V. Prueba
Hazz Soreil
Colonia 27
El sol se ocultaba mientras Hazz tecleaba con velocidad en la pantalla del centro de comandos de la nave. No había encontrado mucha información acerca de Renee Belrie, con mucho esfuerzo consiguió su dirección. Lo único que estaba en su registro era que tenía dieciocho años y su padre había fallecido por Zeta. Después de horas buscando, encontró que tenía un hermano pequeño y a su madre. Era difícil investigar a personas de colonias pobres.
No encontró nada que Aprell no le hubiera dicho ya, toda su búsqueda fue prácticamente inútil, solamente le sirvió para confirmar aquellos datos. Pero no por eso podía suponer que el resto de lo que dijo era verdad. ¿Saber hablar las tres lenguas mundiales la perfección sin haber asistido a más allá de la educación básica? ¿Tener una memoria tan desarrollada que lograba aprenderse un libro entero al mismo tiempo que lo leía? No era posible. Ni siquiera Hazz, teniendo tanto entrenamiento para ello, podía aprenderse de tal manera una cosa. Apenas si sabía el cumpleaños de su madre, el cual lo confundía con el de su mejor amigo.
Seguía tecleando números y letras cuando Kybett apareció detrás de ella para notificarle que Aprell había regresado con la chica. Estaban esperando a Hazz en la sala común. Ella le agradeció y se encargó de cerrar todas las páginas que había abierto en la pantalla antes de salir para encontrarse con su mejor amigo, quien parecía que había tomado cariño por la rubia. Eso no le agradaba a Hazz, aún no sabían qué clase de persona era Renee y Aprell no veía eso.
Kybett caminó a sus espaldas. A Hazz le agradaba Kybett hasta cierto punto. Hacía lo que le correspondía sin cuestionar nada, tampoco se metía en los asuntos de los demás. Lo único que le molestaba a Hazz era que Kybett estaba perdidamente enamorada de Eliott. Era tedioso ver cada intento que Kybett hacía para conquistar al chico y Eliott simplemente la rechazaba.
Al llegar a la sala común, Hazz notó que Renee y Aprell estaban muy cerca. Aclaró su garganta antes de sentarse frente a ellos, al otro lado de la pantalla táctil, que también servía como mesa. Renee se alejó de Aprell a una distancia considerable. Eso enorgulleció a Hazz, al menos la chica sabía quién estaba al mando.
Kybett tomó su lugar a la derecha de Hazz de manera silenciosa. A veces ella era tan silenciosa que Hazz se olvidaba de su presencia, pero la prefería de esa manera. En su faceta más ruidosa, era una verdadera molestia. No paraba de hablar en ningún momento. Seguía sin entender cómo era que Eliott la soportaba así. Supuestamente eran mejores amigos, aunque parecía que esa amistad era unilateral. Eliott no mostraba interés por ella, y, si lo hacía, lo escondía muy bien.
Hazz dio dos toques a la pantalla que tenía en frente. Se iluminó por completo, dejándolos deslumbrados por unos segundos. En ella se mostró una imagen sencilla a simple vista. Todos la miraron atentamente por primera vez, Hazz era la única que ya conocía la imagen. Lo que más resaltaba en ella, además de su notable antigüedad, eran los símbolos dibujados. Al centro había ocho símbolos aislados de manera horizontal, rodeados por símbolos más pequeños, formando un patrón irreconocible de dibujos extraños que abarcaban hasta las esquinas.
Hazz sabía que el códice entero era un código. Había intentado descifrarlo numerosas veces, sin embargo, en ninguna había tenido éxito. Estaba intentando decodificar un lenguaje desconocido. No eran letras ni números ordinarios, eran símbolos que no tenían ningún significado para Hazz. Siempre que le encontraba significado a algo, iba con el siguiente y se perdía por completo la lógica. Aquella decodificación no tenía sentido alguno y, sin embargo, era esencial para Hazz.
—Supongo que Aprell ya te explicó que tendrás que superar una prueba para demostrar las habilidades que dices tener. —Hazz elevó una ceja hacia Renee.
Esperó una respuesta, pero lo único que recibió fue una negación con la cabeza. Hazz miró a Aprell con un reproche silencioso, él le había asegurado que le había explicado todo el funcionamiento. Al parecer le faltaron ciertos detalles importantes.
—Entonces lo haré yo. —Hazz hizo una pausa en cuanto Eliott entró a la sala, se sentó a su izquierda y entonces ella siguió continuó. —La mayoría tuvo que pasar una prueba de acuerdo a las habilidades que tienen. Dices que lo tuyo es la memoria, ¿no? —Renee asintió sin despegar la vista de la imagen. —Tienes que memorizar esta imagen en el menor tiempo posible para después reproducirla en un dibujo que tú harás. Mientras más detalles hagas, más confiaré en tu habilidad. Estaré justo aquí el tiempo que se necesite, para aclarar cualquier duda que tengas... y revisar que no mientas acerca de lo que dices poder hacer.
