde iba yo, iba él; a donde iba él, iba yo. En la adolescencia, él fue el jugador de fútbol del instituto y yo fui animadora. Todos creían que éramos hermanos y si uno le pasaba algo, el otro lo sentía. ¿Por qué te cuento esto? Por lo que viene ahora.

En el instituto conocí a Theo. Era guapo, pero tampoco era tanto. El atractivo debe dar igual y eso quiero que lo tengas más que claro. Al principio él intentaba hablar conmigo, me seguía a todos lados y era super amable cuando estaba a mi lado. Poco a poco fue abriéndose paso hacia mí hasta que, cuando cumplí los 18, nos hicimos novios. Todo marchaba de perlas, estaba muy enamorada de él y Theo siempre se portaba increíble a mi lado. Pero Kevin siempre le había dado mala espina y siempre que podía, hablaba conmigo en privado para hacérmelo saber.

Tonta de mí que no le hice caso.

A los pocos meses, seguía tan enamorada como la primera vez, hasta que él, poco a poco, fue apartándome de mis amigos. Me hizo creer que ser animadora era algo por el que una mujer no debería estar orgullosa y, muy a mi pesar, lo dejé. Amaba ser animadora, me divertía y había conocido grandes amigas en el equipo. Pero ser joven y estar enamorada, no es justificación suficiente para dejar lo que te gusta y menos por un hombre. Me empecé a sentir sola, marginada por mí misma y, no solo eso, mi relación con Theo empeoró. Discutíamos por todo, me mentía por todo y me hacía ver que el culpable de esas mentiras era yo. Él siempre era el inocente que hacía las cosas bien.

Kevin me seguía y seguía advirtiendo y era el único que estaba a mi lado. Pero Theo lo separó de mí, ¿cómo? No lo sé. Pero a pesar de ello, Kevin en privado me visitaba y me pedía que si necesitaba ayuda me la daría.

Un día, cuando cumplí los 19, estábamos en una fiesta. Tras una gran discusión en medio de la pista de baile, Theo me dejó sola para irse con sus amigos, los ahora policías y el alcalde del pueblo. Se fueron juntos riéndose y yo me quedé sola en medio de tanta gente. Kevin no estaba allí porque su padre estaba enfermo en el hospital. Ni siquiera fue una buena amiga cuando mi amigo más lo necesitaba ¿y por qué? Por Theo nuevamente.

Caminé a las afueras del pueblo, acercándome por el bosque, hasta que escuché mucho murmullo, risas y el horrible grito y súplica de una mujer. Me acerqué peligrosamente, sabía que esa risa la conocía, no podía ser de otra persona que de Theo. Y, allí, vi lo que me dejó marcada para siempre. Encontré a esas seis personas en el suelo, no veía demasiado porque estaba oscuro, pero sí los gritos de una mujer. Cuando lo vi, simplemente la joven intentaba zafarse hasta que cayó al suelo y escuché un horrible golpe de un hueso rompiéndose en una piedra. Y eso fue el cráneo de la muchacha. Me asusté, estaba a metros separada de aquellos, pero me asusté por miedo a que me hicieran lo mismo, descubriendo que Theo estaba allí. No sé qué pasó después, solo sé que yo pegué un chillido en mi garganta y salí corriendo.

Fui más rápida que Theo porque en esa época también hacía atletismo, pero caí cuando estaba a punto de llegar a la fiesta para decirles a la gente lo que había visto, y sobre mí estaba Theo, con las manos ensangrentadas y, mirándome, me amenazó con que, si dijera algo, mis padres y Kevin sufrirían las consecuencias.

No tuve más remedio, era joven y estaba asustada. A día de hoy quiero irme a la comisaría y explicar lo que pasó, pero cuatro de ellos están en la policía y cualquiera sabe lo que me harían y les dijese algo. Por no hablar de que el alcalde fue el peor de todos. Y a día de hoy, con el tiempo, fueron creando una serie de negocios, empeorando la reputación del pueblo, siendo una cárcel para mi y para más personas.

Tuve miedo y acepté no decírselo a nadie, con tal de que mi familia y Kevin salieran ilesos. Al poco, me alejé completamente de Kevin por su bien y él se marchó a Inglaterra. Me tranquilicé cuando supe que estaba lejos y de que no le podían hacer daño, pero seguía preocupada por mis padres.  Theo me pidió matrimonio solo unos meses después de eso y, sabiendo que estaba bajo amenaza de él, me casé con él, solo para contentarlo y nos fuimos a vivir juntos. No sé ni la de veces que estuve llorando en mi cuarto mientras él se iba con sus amigos o serme infiel. Para cuando llegaba a casa, se acostaba en la cama y solo olía a vicio.

Decidí que, para alejarme de ese ambiente horrible, me fuera a trabajar a una empresa administrativa a una hora de casa. No era la mujer más feliz de allí, pero me trataban muy bien y eso me hacía sentir feliz, como volver a tener una familia. Y ahí, conocí a un hombre increíble. Se llamaba Brad y fue mi compañero de trabajo. No sé qué vio en mí, solo era una mujer muy joven, sin idea de cómo trabajar y casada. Lo sabía, él lo sabía desde el principio, pero aun así supo que no era feliz en mi matrimonio. Siempre hablábamos y me hacía reír de una forma que jamás nadie lo había hecho. Me sentía cómoda con él y poco a poco nos fuimos enamorando.

No fui justa con él al empezar una aventura a espaldas de mi marido. Theo me daba ya igual, solo quería separarme de él y poder vivir mi vida con Brad. Estuvimos así dos años y, en ese período, mientras Theo se pegaba días sin entrar en casa por su segunda vida, yo me iba con Brad fuera de todo esto, muy, muy lejos de aquí, de donde es su familia. Que sitio más hermoso y que momentos hermosos había vivido con él. Tenía una casa a las afueras del pueblo, donde todo era árboles y campo y un lago a menos de un kilómetro, donde nos pegábamos días enteros encerrados allí. Era muy feliz y la de veces que él me dijo que dejara todo y me fuera a vivir con él en esa casa y sabía que, con él a mi lado, estaba segura.

Le hubiera dicho que sí, de no ser por mis padres y por lo que había presenciado aquel día.

Un día, cuando salía de la empresa, Brad me había besado por primera vez en medio de la calle, ignorando mi regla de no hacerlo. Pero justo ahí estaba Theo que me había venido a recoger para pedirme disculpas por estar desaparecido demasiado tiempo, un gesto que siempre hacía. No sabes lo horrible que fue. Tenía para ese entonces 22 años y tenía todo preparado para poder hablarlo con mis padres y llevármelos de allí conmigo, junto con Brad. Lo teníamos preparado para poder irnos lejos de ese pueblo. Pero ese día, salió todo a la luz.

No le dijo nada, pero las miradas de ambos mataban. Veía como Brad deseaba partirle la cara y como Theo, otro tanto de lo mismo. Me despedí de él sabiendo que sería la última vez. Tuve una fuerte discusión con Theo, tan fuerte como que me dejó en cama durante largos días y me volvió a amenazar con que le haría daño a Brad si no lo dejaba y le decía que se fuera.

Esa misma noche, cuando Theo se fue otra vez a estar con otras mujeres, vino y me vio como estaba. Me curó y me pidió llorando que me fuera con él, lejos, pero le dije que no y, cabreada por la rabia de todo lo que me estaba pasando, la pagué con él diciéndole que se fuera porque no estaba enamorada de él, que solo era una mentira para pasar el rato. Tuve que hacerlo para que me dejase, pero aun así se quedó un buen rato hasta que ya, triste, se fue. Se fue y no lo volví a ver en la empresa y yo, porque Theo me lo había obligado, dejé también mi trabajo.

Mis padres me dijeron a las pocas semanas que se irían a otro pueblo, lejos de allí, porque no eran felices donde estaban y me pidieron que me fuera con ellos. Se imaginaban algo, pero no sabían nada. Yo les pedí que se fueran y que me reuniría con ellos en poco tiempo. Y eso hicieron confiados en mí, porque, con Brad fuera, a salvo y mis padres también, ya nadie podía amenazarme con nada más.

Pero cuando ya tenía todo para escapar, me enteré que estaba embarazada. Y supe que esa hija era de Brad, solo de Brad. No lo dudé en ningún momento. Y al poco descubrí que tenía VIH por culpa de Theo y temí haber contagiado a Brad, temí que te lo traspasara a ti, pero Theo no me dejó, me encerró y estuve mucho tiempo hasta que pude visitar a un médico.

Así pasaron los años, cuidándote, protegiéndote más de lo necesario y deseando encontrar algo para poder escapar. No sé cuándo podrás escapar tú, pero estoy segura que, en cuanto pase, seré la mujer más feliz.

Y si has leído esto, créeme, soy feliz.

Sé que no fui sincera, que te hice creer que Theo era tu padre, pero no. Y quiero dejarte esta foto de Brad para que lo conozcas, para que sepas quien fue tu verdadero padre.

Ojalá pudieras perdonarme algún día.

Te quiero mucho, Abby.

Mamá.

La joven lo leyó por decimoctava vez en lo que iba de día. Habían pasado días, días llenas de dolor con el arrepentimiento en el rostro de Abby.

Sacó la foto donde su verdadero padre posaba con su madre. No era la misma foto que había visto aquella vez, era otra. Ambos parecían estar muy enamorados, abrigados hasta arriba con la nieve cayendo sobre ellos y, mientras Isabel sacaba la foto, pegada a ella estaba Brad, besándola. Su madre apenas tenía fotos de Brad, ya que todas las fotos las tenía él, pero fueron suficientes para seguir vivo su recuerdo de lo hermoso que era el verdadero amor. Y más cuando esa persona te trataba muy bien.

El pequeño apartamento de California la envolvía con su silencio absoluto, un eco de su soledad interior. Abby sostenía la carta de su madre entre las manos temblorosas y la foto de su padre, sus ojos perdidos en el vacío, recordando cada despedida como si fueran heridas abiertas que se negaban a cicatrizar.

Su mente viajaba entre la tristeza y el alivio. La tranquilidad de estar lejos de los turbios negocios de su padre Theo contrastaba con el dolor de haber abandonado todo lo que conocía; su madre, su amiga Johanna, Jonathan, y especialmente Mike. Cada rostro era una fotografía en blanco y negro que la atravesaba con culpa.

Se dejó caer en el suelo, abrazándose a sí misma, sintiendo el vacío que la despedida había dejado. El collar de Mike, su último recuerdo tangible, se había perdido en la parada de autobús entre el caos y la urgencia de su huida. Había cambiado su móvil por las prisas de aquel día, todo, para comenzar de nuevo.

La carta de su madre descansaba cerca, un ancla que la conectaba con su pasado más reciente. Recordó el momento en que llegó al apartamento ese sábado y lo encontró todo preparado, como si su madre hubiera estado tejiendo su escape mucho antes de que ella lo supiera. Sabía que no había ido ella a ese pequeño piso, sino que posiblemente habría sido Kevin, pero ahí estaba la carta cuando ella llegó.

Un sollozo escapó de su garganta. No era solo tristeza, era un mar de emociones contradictorias; miedo, alivio, dolor, esperanza.

Estaba rota, pero seguía intacta.

Sola, pero protegida.

Solo deseaba volver a verlos, con una vida nueva y sin tanto dolor, sin tanto sufrimiento.


***

Aquí tenéis un nuevo capítulo de Abby y Mike.

¿Que les ha parecido?

Nos leemos el lunes y les deseo un muy feliz día de reyes :3

Patri García

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