Día 176. Calor de verano.
Otabek llegó a la conclusión de que el primer trimestre de embarazo es el más complicado, que una madriguera en el verano es fastidiosa y que dormir en pareja -con un omega embarazado y acalorado- era complicado. La primavera estuvo bien, es decir, tuvieron mucho tiempo para disfrutar del otro y tener sexo tanto como quisieran, luego vino la noticia del cachorro y se sintió orgulloso, pero ahora no sabía de dónde sacaba tanta paciencia para atender a Yuri con todo lo que deseaba y/o necesitaba.
Yuri se la pasaba durmiendo todo el día, cuando despertaba tenía que estar a oscuras y recostado porque incluso la luz del foco le provocaba náuseas. No comía casi nada y había ingeniárselas para hacerle tomar las vitaminas que necesitaba, así que su omega se alimentaba a base de batidos de moras -con endulzante de vitaminas pulverizadas, para que no se diera cuenta que se las tomaba- y el paté de atún que Yuuri llevaba -porque si no era el que preparaba su mamá, le hacía devolver el estómago toda la tarde-.
Esa mañana se levantó como siempre, dispuesto a preparar el batido para Yuri, cuando notó que algo no estaba bien. Se talló los ojos y encontró la cama vacía, estaba fría de hecho. Se estiró y caminó con prisa a la puerta, buscando el aroma de su omega.
Se sorprendió al abrir la puerta y encontrar al menor envuelto en un bata, con el cabello húmedo enredado en una toalla y su rostro cansado regalándole una sonrisa tímida.
—Buenos días, Beka —saludó con sus mejillas levemente sonrojadas.
—Buenos días, ¿qué haces despierto tan temprano?
—Me siento como si no tuviera nada, no tengo nauseas, ni molestias, ni ganas de vomitar —amplió su sonrisa y suspiró—. Aproveché para tomar un baño como debe de ser y me siento como nuevo, me gustaría salir a caminar y comer algo decente...
Su oración se vió interrumpida a la mitad cuando el cuerpo del felino se fue hacia enfrente, cayendo entre los brazos de Beka que le sostuvo antes de que se diera de lleno en el suelo. Le levantó sin dificultad y le recostó en la cama, tenía el rostro tan pálido.
—Beka...
—Tranquilo, estás débil.
—Quiero vomitar —murmuró entre dientes.
—Aquí —le llamó, acercándole el cubo que ahora mantenía cerca de la cama.
Yuri se giró y empinó el rostro en el cubo azul, volviendo lo poco que tenía en el estómago, la toalla cayó en el suelo y todo su cabello fue detenido por Beka para que no cayera en el cubo también. Escuchó sus quejidos al parar y sus jadeos en un intento por regular su respiración.
—Joder —se quejó casi de forma inaudible, enderezando un poco la cabeza.
—No te muevas —le pidió, soltando su cabello para estirarse por el rollo de papel en el mueble junto a la cama—. Menos mal que pudiste tomar un baño sin desfallecer en el intento.
—El cachorro trata de matarme, ¿o qué? —gruñó, dejando que le limpiara el rostro.
—No te enfades con el bebé, Yura, pasará pronto.
Suspiró y se recargó del hombro de su alfa, ronroneando cuando sintió los mimos en su mentón.
—Comienzo a perder la paciencia.
—Ya, es algo a lo que accediste cuando Bella te puso bajo cuidados extremos, piensa que nuestro cachorro te necesita mucho ahora.
Yuri observó a Otabek y le sonrió, a medias, le gustaba cuando le hablaba con voz suave y palabras bonitas como "nuestro cachorro", se sentía querido.
—Más le vale parecerse a mi.
Beka se rió bajo y beso su frente, recostándolo despacio en la cama, luego de dejar el cubo de lado y el papel sucio dentro de este.
—Me gustaría que fuera un beta —murmuró, posando una mano en su vientre.
— ¿Por qué Yura?
—Estará libre de muchas obligaciones y reglas y embarazos —cerró los ojos, evitando la luz de la ventana.
—Creo que realmente no importa lo que sea —acaricio la mejilla de Yuri, suspirando después—, lo vamos a querer igual, ¿no?, es nuestro.
Sonrió levemente y agradeció sus palabras en silencio, manteniéndose en la misma postura para evitar las náuseas, le parecía tonto qué la luz le diera náuseas pero prefería no quejarse más.
Sintió las manos de Beka soltarle y quiso moverse para buscarle pero las nauseas aún estaban presentes, se quedó muy quieto, sin abrir los ojos, le hubiera gustado ponerse una pijama limpia al menos.
