Gritos
HOLAAAAA CRIATURAS DEL SEÑOR.
USTEDES CREIAN QUE ESTÁBAMOS MUERTAS, PERO EN REALIDAD, ESTAMOS REVIVIENDO.
ESTAMOS VIVAAAAAAAAAAS.
Con un pequeño drabble, quiza nuevas ideas y un collab que se vendra no muy pronto :D
Sin mas que agregar, les dejamos este drabble relativo al quince de septiembre que ya paso, pero como quiera queríamos publicar.
¡Disfruten de la lectura!
GRITO
Un bostezo necesario sacudió todo el cansancio de su cuerpo, el detective deslizó las pantuflas por el suelo, escuchando el sonido de la suela raspar contra el mosaico viejo del departamento, Miguel gruñó molesto de pensar que a esta hora tenía que dormir y su cuerpo en vez de hacer caso, reaccionaba a la primordial necesidad básica. Jamás pensó que esos hábitos nocturnos le saldrian en contra. Gruñó de nuevo por las bajas de su cansancio, se encuentra desvelado, no ha dormido bien, y cuando al fin logró conciliar el sueño, su cuerpo le recuerda que tiene sed.
Asi que motivado por el instinto, Miguel llegó desplazándose al otro lado, abrió su refrigerador y entre los víveres a poco de caducar y las cervezas pegadas en la linde de la puerta sujetó su té. Miguel de nuevo, víctima del agotamiento no reprimió otro involuntario bostezo que se deslizó a base de una lágrima.
Con sed innegable quemándole en la garganta, y los músculos despertándose, Miguel llevo una de sus manos a su barriga, elevando un poco la tela y asomando la piel trigueña.
—Es adorable verlo en su hábitat natural, detective.
Al Rivera un paro cardiaco le vino directo al corazón, Miguel cerró el refrigerador de golpe con cierto odio (y susto). Impulsado, moviéndose por su instinto de supervivencia casi suelta las latas para sujetar una de sus armas de fuego relegadas en el cajón de la cocina. Apuntó a la oscuridad y al ruido proveniente que invadía su casa.
—Hey, no vengo armado si eso es lo que crees, apuntar con un arma sin motivo de flagrancia o sin verse usted en peligro de muerte es causa probable de abuso de autoridad o exceso en sus funciones, detective. —dictaminó Royal ofendido al ver que la punta no había bajado ni siquiera un poco — Le pondré una denuncia con su autoridad.
—Estás invadiendo mi casa, cabrón. Eso un delito suficiente para volarte la cabeza. —amenazó, elevando el cañón sin ceder.
—O sea, sí. Pero no vengo armado. Eso dice mucho de mi.
—Lárgate de mi casa, Royal.
—Me temo que tengo que alegar que si fuera Koemi el que viniera a su casa sin estar armado, no estaría mostrando la misma actitud hostil —se defendió, berrincheando en breve a través del brillo de sus ojos rojizos —. No puede tratar mal a una persona por sus orígenes o su clase social. Eso es discriminación, detective.
Miguel parpadeó confundido y lo miro con cierto enojo. En su cabeza una voz gritándole y punzándole "No bajes el arma". El dedo en el gatillo se afianzó todavía más. Mas se forzó a si mismo a no disparar, recordando sus protocolos de policía y el solo disparar en situación fragancia.
—¿Qué chingados? —preguntó enojado, declinando la cabeza y el pompón del gorro de su pijama, cayó con él en el extremo. Royal se quiso burlar de la imagen, pero se recordó a sí mismo que no era una decisión muy sabia, teniendo en consideración que tenía un arma apuntándole a la cabeza —¿Qué haces en mi casa cabrón?
—Buenas noches detective.
—¿Qué haces en mi casa?
—¿Cómo se encuentra? Espero que bien, escuché por parte de Marco que no iba a venir por el dia de descanso obligatorio.
—¿Me estás ignorando?
—Decido omitir su pregunta. —Respondió tranquilo, tomando asiento en una de las sillas que estaban cerca de la mesa. El Rivera se vio molesto por la confianza que tenía en su departamento —Y discriminarla, así como usted me discrimina con su actitud.
