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17 Sombras

No podía dejar de observarlo, lucía terriblemente mal, varios moretones cubrían su rostro y un pequeño corte adornada su labio inferior.

Llevaba un collarín y un yeso en el brazo izquierdo, recostado en aquella camilla, tan débil, tan vulnerable, un sentimiento se hizo presente y no pude evitar sentir culpa mientras lo observaba, de alguna manera sentía que todo lo que había ocurrido era mi culpa.

Debía haber alguna solución para evitar más accidentes, no quería afectarlos.

—Gabo —comente en voz baja, acercándome a él.

—Pinky —Su voz sonaba débil— ¿Cómo estás?

—Eso debería preguntarte yo a ti, que has sufrido un accidente —comente sin dejar de mirarlo.

Aún estando en la peor condición, no dejaba de preocuparse por mí.

Debía mantenerlos a salvo.

—Estoy bien, no te preocupes —comento con una sonrisa— Saldré de esto pronto y podremos ir a acampar como cuando éramos niños.

—Los doctores han dicho que estarás unas semanas bajo observación para asegurarse de que todo esté en orden —comente en voz baja.

—Pasaran rápido, lo prometo —dijo sin borrar la sonrisa de sus labios.

—Eso espero —dije en voz baja sin ánimos.

—¿Qué sucede?.

—Perdóname, siento que todo esto ha sido mi culpa —desvié la mirada por un momento.

—Hey, ven acá —pidió extendiendo su mano, me acerque hacia el y lo observé, sin dejar de sentirme culpable— Nada de esto ha sido tu culpa —tomo una de mis manos y la apretó suavemente— Cuando venía de camino a casa, ví la silueta de una persona en medio de la carretera —los gestos en su rostro me daban a entender que el solo hecho de recordar le costaba— Estaba desorientada, caminaba de un lado a otro buscando algo, y solo gire el volante tratando de esquivarla, pero perdí el control del auto y choque.

—¿Una persona? —pregunte desconcertada- -¿Qué hacía alguien a altas horas de la noche en medio de la carretera?

—No lo se, tal vez era algún turista perdido o quizás había quedado con alguien y habrá quedado varado en medio de la carretera —comento restándole importancia —Últimamente han sucedido muchas cosas sin sentido, la sociedad cada día está más podrida.

Todo aquello me pareció muy extraño, pero aún así el sentimiento de alerta seguía presente en mí.

No quise seguir indagando y preferí cambiar de tema, quería despejarnos un poco y conversar sobre cualquier cosa que no fuese el accidente.

Silencio.

Deje de escuchar voces a mi alrededor, todo parecía estar más tranquilo, de seguro lo que había visto horas atrás en el pasillo, solo había sido mi paranoia por el accidente.

El sonido de la máquina a la que Gabriel estaba conectado era lo único que podía escuchar, agradecí mentalmente por el silencio y la tranquilidad que había presente.

Lina y Héctor habían regresado a casa, les dije que no había problema, yo podría quedarme con Gabriel para estar al pendiente por si necesitaba algo, ellos vendrían en la mañana para que yo pudiera ir a descansar.

El doctor de guardia entro a monitorear a Gabriel y a asegurarse que todo estuviese en orden, anotó algunas cosas y le suministro un antibiótico para evitar que despertara el dolor.

El cansancio poco a poco comenzó a pasarme factura, luego de observar a Gabriel y asegurarme de que todo estaba en orden, me recosté en el pequeño sofá que había en la habitación, permitiendome relajarme un poco, cerrando mis párpados por un momento.

"Sentí el fuerte latir de mi corazón, voces y susurros no dejaban de escucharse a mi alrededor, no podía comprender nada, solo sentía la necesidad de querer salir corriendo, quería huir, poder respirar.

La imagen de la habitación del hospital se reflejó ante mí, Gabriel en aquella camilla, todo estaba tranquilo, sin nada fuera de lo normal.

Pero de un momento a otro, todo cambio de repente, el ambiente se sentía muy pesado, una suave niebla cubría el suelo de toda la habitación, hasta llegar a mis rodillas, las luces de la habitación comenzaron a opacarse y palabras sin sentido se repetían a mi alrededor, quise acercarme a Gabriel al escuchar el pitido de aquel aparato alterarse, pero mis piernas no se movían, las palabras se quedaron atascadas en mi garganta al querer gritar y pedir ayuda.

Cerré mis ojos por un momento, intentando aclarar mis ideas y buscar una solución.