— ¿Quieres que te traiga el desayuno?
Escucho a su alfa preguntar desde la puerta y asintió muy despacio, poniendo las manos en su vientre.
— ¿Estás tratando de matarme? —preguntó en voz alta, sintiendo su vientre abultado—. Debes saber que si me matas no podrás nacer.
Se quedó en silencio como esperando una respuesta y quiso reírse de sí mismo, ¿cuando había comenzado a hablarle al cachorro?. En realidad no recordaba pero estaba bastante cómodo con la idea de que su pequeño le pudiera escuchar, se preguntó entonces si su madre biológica alguna vez se sintió así cuando le esperaba, si tendría más hermanos o si sólo lo parió porque tenía que hacerlo.
Soltó un suspiro largo y abrió despacio los ojos, la habitación estaba a oscuras y la madriguera bajo su cuerpo estaba muy cómoda.
—Déjame dormir un poco, bebé... —pidió en voz baja, pasando los dedos por su vientre como una caricia suave.
Esbozó una leve sonrisa, imaginando cómo seria su bebe cuando naciera.
—Yuri —Beka entro a la habitación con una bandeja en las manos—, come un poco antes de dormir.
—Estoy tan cansado...
—Lo sé, pero no puedes dejar de alimentarte, tú y el bebé lo necesitan.
Suspiró y asintió apenas, teniendo que cerrar los ojos de nuevo, todo daba vueltas.
—B-Beka...el cubo...
Otabek se alarmó y dejo la bandeja de lado para jalar el cubo justo a tiempo, Yuri ya no tenía nada en el estómago así que solo era ácido lo que se acumulaba en el cubo.
Después de enjuagar su boca con un poco de agua, se volvió a recostar.
—Si tu hijo me mata, volveré como fantasma para fastidiarte.
Se rió bajo y negó con la cabeza.
—Toma un poco de batido, te asentará el estómago.
Asintió y le vio salir de la habitación.
Se removió incómodo cubriendo su nariz y su boca, el perfume de su padre le provocaba unas nauseas terribles. Su madre le acariciaba el cabello y lo mantenía alejado del otro qué lloriqueaba porque no podía abrazar a su bebé.
—Mamá —le llamó escondiendo el rostro en su cuello—, papá huele feo.
—Yuri, no huelo mal —se quejó, cruzado de brazos.
—Te dije que no te pusieras perfume.
—Seguro lo olvidó.
—Olvida casi todo lo que le digo —el beta negó despacio, siguiéndole la corriente a su hijo, le gustaba el aroma dulce que su hijo tenia ahora.
—Debería buscar ayuda por su Alzheimer.
— ¡No tengo Alzheimer! ¡Ustedes son malos conmigo!
La risita de Yuri le hizo olvidar su enfado y suspiró, poniéndose de pie, deseaba poder abrazar a su hijo y decirle que todo estaba bien -porque su rostro pálido, casi transparente, le provocaba escalofríos- pero siendo la causa de sus náuseas no podía hacer mucho.
—Está bien, papá, sólo no uses perfume la siguiente vez que vengas.
—No lo haré, lo prometo —respondió de inmediato, volviendo a sentirse ofendido.
—Mamá, recuérdaselo, lo olvidara.
Yuuri se rió bajo mientras asentía, sabiendo bien que eso pasaría.
—Ustedes no me quieren.
—Vitya, ¿no venías entusiasmado a ver a Yuri?
—Sí...
—Entonces podrías prepararle la comida, ya sabes lo que le gusta y lo que le hace falta.
Viktor suspiró y asintió, completamente derrotado, al menos algo bueno podría hacer.
Otabek se quedó quieto en el pasillo antes de llegar al salón principal, había tomado un baño y dormido un rato mientras los padres de Yuri estaban con su omega en la sala.
En cuanto había salido del baño, salió dispuesto a segur con la rutina, pero se detuvo cuando pudo escuchar claramente su conversación, no quería interrumpirla porque se escuchaba muy...íntima, familiar, y de alguna manera sentía que él no formaba parte de eso.
Hey y'all!
Hi, hello, how are you?(?(
Perdonen mi tardanza, he teñido problemas de tiempo para terminar los capítulos pero no he dejado de avanzarlos, hoy finalmente puedo subir este cap y red delicious es el fic que sigue en ser actualizado :) gracias por su linda paciencia~
Gracias por leer, votar y comentar!
Lof, smooches y galletitas 🍪
Rave (◡‿◡✿)
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