Miguel lo mira de mala gana, la mano le tiembla en el gatillo y tiene una voz punzante diciéndole que debería dispararle para que guarde silencio de una vez. Lo amenazó con la mirada, y Royal en un suspiro accede a darle información, jugueteando en calma con las cosas que había en la mesa. El detective no tenía tan buena limpieza como podía verlo.
—No toques cosas que no son tuyas —Miguel le regañó, arrugando la ceja y mirándole molesto de ver como hacia un desorden con las investigaciones arriba de su mesa.
—¿Siempre es así de aburrido?
—Responde a mi pregunta.
—Le diré si baja el arma —condicionó Royal. —No planeo hacer nada, si hubiera querido hacerlo ya estaría muerto por la poca seguridad que posee en su casa.
Aunque le doliera admitirlo, Royal tenia una porción de la razón. Sin embargo Miguel se resguardó en su orgullo, y decidió de nuevo prescindir de la punzante necesidad que tenía de reventarlo a balazos.
El detective lo consideró, sopesando las ventajas y desventajas, y a pesar de que tenía a Mamá Imelda ordenándole que no bajara la guardia, la voz de Héctor se hacía cada vez más fuerte, diciendo que todo iba a estar bien, asi que a regañadientes, Miguel decidió volver a bajar el arma. Royal al ver que acató sus órdenes, sin tanta premura, ni dificultad, soltó una risa.
—En ese mismo instante yo hubiera disparado
si estuviera en otra circunstancia y no se tratara de Miguel Rivera, por supuesto.
Sin embargo ocultó un poco ese comentario a través de su tono malicioso
—Es demasiado ingenuo. No debería confiar mucho en la gente. —Dijo, regresando su vista a su entretenido informe de los acontecimientos de hace una semana, le asombraba el detalle que Miguel ponía en cada informe suyo. Tenía que felicitarlo por la información que habitaba dentro de la bitácora. —Si yo no fuera fiel a mis promesas matarlo sería sencillo.
—Se le llama confianza, Royal.
—¿Me estas diciendo que confía en mí?
—Sí.
Royal no supo cómo burlarse de él, eso comentario lo tomo desprevenido, inesperado, pero decidió no mostrar debilidad, regresó de nuevo su actividad de antaño a los entretenidos expedientes de su identidad.
—Sé en dónde vive.
El Rivera guardó silencio, esperando a que continúe.
—Detective yo se muchas cosas de usted, le sorprendería la cantidad de información que traspasa y a la que tengo acceso. —masculló, hojeando la carpeta con su nombre de forma desinteresada.
—No se si asustarme o arrestarte ahora mismo.
Royal elevó su vista de las hojas añejas, le dió una barrida a su cuerpo y sonrió con un toque de picardía. Miguel se sintió desnudo con esos ojos encima, observándole. La mirada de Royal era muy áspera y "ruidosa", capaz de expresarse sin necesidad de palabras. Al Rivera le atraía, era lamentable y desgastada.
—Con esa atemorizante pijama de estrellas yo también rogaría piedad.
Miguel respondió a su burla apretando entre sus manos la olvidada lata de té que es el motivo de esta diurna conversación. Se quedó haciendo una línea severa con su boca, al final con la bebida a medio tomar, espera que esta somnolienta plática prosiga.
—¿Qué haces aquí?
—Hacerle compañía, después de todo es su dia libre en la oficina—respondió. Miguel relegó un poco, acercándose a la mesa en donde estaba, Royal se acomodó mejor dejando el aburrido expediente sobre el inmueble —Debo admitir que su pijama se ve adorable.
—Era la única que tenía disponible las demás están en la lavandería —se defendió cruzando los brazos, mirando ahora como tomaba otra carpeta entre sus manos. Miguel tenía la tentación de darle un manotazo para que dejara de curiosear y poder recuperarlos.
—Le creo cada palabra, estrellita.
—En realidad no lo haces.
—No, no lo hago.
Royal elevó una pierna a la altura de la otra, las cruzó con elegancia, y en una búsqueda infructuosa de saciar su aburrimiento, comenzó a apreciar las banalidades del techo nuevo, notando que tenía una nueva capa de pintura blanca. Tenía que admitir, que le parecía interesante donde tomaba el rumbo los ingresos de Miguel. Recargó su cabeza en el respaldo amueblado, colocó sus zapatos caros (cortesía de el mismo) en la linde del mueble, y con una paciencia tortuosa comenzó a levantarse y acercarse haciendo un vaivén que desesperó al único ser vivo que coexistia junto a él en la habitación.
