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C U A R E N T A Y C U A T R O | A P E G O 🏈

«Sabía que estaba viviendo un momento muy difícil y no podía hacerme ilusiones yendo juntos a lugares concurridos por las consecuencias»

Mike Lauper

Abby se encontraba sola en la playa en la que tuvo aquel beso con Mike. Había llegado hacía un rato y tenía entre sus manos un libro lleno de fotografías de lagos para descubrir donde se encontraba aquel sitio.

No dejaba de darle vueltas a las cosas, de pensar en lo que estaba viviendo y en como podría solucionarlo. Estaba en un nivel de estrés que se notaba en su rostro, cuando antes sabía disimularlo mucho mejor.

No podía dejar de pensar en que sucedería cuando se marchase, en si Mike encontraría a alguien rápido, en si Johanna la odiaría, o siquiera en si volvería a ver a sus amigos.

No deja de pensar en todo eso. Hasta que escuchó;

—¿Está ocupado?

Sin esperárselo, Abby se giró y vio a una impresionante Johanna sonriéndola, allí de pie en la arena.

Abby sonrió, pero como era costumbre en las últimas semanas, no sonreía hasta sus ojos, solo movía sus labios y Johanna sabía desde hacía días que algo andaba mal. Trataba de dejarle su espacio porque la conocía, pero no soportaba verla de esa manera. La joven la dejó sentarse a su lado.

—Eres escurridiza. Sabía que lo eras, pero no pensé que tanto —bromeó Johanna.

Sentándose sobre la arena mientras las olas del mar sonaban cerca de ellas, Abby cerró el libro dejándolo descansar sobre su regazo.

—No soy escurridiza.

Juró Johanna que podía ver una pequeña sonrisa de Abby.

—Oh si, nena. —La joven de cabello oscuro se acomodó en dicho lugar y, observando las olas, murmuró. —Esta playa es hermosa...

No había nadie, tan solo ellas, como aquella vez que Abby fue con Mike y acabaron besándose en el mar. Cosa que nunca olvidaría.

—Si que lo es... —correspondió—. Me ayuda a pensar. Mike me llevó aquí por primera vez hace unos meses... Fue mi primera vez pisando una playa.

Entonces, con su mejor amiga mirándola al rostro perdido de la joven Abby, preguntó;

—¿Que ocurre? —Pero la pregunta se quedó en el aire, porque Abby la miró como si nada hubiese pasado, aunque en su rostro había pasado todo—. ¿Crees que no me he dado de cuenta? Mike tiene la misma cara que tu desde hace 4 días.

Abby suspiró, aferrándose a dicho libro mientras trataba de pensar en alguna excusa. Pero sabía que ya no habían excusas, que ella lo sabía, una parte de su vida. Que ya las excusas y las mentiras y el omitir información no eran necesarios.

Ya no.

Había superado ese momento para bien o para mal, porque Abby era tan negativa que no dejaba de darle vueltas a su mente pensando que les ocurrirían cosas malas si se lo confesaba.

Entonces, la miró.

—Es... complicado.

Johanna apenas parpadeó.

—Nada es complicado si sabes como explicarlo.

La joven se mordió el labio mientras pensaba en Mike, en que ojalá él no estuviese preocupado por ella. En que podría tener una vida mucho mejor sin ella.

Abby no paraba de pensar en que le estaba dando problemas y en que Mike debería disfrutar de la universidad y no en angustiarse si ella le ocurría algo. No era justo, tampoco quería que a Johanna le pasara, ni a Jonathan, ni Emma. Pero Emma era la que más la entendía.

—Mike está así por mi culpa.

Johanna no respondió a tal frase de Abby, pero en el fondo odiaba que ella se sintiera de esa manera. No quería que se sintiera así y le gustaría hacer algo para ayudarla.

Carraspeó mientras bajó su mirada para encontrarse con un libro que parecía una guía de los mejores lugares del país.

—¿Que tienes en ese libro? —indagó Johanna.

Abby bajó la mirada para observar el libro que se aferraba con tanto temor y respondió;

—Lagos del país.

Johanna elevó la ceja.

—¿Puedo?

