C I N C U E N T A Y U N O | D E S P E D I D A S 🏈
«De todo esto, no me esperaba para nada que podría sucederme a mi»
Abby Payne
La canción Hungry Eyes de Eric Carmen, sonaba en el coche mientras dos personas humedecían los cristales dentro del mismo.
El coche se movía por cada movimiento que hacían los dos, alejados del pueblo en medio de árboles con su coche antiguo cerrado y las ventanas empañadas por el aliento de ambos. Abby movía su cuerpo con agilidad sobre el miembro de Mike mientras este miraba hipnotizado desde los asientos traseros como la joven se movía como una Diosa sobre él. Y como la amaba.
Estaban ardientes y la música los subía más todavía.
Mike, con sus manos sobre las caderas de ella, le apretujaba para que fuese más rápida y Abby simplemente se pegaba a él, dejando hambriento a Mike por sus increíbles montañas. Y sin aguantar más, se colocó uno de los pezones de ella en la boca y lo succionó a su gusto, a su vez que colocaba sus grandes manos sobre el trasero de Abby. La apretujó con fuerza, dejándola caliente, excitada, sintiendo como un punto de su intimidad sentía placer por ese acto, mientras que la joven seguía moviéndose de arriba abajo sobre su hombre.
Mike, con esa mirada llena de lujuria, observaba los pechos de ella moverse y Abby tuvo que agarrarlo de su cabello para que la mirase a los ojos y así besarlo.
Ambos amantes estaban a punto de llegar al final. El coche seguía moviéndose, sabiendo qué si a esas altas horas de la noche alguien paseara por esa zona del bosque, vería a ese coche moverse por cosas obvias.
Con las gotas de sudor cayendo por sus pieles y exhaustos, llegaron al final del acto en un increíble orgasmo que gritaron a los cuatro vientos con la música de fondo. Un sonido que ambos amaban escuchar al otro tras llegar al final del ejercicio.
Y Abby tuvo que derrumbarse sobre la nuca de él mientras su respiración subía y bajaba. Colocando sus pequeñas manos sobre el torso desnudo de Mike. Pero él apenas dejó que se quedase unos segundos más así, tomándola de su mentón y haciendo que esta lo mirase a los ojos ahora brillantes como cometas.
Observó los labios hinchados de ella, sus ojos del mismo brillo que los de él y con las mejillas sonrojadas por el sexo, mientras que algunos mechones se les pegaban a los laterales de su rostro por el sudor. Y Mike sonrió pervertido por verla de esa forma, desnuda y para él solo.
—Joder, eres tan hermosa recién follada —murmuró.
Abby sonrió y lo besó en ese mismo momento mientras seguían en su propio mundo, con los cristales empañados y teniendo aún mucha más intimidad.
El joven se separó un poco de ella para poder verla a los ojos y así decirle seriamente;
—Te quiero así el resto de mi vida.
La universitaria sonrió, igual de pervertida que él.
—¿Cómo? ¿Sobre ti y desnuda? —bromeó ella.
Mike rio por ese comentario y no pudo amarla más. La volvió a besar para luego así decirle;
—No me refería a eso, pero créeme que me encanta la idea —contestó, moviendo un poco su pelvis porque aún Abby no se había movido, teniendo todavía el miembro de Mike en su interior—. Te quiero a mi lado hasta el fin de mis días, mon chéri.
Un enamorado Mike miraba a su amada mientras estaban junto en ese instante en ese mismo coche. A pesar de todo lo que había pasado en ese tiempo que llevaban viviendo ahí, juntos se habían mejorado como pareja y vivir juntos, aunque no fuese fácil, era precioso y poco a poco se mejoraban de igual forma.
Abby, enamorada, contestó;
—Te amo.
Se volvieron a besar una vez que la música cambió por otra canción de la radio.
—Llevaba meses deseando que me follaras en el asiento trasero de mi coche —murmuró Mike sonrojado por el ejercicio y haciendo sonrojar a Abby a su vez por su comentario.
Abby se sacó el miembro de su novio de su interior para luego acostarse boca arriba en los asientos traseros y Mike se acostó sobre ella, apoyándose en sus codos para así no hacerle daño.
Llevaba tiempo, en ese primer mes que estaban viviendo ahí, deseando decirle lo que pensaba en el fondo.
—Abby, ¿has pensado en tener hijos en un futuro lejano?
Abby hizo un gesto con los labios que él notó al instante.
—Me gustaría...
Cuando ella lo miró a los ojos, observó que él parecía decirle algo con la mirada. Y cuando lo entendió, la expresión en los ojos de Abby fueron más que expresivos y se quedó muda mientras él la acariciaba con cariño en su rostro, haciéndole cosquillas mientras la miraba, esperando una respuesta de ella.
La joven tragó saliva costosamente sin saber que contestarle.
—Mike...
—¿Me vas a decir que no puedes? ¿Por culpa del VIH? —cuestionó con las cejas juntas y viéndose esa pequeña arruga que se le formaba entre sus cejas debido a ese gesto.