—Deja de hacer eso. Pareces un niño
Alguien lo reprendió, una voz conocida para él que lo hizo rodar los ojos.
—Detective comienzo a cuestionarme de su capacidad para encontrar entretenimiento. —Royal volvió a impulsarse con la silla arrastrandola en el suelo, realizando una maniobra que hizo a Miguel arrugar la nariz por su infantil comportamiento — ¿Siquiera sabe el significado de la palabra diversión?
—Sé que no tiene nada que ver con la suplementación falsa de identidad y el tráfico ilegal de la información.
—Su definición y la mía están a kilómetros de distancia de ser parecidas.
—Se le llama Disciplina, Royal. Algo de lo que tu careces.
—Bueno, ya vi porque Koemi lo rechazó. —contestó, Miguel se vio en la necesidad de inhalar aire, llamando toda la paciencia que su abuelo Héctor pudiera regalarle —En vez de capitán Rivera, deberia ser capitán aburrido.
Miguel estaba a punto de alegar que eso no era cierto, y que él había sido el que lo rechazó, pero, decidió mejor darle por su lado. Regresó su vista a sus expedientes, Royal gruñó en vista de ser ignorado y volvió a su entretenimiento principal, darse impuso con su propio pie.
—¿No puede estar quieto por un segundo?
—Hay malos hábitos que no puedo dejar detective —finalizado aquello, retomó su actividad anterior, el sonido de la silla golpeando contra la pared y el mueble siendo malbaratada por la pieza del zapato sacaron a Miguel de su incontrolable y casi militar calma.
Miguel se levantó de golpe, buscando en el cajón más cercano y hurgando entre sus cosas hasta lanzarle a Royal una cuchara, que debido a unos buenos reflejos fue fácil para el atrapar. El mafioso la analizó con paciencia, y luego miró al mexicano preguntándole por qué demonios acababa de mandarle un utensilio de la cocina.
—Ten, entretente con esto.
—No soy un niño.
—Entretente con esto hasta que termine mi trabajo.
Royal por segundos quiso burlarse, pero decidió prestar atención de nuevo al objeto entre sus manos y con una paciencia casi infinita, empezó a girarlo tranquilamente entre los límites de sus dedos. De pronto, entre los murmullos ajenos al inalcanzable y relajado sonido de las hojas de papel volviendo a su lugar, un sonido reclamó su atención de inmediato, el detective Rivera había maldecido en voz baja.
—Es muy ordenado.
—Agarras ciertos hábitos una vez que vives bajo la tutela de dos militares.
Por segundos el azabache pensó que ya era suficiente, si seguía ahogado en ese tipo de estrés moriría antes de que él pudiera probar de su carne.
—Estoy aburrido —comentó todavía malbaratando el mueble con la suela de su zapato, volviendo accionar en el Rivera el rechinar de sus dientes al ver la inobservancia de Royal a su pedido — ¿Por qué estamos trabajando cuando todos están descansando? ¿Por qué no empleamos nuestro tiempo libre en utilizarlo en algo más saludable?
—Porque necesito limpiar el desastre de papeles que tú dejaste.
—Le recomiendo buscar otro tipo de pasatiempo para lidiar con el estrés que el trabajo le ocasiona —señaló , elevando los hombros y bajando suavemente —A mi me funciona muy bien.
—¿Engañar policías y asesinar a personas por diversión lo cuentas como un pasatiempo? —Miguel habló, saboreando el veneno y el sarcasmo asomándose en el — Tu definición y mi definición de pasatiempo estan a kilometros de distancia.
—Me siento halagado de ver que utiliza mis mismas frases, detective.
El policia rodó los ojos.
—Nunca dije que mis actividades estuvieran estipulando dentro de lo correcto, solo dije que a mi me funcionaban bien. —continuó Royal ante el silencio.
Miguel bufó en respuesta, ahora manteniéndose firme ante la lógica de Royal.
—No se supone que al ser descanso debería ser obligatorio incluso para usted, quedarse atado a la cama sin moverse —Royal tuvo que omitir la delicia y el escalofrío que vino a recorrerle por esa imagen mental. Reprimió el impulso y prosiguió —, ¿Cómo se celebran los asuetos en su país?