Abby asintió, ocultando su mirada para que Johanna no viese que estaba aguantando las ganas de llorar y su amiga tomó el libro para echarle una ojeada.

Entonces, mientras observaba todo aquello, empezó a recordar cosas que Emma en su día le dijo. Cosas que la dejaron mucho peor y que quiso indagar más para saber que es lo que ocurría.

Abby tenía las respuestas, lo sabía ella. Pero se preocupaba tanto el imaginarse que Abby estaba en constante peligro...

—¿Sabes? Sé muy bien que hay cosas turbias en este pueblo y doy gracias que la universidad este lejos del pueblo pero... —Levantó su mirada para mirar a Abby—. Pero, Abby... No estoy nada tranquila de saber que vives en un vecindario turbio. Que lo has vivido toda tu vida y aún así eres tan buena persona que te preocupas por los demás.

Y ella, sin poder aguantar más, la miró con los ojos llenos de lágrimas y Johanna se rompió al verla así. Sabía que algo no iba nada bien y no era la Abby natural que estaba siendo los últimos meses.

Algo pasaba y quería demostrarle que estaba ahí.

—Estoy aquí. —Tomó la mano de Abby y susurró. —Aunque nunca me lo cuentes...

Abby negó rápidamente.

—Mike ya corre demasiado peligro por contárselo.

—Abby, tu corres mucho más peligro que todos nosotros —aclaró, mirándola tan destrozada como nunca había visto a nadie—. Me importas. Nos importas.

Y entonces, tras un largo rato pensándolo, quizás por lo mal que estaba, quizás porque quedaba poco tiempo en ese pueblo, que se lo confesó todo. Lo que pasó con Mike hacía unos días, todo lo de su padre Theo, lo de su madre, lo que sucedía con el alcalde, las reuniones... Todo. No se guardó absolutamente nada y lloró, para luego Johanna abrazarla mientras se sentía horriblemente mal al escucharla cada cosa.

—Mike no le va a pasar nada. Ni a mí tampoco —aclaró Johanna, tratando de recomponerse—. Pero hay que sacarte de aquí.

—Johan...

—Estamos juntas en todo... —La miró a los ojos mientras Johanna se la veía tan afectada que sus ojos estaban brillantes por las lágrimas—. Y vas a salir de esta, junto con tu madre.

Entonces, era ahora o nunca.

Tenía que contárselo a Johanna lo de su marcha. Tenía que contárselo porque confiaba en ella, sabía que podía confiar en ella.

—Hay... Algo que no te he contado. Solo lo sabe Emma...

Johanna entendió que no debía contárselo a nadie.

—No se lo diré a nadie.

Se tomó unos segundos cuando dijo;

—Dentro de 4 semanas me marcharé lejos, muy lejos de aquí...

A Johanna se le notaba afectaba cuando le contó aquello. En el fondo sabía que ella tenía que irse, pero tan pronto y de esa manera tan abrupta... Aquello la dejó totalmente mal porque no quería alejarse de su amiga, ahora que por fin tenía una. Pero Abby debía salir de allí y Johanna lo sabía.

—Abby...

—Lo cual me alegra, me aterroriza a partes iguales... Llevo tiempo deseando esto, pero a la vez... —Apenas pudo acabar.

—Nosotros, ¿verdad?

Ella asintió.

La joven de cabello oscuro tomó mucho más fuerte las manos de Abby y le dijo;

—Nunca te vamos a abandonar. Además, existen las videollamadas, los mensajes, las redes sociales, el verano y las vacaciones de invierno.

—Si... Pero... No sé como decírselo a Mike.

Ahora entendía más cosas Johanna.

—Mike sabe que es lo mejor para ti.

Y Johanna tenía razón.

Mientras el sonido de las olas y la brisa del mar, ellas estaban allí teniendo una de esas conversaciones más importantes que nunca.

Y entonces, Abby se abrió por completo. No se dejó nada y susurró;

—¿Pero él estará bien aquí cuando me vaya?

Johanna sabía también a lo que se refería. Si Mike corría peligro una vez Abby se fuera.

—Lo estará.

