
Noche 55 (+18)
Se quejó cuando su cuerpo cayó en el mullido colchón, tal vez más mullido gracias a la acumulación de ropa suave bajo suyo. Se sintió especial al saber que el alfa había construido una madriguera sólo para él y extendió los brazos hacia Otabek quien no tardó en colarse entre ellos para poseer sus labios de forma demandante.
Yuri se arqueo levemente para buscar pegarse a él y jadeo en su boca cuando las manos del mayor comenzaron a desnudarle. El ambiente era caliente y solo quería oler a su alfa.
Soltó un gemido bajo cuando los dientes de Otabek rozaron su cuello, ni siquiera había intentado morderlo pero él estaba tan sensible que solo eso bastaba para tenerle temblando. Tragó saliva con dificultad y tiro de los cabellos del mayor como si con ese gesto pudiera apresurar las cosas.
El oso gruño haciendo girar a Yuri bajo su cuerpo, el cabello rubio alboroto sus sentidos cuando al moverlo de forma brusca hizo que el aroma del omega se intensificará por descubrir su nuca, estaba tan blanca y le llamaba a morderle con tantas ganas que quería proclamarlo como suyo en ese mismo instante.
Bajo por su espalda desnuda hasta sus omoplatos y volvió a gruñir cuando le sintió restregar el -delicioso, hermoso, apetitoso, redondo, perfecto- trasero en su entrepierna.
—B-Beka —llamo con voz temblorosa, viéndole de reojo—, hace más calor...
Sonrió y se enderezó un poco para tomarse el tiempo de sostener sus nalgas con ambas manos y separarlas con curiosidad para buscar su entrada. Podía asegurar al verle que los omegas eran un regalo del cielo.
Se inclinó sobre él y lamió su nuca, rozando la piel con sus dientes sin llegar a morderle aún. Yuri jadeo sintiendo todo su interior temblar, su entrada estaba más lubricada que antes y tuvo el instinto de alzar la cola sin que el otro hiciera más.
Se sintió un poco fastidiado por la risita burlona en su oído y quiso voltear a reclamarle pero una mordida le detuvo. Los dientes encajándose en su piel le provocaron un maullido de sorpresa y una sensación placentera recorriéndole entero, su hombro se sentía algo adolorido por el gesto pero no pudo evitar sonreír, anhelando el momento en que le pusiera la marca definitiva.
Cerró los ojos, sonrío con los besos y lamidas que repartía en su columna hasta llegar al nacimiento de su cola donde otra mordida le arrancó un maullido más agudo. El gruñido en respuesta le hizo bajar un poco las orejas, como gesto de sumisión, y se puso de rodillas para poder levantar más su -llamativo- trasero.
—Desnúdate —pidió Yuri, volteando a verle, aferrado a la almohada en su pecho y con la voz más melosa que tenía, restregándose con su pantalón.
Otabek no pudo evitar sonreír ante la petición y se inclinó a besar su nuca, lamerla y olfatear con insistencia, amaba ese aroma más de lo que le gustaría admitir. Sus manos se apresuraron a quitarse la ropa para cumplir la petición de su omega y quedar en iguales condiciones.
Yuri soltó un sonido de alivio al sentir su torso desnudo contra su espalda y se arqueo para frotar su cabeza con la mejilla del alfa, eso se sentía bien, y quería más, porque Yuri Nikiforov no se conformaba con poco, cuando quería algo iba y lo obtenía todo.
El brazo de Otabek rodeo su cintura para pegarle a él, jadeo al sentir su miembro despierto rozar su entrada y se mordió el labio con una sonrisa de anticipación.
—Tienes una oportunidad —dijo Beka, pasando un dedo desde su cola hasta la entrada, presionando muy suave sin profanar su interior aún—. Puedo detenerme ahora.
Negó temblando ante el toque suave, casi imperceptible, provocándole cosquillas y escalofríos. Jadeo y enterró los dedos en la almohada, encogiendo también los de los pies.
—Beka —murmuró con su vocecita temblorosa, viéndole entre su cabellera enmarañada y con los ojos vidriosos—, tómame.
Sonrió de nuevo, no había segundas oportunidades a esa altura y solo pudo inclinarse para recorrer el camino desde sus muslos húmedos hasta su entrada con la lengua.
