Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

C A T O R C E | A M I S T A D E S 🏈

«¿Qué hacía él? ¿Por qué me ayudaba? ¿Por qué simplemente no me dejaba sola con mis problemas? Cuando ya estaba más que acostumbrada a estar sola»

Abby Payne.

El sonido de una suave melodía la hizo despertarse en el asiento trasero de un coche. También notaba que estaba acostada sobre algo duro que no supo diferenciar en ese momento.

Abby abrió los ojos pesadamente y lo primero que observó fue el interior de un coche. Su cabeza le daba vueltas y no entendía que es lo que había pasado.

—Espera. Reincorpórate con cuidado —murmuró la voz de Mike que escuchó Abby mientras trataba de levantarse.

Lo siguiente que vieron sus ojos fueron los de Mike con un rostro extraño, una expresión que jamás le había visto en lo poco que lo conocía. Pero incluso a pesar de eso, ella le costó retirar la mirada de ese hombre que tan guapo era y luego empezó a moverse con incomodidad, descubriendo que se encontraba sentada a su lado y ni siquiera supo cómo había llegado hasta ahí.

—Abby... —escuchó otra voz que provenía de delante del coche—. ¿Como estás?

Al mirar vio a Johanna en el asiento de copiloto mirándola con rostro lleno de angustia.

Y de nuevo su dolor de cabeza empezó, al igual que su estómago empezó a rugir de hambre y Mike la miró rápidamente al ver que se movía del asiento. Tomó algo que tenía guardado cerca de él y se lo entregó a ella.

—Tómate esto —dijo él con la mirada diferente y ella lo tomó con extrañeza.

—¿Qué es? —cuestionó al mirarlo.

—Chocolate negro —aclaró él, ahora escuchándose esa voz de angustia que intentaba esconder y que llevaba desde que ella se había desmayado—. Es para que al menos tomes algo antes de ir a casa.

Con eso bastó para hacerle saber a Abby que sabía que ese desmayo era porque ni siquiera había comido. No hacía falta sacarse un curso para saber cuándo alguien no había comido y no se encontraba bien, lo que él no comprendió fue porqué ella no había comido nada.

Jonathan conducía y Johanna estaba al lado de él mientras que Mike parecía estar mucho más serio que nunca.

Él quería saber que es lo que habría pasado para ello pero, antes de averiguarlo, solo quería asegurarse de que ella tomaba algo para que tuviese el estómago lleno.

—¿Me vais a llevar a casa? —preguntó ella alarmada.

Y esa alarma lo sintieron todos ellos, sabiendo que quizás el problema lo tuviera en la casa de esa joven. Mike la observó por unos segundos mientras Jonathan conducía por una carretera distinta que Abby no conocía. Y recordó las cosas feas que le había dicho aquel día que había ido a la casa de ella sin avisarla, como Abby miraba siempre la puerta por si alguien entraba y empezó a ver las cosas.

Johanna era la que tampoco se quedaba atrás totalmente preocupada que cuando siguió a Abby, la encontró entre los brazos de un Mike totalmente angustiado mientras iba a su coche para llevarla a un lugar seguro. Ese día le dieron exactamente igual las clases, tan solo quería estar con su amiga.

—No. Vamos a la mía. Voy a hacerte el almuerzo —contestó con voz grave y Abby se asombró por ello.

—¿No has comido nada en horas, Abby? —preguntó con una voz dulce Johanna.

Y Abby negó pero no quería responder demasiado. Aquello dejó mucho más preocupado a Mike.

Empezó a comerse el chocolate que, bien no era su favorito, pero tenía tanta hambre que le daba exactamente igual y se lo tomó con algo de rapidez, a pesar de ser una mujer lenta a la hora de comer. Y Mike la observó por unos segundos, preocupado por esa joven que desprendía un olor increíble.

Él deseaba hacerle miles de preguntas, pero sabía que era un desconocido para ella y que, quizás, no le respondería con sinceridad. Por eso no dijo nada y, cuando Abby paró un momento de comer, lo observó con algo de vergüenza y las mejillas sonrojadas.