No estaba segura ella, pero prefirió no decir mucho más y luego miró a su amiga para darle las gracias por todo eso.

—Gracias... Por todo.

Johanna la abrazó sin decir nada más y se abrazaron tan fuerte, que ni una pizca de aire podría pasar entre ellas.

Abby, tras explicarle lo que pasaba con ese libro y lo de la foto de su madre con un hombre que no conocía, ambas empezaron a ojear cosas con el móvil para ver ambas esa foto de Isabel y Brad tras el lago. Cosa que Abby le sacó una foto a esa fotografía cuando su madre estaba durmiendo aquella tarde.

Ahora que Johanna sabía todo lo de esa fotografía de la madre de Abby, todo lo que Abby sabía, empezó a preguntar;

—¿Ese es Brad? —Abby asintió—. Hay algo que no entiendo... —murmuró y Abby la miró—. Si tu madre tuvo una aventura con Brad, ¿dónde está él ahora? ¿Seguirá vivo? —preguntó con temor a saber la respuesta.

Y Abby negó con la cabeza, sin saber nada.

—No lo sé... —susurró, antes de poner sus manos en su rostro y decir. —Ni siquiera sé que es lo que estoy haciendo.

—Ey... —dijo. —Estamos juntas en esto... Lo sabes, ¿verdad? —cuestionó más como afirmación que como pregunta.

Y su amiga asintió con una pequeña sonrisa que la animó rápidamente, en esa playa vacía mientras hacían trabajos de investigación.

—Lo sé... —susurró.

Ambas se miraron con miles de preguntas que hacerse para descubrir el misterio, lo que había tras todo eso.

—¿Crees que tu padre, Theo... es realmente tu padre? —preguntó delicadamente, haciéndole esa pregunta a la joven, esa pregunta que se había hecho ella desde hacía unos días y que no paraba de darle vueltas.

El silencio de Abby le dio a entender que ya ella había pensado en esa posibilidad.

—Lo empiezo a dudar —dijo, realmente algo convencida—. ¿Qué habrá pasado en ese lago? ¿Por qué dice que siempre recordará ese sitio? —cuestionó, refiriéndose a la nota de detrás de la foto.

Y Johanna negó con la cabeza, deseando poder tener más información de la escasa que tenían.

—Pienso que ahí vivieron su historia de amor —respondió, más como afirmación que como idea.

—Pero mi madre no puede salir de este pueblo —respondió Abby.

Y su amiga asintió al ver que era cierto.

Nada encajaba, parecía que todo lo que habían descubierto no tenía sentido. ¿Por qué habían ido a un lugar tan alejado? ¿Acaso Isabel podía moverse libremente antes de tener a Abby? ¿Era eso?

—Recordemos que esto es antes de tu nacer —contestó, hablando en voz alta lo que estaba pensando—. Quizás antes Theo no la tenía tan controlada... Quizás este pueblo no era... tan turbio como lo es ahora —sugirió, no gustándole que una persona pasara por lo que ha vivido y por lo que vive la madre de Abby. Lo odió por completo y deseó poder tener más medios para que ellas pudieran salir de ese lugar y que Theo, como sus amigos, pagaran lo que habrían hecho—. ¿Tu madre trabajó en una empresa?

Abby se quitó las gafas para restregarse los ojos con los dedos de su mano, ya cansada de tantas horas con aquel libro.

Y asintió.

—Si.

Y entonces, la pregunta que le hizo Johanna le hizo plantearse miles de cosas a la joven universitaria.

—Abby... ¿Tu madre también es VIH positivo?

—Si... —Abby miró a su amiga y preguntó. —¿Por que lo preguntas?

Todo fue cuestión de poco tiempo, ni siquiera su madre lo sabía cuando se quedó embarazada, por lo que ambas fueron positivas y durante dicho proceso, lo descubrió.

—¿Theo?

Abby la miró y le dijo;

—Nunca he querido saberlo, pero...

Abby se quedó mucho más dudosa y entonces cayó en la cuenta de que podría ser mucho más verdadero que nada.

—No sé pero creo que, aunque tu madre tuviese una aventura, Theo sigue siendo tu padre, Abby...