Al abrirlos de nuevo, los faros que iluminaban la habitación comenzaron a parpadear y una silueta estaba de pie frente a él, no podía reconocer de quien se trataba, una gran capucha negra lo cubría por completo, una oscuridad perturbadora se desprendía de su cuerpo, levantó una de sus manos y hilos negros comenzaron a salir se sus dedos, llegando hasta Gabriel.

Enroscandose en su cuello por completo.

Vi, como el cuerpo de Gabriel aún cesado por los medicamentos se tensaba por la falta de oxígeno, su rostro poco a poco, comenzaba a formarse violáceo y sus labios perdieron todo el color que alguna vez tuvieron, mientras su cuerpo comenzaba a dar pequeños espasmos intentando respirar.

El electro comenzó a sonar más rápido a medida que el cuerpo de Gabriel dejaba de moverse, intenté moverme, gritar, pedir ayuda, pero era inútil, mi cuerpo no reaccionaba.

El largo pitido del electro me dejó un vacío en el pecho, demostrado que el cuerpo de la persona que un día amé, estaba sin vida.

Lo que estaba de pie a un lado de él, no se movió de su lugar, más hilos negros comenzaron a salir de sus manos, y cubrieron por completo el cuello de Gabriel.

Me dolía.

Ver lo que estaba sucediendo me estaba matando lentamente, al igual que con mi madre, todo estaba pasando frente a mi, y no podía hacer nada para evitarlo.

Pero más me dolió ver, como la cabeza de Gabriel se torcía de una forma brusca, dándole paso al crujir de su cuello, eliminando completamente cualquier porcentaje de vida en su cuerpo.

Un largo camino de sangre se extendía de su cuerpo hasta mí, no sabía exactamente de qué lugar provenía, toda la camilla y su cuerpo estaba completamente llenos de sangre.

Aquello llevó una de sus manos hacia el, tocando su cuerpo bañado en sangre, antes de elevar la mano a su boca y saborearla por completo, estremeciéndose como si de un manjar divino se tratase

Un grito desgarrador salió de mí garganta, quemandome por completo, provocando que aquella cosa se volteara hacia mí.

Cerré mis ojos por el miedo, y solo esperaba cualquier tipo de dolor."

Dolor.

No sentí ningún dolor.

Abrí mis ojos y me vi parada frente a Gabriel, con una de mis manos extendida hacia él, retrocedí de inmediato al no entender lo que había sucedido, gire sobre mí misma, mirando a todas partes, buscando con la mirada cualquier rastro de lo que había visto.

No había nada.

Un fuerte olor a formol me golpeó la nariz, provocándome grandes arcadas.

La noche estará cargada de sangre

Esas palabras no dejaban de repetirse en mi mente.

Si un pequeño brinco en cuanto sentí algo tocarme la mano, me gire rápidamente y me di cuenta que Gabriel había despertado.

Me miraba extrañado, como si intentará comprender la razón del pánico, reflejado en mi rostro.

Estaba vivo.

Y estaba bien.

No podía evitar sentir alivio al verlo ahí, mallugado por el accidente.

Pero vivo.

Detalle su rostro, el color de sus mejillas, sus ojos, el gris de sus ojos era neutro, similar al color de un huracán antes de arrasar con todo a su paso.

Todo el, se encontraba con vida.

No sabia como, pero de algo estaba segura.

Debía buscar la manera, de que ninguno de ellos sufriera, ni siquiera el.

Tenia que haber una manera de evitarlo, una solución, y se que la encontraría, pero primero.

Debía sacarlo de aquí.

—¿Estas bien Pinky? —la preocupación en su voz era clara.

—No se como explicarte —comente sin saber como empezar.

—¿Que sucede? —pregunto

—Gabriel, yo... —Me detuve en cuanto un olor a oxido me golpeo la nariz, era suave, pero ahí estaba.

Deja vu.

Esto lo había vivido.

El recuerdo de la noche en la que murió el señor Woods, se hizo presente.

El olor a formol.

Y el olor a oxido.

También estuvieron presentes, la noche en la que mi madre murió.

Las palabras que había escuchado.

Todo indicaba algo.

Esta noche alguien moriría y debía evitarlo a toda costa.

—Tenemos que irnos —dije rápido, mientras caminaba hacia el mueble, por mi celular.

—¿Qué, pero a donde?

—Hay que salir de aqui.

—Pero, ¿A donde? —pregunto aun sin comprender.