Pero Abby solo negó antes de decir;
—Ya sabes que es peligroso.
Mike pegó sus labios en la frente de ella y luego se abrazó a ella mientras que se seguían mirando a los ojos.
Habían pasado tantas cosas juntos, habían sufrido y habían hecho cosas muy difíciles, pero ahí estaban, hablando de ello, sobre su futuro y cuando alguien pensaba en el futuro que quería planear junto a la otra persona, es que la quería a su lado.
Sabía que, si ella no deseaba hijos, no pasaba nada. Pero si era por el miedo a contagiarlo, no debía porqué pensar así. Había investigado mucho y había preguntado a un médico sobre ello. Se había informado bien.
—Abby, los avances médicos han hecho posible que una persona con VIH pueda tener hijos sanos, siempre y cuando te mediques y haya un adecuado asesoramiento médico. Hay muchos bebés que salen sanos completamente de padres con esa infección —explicó esperanzado por ello.
Y Abby no pudo pensar que fue cierto. Había mantenido el virus indetectable en su sangre. Siempre habían tomado precauciones. Abby tomaba medicación, iba al médico a hacerse pruebas regularmente y llevaba teniendo los niveles del virus indetectable y no debía porqué infectar a Mike.
—¿Por qué tienes tanta fe en mí? —cuestionó ella.
A lo que él le respondió;
—Ya sabes la respuesta. —Su sonrisa de amor se lo dio a entender—. Abby, no te estoy diciendo que seamos padres en los próximos meses, solo cuando tú estés preparada y si es que lo deseas y dentro de varios años... Si no, no pasa nada. Pienses lo que pienses, apoyaré tu decisión —contestó.
—Hablas sobre nosotros en futuro...
Él sonrió ante la respuesta de ella.
Y, dejando el tema aparcado para otro momento, volvieron a besarse en ese coche, desnudos mientras la segunda ronda estaba a punto de hacerse realidad.
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La joven Abby trabajaba en la cafetería a toda prisa. No tenía tiempo para pensar en todas las cosas que habían pasado, en sus futuros estudios cuando comenzara la universidad, ya que irían ella y Mike juntos en el mismo lugar. Aunque Mike lo había estado intentando pidiendo una plaza y tardaría un poco en recibir respuesta.
Tenían planeado quedarse en la residencia universitaria ya que así estarían más cerca de la universidad.
Había pasado un mes después del exilio del pueblo en el que Abby había nacido y, no suficiente al haber avisado a la policía del lugar en el que ahora residía, que ni siquiera creyó en las palabras de dos jóvenes. Brad también intentaba hacer algo, pero había sido desterrado de allí a pesar de que una vez fue a visitar a esa mujer que amó.
Parecía que nada se podía hacer. Porque todos ellos sabían que, si aparecían, las cosas se pondrían peor, sobre todo para Abby.
Sentían que no había nada, que no podían hacer algo más lejos de intentar buscar pruebas de que Theo y sus amigos habían hecho tal atrocidad en su juventud. Esa joven de la que abusaron estaba desaparecida y, si Isabel hubiese dicho lo que había visto aquella noche, la familia podría buscar más allá que una desaparición.
La pregunta era, ¿dónde habían enterrado el cuerpo? ¿Como es que los policías de ese entonces no lo habían encontrado? Era difícil de explicar y de encontrar indicios de algo más. Abby sentía que esas personas que tantas cosas malas habían hecho, se saldrían con la suya y eso era lo último que deseaba. Quería que pagaran por el daño que habían hecho, no solo a su madre, si no a su padre, a la joven de la que abusaron, la familia de esta última, a Emma y a muchas más personas de aquel pueblo. Habían hecho daño a muchas personas y no podían irse de rositas.
En cuanto a la relación de Brad y Abby, era increíble. A los pocos días ambos se hicieron la prueba de paternidad, la cual dio que eran padre e hija. Abby pudo sentir tranquilidad y sabía que Brad era una gran persona y, en ese poco tiempo, le demostró que era un gran padre.
La joven dejaba algunos platos sobre la mesa de unos clientes, cuando su jefe, desde el mostrador, le habló;
—Abby, tienes una llamada.
Abby terminó de atender a la pareja y se dirigió hacia su jefe.
—Voy.
Caminó hacia la cocina, donde se encontraba el teléfono y, creyendo que quizás era Brad o, incluso, su novio, contestó con alegría en su voz.
—¿Diga?
Nadie respondió.
Tan solo escuchó una respiración irregular que la dejó totalmente extrañada sin entender nada.
Miró a su jefe, el cual estaba hablando animadamente con un cliente y luego volvió a mirar hacia la vieja guía telefónica que parecía que nadie tocaba, ya que tenía mucho más polvo que nada.
—¿Quien es? —Volvió a preguntar.
Pero al no escuchar nuevamente nada, tan solo alguien respirando de fondo, decidió colgar la llamada y volvió a su lugar de trabajo. Su jefe, la miró para preguntarle;
—¿Quien era?