Pero ninguna tenía esa respuesta.

Eran miles de preguntas, y ni siquiera tenían la respuesta de una sola. Era extraño, difícil y delicado todo aquel asunto. Porque se trataba del pasado de la madre de Abby y de que ese hombre podría ser su padre, o quizás solo eran ideas suyas. Quizás Abby deseaba más que Theo no fuese su padre realmente. Pero, de ser así, quizás conocería la verdad de todo y porque Theo tenía retenida en ese pueblo a Isabel y a ella también... Pero más a su madre. Por los negocios turbios que tenía.

Johanna, que estaba pendiente por si veía imágenes de ese lugar, comenzó a morderse las uñas.

—Posiblemente Theo le amenazó cuando descubrió su aventura y se separó de ella —aclaró.

Pero Abby arrugó la frente, aún más dudosa por ello.

—Entonces no estaría tan enamorado de mi madre.

Su amiga movió la cabeza, negándose a pensar eso.

Cuando veía esa foto, veía el rostro de un hombre enamorado, por como mirada a Isabel, por como la tomaba y por lo felices que eran. Sería una aventura, pero se veía que había algo más que eso y que quizás ambos estaban intentando escapar, intentando Brad de que Isabel saliera de ese sitio y así vivir su historia de amor.

Y Johanna dijo;

—No piensas en las inmensas posibilidades que hay de que Brad se fuera. ¿Y si el que amenazó no fue a Brad, sino a tu madre? —preguntó, dejando a Abby asombrada por ello—. Ahí cambiaría todo. Ella se inventaría una historia de que estaba enamorada de su marido y que él solo era un lío de un rato.

Abby se quedó unos segundos callada antes de poder poner todas sus ideas en orden.

Eran apenas las cuatro de la tarde y ambas estaban en esa playa después de terminar las clases. Necesitaban información y sus rostros lo aclaraban.

—De ser así, sería un poco estúpido —respondió, algo cabreada con alguien que ni siquiera conocía.

Pero Johanna tenía una respuesta clara para ella;

—Cuando estás enamorada y esa misma persona te dice que no te ama, duele y mucho. Y aunque fuese mentira, te lo tragarías inocentemente.

Abby asintió por la respuesta de ella. Pero de pronto el rostro de Abby cambió y observó una imagen que encontró en el libro. Johanna vio ese gesto de ella, esa reacción y dejó todo para poder prestar toda su atención en su amiga.

—Espera...

—¿Qué? —cuestionó Johanna.

La joven señaló el libro frente a la foto que le había sacado a la fotografía que tenía su madre escondida.

—El lago. Este es el lago que había tras mi madre con Brad en la foto. Mira —dijo, señalando la foto y dejando asombrada a su mejor amiga.

Ambas se miraron tras observar dicha imagen en el libro y con una simple mirada se decían todo lo que necesitaban decirse.

—Joder, es ese... —contestó Johanna.

Dejaron de hablar, dejaron todo lo que estaban haciendo para observar el lugar que estaba al otro lado del país. Y Abby cayó en la cuenta de todo lo que tenía en su mente, de todas sus dudas y temores. No sabía por qué estaba investigando ese pueblo, pero quizás en el fondo lo entendía.

Y, mirando hacia esa imagen, susurró;

—La dirección a la que voy es cerca de ese lago, Johan... ¿Y si ahí están todas las respuestas a mis preguntas? —cuestionó.

Su amiga se quedó mirándola, con los ojos bien abiertos y asombrada por todo lo que estaba planeando. Jamás se había metido de lleno en una investigación, solo las que veía en la televisión o en las series y películas, pero en la realidad, nunca.

—Espera... ¿Crees que Brad vive ahora ahí? —cuestionó con el rostro asombrado por ello y de tan solo pensarlo.

—¿Por qué no? —dijo ella—. Dime algo, si viviste algo hermoso con alguien en un sitio, ¿volverías a ese lugar?

Lo dejó dudando unos segundos, pero enseguida asintió sin preguntárselo dos veces.

—Sin lugar a duda. Siempre y cuando ese lugar te agrade también.

