Epílogo
En una sala tranquila y austera del psiquiátrico, la luz tenue de una lámpara iluminaba el rostro serio del psiquiatra mientras observaba a su paciente, una joven de mirada perdida.
El silencio pesado se rompió cuando el psiquiatra dio un golpe suave con su lapicero en la mesa que los dividía, buscando llamar su atención.
—Sabrina, sé que nuestro tiempo juntos ha sido difícil, pero necesito que me hables sobre lo que sucedió aquel día... ¿Por qué decidiste hacerlo? —preguntó el psiquiatra con gentileza, intentando desentrañar los oscuros recovecos de la mente de su paciente.
Sabrina desvió la mirada, su rostro mostraba una mezcla de dolor y remordimiento. Tras un momento de silencio cargado de tensión, finalmente habló con voz temblorosa.
—Fue como si... como si algo se apoderara de mí en ese momento. Una oscuridad profunda que inundó mi ser y me cegó ante la realidad. No quería hacerlo, pero... no pude detenerme —murmuró Sabrina, con los ojos llenos de lágrimas.
El psiquiatra escuchaba con atención, tratando de comprender la complejidad de los sentimientos de su paciente.
Con algo de curiosidad, conociendo la verdadera razón, le preguntó suavemente.
—¿Recuerdas qué fue lo que desencadenó esa oscuridad en ti? ¿Hay algo en particular que te atormente y que pueda ayudarnos a entender lo sucedido?.
Sabrina titubeó por un instante, luchando con sus propios demonios internos.
Finalmente, susurró con voz apenas audible:
—Fue el dolor... un dolor tan profundo que me consumía. Sentía que las voces en mi cabeza eran más fuertes que nunca, y no pude resistirme a tomar venganza por mí misma.
El psiquiatra asintió comprensivamente, sabiendo que el camino que recorrían nuevamente era difícil.
—Aquel día que mataste a tu madre... ¿Escuchaste voces? —preguntó suavemente.
—Aquel día yo no la maté, él lo hizo... —Sabrina hizo una pausa, tomando aire antes de continuar— Quería cumplir su cometido y la quitó de su camino como si no importara.
—Después de analizar tu historial y tus síntomas, he llegado a la conclusión de que sufres de un trastorno de personalidad disociativa.
Sabrina frunce el ceño, evidentemente desconcertada por las palabras del Doctor.
—Entiendo que puede resultar abrumador escuchar esto, pero es importante que sepas que hay formas de abordar esta situación. —continuó tranquilo.
—¿Qué significa exactamente tener una personalidad disociativa? —Preguntó la chica confundida, segura de que nada de lo que él decía era cierto, ella conocía la verdad de todo, y no era lo que él pensaba.
—La personalidad disociativa implica una desconexión entre diferentes aspectos de tu identidad, pensamientos, emociones o memoria. Puede manifestarse de diversas maneras y sí, algunos pacientes pueden sentir que algo toma el control de sus cuerpos y pensamientos cuando pasan por un episodio... —El psiquiatra hizo una pausa, buscando algo en su libreta— Podemos trabajar juntos para abordar estas cuestiones y trabajar hacia la integración de tu personalidad, solo debes confiar en mí
La chica se quedó callada por un momento, ajena a la conversación que el psiquiatra estaba manteniendo con ella.
No recordaba cómo había llegado al psiquiátrico, ni quien la había dejado en ese lugar.
Comenzaba a dudar de las cosas que había vivido, después de todo, él era un especialista, conocía más que nadie la mente del ser humano, todo lo que había sucedido había sido creado por su imaginación.
¿O no?....
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