Abby movió sus hombros sin saber muy bien.
—No lo sé. Quizás fuese publicidad.
—Que me vas a contar con esas llamadas.
Esa misma tarde, tras haber convencido a Mike que ella podía ir sola por esa hora para llegar a su casa sin peligro, trató de sacar las llaves del edificio y, esperando fuera del portal en aquella calle algo vacía, empezó a rebuscar en su bolso.
—Joder... Las tenía aquí —murmuró.
Pero, tan rápido como sucedió, las manos de una persona se posaron sobre ella, tapándole la boca con un pañuelo y Abby trató de zafarse. Pero con demasiada rapidez, su cuerpo empezó a sentirse pesado, sus ojos empezaron a cerrarse y ya no tenía nada de fuerza.
Sus ojos se cerraron por completo cayendo en los brazos de una persona que no conocía, mientras Mike la esperaba en el piso que estaban compartiendo, sin ser consciente de lo que le estaba sucediendo a Abby en ese momento.
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Mike, quien había empezado a mover su pierna con desesperación mientras su móvil descansaba sobre su mano, no dejaba de mirar la hora para ver que Abby nunca llegaba tarde y aquello no le estaba gustando en lo absoluto.
Ni la primera llamada que trató de hacer, ni las otras 3. No había repuesta de ella.
Suficiente con eso, aún sabiendo que Abby estaría en peligro aunque estaban en un lugar muy lejano, decidió tomar las llaves de su coche y bajar al portal del edifico para esperarla. Pero lo que vio en el suelo fue más que suficiente para descubrir que Abby había llegado ahí y desapareció.
El bolso de ella se encontraba tirado en el suelo, con el móvil roto, las llaves de la casa estaban asomándose por un lado del bolso mientras que él, tan rápido como sucedió eso, llamó a Brad para decírselo.
Con la irregularidad de su respiración, el móvil casi se le cayó en varias ocaciones. Todos sus temores se hicieron realidad, su respiración se tornó irregular, los latidos de su corazón empezaron a sacudirse con violencia y corrió por su coche.
—Abby, por favor... Por favor, por favor, Abby... —decía asustado, desesperado incluso y no paraba de pensar en el bienestar de ella y dijo. —Vuelve aquí. Vuelve conmigo. Te prometo que no habrá un lugar mejor y protegido que conmigo.
Y Mike deseó para que Brad le contestara.
Y al tercer tono contestó.
—Mike, ¿qué...? —Mike volvió a impedir que la otra persona terminara la frase.
—Theo ha secuestrado a Abby —contestó preocupado, con una arruga en su frente que se formaba cada vez que sus cejas se juntaban.
Brad, que se quedó en silencio unos segundos, contestó;
—¿Qué?
—¡No lo sé! Llevaba rato esperándola a que llegase del trabajo y cuando bajé al portal, todas sus pertenencias estaban tiradas en el suelo —dijo, con mucho miedo, con enfado por no haber hecho nada más, por no haber ido a buscarla como otras veces hasta que las cosas se calmasen—. ¡Nada! —Volvió a gritar, terminando de colocar las llaves del coche en la ranura para arrancar e irse a cualquier sitio, simplemente para buscarla.
Brad se quedó estupefacto, afectado de pensar simplemente que es lo que le había sucedido a Abby. Donde el cabrón de Theo la iba a hacer daño.
Tomó las llaves del coche y salió de su casa mientras hablaba con Mike.
—Tengo amigos policías. Vamos a comisaría ya. Te espero allí. —Sus respuestas fueron cortas, pero su voz temblaba de tan solo pensar aquello.
Y se escuchó segundos antes de que el joven contestase.
—Vale... —Se quedó callado al abrir su primer cajón de la mesa de noche.
Ambos se despidieron mientras que Mike arrancaba el viejo coche para poder ir hacia la comisaría. Pero su rostro decía todo aquello que muchas veces había temido; perderla.
No paraba de pensar en toda su historia de amor que habían vivido a lo largo de aquellos preciosos meses. Meses que no fueron nada fáciles, donde vivieron altibajos, pero también momentos hermoso que Mike no cambiaria jamás en su vida. No quería que esos meses se esfumasen por un desgraciado como Theo y lo que Mike quería era seguir escribiendo esa historia de amor que ni siquiera habían comenzado a vivir.
La amaba tanto que su ausencia lo hacía sentirse vacío, solo y quizás no levantaría cabeza fácilmente. Pero ese joven no era cualquier persona, e iba a luchar por lo que más amaba en esa vida. Quería despertarse por la mañana y encontrarla a su lado, besarla y mirarla a los ojos siempre que tuviese oportunidad. Lo quería todo con ella, incluso que Abby se riera de un mal chiste que había contado él mismo. Iba a luchar por eso.
E iba a luchar por ella.
—Abby... ¿Donde estás? —Se preguntó mientras se prometió a sí mismo y a ella, que la encontraría allá a donde fuera.
Y le demostraría día y noche que la amaba a más no poder.