Renee parecía estar perdida en la imagen. En cuanto Hazz terminó de hablar, ella comenzó a balbucear palabras en francés. Hazz comprendió solo algunas, nunca se le dieron bien las lenguas mundiales, a excepción del inglés por ser su lengua materna. Después de unos segundos, Renee tomó algo de confianza y se acercó más a la pantalla. Hazz supuso que era para ver mejor ciertos detalles que no podían ser vistos desde esa distancia. Rozaba la pantalla con sus dedos para marcar algunos dibujos. Hazz tuvo que desviar la mirada ante la imagen de sus uñas amarillentas y sucias. Por un momento había olvidado que seguían en la Colonia Veintisiete, una colonia donde ya no había higiene. Esperaba que Renee no llevara ninguna enfermedad con ella que pudiera contagiarle al resto. No quería lidiar con un problema más.
Pasaron algunos minutos, en los cuales notó que Renee no era la única prestándole atención a la imagen. Tanto Kybett como Eliott la miraban fijamente, probablemente intentando descifrarla. A pesar de que descifrar códigos era una de las especialidades de Kybett, Hazz sabía que ella no iba a lograrlo. Su fortaleza eran los códigos numéricos y los acertijos, no extraños símbolos sin sentido. Eliott estaba en la misma situación. Hazz no creía que él pudiera descifrarlo. Quizás era muy bueno con cualquier prueba física que le planteasen, pero las decodificaciones y los sentimientos era algo que tenía poco desarrollado. O sin desarrollar, diría Hazz.
Finalmente, Renee levantó la mirada hacia Hazz y asintió. Lo hizo más rápido de lo que esperaba. Hazz quitó la imagen de la pantalla, haciendo que todos despertaran del trance en el que se habían metido. Todos menos Aprell, él ni siquiera estaba concentrado en la imagen.
Agachó su cabeza para abrir un cajón debajo de la mesa. Sacó una pantalla mucho más pequeña junto con un delgado dispositivo conectado inalámbricamente a la pantalla de la mesa, el cual servía para hacer cualquier tipo de trazos. En la pantalla pequeña, abrió la imagen que memorizó Renee. Le entregó la pluma a la rubia para después explicarle su simple funcionamiento. Hazz nuevamente se puso cómoda en su asiento para observar el proceso de la chica, como el resto de las personas en aquella habitación.
En otras circunstancias, tal vez, Hazz hubiera echado a todos de la sala para que Renee se concentrara en paz. No obstante, con todos esos ojos observándola, Hazz podría ver cómo trabajaba bajo presión.
Renee se levantó de su lugar y presionó el botón de la pluma para comenzar a dibujar en el aire. Líneas azuladas comenzaron a brillar justo frente a Hazz. No estaba dibujando como tal en la mesa, literalmente dibujaba en el aire, como si tuviera una pantalla frente a ella. Los primeros trazos se veían descuidados, pero en cuanto Renee se acostumbró a hacer dibujos de tal manera, salían de manera casi perfecta. La mesa solamente ayudaba a proyectar las líneas.
Eliott se acercó a Hazz, ladeando su cabeza para poder observar la imagen que ella tenía en sus manos. Probablemente la estaba comparando con el dibujo de Renee, el cual estaba siendo sorprendentemente idéntico a la imagen. El más mínimo detalle estaba siendo colocado ahí, incluyendo la pequeña mancha de café en una esquina que Hazz días atrás había derramado en el códice original. La imagen había sido escaneada con aquel defecto.
¿Acaso era posible que alguien memorizara el Códice de Zeemett? Hazz seguía incrédula ante la idea. Los símbolos no eran nada sencillos, entre líneas cruzadas y curvas confusas, se perdía la figura si no se observaba con detenimiento.
Renee realmente lo memorizó. Hazz con meses de atención apenas había podido memorizar los ocho símbolos en el centro de manera vaga, ya que muchos detalles no los recordaba o los confundía.
La rubia tomó nuevamente su asiento en cuanto terminó su réplica. No mencionó ni una palabra en todo el proceso, solamente algunos murmullos incomprensibles. El resto hizo todo lo contrario: se levantaron para acercarse al dibujo, intentando encontrar algún error que la delatara. Hazz alternó su mirada entre el dibujo y la imagen original tantas veces que tuvo que sentarse de nuevo al sentir los mareos provocados por ello.
Muy pocas veces se sorprendía hasta quedarse sin palabras. Incluso, antes de ver la capacidad de Renee, estaba pensando en formas de decirle que no había sido aceptada en el equipo. Nunca pensó que tendría que decirle lo contrario.
—¿Cómo lo hiciste? —Kybett pronunció la pregunta que todos estaban pensando en aquel momento. —¿Cuál fue el truco? ¿Tienes instalado algún dispositivo? ¿Hiciste algún tipo de patrón mental? ¿Puedes enseñarme?
Aprell levantó la mano para tranquilizarla. Seguía protegiendo a Renee de manera muy obvia, y al parecer no le importaba que el resto lo notara. Que lo notara Hazz.
—No fue ningún truco. —La voz de Renee era apenas audible. —Tampoco un patrón mental.
Hazz resopló. Seguía sin creerlo a pesar de tener frente a ella una prueba que era más que suficiente. No despegó la vista de Renee en cuanto lo memorizó, por lo que estaba segura de que no había hecho ningún truco. No había manera de que eso no fuera cierto.
Hazz estaba sentada frente a una persona con una capacidad mental tan desarrollada que era incluso un insulto que no estuviera estudiando en las grandes colonias como la Colonia Dieciséis o la Colonia Diez. Era una desgracia que una persona con tales habilidades hubiera nacido en un lugar donde no podía desarrollarlas aún más. Y era una fortuna que aquella misma mañana Aprell la hubiese convencido de unirse al equipo.
—No importa qué haya sido —habló Hazz, recuperando las palabras —. El punto es que lo lograste. Bienvenida al equipo, Espía. —Las comisuras de los labios de Hazz se elevaron de manera mínima. —Eliott te llevará a tu habitación. No te acostumbres a ella, pronto pasaremos a una mejor nave. Este cacharro apenas soportará un viaje más.
Hazz hizo un movimiento con su mano para borrar el dibujo, justo a tiempo para ver la enorme sonrisa de Renee. No podía descifrar qué era lo que la rubia estaría pensando, pero supuso que tenía que ver algo con su hermano. Aprell le contó que ella habló mucho de los miembros masculinos de su familia, más del menor, quien padecía Zeta.
Hazz no era una persona muy sentimental ni muy sonriente, no tenía razones para serlo, mucho menos para mostrarlo. Sin embargo, veía que a Renee no le importaba exhibir sus emociones ante el resto. Probablemente eso sería un problema en un futuro. Aunque Hazz tenía la certeza que con ese largo viaje por recorrer, tarde o temprano formaría un carácter fuerte.
Eliott y Renee salieron de la habitación con Kybett detrás de ellos. Aprell estaba por hacer lo mismo, pero Hazz lo detuvo. Ambos se sentaron nuevamente, el único cambio que hubo fue que Hazz tomó el lugar de Renee.
Si ella se sinceraba consigo misma, Aprell era la única persona en la que verdaderamente confiaba. En su pasado había ciertas situaciones que la llevaron a actuar de aquella manera. Entre ellas estaba su hermano. Su mejor amigo sabía mejor que nadie la historia, por ello la comprendía tan bien.
Se conocían desde que estaban en pañales, ambos había crecido juntos, madurado juntos. Aprell había presenciado en primera fila todos los giros emocionales que dio la vida de Hazz desde que era una niña. Era el único que la conocía lo suficiente como para saber que Hazz era capaz de reír y llorar, simplemente no le gustaba demostrarlo ante los demás. Con los años había formado un enorme muro alrededor de ella con una diminuta puerta para pasar. Aprell era el único que encontraba la manera de abrir esa puerta cuando debía hacerlo.
Hazz estaba consciente de los sentimientos de su mejor amigo hacia ella. Meses atrás él se lo había confesado, aunque no había habido necesidad de ello. El enamoramiento de Aprell era tan obvio que Hazz lo había sabido desde que eran niños.
Aún así, ella no podía corresponderle de la manera que él esperaba. Tal vez, si lo pensaba profundamente, ella podría llegar a tener sentimientos por él, pero no tenía intenciones de buscar algo más. No quería que Aprell se fuera o que perdieran la amistad que tenían. Le gustaba las cosas como estaban. Ese, quizás, era el único secreto que Hazz mantenía alejado de Aprell. La posibilidad de sus sentimientos por él. Y pensaba mantenerlo de esa manera por un largo tiempo.
Con o sin sentimientos románticos hacia Aprell, Hazz siempre se preocupaba por él de una forma que ellos dos entendían. Ella sabía que Aprell era un chico muy alegre y simpático, pero de la misma manera solía ser torpe e ingenuo. Hazz, desde que tenía memoria, lo había protegido de cualquier posible amenaza que se les presentara. Una de esas posibles amenazas podía ser Renee. No era bueno que él se encariñara tan rápido con la rubia, más que por celos, Hazz aún desconfiaba de Renee. Quién sabía qué otras habilidades tenía, quién sabía si entre esas habilidades estaba la actuación. Cabía la posibilidad de ser realmente una espía y Aprell nunca lo notaría.
Hazz le dijo a Aprell que no se encariñara con Renee. Él ignoró su advertencia, pidiéndole que no se preocupara. Él creía que Renee decía la verdad sobre ella. Vivía en una colonia pobre y la única esperanza que tenía de salir de ahí para salvar a su hermano eran ellos. Aquella era la lógica de Aprell, una muy distinta a la que Hazz tenía en mente. Ella sabía que las personas podían parecer inocentes, pero no lo eran. Incluso las más cercanas podían traicionar, dejando marcas que nunca se podrían borrar. Marcas como las que llevaba Hazz.
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