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XXXVI. Explosiones


Hazz Soreil
Colonia 22

Si Hazz utilizaba un vestido corto no era ninguna coincidencia. Por supuesto, le gustaba mostrar lo que sabía que tenía, pero no era el principal punto para ordenarle a Priss que su vestido fuese de una altura menor a la promedio. Ella sabía que alguien se presentaría a esa fiesta, no sabía con exactitud si serían los Nadie o la Condena, pero alguien definitivamente lo haría. Así que en caso de tener que salvarse a golpes, una falda larga no sería de mucha ayuda al momento de patear. En cambio, con aquel vestido corto, sin importar si se le vieran las bragas o no, tenía mayor certeza de salir con vida.

—¡Geest! —chilló Hazz sin preocuparse que escucharan el verdadero nombre de Eliott. —Plan Belrie, segunda fase.

El Plan Belrie consistía, básicamente, en proteger a la mencionada. La primera fase era para detenerla de hacer alguna estupidez que arriesgara su vida. La segunda trataba de salvarla. Hazz no había encontrado otra solución a la decodificación del códice, la única que podía hacerlo era Renee, así que ella dependía de ellos tanto como ellos de Renee.

Eliott y Renee corrían detrás de Hazz a través del vestíbulo donde había comenzado el caos. Después de escuchar la explosión, el primer instinto de Hazz fue salir de la mansión. Desafortunadamente las salidas más cercanas estaban en la cocina y por donde habían entrado originalmente. La cocina había quedado descartada porque también explotó, lo cual significaba que había alguien ahí que no quería dejar escapatoria.

—Nos estarán esperando —gritó Hazz nuevamente para escucharse sobre las voces alteradas del resto de las personas que aún estaban por ahí—. La salida que tomaremos será la más obvia, por lo que tendremos que ingeniar una manera de que no nos maten. —Hazz esquivaba las llamas mientras hablaba. El vestíbulo no estaba tan destruido como hubiese creído, sin embargo, el daño era suficiente para sudar mientras lo cruzaban. —Belrie, ya tienes un arma y un prendedor. En caso de que pierdas el arma, defiéndete con lo que tengas a la mano. Si comienzas a sangrar... entonces significará que sigues viva, y si sigues viva es porque puedes seguir peleando. ¿Entiendes?

Renee no respondió, Eliott no le dio oportunidad.

—¿Dónde está Kybett? —inquirió él con la voz agitada por el movimiento. Al estar corriendo en medio de un lugar en llamas el oxígeno escaseaba.

—La última vez que la vi estaba con Aprell hablando con un hombre de la Colonia Seis acerca de política. —Hazz tosió, el humo ya estaba comenzando a hacerle efecto en sus pulmones. —Nadie ha activado su prendedor, así que están bien.

Terminando de subir lo que parecían las escaleras del infierno, continuaron hasta llegar a la entrada. Hazz tenía sus armas listas para disparar ante cualquier provocación, pero nadie afuera parecía prestarles atención. Había una unidad de médicos vestidos con el color característico de la Colonia Veintidós atendiendo a todo aquel que salía del establecimiento. Entre ellos se encontraba Wivenn, quien solo portaba una chaqueta cian para ser reconocido como médico, el resto de su vestimenta era la misma con la que había asistido a la fiesta.

—¿Están bien? —Wivenn los reconoció al instante en el que salieron de la mansión. Comenzó a revisar las heridas que Renee había sufrido mientras escapaban.

—Wivenn, estamos bien —gruñó Hazz al sentir que Wivenn revisaba la herida de su brazo. —¿Sabes qué ocurrió? ¿Dónde están los demás?

Eliott no tenía tantos rasguños como Renee. Algunos se debían al día en que cubrió a Renee de la explosión en la Aurora y otros por quemaduras del incendio del que salieron. Nada grave para ninguno de los tres.

—Priss estaba conmigo cuando explotó. Aún no se sabe la causa. Los bomberos apenas vienen en camino —explicó Wivenn al asegurarse de que las heridas que tenían no era nada grave.

—¿Y Kybett? ¿Dónde está Kybett, Teigh? —Eliott preguntó casi como una amenaza.

—Ella está bien, Aprell igual —añadió al ver las intenciones de Hazz por preguntar—. Tienen heridas superficiales como las de ustedes. Todos estamos bien.

Hazz frunció el ceño, mirando a su alrededor. Las explosiones no habían sido al azar, por el patrón del fuego y por el sonido que habían causado, Hazz podía deducir fácilmente que habían sido tres: una en la cocina, otra en el vestíbulo y otra en la entrada principal. Si hubiera sido tan solo en la cocina, habría sido lógico que fuese un accidente provocado por alguna fuga. No obstante, los rastros dejaban un camino bastante claro hacia la única salida viable.