—No quiero hablar de las preguntas que tengas en mente —aclaró, dejando las cosas claras y él asintió, agradeciéndole que al menos fuese sincera con él por algo que quizás no querría hablar.

—Vale... Pero solo respóndeme a esta, ¿estás más a salvo en la universidad que en tu casa? —cuestionó y la música cambió para escucharse una voz de una mujer de fondo.

Johanna y Jonathan escuchaban la conversación mientras nuestros protagonistas parecían estar ensimismados entre ellos.

Y ella no le dijo nada.

Prefería mil veces no contestarle que decirle una mentira. Y Mike asintió, agradeciéndole que no le dijese mentiras y sabiendo que ese silencio significaba algo mucho más fuerte de lo que él se estaba imaginando.

El rostro que tenía Johanna era más que obvio, que observó la ventana las vistas que el lugar natural les estaba regalando, mientras que Jonathan tenía un rostro serio por lo que estaba escuchando.

Quizás Abby no se lo creería, pero había encontrado unos amigos increíbles y eso marcaría un antes y un después en su vida.

Y Mike no le gustó lo que estuvo pensando.

—Tu silencio me lo corrobora —responde, tragando fuertemente saliva y luego volvió la vista hacia la carretera, donde pasaban en medio de muchos árboles y, al fondo, se empezaba a ver casas típicas, con su jardín y todo, donde Mike vivía—. En mi casa no te tienes que preocupar por nada. —La tranquilizó y Abby asintió por ello y Mike la miró, regalándole la mayor sonrisa del mundo, viéndose esos hoyuelos que se le formaban por sus mejillas—. Tómate el chocolate y relájate mirando hacia las vistas de la ventana —dijo con cariño.

Abby asintió por ello y siguió tomando ese chocolate de él mientras miraba la ventana, sintiéndose en una nube, lejos de lo que había estado sufriendo en casa. Pero con Mike a su lado, con Johanna y Jonathan, era como sentir que cumplía algunos sueños de su vida que creía que jamás los cumpliría, como ir en un coche con unos amigos y un universitario guapo y que encima era amable con ella.

Y mientras la joven seguía mirando hacia la ventana, Mike la miraba disimuladamente, algo más relajado de ver que se encontraba a salvo y sonriendo como un estúpido por tenerla cerca.

🏈

—Deberías dejar la carrera y hacerte cocinero —respondió Jonathan hacia Mike—. Si Johanna se hace millonaria algún día, te contrataríamos para que fueses nuestro cocinero personal —bromeó consiguiendo que Abby sonriese escuchando aquello.

Los 4 se encontraban en la casa del padre de Mike, que en ese momento se encontraba trabajando en el gimnasio.

Johanna negó mientras continuaba con su comida, cuando Mike, que estaba sentado al lado de Abby, se acercó a nuestra protagonista y murmuró;

—¿Te gusta el almuerzo?

Abby, que estaba mucho mejor después de empezar a comer, asintió.

—Está muy bueno —dijo Abby en la mesa del comedor de ese muchacho.

Todos estaban almorzando juntos en la casa de Mike. Tras haberle hecho una pequeña visita turística por la casa de ese universitario. Bien no venía de una familia muy rica, pero podían permitirse ciertas cosas. Tenían un jardín cuidado gracias a que Mike se encargaban de ello, mientras que su padre se encargaba de las cosas de la casa, con alguna ayuda de su hijo.

—Son mis famosos spaghettis a la boloñesa —contestó orgulloso.

Y eso hizo reír a la mujer que tenía a su lado, escuchando por primera vez esa risa que se juró oír más a menudo. Porque quería hacerla reír siempre y no quería verla triste nunca.

—Gracias... —murmuró ella, refiriéndose no solo al almuerzo, sino a todo lo que habían hecho todos ellos con ella, sobre todo Mike—. Muchas gracias a todos.

Johanna sonrió, dedicándole la mejor sonrisa posible.

Y Mike ladeó la cabeza un poco, mirándola como solo él sabía hacer y con su mano soltó el tenedor para tomar la pequeña mano de Abby que tenía sujeta el tenedor e hizo soltarlo al instante al sentir la mano de ese hombre sobre la de ella.

