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28 Podia protegerlos

Había paso un rato, ya casi estábamos fuera del bosque.

¿Porque había sido tan fácil escapar?

Todo aquello comenzó a tener menos sentido.

No habíamos hecho la gran cosa, ni siquiera éramos expertos en el tema.

Todo había sido muy fácil.

O eso creía.

Porque todo sucedió muy rápido.

De un momento a otro, todo quedó completamente a oscuras, la poca iluminación que la luna daba al bosque desapareció por completo, una brisa fría salió de la nada y un pesado ambiente nos rodeo por completo.

Delante de mí, Gabriel comenzó a quejarse, su cuerpo comenzó a perder color rápidamente y su rostro se contrajo por el dolor, cayendo de rodillas frente a mí.

Un grito de dolor salió de sus labios y todo a mi alrededor sucedió despacio.

Vi como 3 mujeres salían corriendo detrás de uno de los grandes árboles que había en el camino, no sabía de donde habían salido, lucian distintas.

Sus vestuarios, la manera en la que hablaban, todo en ellas parecía ser de otra época.

y una a una, vi como sus cuerpos, dejaban de tener vida.

La primera mujer en salir, corrió desesperada mirando a todos lados, intentando escapar de lo que las seguía, algo le atravesó por la espalda, sacando el corazón de su pecho y haciendo caer su cuerpo inerte sobre el camino de tierra frente a nosotros, dejando en el, un gran charco de sangre.

La segunda parecía ser una mujer un poco más joven, tal vez de unos 27 años, tropezó con el cuerpo sin vida de su compañera en cuánto salió al camino, cayendo cerca de ella en el suelo.

Intento levantarse apresuradamente pero hilos negros rodearon el árbol llegando hasta ella, cubriéndola por completo, entrando en su boca y nariz, invadiendo su rostro de una manera grotesca, abriendo su boca hasta separarla por completo.

El crujir de los huesos de aquella chica, resonó por todo el bosque, causando una extraña sensación en mí.

Satisfacción.

Eso es lo que sientes al ver personas morir frente a tí.

El dolor de otros es lo que nos mantiene vivas, llenándonos con una completa carga de satisfacción.

Está en tí y no puedes evitarlo.

La tercera mujer, no pudo alejarse mucho del tronco, comenzó a elevarse en el aire en cuanto puso un pie en el camino, sus piernas y sus brazos comenzaron a retorcerse quedando en una posición de la que no podría volver a enderezarse y un horrible grito de dolor salió de ella mezclado con el crujir en seco de cada uno de sus huesos al quebrarse.

Hilos negros comenzaron a salir de su boca, nariz y oídos, al igual que su sangre, manchando cada parte de su cuerpo, no quedó nada de ella, más que pequeños trozos de su cuerpo regados por todo el camino, al ser envuelta por las ramificaciones negras.

Hilos negros comenzaron a acercarse hacia nosotros, Gabriel no dejaba de quejarse por el dolor, Owen retrocedió con el bebé en brazos, tratando de alejarse lo más que podía del camino, yo no sabía que hacer.

Todo estaba sucediendo muy rápido, solo quería sacarlos de aquí, estar en la quinta y buscar con Héctor la manera de ponerlos a salvo.

Y estuve en shock por un momento, solo estaba pasmada, mirando todo a mi alrededor, ni siquiera reaccioné en cuanto Neilyn apareció a un lado de mi, agachándose en el suelo para levantar a Gabriel, intentando ayudarlo.

No sabía en qué momento había llegado, sí, Gabriel la había llamado en cuento me encontró, avisándole que había conseguido al bebé, que viniera por el, pero no sabía en si desde hace cuánto tiempo estaba aquí, y si había visto lo mismo que yo.

—¡Sabrina! —La escuché gritar detrás de mí.

Y me voltee en el momento justo en el que una niebla oscura se acercaba lentamente a ellos, levantándose a pocos metros formando una especie de muro, dejando solo un espacio en medio, en donde él apareció.

Completamente vestido de negro, su rostro comenzaba a desfigurarse, como si su alma quisiera salir de su cuerpo.

Él estaba causando todo esto.

—Tendrás que verlos morir —dijo en voz alta desde el otro lado— Eres débil Sabrina, nada de lo que hagas podrá salvarlos, fuiste una de mis mejores creaciones, el único sacrificio que podrá liberarme de toda esta mierda.

Escuche cómo Gabriel gritaba más alto, giré mi vista de inmediato hacia el.

Neilyn suplicaba, pidiendo que todo parara, Gabriel comenzó a convulsionar en sus brazos, sus ojos se voltearon y un líquido oscuro comenzó a brotar de su boca, Owen no dejaba de llorar, su rostro reflejaba el temor puro de lo que había vivido y de lo que se avecinaba.

Nada, no había sentido nada.

Hasta ese momento.

Un sentimiento de rabia, tan fuerte y efusivo me recorrió, quemandome la piel por completo, podía sentir como mi cara ardía por la rabia que sentía, nublando mi conciencia y tomando el control de mí.

No podía expresarlo fácilmente, pero era un sentimiento que pedía a gritos ser liberado.

—Con. Ellos. No —murmure enojada, con la rabia recorriendo cada parte de mi cuerpo.

No había podido proteger a mi madre.

Pero sí podía protegerlos a ellos.

Un grito cargado de rabia escapó de mis labios, mis brazos se extendieron por si solos y pude ver cómo comenzaban a teñirse las puntas de mis dedos de negro, cubriéndolos de pequeños hilos negros que subían por mis brazos.

Una oscuridad mezclada con ramificaciones oscuras salio de mis manos, rodeandonos hasta cubrirnos por completo.

No sabía cómo, pero aquello estaba funcionando como una especie de escudo, evitando que aquella niebla llegara hasta nosotros.

—Debemos avanzar mientras podamos —hice mi mejor esfuerzo para mantener la postura.

Aquello que estaba fuera no parecía querer rendirse, sentí como un golpe fuerte se estrelló contra el escudo, haciéndome retroceder.

—¡Sabri! —Grito Neilyn al verme retroceder, por el golpe.

—Neilyn, no creo poder aguantarlo más —me costaba mantenerme en pie, los golpes eran fuertes, y de lo que sea que estuviese hecho el escudo, era débil.

O, yo lo era.

Neilyn tomo a Gabriel con fuerza, y me miró de reojo.

—¿Lista? —me coloque en posición, sin saber bien cómo continuar.

Solo sabía que fuera lo que fuera, debía salvarlos a ellos.

Sin importar mi destino.

Neilyn lo dudo un momento, sabia que aún no confiaba en mí, toda su confianza se había ido a la mierda en cuanto su madre se vio afectada.

Pero no había más opciones.

O al menos, no una con la que ellos sobrevivieran sin mi ayuda.

Podía ver la duda reflejada en su rostro.

El miedo de confiar y que algo peor sucediera.

Así que sin más opciones, vi como dio un leve asentimiento, antes de levantar la vista, con su rostro mojado por las lágrimas y me miró directamente a los ojos.

—Lista —respondió segura, tomando a Gabriel por el torso para intentar levantarlo.

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