Fue cuando Hazz entendió que habían caído en la trampa.

En un intento por adivinar la razón por la que habían reunido a todos ahí, comenzó a observar a las personas siendo atendidas. Los médicos corrían de un lado a otro intentando cumplir las necesidades de los que fueron heridos. Había personas de pie a un lado de las ambulancias, algunas grabando lo sucedido y otras hablando por sus relojes o teléfonos celulares. Incluso habían instalado un par de carpas de atención médica. Todo parecía normal. Hazz no logró comprender por qué sospechaba que eso era una trampa si nadie actuaba extraño.

—¡Su atención, por favor!

Hazz dirigió su mirada hacia el origen de la voz. Sentía que la conocía de algún lado.

—Mi nombre es Cvijett Smirak, Segunda al mando de la Condena. —Oh, esa maldita. —Es un placer estar con ustedes esta noche. Todos lucen elegantes, aunque algo... chamuscados.

—Eliott —llamó Hazz en un susurro, dejando de prestar atención Cvijett—. Es la Condena, otra vez. Neffan sabía que Renee ya tenía avances, así que irán tras ella en cuanto tengan la oportunidad.

Hazz desvió la mirada tan solo para ver el rostro aterrorizado de Renee. Ver a Cvijett no debía traerle buenos recuerdos, pero Hazz no podía hacer nada por ella, eso era problema de Renee. Hazz se encargaría de mantenerla con vida, hasta ahí llegaba su trabajo.

Wivenn al ver la expresión de Renee, quien no apartaba la vista de Cvijett, la tomó de la mano en un gesto de consuelo. A Hazz le dio lástima.

—Recuerden que la fase dos del Plan Belrie es protegerla a toda costa —susurró nuevamente Hazz—. Ella es la única que parece saber qué carajo significan los dibujitos. Primero morirán ustedes antes de que Renee lo haga, ¿queda claro?

Eliott y Wivenn asintieron. Hazz regresó su atención a Cvijett, preguntándose dónde estaría la otra mitad de su equipo.

—... inofensivas. Mis compañeros de la Condena están rodeándolos, pero no dispararán a menos que yo dé la orden. No hay necesidad de derramar sangre inocente, amigos. —Cvijett sonreía. Ella se encontraba sobre el techo de una ambulancia muchos metros de distancia de Hazz. —Diré los nombres de las siete personas a las que busco y si no vienen conmigo, entonces dispararemos: Aprell Mocreil, Eliott Geest, Hazz Soreil, uf, cuánta joven élite hay por aquí, Kybett Rweest, Priss Allend, Renee Belrie y Wivenn Teigh. Vengan, no sean cobardes.

Hazz le ordenó a Eliott, Renee y Wivenn que se escondieran detrás de la carpa más cercana. Cuando se aseguró que nadie pudiera verlos, comenzó a gritar en respuesta a Cvijett:

—¿Cobardes? —Escondió su arma en su espalda. Pronto todas las cabezas giraron hacia ella con expresiones similares a la de Renee. —¡Cobarde es amenazar a docenas de personas inocentes tan solo para atrapar a siete! ¿En serio ya te sientes tan vieja, Cvijett, que piensas que nosotros, un puñado de jóvenes, somos una amenaza para ti? —Hazz avanzaba entre la gente para acercarse a la ambulancia donde se encontraba Cvijett. —Nadie había amenazado a tantas personas tan solo para tener mi atención. ¡Me siento halagada!

Cvijett dejó ver una ligera mueca de irritación. Hazz se sintió orgullosa porque aún sabía cómo molestarla, incluso después de tanto tiempo sin verla.

Cvijett bajó de la ambulancia dando una limpia voltereta. Caminó hasta estar a un metro de distancia de Hazz. Tenía una sonrisa divertida pintada en su rostro. A decir verdad, Hazz también estaba disfrutando la atención.

—¿Dónde están tus amigos? —cuestionó Cvijett mirando a su alrededor.

—¿Por qué? ¿Celosa? —Hazz se permitió el lujo de sonreír. —Nunca tuviste muchos amigos cuando éramos niñas, Cvijett.

—Suelta el arma que tienes a tus espaldas y dime dónde encontrar a los otros seis.

—¿Arma? —Hazz fingió exagerada confusión mientras metía su arma por la parte superior del vestido. Tampoco era coincidencia que estuviese ajustado: hacía la presión perfecta para que el disparador no se deslizara hacia abajo. Alzó las manos vacías. —Me parece una falta de respeto que me tomes como una persona agresiva. ¿Qué sigue? ¿Qué digas que soy hija de, no sé, el líder de la Condena? ¿No sonaría algo falso?

Hazz notó que Cvijett perdió la paciencia.

—Disparen —ordenó Cvijett.

Hazz ni siquiera tuvo tiempo de actuar. Los láseres comenzaron a cruzar por todo el lugar. Las personas gritaban y corrían mientras intentaban cubrirse.

—¡Alto! —rugió una nueva voz. Hazz dirigió la mirada a donde provenía. Era Eonné, estaba sobre el borde del hierro que sostenía una linterna para alumbrar, sobresaliendo de una columna de la mansión. Disparó a varios miembros de la Condena hasta que consiguió que se detuvieran. —Yo sé quiénes son y sé dónde están.

Hazz la maldijo. No debieron haberla dejado escapar. Desde el lugar donde se encontraba Eonné por supuesto que podía ver dónde se escondía Renee, así que no mentía al decir que sabía dónde se encontraban.

Mientras Hazz intentaba formular un nuevo plan además de distraer a Cvijett, Eonné bajó y corrió hasta posicionarse a un lado de Hazz. Ella quiso dispararle, pero sabía que tan solo delataría que llevaba un arma.

—No más disparos, ¿sí? —Eonné tiró su arma, mirando directamente a los ojos de Cvijett. —Son personas inocentes que tan solo venían a hacer una contribución para una buena causa.

—¿Dónde están? —Cvijett se mantuvo fría. Ya no tenía el mismo humor con el que Hazz la había encontrado en la Residencia. Al parecer tenía prisa.

Hazz se preguntó qué tipo de amenaza había recibido Cvijett por parte de su padre. Conswell no era de corazón blando, aún si se trataba de su hija. O hijas. A Hazz nunca le había enorgullecido admitir que no era la única hija de Conswell.

—Bueno, claramente aquí está una. —Eonné rio y colocó una mano en la espalda baja de Hazz para empujarla levemente. Hazz estuvo a microsegundos de golpearla hasta que sintió algo. Colocó su mano detrás de sí mientras Eonné seguía hablando. —La chica, hum, ¿cómo se llama? ¿Kybett? Está por allá, detrás de esa ambulancia. —Eonné señaló la ambulancia que se encontraba al otro lado de la calle, la más lejana.

Dos mujeres con chaquetas de cuero salieron corriendo hacia allá. Hazz disimuladamente regresó su mano al frente, colocándola en su vientre para cubrir lo que Eonné le había entregado. Mientras Cvijett parecía distraída revisando que Kybett efectivamente estuviera detrás de la ambulancia, Hazz lanzó una mirada fugaz a su mano: una nota.

—¿El resto? —Cvijett regresó su mirada a Eonné en cuanto atraparon a Kybett.

Hazz se mantuvo en silencio. Necesitaba solo un segundo más para ver qué decía la nota.

—Hay uno castaño, ¿ese es Aprell? —dudó Eonné.

—Eso no importa.

—Qué más da. Él está adentro de la carpa de urgencias —informó Eonné con indiferencia.

Al momento que Cvijett le dio la espalda a Hazz para ordenar a otros tres de los suyos que fueran a la carpa, ella rápidamente leyó la nota:

"¿Mencioné que tiene armas?"

C O R R E

Hazz no la comprendió hasta que Eonné habló de nuevo:

—Uy, ¿mencioné que tiene armas?

La carpa donde supuestamente se encontraba Aprell explotó en llamas. Hazz comprendió enseguida lo que tenía que hacer.

Mientras Cvijett se ocupaba de ordenarles a todos que se alejaran de la carpa y encontraran algo para apagar el fuego, Hazz corrió hacia Kybett, quien estaba siendo escoltada por las dos mujeres de la Condena. En cuanto Kybett notó a Hazz, comenzó a golpear para liberarse. Hazz le ayudó a tiempo para noquearlas —o matar, Hazz no identificaba si ellas estaban respirando o no— y nuevamente salir corriendo.

—¿Y Aprell? —gritó Hazz sobre el ruido provocado por nuevas explosiones a lo largo de las carpas y ambulancias. Corrieron hasta llegar a donde Eliott, Wivenn y Renee estaban escondidos.

—Está bien, él está esperándonos al final de la calle junto con Priss —respondió Kybett—. Necesitamos irnos de aquí ahora. Hay explosivos en todos lados. Apenas nos está dando el tiempo suficiente para salir con vida.

Hazz no entendía del todo la situación, pero sabía que Eonné había planeado eso. Quizás ella ya sabía de antemano que la Condena iba a llegar a la fiesta. Eonné los estaba ayudando a pesar de no confiar en ellos. Hazz tendría que preguntarle la razón.

Antes de comenzar a correr nuevamente, Eliott se aseguró de que nadie les estuviera prestando atención. Todos se encontraban ocupados escapando de las explosiones y disparando a los agentes que aún les hacían frente. Hazz divisó a Cvijett apuntando con su arma a Eonné mientras esta hacía lo mismo con Cvijett. Ambas parecían tener un diálogo para nada pacífico, del cual era seguro que solo sobreviviría una. Hazz tenía la certeza de que Cvijett no era el tipo de mujer que dejaba cabos sin atar. Habían entrenado juntas, después de todo.