Abby volvió a mirar hacia la foto que tenía en su móvil y arrugó la frente, notando una oleada de tristeza al pensar que quizás ese hombre que se parecía a ella, ya no estuviera en este mundo.

—No estamos pensando en la posibilidad de que Brad quizás esté muerto. Han pasado muchos años y Theo tiene amigos hasta en el mismo infierno... —susurró temerosa de imaginarse que Theo fuera capaz de matarlo, dejando triste a su madre.

Y de recordar el rostro de tristeza que su madre puso cuando Abby le había hablado de un antiguo amor, no pudo negarlo. Pero Johanna quería ser positiva, así que simplemente negó con la cabeza, esperando que esa no fuera la realidad.

—¿No sabes nada de lo que pudo haber hecho Theo para tener tantos amigos policías e, incluso, el alcalde?

—Cada vez que le saco el tema a mi madre, me responde con otro tema —contestó ella—. Pero algo duro tuvo que ser y cada vez pienso que mi madre sabe muy bien cual fue eso.

Johanna veía el rostro cansado de Abby, pensando y de tan solo imaginarse de que llevaba noches sin dormir por pensar en ello, por preocuparse demasiado en ese tema, no le gustaba. Quería verla descansada y feliz, no triste y preocupada.

Así que, ignorando todo lo demás, cerró el libro.

—Vámonos.

Johanna se levantó.

—¿A donde? —cuestionó Abby.

Johanna, como si supiera más la vida amorosa de Abby que ella misma, dijo como si fuese obvio;

—Tu novio fue a buscar un traje para la fiesta de fin de año universitario y creo que le gustaría verte. —Le guiñó un ojo.

—No creo... Dejemos claro que no nos veríamos frente a nadie.

Johanna suspiró.

—Abby, tienes 4 semanas para disfrutarlo. No dejes que nadie te manipule y vive.

🏈

Una suave melodía sonaba en el coche, mientras que Mike conducía solo, deseando poder ir con Abby como prometieron a encontrar ropa para aquel día en la fiesta universitaria.

Suspiró cuando aparcó, apagó el motor del coche y se bajó, cuando se frenó al encontrar esperándolo frente a la tienda de ropa una hermosa joven de cabello largo y un rostro angelical que enamoró más todavía a Mike Lauper.

El número 22, con cara de sorpresa, se acercó a ella, en aquella calle algo desierta en ese instante y solo pudo alcanzar a decir;

—Hola, Abby.

Ella sonrió y tras echarse un mechón de pelo tras su oreja, se acercó a él y le dijo;

—Hola, Mike.

Él, sin dejar de mirarla a los ojos, murmuró;

—Creí... Creí que, por tu seguridad, era mejor que no nos vieran juntos.

Abby, con aquellos ojos enormes para su rostro, negó y le tomó de la mano para murmurarle;

—Por tu seguridad, Mike.

—Abby...

Ella lo silenció y le contestó;

—Johanna me ha ayudado hoy con muchas cosas y, me ha dado un punto de vista distinto... —Analizó los ojos azules de ese hombre para continuar. —Si somos discretos, podremos con esto...

Mike la notaba preocupada, mucho más que otras veces, pero ahí estaba y quería acompañarlo en ese momento. Quería hacerlo y eso le dio años de vida a nuestro protagonista. Pero eso no significaba que no estuviese nervioso por ello.

—Oye, no te preocupes —murmuró. —Va a salir todo bien —aclaró, siendo positivo y deseando que así fuera.

Y el rostro de Abby cambió, no a mal, sino para bien. Como una sonrisa que se esforzaba por salir cuando tu rostro estaba serio, pero no podías evitarlo. Abby sonrió no pudiendo ocultar sus bonitos dientes y se sintió bien al escuchar esa frase "todo va a salir bien". Aunque nada fuera a bien, esa simple frase te relajaba, te ayudaba a mirar mejor el problema y a no dejarte llevar por los miedos internos.

A veces, cuando veías el problema de cerca, lo mejor era apartarlo a un lado y, más tarde, dedicarte de lleno a ello, cuando tu mente ya estuviese descansada.