—Gabriel, no tengo tiempo para explicarte —camine de regreso hacia el.

—Sabrina, no se si te has vuelto loca o no lo has notado —comento lento— Pero he sufrido un accidente y no creo poder moverme del todo bien.

Tenia razón, pero no podía dejarlo aquí tirado.

—Ven, te ayudo —me acerque un poco mas a el, intentando ayudarlo.

—¡Sabrina, No! —dijo, horrorizado.

—Gabriel, confía en mi —pedí.

Me miro por un momento confundido, sabia que todo sonaba demasiado mal,pero necesitábamos salir de aquí.

—Por favor —Pedí— Tengo un mal presentimiento, necesito que salgamos de aquí.

El piso comenzó a hacerse borroso, una niebla densa comenzaba a cubrirlo.

—Gabriel, no tenemos mucho tiempo —repetí— Por favor, solo... Confía en mi.

—Esta bien —luego de unos minutos solo acepto, aun desconfiado.

Le tendí mi mano, y con cuidado lo ayude a sentarse, desconectando el electro y tomando la bolsa de suero que colgaba cerca de la camilla.

Con cuidado lo ayude a levantarse de la camilla, haciendo todo mi esfuerzo, para poder con su peso.

—¿Eso es niebla? —preguntó, mirándome por un momento, antes de volver a mirar el suelo.

—Si.

Se te esta agotando el tiempo, sabrina...

—Pero, ¿De donde ha salido? —quisiera explicarle, pero era aun mas confuso de lo que se veía.

—Te dije que algo andaba mal —fue lo único que dije, antes de comenzar a caminar con el.

Las luces de la habitación comenzaron a opacarse, mientras que la niebla que se extendía, comenzaba a hacerse mas densa y a subir cada vez mas.

Abrí la puerta, de la habitación y me asome con mucho cuidado, el largo pasillo del hospital estaba completamente solo, sin ningún enfermero rondando.

Sali junto a Gabriel, con mucho cuidado de no lastimarlo, las muecas en su rostro me indicaban que a pesar del dolor, el estaba haciendo su mayor esfuerzo por mantenerse en pie.

No dejaba de mirar a nuestro alrededor para asegurarme de que nadie nos viera.

El olor a óxido era fuerte.

Pero no sabía de donde provenía, creí que al sacarlo de la habitación, dejaría de percibir el olor, pero al parecer me había equivocado.

Al contrario, tenía más intensidad.

Estando muy cerca de él, lo percibía con más intensidad.

Espera...

Sin dejar de caminar me acerque disimuladamente hacia él.

Mi saliva comenzó a hacerse agua en cuanto pude olerlo, y mi corazón comenzó a latir con fuerza al comprenderlo.

Era él.

El olor a óxido, mezclado con la morfina provenía de él.

El sueño que había tenido, era real.

Él estaba a punto de morir.

Te dije que muchas muertes vendrían, y no habría nada que hicieras para evitarlo.

De nuevo podía escuchar esa voz cerca de mí.

Pero no podía ser así.

Tenia que evitarlo.

Llegamos al final del pasillo, estaba a punto de presionar el botón del elevador, cuando el elevador comenzó a subir del primer piso, alguien venía subiendo.

Tome a Gabriel de la mano y caminamos rápido hacia las escaleras.

Todo estaba oscuro, no podíamos ver más allá del tercer escalón.

—Dime que no es tan necesario que bajemos por aquí —comento Gabriel a un lado mí.

—Me temo que sí —dije en voz baja— Es esto o devolvernos por donde veníamos y bajar por el ascensor... Además si vamos por el ascensor, es más probable que se den cuenta en recepción, y no queremos que se den cuenta de que estamos huyendo.

—Aun no comprendo, cómo haces para que termine aceptando siempre que me pides hacer algo por más loco que sea.

Con cuidado bajamos por las escaleras hasta llegar al primer piso, me asome mirando con disimulo el largo pasillo, estaba vacío y en completo silencio.

Le hice señas a Gabriel para comenzar a caminar por el pasillo hacia la salida.

Estábamos a punto de llegar a la recepción cuando me di cuenta de algo.

Silencio.

No había ningún ruido.

Ningún médico o enfermera a la vista, entrando o saliendo de alguna sala.

Todo estaba en completa calma.

Una incómoda.

No sabía que sucedía, pero de algo estaba segura.

En cualquier momento, comenzaría la tormenta.

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