Siete
JungKook dejó el pequeño botiquín sobre la mesa de noche, acercó la silla del escritorio para quedar sentado frente a la chica de cabello negro, la había llevado a su casa para curarla él mismo, sabía que si entraba al hospital con Lianna llamarían a la policía creyendo que se había aprovechado de ella, subirla a la moto fue sencillo y en el camino sintió las manos femeninas aferrarse a él. Lianna todavía parecía perdida en su mente, la chaqueta de JungKook seguía puesta en ella, sus temblores eran más notorios.
Pudo ver sus rodillas lastimadas sin querer imaginar lo ocurrido en esa sala, había estado tan cerca y no hizo nada.
—¿Lianna?—llamó con voz suave buscando su mirada. Algo le decía que en su mente se repetía lo sucedido con esos hombres, se dedicó a limpiar la sangre seca debajo de su nariz, aplicó una pomada en su mejilla hinchada junto a un poco en su labio inferior teniendo extremo cuidado de no lastimarla o asustarla, una vez terminó con el botiquín dejó lo usado en la mesa de noche, miró las manos temblorosas de ella colocando las suyas sobre las de Lianna—No sé si puedes escucharme, pero está bien—susurró siendo un eco en la mente de la chica—Todo estará bien, puedes descansar.
Sus temblores disminuyeron con lentitud, JungKook finalmente se encontró con esos ojos azules, ella estaba mirándolo, aún así seguía tan ajena a la situación.
—Descansa, nadie te lastimará aquí.
La recostó con cuidado en la cama cubriéndola con las sábanas, Lianna sintió sus párpados pesados en cuestión de segundos, quiso seguir mirando al chico de la moto sin lograrlo mucho rato, todo lo que podía sentir en ese instante era cansancio.
Se sentía de muchas maneras, tenía miedo mayormente, nunca había hecho eso y estaba entrando a un mundo desconocido para ella, todo por HeeRan quien no podía seguir viviendo a base de ramen. JooHee no sabía que hacer con sus manos, las limpió en la falda de su vestido mientras su corazón latía como loco. Escuchó la puerta de la oficina ser abierta detrás de ella, tragó con dificultad preguntándose si realmente podría con ese trabajo. Un chico de vestimenta formal con su cabello perfectamente peinado hacia atrás tomó asiento detrás del escritorio, tenía ojos pequeños y rasgados, su contextura delgada quedaba muy bien con ese traje, JooHee no sabía cómo alguien tan atractivo podía estar metido en eso.
—Katie me dijo que estás buscando empleo.
—Sí, así es—aclaró su garganta. Sus manos jugaban con el borde de su falda dejando en evidencia su nerviosismo—Usted es...
—El dueño del club Dreamers—miró la hoja de currículum con poco interés—¿Cuántos años tienes?—JooHee miró la hoja y luego a él, allí lo decía—Las personas mienten en estas cosas, así que prefiero averiguarlo por mí mismo—se inclinó hacia atrás en su silla con una sonrisa ladina—Alcancé a ver que tu nombre es Song JooHee.
—Sí—asintió—Yo...tengo veintitrés años.
—Tienes unos ojos muy hermosos, JooHee—señaló—Son diferentes a las demás, eso te traerá buenos clientes, siempre buscan algo diferente—siguió evaluándola—Todas las chicas tienen un apodo, está prohibido hablar entre sí, no vinieron a hacer amigas, vinieron a trabajar—le hizo una seña—Acércate.
La chica en medio de su inocencia se inclinó hacia adelante causando la risa amarga de él.
—No, ven aquí—corrigió. JooHee se levantó, rodeó el escritorio con ligeros temblores que él notó—Si actúas así serás una pérdida de dinero para mí.
—Lo siento, nunca...he hecho esto...
—¿Nunca has cogido en tu vida, JooHee?—fue directo. Ella se avergonzó por la manera de decirlo—¿Eres virgen?
—No.
—¿Sabes seducir un hombre?
—No lo sé—su nerviosismo fue aumentando.
—Vete, no tengo tiempo para estas tonterías...
—¡No!—no dudó en arrodillarse ante él—Por favor, necesito el trabajo, no puedo dejar que mi hija siga alimentándose tan mal, por favor, yo...
—¿Tienes una hija?—eso sonó interesante para él.
—Sí—JooHee miró fijamente sus ojos sintiéndose vulnerable—Tiene tres años, he intentado conseguir empleo, pero ha sido difícil para mí—y volvió a suplicar—Debo llevar dinero a casa, por favor, haré lo que deba hacer.
—Déjame ver—tomó su barbilla enfocándose en sus labios—Tienes una linda boca, quiero ver que tan buena eres con un pene en la boca, ¿De acuerdo?, será tu prueba para entrar aquí.
JooHee tuvo que morderse la lengua para no negarse.
—Sí, señor.