Y por esa mirada que le dedicaba Mike a Abby, le demostraba no debía tener miedo.

Por lo que Abby se sinceró;

—Tengo miedo que, ahora que sabe Theo lo nuestro, tu salgas dañado.

El rostro de Mike no cambió, siguió igual porque le daba igual que él sufriera las consecuencias. Solo le importaba ella, la mujer que tenía frente a ella. Y aunque hubiese cualquier peligro, él no se alejaría de ella.

Y el joven negó con la cabeza mientras que colocaba su mano sobre la suya, acariciándola y demostrándole que las cosas, tarde o temprano, iban a mejorar.

—No voy a salir dañado. Confía en mí —dijo mientras se miraban en aquel lugar—. Y lo último que quiero es que te alejes de mi como ese cabrón te empiece a comer el coco, ¿vale? Quiero que lo hables conmigo —aclaró.

No quería que ella terminase la relación tan bonita que tenían por Theo. Prefería mil veces llevársela lejos de allí, ignorando las consecuencias, antes de que ella le hiciera eso.

—¿Soy una egoísta por no alejarme de ti para que no sufras? —murmuró con apenas un hilo de voz.

Y él negó, porque no se iba alejar de ella por mucho que Abby se lo pidiera.

Y tras unos minutos callada, Abby respondió fingiendo estar de acuerdo;

—No lo eres en lo absoluto.

🏈

Mike llevaba puesto un traje que le quedaba como un guante. No se lo había quitado ya que estaba esperando a Abby para ver cómo les quedaba juntos. Su pantalón era de color negro y se ajustaba a la perfección sobre sus caderas.

Su camisa era negra y la tenía desabrochada los dos primeros botones, junto con una chaqueta americana de color rojo oscuro. Le quedaba más que perfecto gracias al buen cuerpo que tenía ese hombre, junto con esos zapatos de fiesta del mismo color que sus pantalones.

Ambos se habían ido a una tienda que había en uno de los rincones más desconocidos de ese pueblo, donde apenas gente solía frecuentar sobre esa hora.

Mike se miraba en el espejo, aprobando ese traje y, tres segundos después se giró para mirar desde su posición como Abby tomaba el vestido que él le decía.

Cuando ella entró al probador, intentó echar la cortina, pero justo cuando iba a llegar al final, se quedó trabada y no podía cerrarla por completo. A unos metros estaba Mike observándola con cara de hambre.

—Déjala así. A mí no me importa —dijo con una sonrisa que solo Abby sabía lo que significaba.

Ella lo observó con cara de asesina que le divirtió a su chico.

—¿Y si entra alguien?

Él negó con la cabeza mientras la observaba con ese rostro.

—No te preocupes; no pienso dejar que nadie te vigile.

Entonces, cuando él creía que ella iba a seguir forzando para que la cortina se corriera por completo, le sorprendió que ella le devolviese esa sonrisa e hiciera como si nada hubiera pasado.

Colocó el vestido colgado y luego, con lentitud, siendo consciente de que Mike la miraba, comenzó a quitarse la ropa, empezando por la camiseta.

Al otro lado se encontraba la dueña del local quien estaba sumergida en su revista de chismes.

Mike vio como Abby se había quedado en sujetador, viendo esos pechos redondos de la joven y que tanto le gustaba. Sus mejillas se sonrojaron en cuanto la vio en el reflejo del espejo como ella le devolvía la mirada, viendo como su cabello se esparcía por su esbelto cuerpo. Y, sin dejar de mirarse, Abby comenzó a quitarse los pantalones con delicadeza, bajando por sus kilométricas piernas hasta llegar al final de sus pequeños pies.

Ambos se miraban con hambre, podían sentir lo ardientes que estaban y Mike deseó entrar en ese probador y terminar de cerrar la cortina. Pero negó con la cabeza porque la mujer, lejos de que estuviese distraída, la conocía y sabía que tenía muy buen oído y se le iba demasiado la lengua para los chismes.

