XXVI. Búsqueda
Hazz Soreil
Sede de La Aurora
Hazz sabía la razón por la que estaba furiosa con la vida. Lo tenía claro consigo misma. Justo por eso se había aislado de los demás. No era como que fuese alguien muy social de cualquier manera, sin embargo, sabía que los demás comprendían que estaba molesta.
Durante los últimos días todo lo que había hecho era dormir, comer, limpiar su herida y entrenar. Además de evadir cualquier contacto posible con Aprell. Los celos no eran una emoción que Hazz sentía a menudo y no sería buena idea experimentar con ellos ahora. Tenía cosas más importantes que hacer.
Para mantenerse ocupada, le había dicho a Bemmy, la madre de Neffan, que le prestara una computadora. Renee ya había adelantado bastante con el libro, así que Hazz también debía ponerse manos a la obra con muchos asuntos.
La computadora que obtuvo no era ni de cerca a las que estaba costumbrada. Tuvo que esforzarse mucho para acostumbrarse al sistema. Era bastante antigua, pero al menos funcionaba.
Lo primero que hizo fue entrar al sistema de la Aurora. Un trabajo como ese generalmente se lo habría dejado a Kybett, no obstante, lo que Hazz quería hacer era algo más personal. Hackear una organización completa podía hacer que los atrapasen, y Hazz no estaba dispuesta a correr riesgos... a excepción de ese. Ese era un riesgo necesario.
Organizaciones como la Aurora debían tener registros de todas las personas que habían formado parte. Hazz conocía específicamente a dos personas que podían ayudar con el proceso de investigación de Renee e incluso podrían saber la ubicación exacta de la cura. Desafortunadamente, una de esas personas había muerto tres años atrás y la que seguía viva era muy buena escondiéndose. Además, la segunda persona, era a quien Hazz odiaba más. Ambas tenían larga historia relacionada con el corazón de un hombre que ambas amaban.
Sin dejar de teclear, Hazz recordaba todo el desastre que Istenia, la persona que más despreciaba, había provocado en su vida. Si debía culpar a alguien sobre su constante rechazo a la gente y nula expresión de emociones, definitivamente sería a Istenia y a... él. Le dolía tanto pensar al hombre que ni siquiera podía formular su nombre.
A Hazz le tomó más de una hora poder encontrar el nombre de Istenia en los registros. Había cerca de ochenta mujeres con ese nombre, pero solo una tenía el apellido que Hazz recordaba.
Al entrar a la carpeta, solo encontró los datos generales que ella ya conocía. Vaya fracaso. Lo único nuevo que vio en su expediente fue a la persona que se asignaba en caso de contacto de emergencia: Siura Pevyreil. Hazz no conocía a ninguna Siura. La buscó en el sistema, pero al parecer la tal Siura no había sido de la Aurora, así que no había rastro de ella. Un callejón sin salida.
Con un gruñido de frustración, Hazz golpeó la mesa con su puño.
Si estuviera en la Residencia, con un equipo de última generación y con sus códigos de decodificación binaria, no se encontraría en tal situación. Casi tres años atrás ya había encontrado a Istenia en la Colonia Veintiocho, aunque Hazz tenía la certeza de que no estaría ahí de nuevo. Le tomó bastante tiempo saber su ubicación en ese entonces, y no sabía qué tantas posibilidades tenía de hacerlo al momento.
Entre maldiciones a Istenia, Hazz decidió ocupar la computadora para buscar a alguien más que también había provocado mucho alboroto en su pasado y que parecía ser un asunto más urgente. Solo que esa vez, no era una mujer.
Le tomó mucho más tiempo encontrar algo sobre él ya que no había formado parte de la Aurora y, a pesar de ser conocido, cuidaba muy bien su rastro. Si le añadía lo lenta que podía ser la computadora, buscar a Conswell Az era todo un reto.
Aún con todas esas cosas en su contra, Hazz tenía una a favor: ella sabía el nombre completo de Conswell. La razón por la que casi nadie tenía ese dato era que todo apellido delataba el lugar de donde provenían las personas y Conswell no se quería dar a conocer más de lo que debía. Las terminaciones significaban el número de colonia al que pertenecieron durante su infancia. Y, así como el apellido de Hazz, Aprell y muchos otros millones de habitantes de la Colonia Tres, el de Conswell terminaba en "-reil".
Un apellido podía revelar prácticamente el pasado de una persona, por ello Conswell era conocido solamente como Conswell Az, y no como Conswell Azreil. Si exponía su apellido completo, exponía a muchas personas y lugares relacionados a él. Hazz sabía su nombre completo ya que ambos formaban parte del pasado del otro, así de sencillo. No estaba orgullosa de ello, pero qué más daba. La vida de Hazz siempre había sido más complicada de lo que mostraba al resto de las personas durante anuncios informativos en las colonias.
A pesar de esa pequeña ventaja sobre el apellido, el tiempo no estaba siendo favorable para Hazz. Las estrellas ya habían caído, lo que significaba que Hazz había desperdiciado todo el día investigando dos personas que no habían hecho más que arruinar su vida. Lo peor de todo era que ambos casos la habían dejado en el mismo punto donde había comenzado: sabiendo lo que ya sabía.
Salió hacia la cafetería para ver si su frustración se aligeraba. La comida de la Aurora no era la mejor, pero al menos era comida. Necesitaba despejar su mente para hallar nuevas formas de infiltrarse en la red para ver lo que podía encontrar sobre Conswell o Istenia. Eso era lo mejor de la época del año 2399: todo se encontraba en la web, solo había que saber cómo y dónde buscar.
En el camino hacia la cafetería, se encontró con Eliott. Pensaba pasarlo de largo, como lo había hecho toda la semana anterior, no obstante, él habló.
—No luces muy bien —saludó Eliott.
Hazz le dio la mirada más fría que pudo haberle dirigido a alguien. Ya sabía que lucía fatal. Estar molesta con la vida y saber que sobre sus hombros recaía el peso de salvar al mundo no era muy buena combinación para su belleza natural. El estrés se marcaba en las ojeras, la molestia se notaba en las heridas que ella misma se había provocado al entrenar, la frustración se veía en la palidez de su piel y el agotamiento era todo lo que reflejaba su cuerpo.
Era como si sus emociones estuvieran consumiéndola desde el día que la nave se estrelló. Justo esa era la razón por la que nunca dejaba salir sus sentimientos. Una vez que salían era extremadamente difícil hacerlos regresar a su encarcelamiento.
—Gracias. No lo sabía. Es que no hay espejos en mi habitación —respondió Hazz con tal monotonía que no podía ser otra cosa más que sarcasmo.
Hazz estuvo por añadir que él también lucía fatal... pero no era así. Lucía cansado, sí, y también relajado. Eliott nunca se veía, ni de cerca, relajado. Siempre estaba alerta. Hazz necesitaba ponerse al corriente de la vida de su equipo, sin embargo, en ese momento no estaba de humor para tener una charla íntima con alguien.
—¿Y tú por qué sí luces bien? —Hazz intentó fallidamente que la envidia no se le notara—. ¿Sí has estado cuidando de Belrie? ¿Por qué no está contigo ahora? Geest, te dije que-
Ella ya estaba comenzando a alzar la voz, hasta que Eliott la tomó por los hombros en símbolo de que se relajara.
—He estado con Renee tanto tiempo que ya no me molesta y al parecer a ella tampoco. Ahora mismo ella está en el baño. De verdad, Hazz, ten un poco de confianza en mí. —Soltó los hombros de Hazz ante el golpe que ella le dio. No le gustaba ser tocada cuando estaba molesta, o en cualquier momento en general. —Hemos avanzado mucho con el libro. Hoy fue un buen día, ya casi terminamos con la decodificación inicial.
—¿Decodificación inicial?
—Según Renee, detrás de esa decodificación hay otra más. Después podremos ver lo que dice el códice. Si todo va tan bien como ahora, terminaremos antes de lo planeado.
Hazz guardó silencio un momento.
—Lo siento, literalmente no escuché nada de lo que dijiste. —Hazz pareció despertar de una ensoñación—. Solo repetí dos palabras a lo estúpido. Me perdí en la parte donde dijiste "hoy fue un buen día". Técnicamente llevamos años de conocernos y jamás te había escuchado decir "hoy fue un buen día". ¿Kybett al fin logró que te volvieras loco o qué?
A Hazz no le gustaba admitirlo, pero comenzaba a sentirse verdaderamente preocupada por Eliott. ¿Relajado y teniendo un buen día? ¡Por favor! Eso no pasaba. ¿Qué seguía? ¿Eliott casándose? ¿Renee pelirroja? ¿Kybett fea? ¿Wivenn egoísta?
Ah. El cansancio ya estaba haciendo divagar a Hazz. Por eso, solo de vez en cuando, necesitaba que Aprell cuidara de ella cuando ella no lo hacía por sí misma.
—No. De hecho me hizo entrar en razón —Eliott alzó las cejas, demostrando algo además de frialdad. Para Hazz, eso ya estaba completamente fuera de control. —Kybett y yo hablamos las cosas hace dos días. Todo ya está bien entre nosotros.
Hazz no podía creer lo que su equipo había logrado en su ausencia. Al menos sus ataques emocionales habían servido de algo. Lástima que ya estaba dispuesta a regresar a la mañana siguiente a gritar órdenes para organizar todo el asunto... incluso aunque no hubiese necesidad de gritar.
—Entonces... ya no los escucharemos pelearse. Excelente —Hazz asintió, dando por terminada la conversación.
Toda aquella situación estaba siendo demasiado extraña para ella. Necesitaba alejarse de Eliott si no quería confundirse más.
Se encaminó nuevamente hacia la cafetería, esa vez decidida a ignorar a cualquiera que se interpusiera entre la comida y ella. Agradeció internamente que Eliott no la siguiera, a pesar de que vio la intención de él por hacerlo. Si Eliott tenía algo importante por decirle, tendría que hacerlo en otro momento.
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