Empujó su dedo despacio luego de limpiar bien su alrededor, se mordió el labio al verle entrar sin problemas a pesar de la protesta del felino.
Se quejó por la intromisión y araño la almohada, pero su interior estaba tan caliente y extraño que pronto se acostumbró, comenzando a mover la cadera en busca de más contacto. Soltó un maullido cuando sintió el placer invadirle desde su miembro y su entrada hasta el resto del cuerpo, su piernas comenzaban a temblar y no están seguro de poder seguir sosteniéndose en sus rodillas.
—Mi gatito es sensible —dijo contento con la vista que tenía—. Y tu entrada es flexible —murmuró empujando el segundo dedo también.
—Otabek~ —se quejó en un maullido agudo, si espalda arqueada le aseguraba que no podía alzar más el trasero—. Ya —se quejó alargando la vocal por el quejido.
—Aún no, debes ser paciente.
—No lo soy —balbuceo con su voz adorable y melosa.
—Entonces aprende a serlo.
Hizo un puchero que duró poco por la tercera intromisión, cada dedo que se abría paso en su interior le hacía sentir más y más impaciente. Se removió sintiendo el cosquilleo en su vientre, ya no era suficiente y entre gemidos bajos y maullidos clamaba por Otabek.
Tomando aire y toda la fuerza que le quedaba en esa situación, se saco los dedos del alfa y giró para abrazarlo, quedando sobre él.
—No quiero esperar más, Beka —sus orejas y su cola alzada eran las señales claras.
Otabek le sostuvo de la cadera y poco tiempo tuvo para reaccionar antes de soltar un gruñido ronco, cuando Yuri tomó la iniciativa. El omega jadeo cuando sintió el miembro del otro hundirse en su interior, su vientre se sintió extraño y tenía la cola levemente esponjada por la nueva sensación.
Trato de acostumbrarse más rápido, moviendo la cadera levemente y sintiendo su interior adaptarse a la incomoda intrusión. No tuvo que decir nada pues en un momento se encontró recostado en la cama de nueva cuenta y su boca dejo salir un gemido alto cuando la cadera del mayor golpeó la suya en la primera embestida.
Una sonrisa boba surco su rostro y extendió los brazos hacia Otabek, besándolo lo mejor que podía entre tantas sensaciones placenteras y gemidos incontrolables. Su cuerpo se movía al ritmo del mayor y enredo las piernas en la cadera de su alfa queriendo alargar aquello lo más que pudiera.
Araño sus hombros y su espalda, incapaz de detener su propio instinto, maullando cuando sentía una nueva oleada de placer y gimiendo su nombre como si fuera lo único que supiera decir. Más tarde, aún en el calor y un poco más tranquilo, se preguntaría porque no lo había hecho antes y luego se diría que solo podía hacerlo con Otabek.
Se quejó cuando, de forma brusca, el oso salió de su interior para hacerlo girar de nuevo, pero callo cualquier protesta cuando sintió que tomaba su interior con la misma fuerza que antes y se inclinaba para quitar su cabello del camino. Se sintió ronronear de gusto y soltó un gemido ahogado cuando los dientes de Otabek se encajaron en su nuca.
Hilillos de sangre bajaron por su cuello pero él no soltó ni una queja, dejando que su cadera siguiera moviéndose hasta que el calor y el cosquilleo en su vientre se incrementó, anunciando el próximo final. Su cuerpo tembló nuevamente y su espalda se arqueo cuando alcanzó la cumbre del placer casi al mismo tiempo que su compañero que gruñía contra su piel pues aún no soltaba ni un poco la mordida.
Jadeo de forma sonora y trató de limpiarse las lágrimas que habían llenado sus ojos. La lengua de Otabek repasó su herida, haciendo que se relajara y sonriera de forma inconsciente, cansado, agitado pero con el mismo calor del celo que no quería bajar.
—Beka —llamó, se sorprendió de escuchar su voz más dulce de lo que ya estaba pero no se detuvo.
Soltó un sonido bajo cerca de su oído, recorría su muslo con una mano y se detenía en la cama con la otra, sin intenciones de moverse o salir de su omega.
—Más~ —fue la simple palabra que provocó el insomnio y el calor durante los siguientes diez días.