Mientras corrían, Renee insistió varias veces en regresar a ayudar a Eonné, pero Hazz se rehusó. Aunque prácticamente esa mujer les había salvado la vida, los intereses de Hazz iban primero y entre ellos se encontraban salir de ahí y con Renee en una sola pieza. Eonné debió haber sabido lo a lo que se enfrentaría si decidía protegerlos. Hazz no distinguía si lo que había hecho Eonné era un acto noble o estúpido.

—¿Dónde está Eonné? —preguntó Priss tan pronto llegaron con ella.

La entrada de la mansión ya quedaba a varios metros de distancia, no obstante, había que poner muchos más para asegurarse de no ser atrapados.

—Se supone que vendría con ustedes, ¿dónde está? —insistió Priss. Era la primera vez que Hazz escuchaba a Priss tan demandante.

—No va a sobrevivir —habló Hazz antes que el resto—. La vi enfrentándose con Cvijett Smirak. Conozco a esa mujer. Cvijett no es tan dulce como se ve y te aseguro que matará a Eonné. Así que andando. No hay tiempo que perder.

Antes de que Priss pudiera replicar, Hazz echó a correr nuevamente.

Se alejaron algunas calles hasta que las explosiones dejaron de escucharse por la distancia. Hazz no podía dejar de pensar en lo que Eonné había hecho por ellos. Ella se había mostrado como alguien que no confiaba en extraños, Hazz no sabía qué había cambiado para que Eonné diera su vida por la de ellos.

—Estamos muy lejos de la nave —indicó Kybett entre jadeos en cuanto se detuvieron a descansar. Era extraño que ella se cansara y Eliott no, ambos tenían prácticamente el mismo rendimiento. Hazz lo ignoró. —Ahora mismo no podemos ir por ella, seguro nos atraparían en el camino. Aunque tampoco tenemos a dónde ir.

Hazz negó con la cabeza. Señaló a Renee.

—Espía, tienes la dirección de Siura, ¿no es así?

Renee estaba recobrando el aire con inhalaciones exageradas, recargando una mano sobre sus rodillas y con la otra sosteniendo sus tacones. Kybett, Hazz y Wivenn llevaban tacones puestos, algunos más altos que los de Renee, pero ninguno se los había quitado en el transcurso. Se notaba la diferencia de estilos de vida.

—La tengo —murmuró Renee con la voz ronca—. O algo así. Son coordenadas. Palabras. —Renee tosió.

—Las coordenadas no son palabras —negó Kybett—. Son números.

—Lo sé. —Renee tosió varias veces por su garganta reseca. Eliott le dio unas palmadas en el hombro, aunque no había mucho por hacer, tan solo esperar a que se calmara. —Palabras en francés, Eonné no dejaba de decirlas mientras Hazz la interrogaba. Ella no iba a dejar que cualquiera pudiera comprender las coordenadas de Siura, así que lo transformó a palabras para hacer pensar a los demás que eran cosas sin sentido. Era bastante inteligente.

—Es —corrigió Priss, tenía los brazos cruzados en el pecho, como si intentara protegerse de algo—. No era. Eonné aún es.

—Priss... —Aprell acarició la espalda de la rubia, para después abrazarla.

Priss se veía realmente afectada por lo de Eonné. Hazz luego se encargaría de eso y de preguntar cómo habían salido de ahí con vida. Había asuntos más urgentes al momento.

—¿Y tú sabes las coordenadas? —preguntó Kybett después de que Aprell les indicara que siguieran.

Renee asintió y comenzó a dictarle los números a Kybett, quien los ingresó a un reloj inteligente que había armado cuando estaban en la nave. Era lo que menos material necesitaba, a diferencia de los anteojos o diademas inteligentes.

—Esto es demasiada suerte. —Kybett se sorprendió cuando se visibilizó el mapa en su muñeca. Había un punto amarillo y uno blanco muy cerca del otro. —Llegaremos en cinco minutos caminando.

Hazz negó.

—Nada de caminar. Cvijett ya nos encontró dos veces, si lo hace una tercera vez entonces ya no tendremos escapatoria. Correremos de nuevo hasta llegar a esa dirección —ordenó Hazz.

Se escuchó una protesta por parte de Renee, pero el resto asintió. Nadie contradecía a Hazz, menos en momentos de crisis. Ella podía tener un corazón helado, sin embargo, sabía lo que se tenía que hacer.





N/A

¿Listos para conocer a Siura? Se vienen confesiones interesantes :o

¿Por qué creen que a Priss le afectó tanto Eonné? ¿De dónde se conocerán?



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