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El dolor de cabeza apareció tan rápido como se despertó la joven Abby.
Desorientada y sin saber donde se encontraba, observó el lugar sin entender absolutamente nada de lo que le estaba pasando.
Lo que sintió fue un ambiente tenebroso. Todo estaba casi a oscuras y ni siquiera había una ventana. Su vista le costaba vislumbrar entre la oscuridad, no sabía nada, tan solo aquel olor desagradable y una persona agarrándola. Aquello la atemorizó al recordarlo y deseó hacer una llamada, pero su bolso no se encontraba.
Fue ahí cuando alguien encendió una pequeña lámpara que, si bien no iluminaba lo suficiente, fue más que perfecto para iluminar la estancia. Era una habitación diminuta, lo que parecía una habitación de motel y no sabía si se encontraba cerca del lugar en el que compartía su vida con Mike o estaba mucho más alejada de todo aquello.
—Cuanto tiempo —dijo una voz conocida.
Y Abby ya no pudo hacer otra cosa. Observó el cuarto del motel y, en una esquina del lugar, se encontró a Theo sentado en una silla que había cerca de una esquina.
Abby apretó sus manos con nerviosismo y se quedó totalmente petrificada ante lo que estaba viendo.
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Mike movía su pierna con desesperación, mientras se encontraba sentado esperando en la sala de espera de la comisaría, con un café cerca de él ya frío de no haberlo tocado.
Brad no paraba de hablar con policías, aclararle las cosas y, aunque trataba de mantener la calma, Mike podía ver la desesperación en los ojos de ese hombre. Negó con la cabeza al ver todos los temas burocráticos con los que se estaba encontrando allí.
—Dime que sabes algo... —susurró Mike.
Brad no se sentó, pero empezó a caminar de un lado al otro sin saber que más hacer.
—Me han dicho que me dirán cualquier cosa en cuanto sepan algo... Están atentos a todo lo que suceda, algo sospechoso o alguna llamada que reciban.
Mike negó sin poder encontrarse bien, con una pesadez en su pecho mientras sus manos descansaban sobre su cabello.
—Esto no puede estar pasando... ¿Como demonios descubrió ese hombre donde vivía Abby?
Brad sacudió su cabeza y contestó;
—Ese hombre siempre ha tenido más amigos en la sombra que nadie... Seguro que ha hecho cosas ilegales para encontrarla. Y teniendo al alcalde cerca de él y en los negocios que sé que estará metido... —Brad suspiró al recordar todo lo que Abby le ha estado diciendo.
—Solo quiero encontrarla... Que esté bien... Volver a abrazarla... —murmuró él—. Debí haberla acompañado a casa, hasta que pasara el peligro...
—No tienes la culpa —respondió el padre biológico de Abby.
Mike no estaba seguro de ello.
Entonces, empezaron a ver que en aquella comisaría hubo demasiado movimiento, mucho murmullo y aquello alertó a ambos hombres que observaron todo sin entender absolutamente nada.
Fue ahí cuando un policía, un amigo de la infancia de Brad, se acercó a él y le dijo;
—La dueña del motel que está a 2 kilómetros de aquí llamó advirtiéndonos de un hombre extraño que pidió una habitación para esta noche.
Mike y Brad se miraron, sabiendo que significaba.
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—Mike, déjame conducir a mí —decía Brad al ver que Mike no paraba de apretar hasta el fondo el acelerador.
Iban por la pista al lugar al que se dirigían, mientras que 3 patrullas de policías iban tras ellos.
Mike, quien conducía, tenía las manos apretadas con los nudillos blancos de tan fuerte que sujetaba el volante. Solo podía pensar en llegar a tiempo, lleno de pavor por lo que le llegase a pasar al amor de su vida. Parecía mentira que esas pesadillas que había tenido esos últimos meses, donde Abby se alejaba de él por culpa de Theo, se había hecho realidad. Ni siquiera Mike quiso hablarle de esas cosas a Abby, por el simple hecho de temer que hiciera alguna locura. Que se hiciera realidad dichas pesadillas, y ahí estaba, corriendo por esa pista con policías detrás para poder llegar a tiempo.
—No —contestó seco Mike sin retirar la vista de la pista.
Pero Brad, lejos de que estuviese sufriendo por dentro de imaginarse que su hija estuviese en peligro, intentaba mantener la calma, porque estar en ese estado no la ayudaba a su hija a salir de aquella.
—No estás en condiciones de conducir —dijo Brad con la voz seria.
Pero Mike era muy joven y no pudo mantenerse en calma en ese momento, notando como las lágrimas se amontonaban en sus ojos, impidiéndole ver con claridad la carretera. Pero no podía dejar de pensar en que Abby estaba en peligro y temía encontrarse con la misma imagen que aquella noche, solo que esta vez diferenciando que estuviese muerta.
Y Mike tuvo que retirar esas imágenes de su mente con rapidez.
—Abby está en peligro. Debemos ir lo antes posible allí —contestó angustiado, apresuradamente.
—Si nos chocamos, no vamos a ayudarla. —Levantó la voz Brad.
Pero Mike no era cualquiera y podía decirse que le importaba poco si también le levantaba la voz a su suegro, más porque el momento que estaban viviendo no era nada fácil y no lo iba a hacer.
—¡Es el amor de mi vida, Brad! —gritó ya cayendo sus lágrimas por sus mejillas enrojecidas.
La vena de su cuello estaba demasiado hinchada y su rostro estaba rojo de la rabia de no poder haber hecho más antes de que todo eso ocurriera. De no haberla acompañado.
Se sentía culpable por ello y más se sentiría si a ella le pasara algo.
—¡También es mi hija, Mike! —respondió Brad colocándose las gafas y con la mandíbula apretada—. ¿Te crees que no me importa? Desde que conocí que tenía una hija, ha sido mi ilusión todos los días, una ilusión que no tenía desde hace años. Y no pienso dejar que le ocurra nada malo.
Mike intentó tranquilizarse al saber que para Brad no era nada sencillo tampoco y tragó saliva costosamente al arrepentirse de haberle gritado a ese hombre, que jamás le había hecho nada.
Su silencio hizo ver que Mike se arrepentía del tono en el que le habló y en ese instante sobraban las palabras para disculparse. Brad lo sabía a la perfección.
—No podemos perderla... No lo vamos permitir —habló en plural Mike y Brad asintió sin dejar de mirar la pista.
Pasaron por todos esos lugares, ya quedaba menos para poder llegar al lugar de destino, pero Mike no paraba de darle vueltas y vueltas a esa pesadilla, a ese momento que vivió al encontrarse a Abby aquella noche especial para ambos tirada en el suelo y llena de sangre. Temió que se repitiera esa escena, con la diferencia de que esa vez estuviese muerta.
Él apretó más el volante, con sus lágrimas cayendo y molestándole la vista a la hora de conducir.
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—Theo...
No la dejó acabar.
—¿Sabes lo que me ha fastidiado que ustedes me hicieran eso?
Abby sentía que sus sentidos estaban en alerta. Todo podía pasar y temía que cualquier cosa pasara, e iba a ocurrir. Se quedó de pie en el lugar mientras que observaba a ese hombre con el que había convivido toda su vida.
Estaba hecho un desastre, con una barba muy poco cuidada y con un horrible aspecto junto con un olor que dejaba a prever que no se habría duchado en días o, incluso, semanas.
—Más nos jodió a nosotras años de abusos y control por parte tuya y de tus amigos. Tus negocios retorcidos... —dijo con valentía mientras quería aguantar para que él no notara que estaba completamente nerviosa y temblando.
—No podía dejarlas escapar —respondió. —Tu madre había visto cosas y no iba a dejar que se fuera por ahí a contarlas.
—No debiste ni siquiera haberle hecho nada a esa mujer... Eres un repugnante, igual que tus amigos —contestó.
Pero esa respuesta no le gustó para nada a Theo, cual tenía las manos juntas y parecía esconder algo extraño entre ellas.
—Cuida tu lenguaje... No querrás conocerme de verdad —dijo.
La joven se quedó callada por unos segundos.
—Podrás llamarme todo lo que quieras. Pero al menos nunca le he hecho daño a nadie. No como tú, que solo buscas destruir a cualquiera que pase en tu camino. —La voz de Abby sonaba fuerte, lejos de parecer insegura, parecía que estaba fuerte mentalmente a pesar de que no paraba de pensar en Mike y todo lo que estaba ocurriendo.
—Y lo mismo que destruí la vida de tu madre, destruiré la tuya.
Theo se levantó rápidamente y sacó de la parte trasera de su pantalón un arma, cual lo extendió hasta tenerlo apuntado hacia Abby.
La joven agrandó los ojos, observando aquello y se asustó al ver que el arma apuntaba hacia ella. No supo por qué, empezó a recordar todas las cosas que había vivido, como si supiera que ese fuese su final. Y no dejó de pensar en su madre, en Brad y, sobre todo, en Mike. No dejó de pensar en ellos, cuales creyó que no volvería a ver nunca y, sin darse de cuenta, sus lágrimas empezaron a caer levemente mientras veía su vida pasar en segundos.
—Tu madre, no sé ni siquiera donde está. Pero todavía sigue en ese pueblo y me aseguraré de que no salga con vida. El alcalde no la dejará sin más. Y tú, Abby... —murmuró divertido Theo mientras se acercaba a ella con lentitud con el arma apuntándola y dijo. —Créeme que tú serás la primera en irte de aquí.
Él casi clavando su dedo en el gatillo, miró a Abby y esta, apresuradamente mientras sujetaba algo puntiagudo que acababa de encontrar en el suelo de ese lugar.
—Eres mala persona —murmuró.
—Eso me da igual —se burló. —A mí me da igual. Si me encierran o no, al menos sabré que tu saldrás de aquí metida en una bolsa.
—Eres un... —contestó la joven.
Y más rio aquel hombre.
—Créeme, lo soy mucho más de lo que tú te crees.
Corrió más rápido que él antes de que disparase y le clavó aquella herramienta en un costado de Theo, cual se retorció, gritando de dolor. La joven, sabiendo que solo le había hecho daño para ganar tiempo y quitarle el arma, agarró la pistola, pero Theo era mucho más rápido y fuerte que ella.
Ambos, luchando por quien se llevaría el arma, terminaron en el suelo, con Theo sobre la universitaria, forcejeando por quien se llevaría el arma. Pero en vez de haber un ganador claro para que uno de ellos se quitase el arma. Abby luchando por quitársela, y él por dispararla, sonó un estruendo disparo que hizo estremecer a todo el motel y no dudaron en llamar a la policía al escuchar esos disparos provenientes de aquella habitación.
Los dos se miraron y un chorro de sangre empezó a teñir la ropa de trabajo de Abby, hasta sentir que el cuerpo de Theo caía sobre ella, aplastándola.
La joven, asustada y llorando, se quitó de encima aquel hombre que tenía una expresión de horror y un disparo en medio del pecho.
Se levantó corriendo, retirando el arma al suelo, ignorando donde caía y, llena de sangre que no era de ella, corrió hacia el móvil de Theo, tomó su móvil y llamó a la policía.
A los pocos segundos, contestaron ellos.
—Por favor, necesito que alguien venga aquí —dijo Abby, llorando, desesperada y asustada y les dio la dirección donde se hallaban y mientras el hombre le iba haciendo preguntas, ella respondía con rapidez—. Un hombre intentó dispararme y ahora él está tirado en...
Dejó de hablar al girarse para ver el cuerpo de Theo y encontrarse que este, tirado en el suelo con una mano agarrando su herida llena de sangre y con pocas fuerzas, había tomado de nuevo su pistola y, apuntando hacia ella con la mano temblorosa, no le dio tiempo a Abby a moverse.
—Señorita... —dijo el hombre que hablaba con ella tras el teléfono.
Y un tercer disparo sonó, esta vez entrando la bala en el cuerpo de Abby, tirándola al suelo con más sangre que antes.
Su móvil cayó y, mientras el hombre del teléfono intentaba contactar con Abby, Theo soltó el arma y dejó descansar su cabeza en el suelo, muriendo al momento. Pero Abby, con las manos temblorosas y con un fuerte dolor en su estómago, observó el disparo que le había hecho Theo. Sus lágrimas comenzaron a caer más y más por sus mejillas, sabiendo que era su final y empezó a recordar todo lo que había vivido, notando como el lugar se movía alrededor de su cabeza.
Intentó no cerrar los ojos, pero no era nada fácil y, apoyando su cabeza sobre el frío suelo, con su mano sobre su estómago, cual no dejaba de sangrar, dejó que los agonizantes minutos se apoderaran de ella.
—Señorita, por favor, responda. Señorita. —Volvía a escuchar Abby, pero ella solo observaba el móvil con lágrimas, sin poder moverse y sin poder hacer nada más.
No dejó de penar en su madre, en Johanna, Emma, Jonathan en Brad... Y sobre todo, en Mike.
A los pocos minutos, varios coches patrullas se aparcaron frente al motel con las sirenas de los coches oyéndose a largos metros del lugar.
El coche de Brad, conducido por Mike, se aparcó frente a los coches patrullas.
Deseó poder encontrarla bien, quizás algo herida, pero bien y se bajó del coche con rapidez, ignorando que los policías estaban ahí y que posiblemente podría haber un hombre armado. Pero para la intranquilidad de Mike, solo podía escuchar por las radios de los policías y de las personas que estaban viviendo en el motel, que se habían escuchado varios disparos en uno de los cuartos.
El susto y temor de Mike comenzaron a incrementarse más todavía, cual empezó a subir los escalones de dos en dos con desesperación, asustado de encontrarse con una imagen que no desearía ver.
—Espere aquí, es peligroso entrar —dijo un policía, pero Mike ignoró aquello y los siguió tras ellos.
Había algunos policías dentro del lugar y los rostros de ellos le demostraron a Mike que nada iba a bien.
—Necesito verla. Necesito saber que está bien. —Pidió Mike desesperado.
Y, consiguiendo esquivar algunos policías, entro a la habitación.
Su rostro pasó de asustado a pálido en cuestión de segundos. Observando la macabra escena del cuarto lleno de sangre, con Theo muerto en un extremo del cuarto, pero su vista se fue hacia el otro resto de sangre, donde Abby estaba en el suelo con una herida de bala en el estómago y un rostro demasiado pálido, casi enfermizo de la pérdida de sangre que estaba teniendo.
—¡Abby! —gritó Mike casi sin habla y comenzó a llorar con fuerza.
Corrió hacia ella, se tiró al suelo junto al cuerpo de Abby y lloró mientras intentó que ella no cerrara los ojos.