Y, dejando que Abby siguiera con su labor, sonrió porque veía como se le dificultaba al subirse el vestido porque no llegaba hasta la cremallera que tenía en su espalda y se le podía ver esa hermosa piel, ese recorrido de su columna que varias veces había besado. Deseó entrar y demostrarle que era la mujer más hermosa que había visto en su vida.

Y su sonrisa iluminó el local al ver como se le dificultaba todavía esa cremallera.

—¿Sabes? Si me dejaras, podría ayudarte a ponértelo —sugirió.

Pero Abby volvió a dedicarle una mirada y esta vez no fue nada sensual, desde el espejo.

—Si entras ya sabes cómo vamos a acabar —respondió.

Entonces, Mike comenzó a caminar hacia ella y, cuando estuvo tras la cortina, en voz algo más baja dijo;

—¿Haciéndolo o yo de rodillas? —Su voz lo decía todo lo caliente que estaba.

Y Abby, lejos de que ya fuese algo más segura, aun se alarmaba por ciertas cosas que decía Mike.

—¡Mike!

—¿Qué? —murmuró.

Abby, girándose, terminó de cerrar la cortina con toda la fuerza posible, consiguiendo desatascarla y dejándole en claro a Mike que la estaba poniendo nerviosa. Y Mike se alejó lentamente con sus manos en los bolsillos sabiendo lo que significaba esa reacción de ella.

Caminó tras decirle a la mujer de la tienda que se llevaría ese traje y luego, al acercarse al escaparate para ver algunos trajes y vestidos que había ahí, se topó con un papel que estaba pegado por cinta adhesiva y que le llamó la atención al universitario.

Era una imagen de una joven de su edad desaparecida, donde ponía todos los datos necesarios por si alguien la encontraba. Con la diferencia de que esa mujer llevaba desaparecida hacía años.

Su nombre, en grande, le llamó la atención a Mike y no supo por qué, pero negó con la cabeza y se acercó a la dependienta aun con sus manos en los bolsillos.

—Disculpe, ¿quién es ella? —cuestionó, refiriéndose al cartel.

Y la mujer, quitándose las gafas dejando de lado la revista, dijo;

—Vicky... Era una gran mujer, estudiaba en la universidad su segundo año de carrera, pero de la noche a la mañana no se supo nada de ella. La gente ya ha perdido la esperanza, pero sus padres no.  Creo que soy la única tienda que todavía tiene un cartel de ella en el escaparate —murmuró y Mike asintió por ello.

No sabía que, en ese pueblo, que no era tan grande, hubiese desaparecido alguien, pero dejó de pensarlo en cuanto vio a Abby salir del probador con ese vestido que le quedaba como un guante en su cuerpo. El rojo le quedaba perfecto con su pelo oscuro, como la falda se movía cuando ella hacía algún movimiento y como las mangas le llegaban hasta sus muñecas. Por no hablar de ese escote precioso.

La joven se miró y luego miró al número 22, tan guapo como siempre.

—¿Qué te parece? —preguntó, con su cabello cayendo en cascada.

Mike, que estaba estupefacto con su boca abierta, la mujer de la tienda tuvo que hacer un ruido de tos para llamarlo y que dijera algo.

—Wow... —susurró. —Wow, wow, wow... Te queda tan bien que... —Se ahorró la frase porque había compañía. 

Y Abby se sonrojó, observando a la dependienta.

—Mike... —dijo.

Y ahí, antes de pegar los trajes, él se le ocurrió una idea.

—Tengo una idea —habló. —No te quites el vestido.

—¿Qué vamos a hacer?

Mike sonrió mientras la miraba lo hermosa que estaba y la mujer estaba frente a ellos, como si viese la telenovela de la tarde.

—Vamos a bailar tu y yo esta noche y cumpliré tu próximo deseo. Porque voy a seguir cumpliendo todos tus deseos de la lista, Abby. Y creo que ya podemos tachar el primero y el decimosexto.

Recordando Abby, el primero era tener una relación romántica y el otro era que un hombre se enamorase de ella.


***

Aquí tenéis un nuevo capítulo de Abby y Mike :3

¿Qué les ha parecido?

¿La amistad de Johanna y Abby?

Nos leemos el sábado :3

Patri García

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