—¿Por qué te lo diría?
—Por simple curiosidad —los ojos de Royal brillaron —Quiero saber mas de tí, hasta la más mínima información me serviría —Miguel tuvo la cautela de querer regresar al lugar donde había dejado su pistola, pero se dijo a sí mismo que debía relajarse.
Royal estaba como un civil y sin estar armado. Era imposible que hiciera algún movimiento, eso quiso pensar.
—Pues es como en cualquier lugar, nos reunimos en el centro de la ciudad, y entre un montón de gente damos el grito junto al presidente o el gobernador del estado, se come, se hace relajo, y se emborracha.
—¿El grito? —-Royal bajó la guardia, Miguel lo notó porque el lustre malicioso que dominaba había desaparecido por uno de curiosidad genuina, Miguel pensó que no era el mismo de hace unos momentos. —¿Por qué gritan?
—Para darle patria a nuestros héroes.
—¿O sea que para celebrar la independencia un montón de gente se reúne en el centro de la ciudad y comienzan a gritar? —Miguel detectó la burla entre sus palabras, la cual, se vió en la tarea de ignorar.
—Sí.
—¿Y comen algo mexicano?
—Correcto.
—Gritan y engordan.
—También nos emborrachamos.
—Gritan, engordan y se emborrachan. ¿Y cuando es ese dìa?
—El quince de septiembre.
—No falta mucho para eso —en respuesta a Royal, Miguel asintió con suavidad. —¿Y va a celebrar el quince de septiembre que viene, detective? —pregunto Royal, pequeña curiosidad y vena formándose con el. Miguel pensó que estaba lidiando con un niño que tenía que hacer su tarea.
—No tendría sentido —aclaró Miguel —No estoy en mi ciudad, estoy en San Fransokyo.
Royal guardó silencio, analizandolo bajo la premura de esos ojos rojizos y tranquilos. Esbozó una sonrisa, y se acomodó mejor en el escritorio, los gestos que imita son torpes, resbalan en la inocencia e inclina la cabeza.
Miguel vuelve a sentir dentro esa incomodidad, porque la imagen mental es tan tierna que al detective le cuesta diferenciar entre Royal y Koemi. Sabe que Royal está actuando así para verlo bajar la guardia.
Y se detesta porque está funcionando muy bien.
—Detective —comenzó. Él tragó saliva y se obligó a sí mismo a negar la imagen mental que habitaba y recordarse que era un criminal y uno de los más buscados, sólo prestó atención a lo que decía —En vista de estos acontecimientos y de que está imposibilitado de seguir con la tradiciones que dictan los días de su cultura. Yo, lo invito formalmente a dar el grito este quince de septiembre en su cama.
Miguel arqueó la ceja.
—Lo invito a que me ayude a dar el grito en la cama—Royal le guiñó el ojo, Miguel enfureció y su rostro se desfiguró en una mueca de desagrado que le hacía honor a la "cara de sapo" con la que Royal lo denominaba —¿Qué dice?
Miguel apretó la lata de té entre sus manos, en consecuencia el agua se elevó y se dispersó por el orificio, empapando su mano de azúcar y saborizantes.
—Vete a la verga.
Nota final.
Ustedes se preguntaran que pedo con esta serie de drabbles, ¿afectan a la historia? ¿Como vergas funciona? Pues en realidad estos son anexos y pequeños escenarios que Ure y yo tenemos planeado para la historia, pero como la historia avanza cada muerte del papa. Decidimos crear este expediente en donde desahogamos todas las ideas randoms que se nos pueden venir del convivir de estos dos.
A veces habrán spoilers, otros simplemente son ideas al azar.
ASI QUE NO, NO ESTA AL 100% conectado con la historia original de Archivo Royal, veanlo como escenas extras (?
La verdad estamos emocionadas, y nos gusto la idea de combinar el quince de septiembre con nuestro bello bebe, el año pasado fue Fanboy hoy le toco a Royal salir con pendejadas y media.
Dudas, aclaraciones, cualquier cosa de estos drabbles pueden preguntar aqui y con gusto responderemos :D
Realmente espero que les haya gustado esta pequeña comedia,
Y sin mas, les dejo el Fanart hecho por mi esposa para el capitulo de hoy :3
!Les mando un amoroso osculo en su hermosa retaguardia!
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