23 Verdades dolorosas
—Pero... ¿Como sabes?
—¿Lo de tu maldición? —preguntó confundido.
—Sí, Héctor me contó que
—Tu madre me lo dijo Sabrina —me interrumpió de inmediato, haciendo una pausa, alejándose un poco de mí, antes de continuar— Lo sé, desde hace algunos años, y desde entonces, solo he estado buscando la manera de revertirla para ayudarte, porque quiero que todo esto termine.
—Pero ¿Como sabes, que cuando ella toma el control lo olvido?
—No es la primera vez que pasa —admitió— hace algunos años sucedió por primera vez, te fuiste en contra de tu madre y la heriste, supimos de inmediato que no eras tú, lucías distinta, tus ojos se oscurecieron muchísimo, tu comportamiento era distinto, con suerte no duro mucho, tu cuerpo era muy Niño aún y no resististe lo suficiente, te desmayaste de pronto y todo volvió a la normalidad, ese día tú madre me confesó lo que había sucedido.
Un silencio nos rodeó a ambos, mi padre me miraba expectante a mi reacción.
No tenía ni idea.
—¿Cuantas veces sucedió? —Pregunté con miedo a la respuesta.
—Muchas, sucedían más frecuentes cuando estabas con nosotros —mencionó en voz baja.
—Por eso tomaron la decisión de que viviera con los abuelos —No fue una pregunta, y él lo sabía.
Levante el rostro para ver a mi padre, quien bajo la mirada y asintió lentamente.
No estaban ocupados.
Solo...
No querían tenerme cerca.
Todo comenzaba a tener sentido, por eso el día en que murió el señor Woods mi madre tenía miedo de mí.
Tenía miedo de que la hiriera.
Porque podía hacerlo.
De nuevo...
Sentí una fuerte presión en el pecho, no podía respirar.
Mi padre intentó acercarse a mi, pero retrocedí
—No quiero hacerte daño —murmure aturdida.
—No podrás hacerlo.
Intento acercarse de nuevo, pero retrocedí impidiendo que se acercara.
—Necesito estar sola —me di la vuelta y comencé a caminar hacia el bosque.
Escuche los pasos de mi padre venir tras de mi, y apresuré el paso.
No quería tener a nadie cerca.
Me desconocía.
No sabía de lo que era capaz.
—¡Sabrina, espera! —Grito mi padre, tratando de acercarse a mi
Comencé a correr.
Me adentre en el bosque, donde un día había visto aquel aquelarre de brujas.
Todo había sido una mentira.
Nada de mi vida fue cierto.
Heriste a tu madre
La imagen de mi madre tirada en la tina, apareció frente a mí.
Tropecé con algo, pero no me detuve.
Quería escapar.
Alejarme de todos.
—Eres una maldita traidora.
El momento en el que enterré la daga en el vientre de Lina.
Me dolía el pecho.
Me sentía cansada pero no podía detenerme, aún podía escuchar los paso de mi padre detrás de mi.
Susurros interminables.
Gritos cargados de dolor.
Sangre.
Rabia.
No puedes resistirte.
Déjame tomar el control.
No sabía en donde estaba.
Mis piernas seguían avanzando por el bosque, tropezando varias veces con alguna que otra piedra o rama tirada en el suelo.
No puedo detenerme.
Necesito alejarme.
No quiero herir a nadie más.
Voltee hacia atrás, asegurándome de que mi padre no estuviese cerca.
Todo estaba completamente oscuro.
Grandes árboles se habrían paso a mi alrededor, haciendo que todo luciera igual.
Sin señal alguna que lo diferenciara del resto.
No sabía por cuánto tiempo había estado corriendo.
Mis pulmones ardían por la falta de oxígeno.
Me detuve cerca de un árbol, tratando de regular mi respiración.
Y rápidamente me di cuenta de lo mucho que sentía el cansancio recorrer cada parte de mi cuerpo, como si alguien quisiera tomar el control, aparentando mi pecho hasta dejarme sin aliento por un momento.
Recorriendo cada parte de mí, como un fuego abrazador a punto de quemar y destruir todo a su paso.
Todo comenzaba a darme vueltas.
El recuerdo de hace unas horas en las escaleras se hizo presente, y no pude evitar preguntarme si esto sucedía cuando ella quería tomar el control.
El sonido de una fogata y el leve canto de mujeres se escuchaba cerca, provenía de algún lugar, pero no sabía de donde.
Camine despacio tratando de agudizar mi oído para captar mejor los sonidos a mi alrededor.
Un pequeño sendero se habría pasó frente a mi, camine por él, dejándome guiar por el cántico que escuchaba.
Una cabaña algo vieja y desgastada apareció a unos metros de distancia.
Lucía abandonada como si por años, o incluso siglos nadie la hubiese habitado.
Sus ventanas rotas dejaban el acceso completo para poder husmear dentro.
Todo estaba cubierto de polvo, los pocos estantes que habían en el lugar estaban destrozados.
La mitad del piso inferior estaba deteriorado y en algunas otras partes ni siquiera había maderas para cubrir el suelo, dejando ver algunas repisas debajo de el.
Con cuidado entre por la ventana, tratando de no arrastrar o dañar nada en el paso.
Dentro el olor del ambiente era distinto, varias ramas de algunas plantas secas colgaban de finos hilos en el techo.
—¿Que es este lugar? —Pregunté en voz alta, consiente de que nadie podría responderme.
Camine con cuidado, el piso de madera rechinaba con cada paso que daba.
Me acerque hacia el lugar en donde faltaban las tablas de madera y pude ver pequeños escalones que descendían hacia la parte inferior.
Baje uno a uno los escalones, sintiendo como mi corazón se aceleraba con cada paso que daba.
La vista era peor.
Al llegar abajo me encontré con algunos restos de lo que en algún momento fueron personas.
Cráneos, huesos y algunos implementos de arqueología estaban esparcidos por todo el lugar.
Las paredes estaban quemadas como si alguien hubiese querido deshacerse de todo el lugar.
Algunas palabras en " " aún se podía ver en la pared.
Aquí había sucedido todo.
Un pequeño estante aéreo que estaba en la pared, comenzó a moverse, varias cosas callejón de el, quebrándose por completo.
Me acerque rápidamente sin importar lo que pisaba o veía en el suelo.
Una pequeña copa de cristal aún se mantenía sobre aquel estante.
Con cuidado la tome, observándola detalladamente, una palabra corta, pero con delicada caligrafía estaba grabada sobre la copa
—Exordium —Leí en voz alta.
¿Que significaba aquello?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro