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C U A R E N T A Y N U E V E | D I R E C C I Ó N 🏈

«No iba a rendirme. Nunca lo haría y menos por ella»

Mike Lauper

El gimnasio olía a sudor y cuero gastado cuando Mike se acercó a su padre. Kevin continuaba golpeando el saco de boxeo con precisión. Sus nudillos marcando un ritmo constante contra la superficie de cuero oscuro. Cada golpe resonaba como un eco de tensión contenida.

La luz entraba tenue por las ventanas laterales, proyectando sombras largas sobre el suelo de cemento. Mike observaba cada movimiento de su padre, sabiendo que lo que iba a decir cambiaría todo.

—Papá, he preparado mis cosas. Voy a buscar a Abby —declaró con una determinación que cortaba el aire.

Kevin no respondió inmediatamente. Sus puños seguían impactando el saco, un baile de músculos tensos y concentración. Cuando finalmente se detuvo, se quitó los guantes de boxeo con movimientos lentos, calculados.

—Mírame. —Le pidió Mike con la voz quebrándose por primera vez.

Los ojos de Kevin eran como dos pozos de experiencia, capaces de leer cada expresión de su hijo. Entendía que no podía retener a su hijo. Estaba sufriendo mucho sin estar al lado de esa joven, lo entendía muy bien.

Pero Mike también tenía que entender que las cosas debían ser poco a poco, no con prisas. Habían pasado 2 semanas después de la despedida en aquella parada de autobús, pero dolía tanto como en el momento que Abby se marchó rápidamente de su lado, notando la pérdida por completo.

—La amo. No he amado nunca a nadie como la amo a ella. No he podido dormir pensando en que está sola, asustada. —Miró a su padre a los ojos y continuó. —No correré peligro, pero no puedo dejarla. Necesito encontrarla.

Su padre lo escuchaba sin parpadear, evaluando cada palabra, cada matiz de su desesperación. Mike sabía que cada segundo contaba, que cada minuto alejado de Abby era una herida más.

Y fue ahí cuando Kevin habló;

—¿Estás dispuesto a dejarlo todo? —preguntó Kevin—. La universidad, tus amigos, tu vida actual. Será un proceso complicado, un traslado que puede llevarte meses, si es que consigues plaza en la misma universidad a la que irá ella.

Sin un segundo de duda, Mike respondió;

—Sí. Haré lo que sea necesario.

Kevin empezó a caminar hacia su despacho, el cual había que subir unas escaleras en aquel gimnasio repleto de boxeadores, unos no tan buenos, otros que serán el futuro de ese deporte. Pero Mike en ese momento solo tenía mente para una joven, la cual estaba totalmente sola en algún lugar alejado de allí. Muy lejos de todo lo que conocía.

El despacho de Kevin era un santuario de orden y secretos. Estanterías de roble oscuro, algunos libros antiguos, fotografías en blanco y negro. Con movimientos precisos, extrajo un sobre del cajón de su mesa y lo deslizó hacia Mike.

—Úsalo con inteligencia. Nadie puede saber su ubicación —advirtió.

Más porque le había prometido a Isabel que nadie sabría donde viviría a partir de ahora su hija Abby. Aunque ahora mismo Johanna también sabía donde viviría porque Abby se lo confesó aquella tarde en la playa.

Mike, con los ojos brillantes, tomó dicho sobre y antes de que lo abriese, el abrazo de su padre lo despistó por completo. Fue un momento importante entre ellos, un momento en el que hacía años que no tenían. Mike comprendía que no había sido un hijo digno durante una época de su vida, y que su padre se había metido de lleno en el trabajo para no pensar en la pérdida de su hija.

Ambos se entendían mucho, aunque a la vez hubiesen muchas diferencias entre ellos.

—Cuídala, pero sobre todo, cuídate... —murmuró Kevin sin apartarse de él, doliéndole mucho más aquello de lo que nadie se esperaba—. En el sobre tienes suficiente dinero para vivir 3 meses. Con la beca que te han dado, podrás seguir con tus estudios, solo tienes que...

Mike, sabiendo que su padre no podría seguir hablando, lo volvió a abrazar y ninguno se dijo nada más. Aquel abrazo significaba gracias, te quiero y volveremos a vernos. Todo en un simple gesto entre padre e hijo.

🏈

Tras recoger todas sus cosas de la casa, todo lo necesario que necesitaría para poder independizarse y marcharse lejos de allí, Pax ladró, moviendo su cola mientras deseaba emprender esa aventura junto con Mike.

Tras el rubio guardar todas sus pertenencias en el maletero, dejar que Pax se subiese al coche, cuidándola para que estuviese bien protegida durante el viaje, se subió al asiento del piloto. Recordando que ese día era el cumpleaños de Abby, 2 días después del cumpleaños de su amiga Johanna, empezó a sentir un revoloteo extraño en su estómago. Nerviosismo y ganas de verla y sabía que esta era la oportunidad de ir.

No había dicho adiós a nadie. No podría soportar la despedida.

Pero, de pronto, las puertas del coche se abrieron y Mike no podía creer lo que veía. Johanna, Jonathan y Emma se acomodaban con total naturalidad, como si aquella escena fuera lo más normal del mundo.

Jonathan se tiró en el asiento de copiloto como si nada, mientras sacaba 2 bolsas de comida no muy sana.

—Bueno, tenemos provisiones para todo un viaje.

—¿Trajiste las patatas que te comenté? —preguntó Emma antes de ponerse el cinturón y saludar a Pax, consiguiendo que esta la ladrase feliz.

—Por supuesto, ¿por quien me tomas?

—Jonathan, ¿no me digas que has comprado porquerías? ¿Que te ha dicho el médico? —preguntó Johanna con la arruga en su frente.

Su novio la miró fugazmente y le dijo;

—Oh, venga... Un día es un día.

—Si, llevas 1 mes diciendo lo mismo —contestó.

Mike, sin entender absolutamente nada, se giró para mirar a sus 3 amigos y habló;

—¿Qué hacéis aquí? —preguntó, entre sorprendido y emocionado.

Johanna, con su característico tono mandón pero cariñoso, respondió;

—¿En serio creías que te ibas a marchar sin nosotros? Queremos volver a ver a Abby tanto como tú. Te recuerdo que es mi mejor amiga —contestó. —Además, vamos a celebrar su cumpleaños juntos. Ella está sola allí, no tiene a nadie y no quiero ni imaginarme lo difícil que tiene que ser todo esto para ella.

Jonathan, con su humor como escudo, empezó a sacar bolsas llenas de golosinas.

—He traído provisiones para un ejército. O mejor dicho, para un viaje digno de libro —contestó Jonathan mirando a su mejor amigo.

Emma acariciaba a Pax con suavidad con sus manos gentiles rozando el pelaje.

El viaje había comenzado. Cuatro amigos, Pax y un objetivo común; volver a ver a Abby.

Sus risas llenaban el interior del coche viejo, mezclándose con el ruido de papeles de chocolate y el crujir de bolsas de gominolas. Mike miraba la carretera, sintiendo que no estaba solo. Nunca lo había estado.

Y mientras las miles de kilómetros se desplegaban ante ellos, su corazón latía con una única certeza. Volver a ver a Abby, sin importar el precio.

🏈

El libro temblaba entre sus manos, las páginas apenas leídas, su mirada perdida en los recuerdos. Abby flotaba entre la realidad de su pequeño apartamento californiano y los fantasmas de lo que había dejado atrás. Los pensamientos de Mike se colaban entre líneas invisibles, su ausencia más presente que nunca.

La chaqueta que él le había dejado la noche que se marchó, la tenía puesta, abrazada a ella pensando que era él quien la abrazaba. Como todas aquellas veces.

Y olía a Mike Lauper. Solo a él.

El número 22 relucía en esa chaqueta azul y blanco y se abrazaba a sí mismo mientras podía sentirse algo más cerca de ese universitario del que estaba enamorada.

No dejaba de pensar en su madre y en que deseaba tomar un billete para volver allí, a pesar de todas las consecuencias que podría tener todo aquello.

Un golpe en seco contra la puerta la sacó de su ensoñación. Creyendo que sería la dueña del piso, se levantó con unos pasos cautelosos. La mano en el pomo temblorosa, giró lentamente hasta que la luz del pasillo se coló entre la madera.

Pero ella no se esperaba encontrarse con Mike frente a ella.

Estaba allí.

Y estaba mucho más guapo que nunca con su cabello despeinado, aquellos ojos tremendamente perfectos y azules como aquel primer día que se conocieron en los pasillos universitarios.

Pero la peor parte se la llevó Mike, quien al bajar la mirada y encontrarse con la chaqueta de él puesta sobre el pequeño cuerpo de ella, lo rompió en pedazos.

El tiempo se detuvo.

Dos cuerpos separados por un umbral, dos miradas que lo decían todo sin pronunciar una sola palabra. Mike la miraba como si fuera un espejismo, como si pudiera desvanecerse en cualquier momento. Abby sintió que el aire se escapaba de sus pulmones.

Sin aguantar más, en un movimiento rápido, Mike la tomó por la cintura y la besó. No era un beso, era una declaración contra la distancia, contra el miedo, contra todo lo que los había separado. Sus labios se encontraron con una intensidad que trascendía lo físico, era el reencuentro de dos almas que habían estado esperando este momento.

La puerta se cerró de un empujón y la espalda de Abby llegó hacia la primera pared que llegaron, sonando un fuerte sonido de algo cayendo por los suelos.

Se necesitaban, más que nunca, quizás por eso ninguno rompió el beso y Abby era consciente de que solo llevaba puesto la chaqueta de Mike y eso no la ayudaba en sentirlo completamente duro cuando el fornido cuerpo del rubio se pegó al de ella, tan delicado.

Cuando hubo un momento de respiración, ella consiguió sacar un hilo de voz;

—¿Qué haces aquí? —preguntó Abby.

Mike la miraba con una determinación que atravesaba paredes.

—Te prometí que iría a por ti. Esta vez no te dejaré ir. —Se acercó peligrosamente a ella y murmuró. —Estás a salvo.

Ella retrocedió un poco para poder mirarlo a los ojos con los de ella brillando por las lágrimas contenidas.

Negó sin saber las consecuencias que eso traería la llegada de Mike.

—¿Y tu universidad? ¿Tu futuro? Estar conmigo es peligroso, estoy rota, Mike. Rota...

Estaba temerosa de todo, por todo lo último que quería era que él sufriese las consecuencias de lo que llevaba arrastrando por años en aquel pueblo.

Él la tomó del rostro, enmarcando su cara con sus manos como si fuera el objeto más frágil y preciado del mundo.

Sus ojos se conectaron en un diálogo más profundo que las palabras.

—Escúchame bien —susurró Mike, conteniendo toda la pasión—. Estar rota no significa estar destruida. Significa que has sobrevivido. Que has sido lo suficientemente fuerte para resistir, para reconstruirte —contestó sin dejar de mirarla, notando el amor que sentía por ella y sabía, tenia claro que no podía dejarla escapar. Necesitaba dejárselo en claro con aptos como ese—. Y yo quiero estar cada segundo de ese proceso de reconstrucción contigo. No me importa la universidad ahora mismo, ya se solucionará... No me importa nada más que tú. Tú eres mi futuro.

Las lágrimas de Abby comenzaron a caer. No eran lágrimas de dolor, eran lágrimas de liberación, de esperanza, de amor.

Mike la besó de nuevo. Esta vez no era un beso de urgencia, sino de promesa. Sus labios se movían como si estuvieran escribiendo un juramento, sus manos la sostenían como si fueran el último refugio en medio de una tormenta.

Abby lloró entre sus brazos. Mike la sostenía, completamente alerta, completamente entregado. Protector. Enamorado.

La vida había conspirado para reunirlos, y esta vez, nada los separaría.

Mike se agachó, levantándola del suelo para llevarla a la cama, chocando las piernas de Mike contra algún objeto que había en el suelo. Y aún así no le importó. Continuó caminando hasta encontrar la cama de Abby, una diminuta cama la cual la acostó y, sin aguantar ni un momento más, le desabrochó aquella chaqueta, descubriendo que no llevaba absolutamente nada debajo.

Sus ojos bajaron hacia los moretones aún algo visibles de su cuerpo y sintió algo demasiado doloroso en su pecho al verla. Bajando sus labios hacia esas zonas, los besó con amor, con mucho cuidado de hacerla daño mientras que Abby acunaba el rostro de Mike entre sus manos.

—Estoy bien... —Lo tranquilizó.

Pero eso no era suficiente por los deseos de Mike en poder volver atrás y buscar bajo las piedras a ese hombre que le hizo eso.

Al recomponerse un poco, Mike descubrió que faltaba algo importante y maldiciendo en voz alta, murmuró;

—No traje un maldito protector... Y estoy deseoso de poder entrar dentro de ti, Abby —murmuró Mike.

Ella lo tomó y lo besó, dejando todo lo demás, tan solo viviendo ese momento juntos.

—Tendremos más tiempo, Mike...

Él la volvió a tapar, y la abrazó en aquella cama con amor.

—No soy el único que ha venido...

Abby, sorprendida por ello, levantó su cabeza y preguntó;

—¿También...?

Mike asintió.

—Están esperándonos en la cafetería que tienes cerca del edificio.

—¿Y estábamos a punto de hacerlo con ellos esperándonos?

Ella trató de levantarse para vestirse, cuando Mike la frenó. Volviendo a acostarla en la cama y bajando su mano derecha por su cuerpo tapado por la chaqueta, hasta llegar entre las piernas de la joven.

—Aún tenemos 5 minutos.

Mike se acercó a sus labios, besándola con dulzura para murmurarle;

—Feliz cumpleaños, Abby... —murmuró, aunque sabía que no era un feliz cumpleaños.

Lo sabía muy bien, pero aquello, aquella simple frase, le dio energía a una Abby que lo necesitaba después de 2 semanas.

Y mientras los dedos de Mike empezaban a rozar la intimidad de la joven, las mejillas sonrojadas de Abby fueron el preludio de lo que Mike le haría en ese momento con sus dedos.

🏈

Una Abby que apenas podía respirar, no se separaba de una joven Johanna que no dejaba ni un respiro a su mejor amiga mientras se abrazaban en aquella cafetería algo vacía en ese momento. Estaban en la terraza y, tras Pax ser la segunda en saludarla tras Mike, la cual Abby se abrazó a ella durante un largo rato mientras Pax ladraba feliz de volver a verla, Johanna había sido la tercera.

Tras charlar un rato más con Mike después de que este le diese un orgasmo con sus dedos un rato antes, ahora se encontraban en aquella cafetería con sus amigos.

Johanna y Abby lloraban mientras se abrazaban en ese lugar, con un Jonathan observando la escena esperando que su novia acabara. Una Emma que logró escabullirse de la casa de aquel hombre, ahora se encontraba allí para ver a la que fuese su vecina y ahora amiga desde hacía meses.

Mike, en cambio, sonreía feliz de volver a reencontrarse con ella.

—Venga, nena. Que todos queremos saludarla y la estás abarcando por completo —respondió un Jonathan que suspiraba mirando hacia el techo.

Johanna, dedicándole una mirada de asesina en serie, no dejó de abrazar a su mejor amiga.

—Cállate, Jonas. —Volvió a disfrutar de aquel abrazo con Abby—. Te he echado mucho de menos, Abby.

Ambas se separaron un poco y Abby le susurró;

—Siento no estar en tu cumple...

Johanna arrugó su frente y negó rápidamente.

—Olvídate de eso. Vamos a celebrarlo juntas, hoy es el tuyo...

Pero Abby no estaba muy contenta con ella, más por lo que estaba sufriendo su madre y que ni siquiera sabía cómo se encontraba. Sabía que se había quedado para poder hacer algo contra aquella corrupción, pero algo sabía ella y es que aquello era mucho más difícil de lo que uno podía imaginarse.

—No sé si será buena idea. Mi madre...

—Te entiendo, pero no haremos una fiesta a lo grande —contestó Emma acercándose a Abby—. Solo una quedada entre nosotros.

Abby los miró a todos mientras preguntó con cierta ilusión;

—¿Cuanto se quedarán?

Jonathan habló;

—Unos días... Pero te aseguro que este verano vamos a pasarlo juntos. Todos.

—Si, porque yo tengo todo listo para huir de allí —agregó Emma.

—Emma... —dijo Abby, acercándose a la rubia.

Y Emma le dedicó una hermosa sonrisa a la joven universitaria.

—Espero volver a la universidad y retomar donde lo dejé.

—Me alegro —contestó Johanna.

Fue ahí que durante ese rato, todos aprovecharon de una buena conversación juntos. Charlaron y hablaron de sus planes de futuro, mientras una Abby algo preocupada se le notaba decaída y eso todos la notaban. La entendían y le estarían dando ese apoyo que tanto necesitaba.

Fue en un momento en el que Johanna se acercó a Abby y le dijo;

—Pase lo que pase, nuestra amistad será para siempre. Sin importar los obstáculos que tengamos durante la vida.

Abby, sonriente por ello, se lo agradeció mientras esa amistad era cada vez más y más fuerte.

Cuando ya había pasado suficiente rato y todos se unieron a visitar el piso de Abby, entrando Jonathan de lleno a la cocina a comer más y una Johanna diciéndole que le dejase esa comida a Abby, Emma mientras se divertía de todo eso.

Pax observaba todo como un partido de Tenis y Abby y Mike entraban en el cuarto de ella, en aquella cama tan diminuta, los dos solos.

Mike sacó 2 regalos envueltos de una bolsa para dárselo a Abby y ella lo miró totalmente sorprendida.

—Mike... Ni tenías...

—Me apetecía, Abby...

Ella, totalmente sorprendida por ello, se sentó en la cama y lo abrió con las manos algo temblorosas. Al descubrir que esos regalos eran libros, los ojos se le iluminaron al descubrir que eran libros que llevaba meses deseando leer y que no dejaba d emigrar en librerías siempre que podía.

Mike se enamoró más de aquella sonrisa tan natural, tan única de Abby y juro que haría lo que estuviese en su mano para hacerla más feliz. Aunque ahora no pudiese cumplirle ese deseo hasta que las cosas con Isabel no se solucionasen.

—Mike, muchas gracias —murmuró.

—Falta una cosa más.

Él le echó el cabello hacia un lado y le puso el collar que le había regalado hacía tiempo y que ahora volvía a ella, después de habérsele roto y caído al suelo aquel día de la despedida.

Aquello fue más que suficiente para Abby, que al descubrir lo que él le había puesto en su cuello, sonreído feliz mientras que sus lágrimas salían rápidamente de sus ojos.

—Lo encontrases. Lo... Lo perdí aquella noche... —murmuró con la voz temblorosa con el collar entre sus dedos—. Pensé que... No creía... —No habían palabras.

Y él la giró para que lo mirase a los ojos y le dio un hermoso beso en sus labios, acunando el rostro de la joven entre sus manos. La besó con dulzura que derritió a Abby por todo eso.

Cuando acabaron, Mike pegó su frente en la de ella y murmuró;

—No sé si tendrás un hueco en tu piso para 2 más...

Abby lo miró y le preguntó;

—¿Estás seguro que quieres quedarte conmigo? ¿Dejar tu vida en ese pueblo?

No hacía falta dar muchos rodeos para que Mike le dijera;

—Ese pueblo no es seguro. Puedo irme a otra universidad aunque tardaré en empezar el curso, podré seguir con mis estudios y estar a tu lado, Abby —murmuró con cariño sin dejar de mirarla—. Así que si, estoy muy seguro y Pax está más que encantada de vivir aquí contigo... Solo si tú lo deseas.

—Mike, por favor... Claro que lo deseo. No hace falta ni preguntármelo.

Mike la miró y supo que había algo más.

—¿Que ocurre? Sé que estás pasando un mal momento y estamos juntos para solucionarlo. Para lo bueno y lo malo, pero hay algo más.

Ella asintió y se levantó de la cama mientras se acercaba a la ventana para ver las vistas de aquel hermoso lugar.

—Mi madre me confirmo en una carta que mi verdadero padre no es Theo, sino Brad, un hombre que conoció en el trabajo...

Mike, sin levantarse de allí mientras la miraba, respondió;

—Abby, es una gran noticia.

—Pero... —Cuando se giró para mirarlo, contestó. —Nunca lo conoceré.

Se acercó a él para enseñarle la foto y Mike lo tomó entre sus dedos.

Al ver el lago, conociendo un poco ese lugar de algunas postales que veía, dijo;

—Esa foto está sacada aquí. ¿No crees que puede estar aquí?

—Ya no se nada, Mike.

Suspiró, tapándose el rostro entre sus manos y Mike se levantó para retirarle sus manos de su bello rostro y esperó a que ella lo mirase.

—Oye, juntos lo lograremos, ¿vale?

Ella asintió, en aquella tarde, junto con sus amigos mientras dejaban que la vida transcurriese y lograsen ser más fuertes juntos.


***

Aquí tenéis un nuevo capítulo de Abby y Mike.

¿Que les ha parecido?

¿Abby y Mike?

Nos leemos el jueves :3

Patri García

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