20 Ella
Me enderece por completo, observando todo a mi alrededor, este lugar apesta.
Escuche los pasos de alguien subir por las escaleras, y voltee en el momento justo en el que una mujer, se paraba a un lado de mi.
—Sabri mi amor, ¿Viste el desastre que Gabriel y Neilyn han hecho en la cocina? —Preguntó riendo —Me voy a la última consulta con el medico para que me den fecha de parto, y cuando llego, consigo el desastre que han hecho.
No respondí nada, solo me centre en su vientre.
La última consulta.
—¿Para cuando te dieron fecha? —Pregunte curiosa.
—Para esta misma semana —Respondió emocionada —No sabes cuanto anhelo tenerlo en mis brazos. —La cara de felicidad de la mujer, era repulsivamente asquerosa.
No sabes cuanto deseo poder tenerlo en mis brazos, para acabar con todo esto.
Esta misma semana...
Ni siquiera llegará a cumplirla.
—¿Te sientes bien sabri?— Preguntó curiosa — Te noto algo pensativa, luces... Diferente
—Si —Mentí —Creo que el ver el desastre que han dejado en la cocina y todo el humo me ha sentado mal, iré a descansar un poco, quizás asi se me quite un poco el dolor de cabeza.
—Está bien linda, ve tranquila, le diré a los chicos que no te molesten, ¿si?
Sin responder, camine directo hacia la habitación en donde había estado.
Abrí la puerta y entre, cerrándola tras de mí, pasando el seguro para evitar que alguien pudiese entrar.
Busque con la mirada lo que sabía estaba aquí, podía sentirlo cerca, y camina hacia él en cuento lo ví.
Él estaba cumpliendo con su parte del trato.
Aún no sabía cómo había hecho para dejarlo aquí sin que nadie lo viera, pero me resultaba fascinante la idea de tenerlo en mi poder, después de tanto tiempo.
Lo tome con cuidado y me senté en la silla del escritorio abriéndolo y deleitándome con cada una de sus páginas, escritas totalmente a mano, por mí.
Cada una de estas páginas estaba escrita para ser usada en el momento justo.
•Hechizos y conjuros
•Rituales, Invocaciones
•Ingredientes y recetas mágicas
•Runas y símbolos místicos
•Métodos de adivinación, la lectura de cartas o bolas de cristal
•Plantas y hierbas con propiedades mágicas
•Instrucciones para la fabricación de amuletos y talismanes
•Protección y defensa mágica
Busque la pagina que necesitaba, aquella que me ayudaría a lograr mi objetivo.
En cuanto la conseguí, me di cuenta que solo faltaba una cosa de aquella lista.
Cuerpo y alma de corazón puro.
Yo me encargaría de conseguirlo
Faltaban menos de dos horas para que el momento fuera el indicado.
Falta poco.
Me recordé a mi misma, para evitar arrimarlo todo.
Me giré en el momento justo, en que aparecía detrás de mi en la habitación.
—Veo que no has faltado — comente con burla, recorriéndolo con la mirada.
—Cumple con tu parte, ya tienes todo —Mencionó serio.
—Aún no querido, falta lo más importante —le recordé.
—¿Cuando..
—En el momento que todo acabe serás libre —lo corte de inmediato, levantándome de la silla y caminando hacia el —Después de todo, no te ha ido tan mal en todos estos años —cuestioné.
—¿Cuanto más hace falta?— preguntó ignorando mis palabras.
—El momento justo para tomar al Niño.
—Pero, aún no ha nacido —me recordó.
—Yo me encargaré de eso —respondí sin importancia, recordando la lista —¿Donde está el familiar? —pregunte en cuanto no lo vi por ningún lado
—En el sótano.
—¿Que esperas para tomarlo?
—Héctor no ha dejado de vigilarlo, y dijiste que no querías más desastres —me recordó.
Héctor, Hector, te estás atribuyendo una guerra que no te pertenece, querido.
