XVII. Acostumbrado
Aprell Mocreil
Isla A-2885
Aprell sabía la decisión que Hazz estuvo por tomar antes de que la nave se estrellara. Aunque fueron solo un par de segundos, fue suficiente para ver a través de sus ojos. Nunca antes había necesitado leer a Hazz, ella le decía lo que pensaba o era muy buena escondiendo lo que sentía.
Al contrario de las creencias comunes sobre la muerte, Aprell no vio su vida pasar. Su mente quedó en blanco ante el miedo que estaba sintiendo. El rostro de Hazz era lo único que podía procesar. Siempre era lo único que procesaba cuando se encontraba en problemas. Parecía ser lo que mantenía al cerebro del Aprell trabajando. Si la miraba, el tiempo se detenía... y eso era más que suficiente en situaciones como esas.
Tres años atrás, Hazz tuvo que acudir a una reunión en la Colonia Veintiocho. La colonia era conocida por controlar la mayor red de crimen que existía en el continente, probablemente en el mundo. Muchos sospechaban que la sede principal de la Condena se encontraba ahí. Aprell ni siquiera sabía por qué Hazz iría a un lugar tan peligroso como ese, solo abordó a escondidas la misma nave que ella para evitar que estuviese sola.
Por supuesto, ella lo descubrió. Noqueó a Aprell para que no la siguiera fuera de la nave.
En cuanto él despertó, ya habían aterrizado. Al salir de la nave, notó que se encontraban a mitad de la selva. Aprell no sabía qué sucedía, aunque no podía ser nada bueno. Se escuchaban disparos y gritos. Gritos femeninos que solo expresaban maldiciones e insultos. Aprell reconocería esos gritos a kilómetros.
Sin recordar cómo, Aprell terminó en medio de la línea de fuego en busca de Hazz. No fue difícil hallarla, los gritos la delataban. La selva era un lugar engañoso, había demasiada vegetación. Debido a eso, Hazz no reparó en que había un francotirador apuntando desde el techo de la nave. Así que Aprell entró en acción.
Se escuchó el primer disparo del francotirador. El segundo. El tercero.
Ninguno de ellos llegó a Hazz. Aprell se encargó de utilizarse a sí mismo como escudo.
Le dolió como el mismísimo infierno, pero sabía que había valido la pena. Salvar la vida de Hazz fue como haber salvado la de él mismo. No se arrepentía de lo que había hecho, ni siquiera se quejaba del dolor que había sufrido. Su amor por ella era mayor a cualquier otra cosa.
Ante ese recuerdo, Aprell sonrió.
Fue de las pocas veces que él podía presumir de haber salvado a Hazz y no viceversa. Siempre iba a estar dispuesto a hacerlo a costa de su propia vida. No obstante, sacrificarse no era lo mismo a ser sacrificado. Nunca pensó que Hazz podía ser capaz de hacer lo que estuvo por hacer, así que el cerebro de Aprell decidió eliminar la escena de la nave de su memoria.
Le gustaba la idea de que Hazz no estaba tan decidida como lucía.
—¿Te encuentras bien?
Aprell alzó la mirada. Renee estaba frente a él con una mirada angustiada.
Ya se encontraban en la isla que Kybett había predicho. En la costa no había muchos signos de vegetación, pero se lograba divisar una buena cantidad de árboles conforme se adentraran a la isla.
Se habían detenido a descansar unos minutos. Hazz estaba hablando con Eliott muy lejos de donde se encontraba Aprell. Wivenn revisaba a Kybett la herida que un agresivo animal marino le había provocado y Priss estaba a su lado, charlando amenamente con ambos. Era la primera vez que Aprell veía a Priss tan sonriente. Él, por su parte, estaba sentado en una roca a una distancia considerable del resto.
—Sí. Exhausto. Ha sido una noche larga —respondió Aprell, bajando la mirada de nuevo.
Renee se sentó a su lado con un suspiro. Aprell no tenía ánimos para entablar una conversación. Se sentía mal consigo mismo por no poder estar para ella en el momento, pero le estaba costando mucho procesar lo que sucedió. Quería tiempo para pensar en sí mismo y lo que estaba sucediendo con Hazz.
Sus sentimientos nunca fueron secretos. Hazz, Edenna, Limunest... hasta el antiguo guardaespaldas de Hazz sabía. Todos parecían estar de acuerdo en que Aprell era el chico perfecto para Hazz, menos ella. Él nunca entendió por qué, solo respetaba sus decisiones. Aprendió a no pedir explicaciones que ya sabía de antemano que no las obtendría.
El objetivo de vida de Aprell prácticamente se había basado en conquistar a Hazz. Tenían diecinueve años. Ya eran, legalmente, adultos. Necesitaba que Hazz confiase en él para decirle lo que ella sentía verdaderamente. Cada vez que él intentaba hablar sobre ese tema, Hazz lo evadía o contestaba con una mentira. No podía seguir con eso. Tenía que saber si Hazz era para él o no.
—¿Qué sucedió ahí? —Renee habló nuevamente.
La chica era tan silenciosa que Aprell había olvidado que se encontraba a su lado. Tuvo que regresar sus pensamientos a la Tierra antes de ver a lo que Renee se refería.
Todos, a excepción de Renee y Priss, habían dejado sus camisetas sobre una roca. La isla era fría, pero necesitaban secar sus prendas y cuerpos. Aprell no había esperado que alguien percatara las pequeñas cicatrices que marcaban su espalda, menos estando en la oscuridad. Aunque al parecer Renee tenía buena vista.
Señalaba un grupo específico de tres cicatrices.
—Oh, fue hace tres años. Colonia Veintiocho. Un francotirador. Hazz estaba en peligro y yo... intervine. —Mostró una sonrisa que denotaba más tristeza que alegría.
Renee soltó un respingo y abrió aún más sus ojos. Miró a Aprell por unos segundos. La compasión, la preocupación y la admiración se las habían ingeniado para mezclarse en las pupilas de la chica. Para Aprell fue demasiado sencillo distinguir esas emociones en sus ojos, todo lo contrario a lo que le sucedía con Hazz.
Tenía que admitir que ver eso en Renee lo había hecho sentir bien. Que alguien además de sus usuales conocidos se molestara en preocuparse por él era algo a lo que no estaba acostumbrado. Le agradaba la sensación de ser algo más para otra persona.
—¿Puedo? —Renee colocó sus dedos a milímetros de tocar las cicatrices, a la espera de la aprobación de Aprell.
Era curioso que incluso en esa circunstancia la mente de Aprell seguía con Hazz. No podía evitar compararlas. Estaba seguro de que Hazz no hubiese preguntado y lo hubiese tocado sin pensar que Aprell podría rehusarse. Por otro lado, Renee lo miraba con calidez, esperando que Aprell asintiera. Generalmente él esperaba las aprobaciones, no era quien las daba. El número de diferencias entre las chicas era equivalente al número de granos de arena que existían en la isla. Y aun así Aprell podía ver similitudes entre ellas.
Lentamente, Aprell asintió. Su piel se erizó cuando sintió el frío de los dedos de Renee. Pocas chicas había tocado su cuerpo con la delicadeza que Renee lo hacía. Si lo pensaba mejor, únicamente una vieja amiga suya, con la que ya había perdido contacto. Además de Hazz, ella había sido la única otra chica en su vida que le había interesado a Aprell como más que amigos, pero sus dependencia por Hazz siempre estuvo en medio.
La situación comenzó a resultar confusa cuando Renee regresó su mirada a los ojos de Aprell. Por alguna razón, su mente se nubló. No podía ver más allá de lo que estaba sucediendo. Sentía los dedos de ella sobre su espalda y era en todo lo que podía concentrarse. Cualquier pensamiento sobre otra cosa —o persona— se esfumó en cuestión de segundos.
Aprell perdió la noción de lo que les rodeaba. Incluso el ruido de las olas se convirtió en algo lejano a pesar de estar a pocos metros. Su mente estaba completamente concentrada en los ojos de Renee. Eran verdes. No como los de un gato, sino un color mucho menos llamativo. Se encontraban a tan poca distancia que él podía notar pequeñas manchas marrones esparcidas por el iris. Reflejaban una belleza especial, de aquellas que se debía mirar dos veces para asegurarse que podía funcionar como algo bello. Además de aquella inocencia y vulnerabilidad que no temía mostrar, también había un rastro de tristeza en ellos.
Aprell nunca pensó en las consecuencias que llevaría Renee consigo en cuanto le pidió que se uniera al equipo. Tan solo estaba considerando la ventaja que le daría a Hazz y que a Renee le beneficiaría siendo de las primeras personas en obtener la cura. No tomó en cuenta que Renee, a diferencia del resto del equipo, sí tenía una familia amada para despedirse, para dejar atrás; quizás era la única del equipo que lo pensó dos veces antes de unirse.
Fue como si no hubiera prestado atención todos esos minutos en la Colonia Veintisiete donde Renee le habló de su familia. Se sintió la persona más egoísta. Él había hecho que aquella chica dejara a su hermano contaminado con Zeta. Prácticamente el niño había quedado desprotegido sin su hermana mayor. Si algo le sucedía (a cualquier hermano Belrie) iba a ser culpa de Aprell.
Aprell era el responsable de la tristeza en sus ojos.
De vez en cuando tenía que recordarse a sí mismo que no todos tenían la misma fortuna que él. Aunque sus familiares biológicos ya no se encontraban con él, podía contar con el apoyo de Edenna. De niño asistió a los mejores colegios. Recibía alimento en cada comida. Siempre contó con un techo. Su inmunidad a la Zeta era una ventaja. Su vida era mucho más de lo que Renee había tenido jamás. Aprell sabía cómo era vivir en una colonia donde la pobreza era más abundante que el oxígeno, pero Renee sí. Y eso solo lo hizo sentir peor.
Se preguntó qué pasaría por la cabeza de Renee. Quizás estaba pensando que Aprell lucía como un idiota viéndola de esa manera. O tal vez estaba sintiendo las mismas ansias que comenzaban a surgir en Aprell. Ansias de acercarse más. Acercarse tanto que sus labios se tocaran. No sabía ni siquiera lo que sucedía por su propia mente, ni de dónde había salido ese impulso tan repentino.
En un intento por aclarar su mente, Aprell desvió su atención. Si Renee lo seguía viendo de aquella manera entonces sentiría más culpa por haberle pedido que tomara la decisión de dejar a su familia atrás y no iba a poder contener esas extrañas ansias que lo habían abordado.
Lo primero en lo que pudo enfocar su visión fue en dos siluetas lejanas. Hazz y Eliott. La oscuridad y la distancia no le permitían ver sus gestos, pero supuso que ambos estaban charlando de lo que sería el siguiente paso. Hazz tenía una mano posada sobre su cadera. Aprell la miró por un segundo. No lograba ver sus facciones, tan solo su postura, sin embargo, no era necesario verlas... podía visualizarlas en su mente.
Ella nunca iba a corresponderle como él deseaba. En el fondo, él había descubierto esa verdad tiempo atrás. Ya era tiempo. No lo soportaba más. Estaba cansado de acostumbrarse a las decisiones de Hazz y no a las suyas. Necesitaba superarla. Enfocarse en alguien más. Quería dejar de sentir lo que sentía por ella.
La mano de Renee se alejó de su espalda. Aprell notó que ella estaba consciente de que su mirada se había dirigido hacia Hazz. Posiblemente tenía la idea de que Aprell no iba a intentar nada con ella por sus sentimientos a Hazz. Él quería que Renee fuera consciente de todo lo contrario.
Tomó la mano de Renee con rapidez antes de que se alejasen más. Entrelazó sus dedos con los de ella. Deseaba decirle que, por primera vez en su vida, estaba dispuesto a superar a Hazz. Hacerle saber que no importaba que por la mañana del día anterior ni siquiera sabían la existencia del otro. Podían conocerse más si se lo proponían. Aprell podía ofrecerle mucho más de lo que Renee podía imaginarse y sabía que ella, a su manera, haría lo mismo.
No supo expresarse con palabras. Así que la besó.
Esperó poder transmitir todo lo que sentía en aquel momento. Era algo inexperto en los besos, no obstante, Renee era mucho más inexperta. Le dio algo de ventaja. Aprell pasó su mano libre por la espalda baja de ella. Era mucho más delgada de lo que aparentaba. Renee tardó tanto en reaccionar que para cuando su mano se había colocado en el hombro de Aprell, el beso ya había terminado.
Fue un beso incómodo. Ninguno descubrió cómo combinar sus técnicas para besar. Probablemente duró más de lo que tenía que durar y Aprell sospechaba que Renee pensaba lo mismo al respecto. De haber sido el primer beso de Renee, seguro Aprell ya lo habría arruinado. Aun así, quería repetirlo. Estaba seguro de que no todos los primeros besos debían ser perfectos, a veces había que acostumbrarse al estilo del otro y así lograría encajar. Eventualmente.
Se inclinó para besar nuevamente a Renee.
—Ejem...
Una voz cercana rompió el momento.
Enseguida se separaron y se pusieron de pie intentando disimular que no había sido algo íntimo. Renee se acomodó el cabello mientras Aprell intentaba esconder su sonrojo.
Wivenn los observaba con una sonrisa juguetona en sus labios.
—Hazz dijo que acamparíamos aquí para dormir unas horas. Utilizaremos el material de las balsas y los chalecos para formar alguna especie de tienda y... —Wivenn dejó los ojos de Renee para mirar los de Aprell. —... Renee fue asignada a dormir conmigo. Hazz dormirá con Priss, Kybett contigo y Eliott hará guardia.
—¡Chicos, necesitamos manos extras por acá! —Kybett gritó desde su lugar antes de que Aprell pudiese reprochar.
Los tres comenzaron a caminar en su dirección. Aprell dejó que Renee se adelantara unos pasos para darle un pequeño golpe al hombro de Wivenn. Este soltó una risita al saber por qué era el golpe. Era la segunda vez que Wivenn interrumpía un momento íntimo para Aprell.
Ambos momentos habían sido con las únicas dos chicas que le hacían sentir algo. Aunque en su interior sabía que un momento había sido mucho más significativo que el otro, y no había sido exactamente con una rubia.
N/A
Ay, qué cosas.
¿Tienen teorías sobre la relación entre Renee y Aprell? ¿Creen que dure? ¿Creen que Aprell en serio superará (por fin) a Hazz?
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