Ese pequeño gesto de cariño que quizás nadie se habría percatad fue un inmenso gesto para aquella joven.

—No nos las tienes que dar.

Abby respiró hondo, temerosa de que él le hiciera preguntas íntimas, imposibles de responder y que no estaba preparada para hablarlo con alguien. Y quizás jamás lo estaría.

Durante aquel momento los 4, Abby empezó a sentir que podía dar un paso adelante, salir de su zona de confort y aquel disfrute, aquella experiencia, le hizo desear poder seguir sintiendo todo lo que sentía en esos instantes. Quería más, conocerlos más, salir más y tener una vida de una mujer de casi 19 años. Quería eso y mucho más.

Pero todavía le costaba.

El móvil de Johanna le sonó y, tan rápido como sonó, contestó para saber quien era. Su voz empezó a sonar y de pronto, sus ojos se agrandaron al escuchar lo que le decía la otra persona.

—¿Que? ¿Desde cuando? —Se quedó en silencio mientras todos la miraban a ella—. Vale, en 20 minutos estoy ahí. —Cuando colgó, miró a todos y dijo. —Tengo que marcharme. Mi compañera de cuarto va a dejar la carrera y está recogiendo sus cosas y es de las que suelen llevarse cosas sin permiso de nadie.

—Te acompaño —respondió Jonathan.

Johanna se acercó a Abby, abrazándola con cariño y le murmuró;

—Quedamos este finde, ¿vale? —dijo ella.

Y Abby asintió dedicándole una hermosa sonrisa.

—Avísame como acaba el tema con tu compañera de cuarto.

Johanna sonrió y luego se despidió de Mike con un saludo, tomando de la mano a Jonathan para marcharse de allí.

Y en ese momento ambos se quedaron solos en ese lugar, en un lugar muy tranquilo, todo lo contrario a lo que era la vida de la joven Abby. Y cuando ella miró los ojos azules de Mike totalmente preocupado, decidió romper el silencio.

—Tienes miles de preguntas, ¿verdad? —preguntó, aun con la mano de Mike sobre la de ella.

—Si. Y odio saber que lo pasas mal fuera de la universidad. —Se sinceró, sintiendo una rabia por dentro que ni siquiera él lo entendía.

Sabía que empezaba a sentir cosas por las mujeres, aunque aún le costaba aceptarlo, pero en el fondo creía que era solo con Johanna y que había sido por la amistad, pero lo cierto es que, desde que Abby había aparecido en su vida, ese sentimiento se había eliminado y ahora no paraba de estar sintiendo esa atracción cada vez que estaba al lado de esa joven tan misteriosa y que tan preocupado se ponía por ella. Con Abby nunca había sentido todo lo que estaba sintiendo.

—No sabes nada, y no quiero que sepas nada —dijo, no queriendo sonar mal, pero cuando se escuchó a sí misma, se sintió mal—. Siento sonar borde...

Mike negó rápidamente al ver que ella se sentía culpable por cualquier tontería, cuando ni siquiera debía ponerse así. No la conocía, pero se había prometido que lo haría porque realmente estaba interesado por esa muchacha que tenía a su lado.

—No has sonado borde —aclaró, tranquilizándola—. No preguntaré nada si así lo deseas. Pero para saber que me lo agradeces, cómete toda la comida. No dejes nada —contestó siendo muy sincero.

Y es que Mike tenía algo; nunca mentía.

—Vale —susurró Abby con una pequeña sonrisa en los labios.

—No te mentiré, temo lo que realmente pueda pasar dentro de ese lugar al que todos llaman casa, pero para ti no lo es —susurró y Abby no dijo nada al respecto.

—Supongo que, nunca he tenido un amigo que se preocupase por mi y todo esto es nuevo —respondió con una mirada triste que notó él enseguida.

Y Mike tenía miles de ganas de abrazarla, decirle que no era así, que él siempre estaría ahí y no entendió en ningún momento el sentimiento que salió de su pecho, como si algo hiciera "click".

—Has cometido un error en tus palabras —dijo.