—Yo me encargaré de él —Respondí, volviendo a mirarlo— Tú encárgate de conseguir el Familiar, hoy es el día, no hay tiempo que perder.
Dio un asentimiento de cabeza antes de desaparecer por completo.
Me devolví al escritorio, cerrando el libro y dejándolo en el lugar en donde lo había conseguido.
Salí de la habitación y camine por el pasillo, hasta llegar a la última puerta, antes de entrar visualicé a la mujer y apreté mi mano con fuerza.
Di dos golpes suaves a la puerta y espere a que respondieran.
—Pase —La escuche decir del otro lado, luego de un momento.
—¿Como te sientes? — Pregunte en cuanto entre, cerrando la puerta tras de mí.
—Bien, aunque me comenzó un dolor algo fuerte de repente, pero no te preocupes —comentó un poco adolorida desde la cama
Supongo que aún no he perdido mi toque, después de todo.
— Me coloqué este lindo vestido, por si se adelanta el momento —comentó con una sonrisa.
Llevaba un vestido blanco que le llegaba hasta las rodillas, su enorme vientre resaltaba por el color.
—¿Puedo? — Pregunte señalando el lugar disponible a un lado de ella.
—Claro linda, toma asiento —aceptó.
Camine hacia ella sentándome en el lugar disponible.
—Lina has visto a... —Héctor se callo así mismo en cuanto entro en la habitación, podía sentir su mirada analítica sobre mí —Sabrina.
—Aquí está mi amor, ¿Paso algo? — preguntó Lina preocupada.
—El cubo ha desaparecido —El temor en la voz de Héctor era notorio.
¡Bingo!... Ahora solo faltaba el Niño.
—¿Como así? — preguntó la mujer removiéndose en la cama por el dolor.
—¿Que hace ella aquí? —Preguntó Héctor desconfiado, ignorando la pregunta de su esposa.
—Ha venido a verme, amor —respondió su esposa.
No respondí, me mantuve calmada a un lado de Lina.
El sabe que algo ocurre.
Lleve mi mano al vientre de Lina, pero me detuve en el momento, antes de tocarla.
—Puedes tocarla linda, no hay problema —Respondió ella, mirándome dulcemente.
Héctor no se había movido, seguía de pie junto a la puerta.
Acerque más mi mano, hasta posarla en su vientre, el bebé dio una patada en cuanto puse mi mano sobre ella, y supe que era hora de iniciar con el plan.
Lina comenzó a retorcerse del dolor, y un grito ahogado escapó de sus labios.
—¿Que mierda hiciste? —Grito Héctor, acercándose de inmediato.
—Héctor, tranquilo —respondió su esposa intentando calmarlo— No es culpa de ella, de seguro es alguna contracción.
—¡Claro que no mujer!... Ha sido culpa de ella, ¿Es que acaso no te das cuenta? —Preguntó irritado.
Me levante con cuidado de no interponerme en la discusión que ambos estaban teniendo.
Lina no me miraba, estaba sumida en el dolor que sentía, sin dejar de mirar expectante a lo que su esposo diría.
Héctor se sentó a un lado de ella, intentando calmar inútilmente lo que ella sentía.
Levante una de mis manos, disimuladamente, sintiendo el poder recorrer cada parte del cuerpo.
Este cuerpo no resistiría mucho, así que tenía que actuar rápido si quería que las cosas salieran bien.
—Algo malo va a suceder —Comentó Héctor frente a Lina.
Lleve mi poder a la punta de mis dedos, notando cómo estos comenzaban a teñirse de negro.
—Amor, calma, solo son los dolores por el embarazo.
Ramificaciones negras descendieron de mis manos, deslizándose por las orillas de la cama, hasta llegar a Héctor sin que se diera cuenta.
—Mírala Lina... ¿Es que acaso no te das cuenta de que no es la Sabrina que conocemos? —Comentó Héctor irritado, por la calma de su esposa.
En cuanto ambos voltearon a mirarme, la cara de espanto de Lina me lleno de satisfacción.
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