Día 66
Despertar después del celo era como despertar crudo luego de beber sin control por un mes. Su cadera dolía como el demonio y las mordidas que recorrían sus hombros y su nuca ardían por la fuerza con la que se las habían hecho. Para Yuri, a sus veintidós años y después de haber tenido un celo y una sesión de sexo tan intensa, no sabia si era lo peor que había pasado o no.
Moría de sed y hambre pues apenas había podido comer o beber algo luego de que Otabek no pudiera quitarle las manos de encima, y no se quejaba, había sido absolutamente increíble, el problema era la maldita resaca.
Resopló luego de enderezarse como pudo y de verificar que la madriguera donde había dormido -dulce y cómoda madriguera- estaba más revuelta que la que recordaba al entrar. Sus piernas temblaron al tener que sostenerle de pie y sintió el líquido bajando por sus muslos, se mordió el labio y, con tanto sueño como la noche anterior, arrastró los pies hasta el armario para buscar algo que usar puesto que su pijama había desaparecido mágicamente entre el revoltijo de la madriguera.
Salió de la habitación, percibiendo con claridad el aroma de su alfa por el pasillo y camino pereza al baño para lavar sus dientes. Abrió la puerta sin molestarse en tocar y se encontró con el oso que ya estaba aseando su boca.
—Buenos días —respondió bajando la mirada, pegándose al marco de la puerta.
Otabek enjuago la espuma y dejo de lado su cepillo limpió para acercarse a él.
—Creí que dormirías más —le dijo abrazándolo sin ninguna clase de restricciones, joder, tuvieron sexo diez días sin contemplaciones y ahora no se iba a poner tímido.
—Sentí cuando te levantaste —murmuró acomodándose en su pecho.
— ¿Quieres tomar un baño? —le preguntó con una sonrisa, acariciando sus cabellos, retirándolos un poco de su vista para poder pasar los dedos por la marca aún rojiza.
Asintió y se acomodó mejor cuando sintió que le tomaba en brazos sin ninguna clase de dificultad.
—Casi me arrancas el pedazo —se quejó posando una mano en su nuca.
—No lo haría —beso su frente y le dejo en el suelo momentáneamente para quitarle la sudadera que traía como única prenda.
Sonrió y cerró los ojos, dejándose llevar a la ducha, el agua tibia le hacía sentir mejor y los besos en su cabeza le calmaban cualquier dolor restante.
— ¿Que quieres hacer hoy?
Yuri sintió un extraño cosquilleo en el estómago y de repente su cabeza le grito que al fin tenía lo que tanto había querido. Había que ser sincero, envidio a sus padres por eso mucho tiempo, pero finalmente era suyo.
—Llamaré a mis padres —murmuró sin quejas en cuanto sintió que lavaba su cabello con mucho cuidado—. Seguramente deben pensar que me mataste o algo porque no contestamos sus llamadas.
—Si, probablemente sea buena idea.
El baño fue tranquilo, tan relajante que Yuri casi caía dormido ahí, se dejó secar, lavar los dientes y llevar a la habitación de nueva cuenta, no era un secreto que le gustaba que lo consintieran y que el azabache lo hiciera por él le gustaba.
Tomó otra sudadera del mayor y se la puso para poder ir a buscar algo de su ropa interior al cuarto donde dormía antes, no sin antes alzar el rostro y estirar los labios para besar al alfa de la forma más adorable que podía.
Otabek sonrió y le vio salir, estaba a nada de mandar el experimento al carajo y quedarse con Yuri para siempre.
Halo~
Yo no pude terminarlo ayer xD pero finalmente esta aquí, perdonen es que fui con mi abuela a lo de la comida familiar con sus hijos y tal y pues fui, era un restaurante muy elegante y la comida estaba muy rica pero el puto vestido fue un infierno xD y no me lo pude quitar hasta en la noche porque tenía una cena con unos amigos y era otro lugar elegante (todo mundo tiene dinero menos yo(?))
En fin! Gracias por leer, votar y comentar! Les mando mi lof y smooches sin fin, espero que el Lemon haya quedado...bien xD no se, yo lo siento raro pero es que es raro para mí escribirlo, en fin~
Rave, la crea gatitos rusos en celo(?)
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