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Nueve

HeeJin seguía dormida cuando su madre despertó a su lado en la cama. La bebé hacía un tierno puchero respirando con mucha serenidad, acarició sus mejillas depositando un beso en ellas. Dentro de unos días cumpliría su primer año, sabía que el tiempo volaba cuando se trataba de niños, sabía que debía disfrutar el tiempo con ellas, sabía que nunca le contaría a sus hijas a lo que se dedicaba, no quería el odio de ellas, no quería causarles esa vergüenza de que su madre fuera una prostituta, tenía miedo de que al crecer alguien las lastimara, que cayeran en ese mundo por alguna razón, quería que sus hijas tuvieran todo lo que ella no pudo tener. Había pasado tanto tiempo desde que se sintió parte de una familia que los buenos recuerdos junto a sus padres se habían ido de su mente, JooHee no podía recordar nada antes de irse de casa con su novio de la secundaria.

Parecía que el presente ocupaba el total espacio de su mente.

Mientras miraba a HeeJin dormir pensó en JungKook, ese chico había aparecido de la nada y ahora quería ayudarla. ¿Debía aceptarlo?, no quería traerle problemas, no quería que Sehun lo lastimara, sabía que eso pasaría si decidía retirarse del club, una vez que se entraba a ese mundo era difícil salir. Pensó en la posibilidad que se le estaba presentando de iniciar de nuevo, ¿Acaso JungKook era una especie de ángel?, ¿El destino le estaba presentando su manera de escapar?, ¿Y sí al rechazarlo nunca más se le presentaba esa oportunidad de libertad?, el miedo junto a la inseguridad crecían haciéndole sentir frustración, ¿Qué debía hacer?

Su teléfono sonó con una notificación de mensaje, pensó que sería Nayeon, a esa hora de la tarde HeeRan debía estar con ella, la situación no fue así.

Bellina:
¿Cómo te sientes?, ¿Estás mejor?

JooHee:
¿Fuiste tú la que ayudó a JungKook?

Bellina era una de las chicas del club, una de las más coquetas, seducir y atrapar a un hombre no se le hacía complicado. JooHee había tenido discusiones con ella en algunas ocasiones al principio, sospechaba que le robaba su dinero o sus pertenencias cuando llegó al club.

Bellina:
Sehun no sabe que te fuiste antes, Katie tampoco lo sospecha, te cubrí un poco con ambos.

JooHee:
Gracias.

Bellina:
¿Estás mejor?

JooHee:
Un poco adolorida, pero bien.

Bellina:
¿Recibiste el mensaje de Sehun?

JooHee:
Sí. ¿Tienes idea de lo que será?

Bellina:
En lo absoluto.

JooHee:
Te veo en la noche.

Cuando se disponía a dejar el teléfono miró el nombre de JungKook en sus contactos, su dedo dudó sobre presionarlo, al final no lo hizo. Debía pensarlo mejor.

HeeRan se puso su pijama dirigiéndose a la habitación de su madre, asomó su cabeza encontrándola haciéndole mimos a HeeJin quien reía como siempre cuando JooHee la alzaba en alto. Solía ver que su madre se arreglaba mucho por las noches, siempre trabajaba en el horario nocturno, no le molestaba quedarse con Nayeon, la trataba muy bien al igual que a su hermana, pero extrañaba estar con su mamá, dormir con ella era un lujo, eso le dolía.

—HeeRan, ¿Qué haces allí de pie?, ven—le extendió su mano.

La niña fue hasta la cama dejando que su madre la acercara rodeándola con su brazo besando su cabeza. Ese perfume que tenía lo odiaba pues siempre lo usaba para el trabajo.

—Omma, ¿Te duele mucho?—señaló su rostro. Cuando JooHee fue a buscarla al departamento de Nayeon, la niña se había puesto a llorar al verla así. JooHee tuvo que calmarla asegurándole que estaba bien y mintiendo al decir que la habían intentado robar, había hecho el intento de defenderse resultando herida.

—No siento nada—mintió. Esa noche estaba muy bien cubierta para evitar que la preocupación de HeeRan aumentara más—Estoy bien, no te preocupes, ¿Sí?

—¿Podemos acompañarte al trabajo?

—No—respondió de inmediato. En su pierna izquierda estaba la bebé y en la derecha la niña—Es muy tarde para que ambas estén fuera, tu hermana estuvo con resfriado, no quiero que enfermen, mucho menos tú que debes ir a la escuela temprano.

—Omma.

—¿Sí?

Su respuesta fue abrazarla con sus pequeños brazos recostando su cabeza de su pecho. HeeJin repitió ese gesto de su hermana conmoviendo a su madre, las abrazó a ambas disfrutando de ese contacto. Esas niñas lo eran todo para ella, su error fue permitir que Sehun lo supiera y ahora sabía cómo manipularla para conseguir lo que quería.

—Quiero que sean buenas niñas como siempre—las miró. HeeJin sonrió como siempre sacándole una sonrisa pequeña a ambas.

—¿Vendrás esta noche?—HeeRan tenía cierta preocupación.

—Claro que sí.

—Te esperaré despierta.

—No, mañana tienes escuela...

—Mañana es sábado, omma. No hay escuela—decidió contarle—Extraño dormir contigo, extraño que me acaricies el cabello hasta quedarme dormida—a JooHee le partió el corazón ver sus ojos llorosos—Extraño a mi omma.

—Oye—la atrajo a su cuerpo sintiéndose peor—HeeRan, cariño, lo siento. Sé que estoy ausente por las noches, pero debo...

—No trabajes más, por favor.

—Necesitamos dinero, HeeRan—bajó la mirada. La bebé las veía sin entender lo que pasaba aunque intuía que algo malo pues ver a su hermana llorando no era bonito—Mamá tiene que trabajar para las tres, debemos comprar comida y pagar las cosas—aun así, la niña se aferró a ella—No llores, por favor, no quiero irme así. Te prometo que vendré temprano, ¿Sí?

Esperaba poder cumplir esa promesa.

JooHee había llegado justo a tiempo, todas las chicas estaban reunidas en el vestíbulo, Sehun por supuesto estaba ahí. Bellina tocó su hombro sintiendo una punzada de dolor al ver el rostro maltratado de la chica.

—¿Llego muy tarde?—susurró.

—No, Sehun acaba de iniciar con su discurso de siempre sobre dar una excelente atención a sus clientes—respondió en voz baja—¿Estás bien?

JooHee se había colocado un vestido que abrazaba su abdomen resaltando sus caderas, debajo tenía unas mallas de color piel para cubrir los hematomas que tenía y su abrigo mientras tanto ocultaba los otros, incluso cuando los maquilló sabía que moriría de dolor cuando la tocaran.

—Un poco.

—¿Hay algo que quieran compartir?—Sehun llamó la atención de ambas. Todas notaron el labio roto de Lianna junto a la mejilla levemente hinchada, su nariz lastimada también tenía maquillaje para ocultarlo.

—No.

—¿Segura?—se cruzó de brazos apoyándose del borde de una mesa—Tal vez Bellina quiera hablar.

Ambas chicas intercambiaron una mirada. ¿Sehun sabía que se había ido antes?

—No tengo nada que decir—sonrió nerviosamente.

—Quiero que ambas me esperen en mi oficina—las dos tragaron en seco. Eso no significaba nada bueno—Ahora.

Tristemente esto ocurre cada vez más constante en la vida real.

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