Abby lo observó con extrañeza, repasando mentalmente sus palabras y formuló;

—¿Qué error?

Mike sonrió, acercándose a ella con la silla y apretando más su mano sobre la de la universitaria.

—Ya tienes amigos que se preocupen por ti y uno de ellos lo tienes delante.

El pequeño espacio que había se había transformado para ambos. Estaban como en una burbuja, donde solo ellos existían, donde los labios entreabiertos de Abby eran la perdición de Mike y la mirada tan intensa de ese hombre, era una primera experiencia para la joven.

Se había sorprendido por sus palabras, jamás nadie se le había hecho sentir de esa forma y menos que se preocupase por esa mujer que tenía a su lado. Y eso ella se lo agradeció, aunque su voz negativa le decía que no debía tener esperanzas.

—Podrías tener a una amiga mejor que yo.

—No... —respondió rápido, negando con la cabeza y diciendo. —No existen amigos mejores o peores. Solo personas con las que puedas conectar y contigo conecto —susurró con sinceridad—. Y no hables así de ti misma, no me gusta —aseguró, odiando como hablaba de ella cuando Mike sabía que Abby escondía las mejores cosas del mundo y deseaba descubrirlos—. Yo he pasado cosas horribles... Pero aprendí de ello, aprendí y ahora vivo mi vida como yo deseo vivirla. Sin importarme lo que los demás me digan a mí —habló con toda la verdad del mundo, haciéndola ver que porque se burlasen de ti no era el fin del mundo, ni por ello debía tener la peor forma de verse a sí misma, porque Abby debía ser una persona maravillosa con grandes talentos—. Quiero que aprendas eso, Abby.

Ambos se miraban y las miradas decían más que simples agradecimientos.

La intensidad de ambos, esa química que sentían, se notaba desde lejos. Tanto que ambos aguantaron la respiración mirándose.

Fue tal que Abby apretó sus manos sobre su regazo, donde estaba agarrada a sus pantalones cortos, mientras que Mike tenía sus labios entreabiertos mientras miraba los hermosos ojos de Abby. No supo porqué, deseó besarla, saborear esos labios y pegarse así horas con ella. Nunca le pasó eso, en la vida.

Quería realmente besarla, tocarla, sentirla y que ella hiciera lo mismo con él. Pero aún era complicado aceptarlo y Abby habló, rompiendo aquel momento tan intenso.

—Gracias... Solo gracias por querer conocerme, y a Johanna y Jonathan... Nadie ha querido indagar más allá de mi —murmuró sincerándose con ese hombre y Mike asintió, queriendo ser el primero en todo para esa universitaria.

—Pues quiero conocerte al completo. Te guste o no —dijo sonriente, haciéndola reír.

Ella sonrió porque, en realidad, estaba más que encantada porque él deseara realmente conocerla. Y lo supo gracias a su mirada.

—Cuéntame algo de ti —dijo Abby, queriendo conocer a ese hombre.

Y Mike se quedó sorprendido al ver que, poco a poco, esa mujer iba abriéndose ante él. Y la sensación que tuvo en su pecho fue tal que deseó muchos más momentos con ella.

La observó con esa sonrisa que lo delataba. Parecía que no era solo su amiga por esa mirada que le regalaba, aunque prácticamente, jamás le había sonreído así a nadie.

—Mm... Bueno, nací en Inglaterra y cuando mis padres se separaron me vine a vivir aquí como hace pocos años —inició esa conversación mientras que ella lo miraba—. Vivo con mi padre que posee un gimnasio y que, a pesar de ser un cascarrabias, es una buena persona. Aunque no nos llevamos muy bien. Digamos que siempre discutimos por el poco tiempo que pasamos juntos —aclara.

Mike no quiso indagar más y Abby lo respetó. La razón por la que la relación con su padre no era buena eran por temas relacionados a la madre de Mike y al pasado de este que lo mantenía bien oculto. Aunque Mike no estaba preparado para sacar ese tema, porque ni siquiera lo había sacado con su mejor amigo Jonathan.