—Abre la boca, no tienes mucho tiempo, JooHee.
Sus ojos se abrieron permitiéndole ver la ventana cubierta por unas cortinas. Había amanecido, se sentía totalmente cansada, su cuerpo dolía, parecía que un camión le había pasado por encima. JooHee se incorporó en la cama captando un olor masculino envolverla, tenía una chaqueta que no era suya, su ropa estaba rota en algunas partes, a los pies de la cama había algo de ropa esperando a ser usada por ella. ¿Dónde estaba realmente? A su mente vinieron las niñas, debía llamar a Nayeon, miró alrededor de la habitación sin encontrar su pequeño bolso.
"¿En dónde carajos estoy?"
Fue hasta la puerta girando el pomo para abrirla, al hacerlo quedó frente a frente con cierto chico de cabello oscuro y piercings. JooHee no esperaba verlo, ¿Qué hacía allí?, ¿En qué momento se encontraron?, por unos instantes se miraron en silencio con ojos bien abiertos.
—Tú...—la chica miró a la cama y luego a él. Luego se preocuparía, debía llamar a Nayeon primero—¿Dónde está mi teléfono?
—Ah, está en la sala, tu niñera te dejó mensajes y llamadas...—JooHee pasó a su lado distinguiendo su pequeño bolso en el sofá. Fue hasta el tomando su teléfono sin pensarlo, presionó la opción de llamar un poco preocupada.
—¿JooHee?
—Sí, Nayeon, soy yo...
—Dios mío estaba muy preocupada cuando no volviste a casa—pasó su mano por su cabello enredado. Tomó asiento en el sofá haciendo una mueca de dolor, su cuerpo no estaba del todo bien—Un chico respondió, fue amable, pero...justo ahora pensaba dirigirme a la policía...
—No, no, estoy bien. ¿Cómo están las niñas?
—Hace unos minutos vino el autobús a buscar a HeeRan y HeeJin está conmigo como siempre. Se ha portado muy bien.
Un poco más aliviada respiró de nuevo.
—Lo siento, Nayeon, sé que también tienes tus cosas...
—No, tranquila, no hago nada interesante tampoco—le restó importancia—Mejor dime, ¿Estás bien?, ¿Qué pasó?
En su mente todo estaba muy borroso, miró su ropa desgarrada sintiendo repentina vergüenza de estar allí con ese chico, sabía que nada bueno había ocurrido, si sentía ese dolor no podía ser bueno. En sus recuerdos encontró cuando Katie le dijo que había un cliente buscándola, llevó una de sus manos a su frente sintiéndose asqueada como siempre.
—Yo...luego te explico, volveré en unos minutos. ¿Sí?
—Está bien.
JooHee colgó la llamada y llevó sus manos a su rostro. JungKook se mantuvo mirando en silencio sin querer ser invasivo, sólo quería asegurarse de su estado, la pelinegra tocó su labio encontrándolo roto, su mejilla dolía al tocarla...
—¿Lianna?—esta vez si volteó a verlo. Muy diferente a la chica de anoche que parecía un zombie—¿Las niñas están bien?
—Ah, sí—tal vez si parecía un poco perdida—¿Qué pasó anoche?
—¿No recuerdas nada?
—Hay algunas cosas en mi mente algo borrosas—decirlo en voz alta no la hacía sentir mejor—Lamento que hayas tenido que ver eso...
—Una de las chicas me dijo que debía sacarte por la puerta de atrás o Sehun me vería llevándote—se acercó apoyando una de sus manos del respaldar del sofá—¿Es el dueño del club?
—Sí—pudo recordar cuando aquel hombre le indicó lo que ese hijo de puta le dijo. Incluso la había recomendado, JungKook volvió a notar que se perdía en sus pensamientos.
—Dejé algo de ropa para ti en la cama, puedes asearte si quieres, en el baño está todo lo que necesitas...
—Debería volver a casa.
—No creo que sea buena idea que te vean llegar así—señaló su aspecto—Insisto, toma un baño. Compré ropa para ti, tuve que adivinar un poco tu talla—rascó su cabeza. Colocó sus manos en su cintura viéndola colocarse de pie—Prepararé el desayuno.
—¿Por qué compraste ropa para mí?
Una vez más no sabía cómo actuar ante esa situación.
—La que tienes está...rota y...afuera hace mucho frío, debes abrigarte—por primera vez se sentía nervioso dando explicaciones a una mujer—No te preocupes, no debes pagármelo.
—Gracias—debía admitir que no todos actuaban de esa manera—Voy a...
—Sí, asearte. En el baño hay toallas, usa cualquiera.
Un poco extrañada terminó obedeciendo. JungKook seguía tomándole desprevenida con esa actitud tan...amable.
A partir del próximo capítulo dedicaré los capítulos, estaré dedicándolo a la primera persona en comentar. Esa será la primera dinámica por ahora.
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