Mike podía escuchar como los policías llamaban a una ambulancia, cual llegarían enseguida, pero él estaba más pendiente de Abby que de los policías. Se quitó la chaqueta que se había puesto y la puso sobre la herida, presionando sobre ella para que no saliera más sangre.
—Abby, todo va a salir bien —murmuró él, llorando desconsolado viendo como la persona que amaba estaba a punto de morir.
Mike lloró mientras ella lo miraba por una última vez, con lágrimas cayendo por sus mejillas y era una mezcla del dolor físico, del miedo que tenía Abby a la muerte y de no poder volver a verlo otra vez más.
El sonido de las ambulancias se escuchó de fondo, pero solo existían ellos dos, con Mike pegando su rostro junto al de ella y besándola con amor, deseando que eso solo fuera un mal sueño.
Pero no era un mal sueño... Era la cruda realidad.
—Por favor, aguanta —murmuró. —Hazlo por mí. —Volvió a decir Mike, empapando el rostro de Abby cual estaba a punto de cerrar los ojos.
Y ella, con las pocas fuerzas que le quedaban, levantó su brazo para poder tocar una última vez el rostro de Mike.
Pero no podía hablar, la herida y el dolor se lo impedían.
—Te amo, Abby... Pronto volverás a casa —dijo él, creyendo que se pondría bien—. A nuestra casa y te cuidaré, como siempre te voy a cuidar.
Ella deseó poder vivir eso, pero no paraba de ver todo oscuro y de verlo a él borroso, con lágrimas al igual que Mike.
—No te vayas —suplicó Mike no solo a ella, sino a cualquiera que lo escuchara, sobre todo rezando porque ella aguantara un poco más—. Aguanta, ya viene la ambulancia...
Pero ella cerró los ojos y Mike la miró, con un rostro lleno de dolor.
—¿Abby? —preguntó él, pero ella ya no le respondió. —Abby... No me dejes solo aquí... No me dejes, por favor.
Pero todo se tornó oscuro para la joven.
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Un fuerte olor a productos de limpieza hizo despertar a una joven, cual estaba confusa por todo.
La joven Abby abrió los ojos, costosamente y lo primero que observó fue un cuarto blanco, lleno de máquinas y una televisión frente a ella, mientras una ventana daba hacia las preciosas vistas del pueblo. Lo siguiente que vio mover sus ojos cansados fue a un hombre rubio, cual abrazaba la pequeña mano de Abby mientras su cabeza se ocultaba sobre ella. Se le podía sentir igual de cansado, pero con ánimos para no marcharse de su lado.
La muchacha se quedó observando a su novio, quien parecía que no podía ver el rostro de él.
Sentía la garganta seca y su cuerpo estaba bastante adolorido, sobre todo en una zona del estómago. No supo si todo aquello lo había vivido de verdad, si estaba muerta o de si solo había sido un mal sueño. Pero al verse en el hospital y con Mike a su lado, abrazado a su pequeña mano como si temiera perderla, supo que todo aquello lo había vivido de verdad.
Y cuando ella hizo un movimiento para colocarse, él levantó la cabeza con rapidez, asustándola.
—Abby...
La joven vio el rostro de su novio, cual parecía que no había dormido en días, pero que ahora sus ojos brillaban de verla, su barba algo más oscura que su cabello, había salido y creía que esa camisa se la había visto antes, cuando Mike entró como un loco en la habitación donde estaba ella tirada en el suelo.
—Abby... Abby... —dijo como un mantra, como si verla despierta hubiera sido lo mejor que le había pasado en la vida y algo tranquilo se le vio en sus ojos, muy ilusionado de verla—. ¿Cómo...? ¿Cómo te encuentras? —cuestionó con la voz temblorosa, poniendo su mano sobre un lado de la cama de ella, atrapándola con el cuerpo de él.
La joven estaba perdida, con unas ojeras increíbles mientras que Mike la observaba que estaba muy cansada y llena de cables, con su cabello suelto por la almohada, deseó verla bien, poder cuidarla en su casa y que todo eso pasara poco a poco y que ella se abriera ante él de ese momento que había vivido por culpa de Theo en aquella noche.
—Confusa... —respondió con la voz muy baja—. Esto, ¿es real?
Mike, apretando la mandíbula deseando que eso no hubiese pasado, asintió triste.
—Si... muy real.
Abby intentó moverse, pero Mike no le dejó que hiciera un movimiento y le colocó la almohada con cuidado de moverle la cabeza que le estaba doliendo a Abby.
—¿Qué día es hoy? —murmuró.
Mike miró la hora por una mesa que tenía frente a él y, mirando de nuevo a Abby no queriendo alejarse de ella, dijo;
—Las 3 de la madrugada del sábado —contestó con una voz llena de afecto.
Llevaba dos días ahí, tras haber pasado por un momento complicado en el quirófano para poder quitarle la bala. Esos momentos para Mike y Brad fueron los más dolorosos de sus vidas. Las lágrimas que derramó Mike no fueron pocas y en ningún momento se separó de ella.
La llamada que Mike hizo a Johanna fue desgarradora, más porque cuando Johanna supo lo que le había pasado a Abby no dejó de llorar y fueron todos sus amigos rectos a hacer aquel largo viaje hasta ahora encontrarse por el hospital, en ese momento se encontraban en la cafetería, desesperados por ella. Pero eso Abby no lo sabía.
Brad deseaba quedarse con ella también, por eso mismo cerró la tienda por unos días por ese mismo tema, deseando poder ver a su hija despierta. Pero justo en ese momento se había ido a tomar un café con los amigos de su hija, ya que se repartían el tiempo entre ellos para no dejar a Abby sola en ningún momento.
Entonces Abby recordó cada maldita escena con Theo y le preguntó a un Mike que no dejaba ni un segundo alejado de ella.
—Theo esta...
—Muerto —terminó de decir él y Abby apretó la mandíbula, sintiendo un fuerte nudo en la garganta.
—Lo he matado...
—En defensa propia —contestó Mike, sabiendo que Abby necesitaría hablar sobre ello y se sentiría mal por todo—. Y aun así él te disparó y casi mueres... Casi mueres, Abby... —repitió como si supiera que casi la pierde.
Miró al amor de su vida y lloró suavemente mientras la miraba.
Y entonces ella dijo;
—Mike...
La voz llena de miedo de ella sonaba real y Mike sentía lo mismo.
—La culpa es mía... Mientras siguiera Theo por ahí, debí haberte acompañado —murmuró mirándole esos ojos marrones de ella tristes, cosa que le dolió a él verla así y solo quería hacerla sonreír, pero ni siquiera a él le salía la sonrisa en ese momento.
—Mike, no tienes la culpa —susurró ella.
Pero los ojos de ella no dejaban de mirar los ojos de Mike, cuales creía que no volvería a ver jamás.
—Estuviste a punto de morir al ir allí sola, te secuestró y... —susurró él sin levantar la voz en ningún momento, pero su voz sonaba cansada y enfadada.
—Pero estoy aquí... —consiguió decir ella, a punto de llorar.
Pero eso era lo último que él quería; hacerla llorar.
Se acercó a ella, colocó sus brazos a cada lado del pequeño cuerpo de ella y la abrazó mientras le besaba repetidas veces la frente de la muchacha.
—No volverá a pasarte nada. Te lo prometo —murmuró con la voz afectada, con su rostro pegado al rostro de ella y ambos sintiendo el roce de la piel contra piel.
—Vale... —dijo ella, tocando los brazos de Mike mientras lloraba en silencio.
Él sabía que no podía estar enfadado consigo mismo. Pero es cierto que se sentía de aquella manera y más por saber que por ello casi la pierde.
Lo que él quería hacer era hacerla sonreír, reír, que ella llorase de la risa por su culpa y que fuese feliz. Quería hacerla feliz a más no poder.
No quería perderla nunca, no volver a sentir aquella agonía de saber que Abby podía haber fallecido y la abrazó con amor, la besó con amor y la tocó enamorado.
—Oye, mírame... —le pidió él, tomando el rostro de Abby y secándole las lágrimas que tenía la joven y que salía de aquellos preciosos ojos—. Vas a recuperarte y vamos a vivir uno de los mejores veranos todos juntos —Mike empezó a llorar más todavía al decirle esas palabras y continuó. —Abby, si eres lo más importante que hay en mi vida. Nunca me olvidaré cuando choquemos aquel día en la universidad. Te amo, mucho más de lo que piensas. Y por cada día que pasa eso aumenta —dijo, besándola con amor y luego volviendo a separarse un poco para mirarla—. Te amo... Temía no verte nunca más —susurró él temeroso.
Abby que no dejaba de mirarlo ahora algo más tranquila, dijo;
—No vuelvas a decirme que tienes la culpa, porque no es así... —aclaró ella, mientras que su hombre la escuchaba atento—. No deje de pensar en todos ustedes, pero sobre todo en ti, Mike...
Él la observó de esa manera y no se separó de ella mientras Abby sacaba una delicada sonrisa que lo contagió al instante.
—Te amo, Mon chéri —dijo en un hilo de voz.
Él sonrió más.
—Nuestros amigos están aquí... Johanna se va a enfadar cuando sepas qué despertaste a mi lado y no al suyo.
Sorprendida, preguntó;
—¿Aquí?
Él asintió.
—Ahora les digo que vengan a verte... Pero dame unos minutos para disfrutar de esto.
Y se centraron en ellos, en vivir su vida y mientras se besaban se demostraban todo lo que se amaban, lo que lucharían entre ellos y lo felices que podrían ser.
Se amaron y se amarán.
***
Aquí tenéis el último capítulo de la historia de Abby y Mike.
El epílogo lo subiré el jueves y pronto los capítulos extras.
Este capítulo lo he hecho mucho más largo del original, aunque en si la novela ha terminado siendo mucho más larga que la anterior.
¿Que les ha parecido?
¿Mike y Abby?
Nos leemos el jueves :3
Patri García
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