—¿Y tu madre? —cuestionó Abby, mientras se llevaba algún que otro bocado del magnífico plato que le había cocinado Mike.

—Vive en Inglaterra. A veces voy a visitarla, es una jueza muy importante allí —dijo, asombrando a la joven.

—Vaya...

Pero ahora le tocaba a él preguntar;

—Te toca —habló con la ceja levantada.

Abby dejó el tenedor sobre su plato y miró hacia la comida que aún quedaba para ella. Claramente él sabía que no le diría todo, simplemente las cosas sencillas, como a que se dedicaban sus padres, pero nada más. Y si ella no le decía cosas o las evitaba, la entendería a la perfección.

—Bueno, vivo con mis dos padres. Mi madre es ama de casa, mientras que mi padre trabaja en una gasolinera. Digamos que no somos una familia muy habladora y... Bueno, mi vida es de lo más monótona —terminó ahí, sabiendo que estaría haciéndole muchas preguntas si a ella se le escapaba alguna cosa.

—Si un día quieres hablar, aquí me tienes —dijo Mike, poniendo la mano sobre la de ella—. ¿Nunca pensaste vivir en la residencia universitaria?

Ella asintió para responder;

—Si, pero es muy costoso y no me dieron una beca.

—¿No te dieron una beca? —Aquello le sorprendió a él.

Ella negó, pero volvió a centrarse en la comida y juró ver una sonrisa en sus ojos.

Y se prometió que la sonrisa de Abby había iluminado el comedor.

"Sin duda quiero que sonría más a menudo" —se dijo mentalmente Mike mientras la miraba sonreír.

—Gracias, Mike... Gracias de verdad —respondió y él apretó su mano sobre la de ella—. Perdóname por tratarte de aquella manera el otro día —susurró aún recordando aquello.

—Eso ya es agua pasada y lo aclaramos también —contestó, dejando a un lado de ese tema en el pasado.

Y ahora, el que estaba sonriendo, era él.

De pronto, bajó por las escaleras Pax, la perrita de Mike, quien parecía estar bastante feliz mientras Abby observaba ese movimiento en ese momento. Los ojos de Abby parecían brillar de verla y Mike se levantó de su asiento para ir hacia Pax, saludarla y acariciarla con cariño.

—Johanna quería verte, pero no bajaste. ¿Que tienes arriba? —preguntó divertido mientras acariciaba su brillante pelaje y Pax parecía ser la más feliz del lugar.

—¿Como se llama? —preguntó Abby, levantándose de la silla y caminar hacia ellos, pero dándoles espacio para no asustarla.

Mike la miró y dijo;

—Se llama Pax. Es la reina de la casa.

Pax ladró y luego miró hacia Abby que guardaba las distancias a pesar de que le gustaría poder acercarse a ella.

—¿Puedo? —cuestionó Abby.

—Es un poco distante al principio. Le cuesta mucho acercarse a las personas, pero cuando te vaya conociendo será inseparable.

Abby asintió sonriente mientras miraba a Pax. La perrita la miró de arriba abajo para luego acercarse a ella y empezar a olerla ante la sorpresa de Mike, que no solía acercarse a nadie en la primera vista.

Pax se levantó, poniéndose a 2 y trató de tocarla y Abby, al ver que ella lo que quería era que la acariciara lo hizo con sumo cuidado por si no le gustaba. Pero cuando vio que Pax ladro feliz, ella continuó esta vez, colocándose en el suelo para estar más cómodas.

—Es la primera vez que veo que alguien le cae bien desde el principio —murmuró Mike sonriente y disfrutando la escena.

Abby no hablaba, pero podía sentir la felicidad de estar al lado de Pax, mientras Mike veía que la joven empezaba a tener unos ojos brillantes en ese momento y deseó verla muchas más veces así.

Y Mike no pudo dejar de sonreír en ese momento.


***

Y aquí está un nuevo capítulo de Mabby.

¿Que les ha parecido?

¿Los amigos de Abby y Mike?

¿Que Johanna y Abby tengan esa relación de amistad?

¿Queréis más de Mike y Abby?

Nos leemos el sábado :3

Patri García

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro