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Capítulo 5 (Página 22)

Kite no podría haberse desmayado en un peor momento. Sin que pudiese oír nada, la discusión continuaba tomando un tono cada vez mas enérgico en el Vestíbulo Central.

-Es momento de decírtelo- dijo irónicamente Lasinder. Te ayudaría saber que necesitas repasar un poco tus tácticas antes de intentar pelear contra las fuerzas más inteligentes de Ánpidelle. ¿En serio pensaste que podrías irrumpir en Ingerdi tan sólo con un poco de artillería pesada? ¿No te pareció demasiado fácil haber sometido a mis Guardianes simplemente a punta de espada?

Sirmian sentía como el peso de las palabras de Grey se derrumbaba sobre él.

Lasinder miró hacia un rincón apartado de la sala y acto seguido, guiñó un ojo.

-¿Hay algún mago de la Hermandad entre los presentes?- prosiguió mirando a la multitud- Porque podría aprender mucho de lo que pasará.

Luego de eso, un silencio sepulcral se hizo dueño de la situación. 

Si Kite hubiera estado observando, habría visto una Ilusión Magna realizada con un grado de exquisitez tal que habría sido digna de admirar hasta por el nigromante más severo y avezado en la materia.

Los Guardianes que defendían Ingerdi no eran reales. Habían desaparecido tal y como lo había hecho Rossend en el Coliseo.

-Lo sabía- dijo Cutemper con malicia. Luego, uno de sus secuaces extendió su brazo hacia el cielo. Sirmian y sus sectarios desaparecieron en un chasquido.

Lasinder palideció. Dejar que Cutemper y sus seguidores escapasen no era lo que él hubiera preferido, pero la seguridad de los Guardianes y de Ingerdi era su principal prioridad.

-¿Cómo hicieron eso, señor? Exclamó una voz temerosa a sus espaldas.

-Tranquilo Férrie- respondió Lasinder, al tiempo que se daba vuelta y observaba a la persona que había hablado-Todo marcha mejor de lo que parece.

Unas horas después de la batalla, Kite recobró lentamente la conciencia. Cuando lo hizo, abrió sus ojos desesperadamente. 

Todavía se encontraba en su asquerosa celda, la que ahora sin embargo se encontraba abierta. ¿Qué había pasado con Sirmian? ¿Acaso nunca iba a salir de allí?

"Esto es imposible. Estaban derrotados"

Lasinder estaba sentado cerca de él, en una desvencijada y corroída mesa de madera a unos metros de allí, hablando con Férrie. Kite lo reconoció al instante.

Férrie Forester era su carcelero. Hombre enjuto y de rasgos afilados, tenía tras de sí el estigma que significaba tener que cumplir el castigo de su padre, un antiguo Jefe de Guardianes apodado Skorpyo, ahora en una posición privilegiada como mano derecha del Mimético.

Kite lamentaba la suerte de ese ser, una persona a la que tenía en gran estima. Sentía empatía por aquel hombre que sin otra elección, había tenido que quedarse en Ingerdi por tiempo indefinido como supervisor de los Guardianes.

A lo largo de sus días en Ingerdi, Kite había sido interrogado por Férrie acerca de su padre y de las relaciones entre ambos, rehusándose a dar cualquier tipo de información. Él era el único que había interrogado a Kite cara a cara. Había visto el dolor en él, oculto bajo su impávido semblante pero desnudo en sus ojos, cuando tenía que azotarlo por cometer alguna herejía como no contar información del Ejército del Alba.

Kite habría jurado que en una ocasión había recibido doble ración de alimento sin razón alguna que lo justificase. Férrie justamente era el encargado de llevarle la comida cada día a su celda.

-Ferrie, hazme el favor de ver si Rowen sigue inconsciente.

El pánico se apoderó de Kite. Tenía que calmarse y permitir así que su corazón bombeara lentamente y en compás con una lenta respiración. 

Permaneció impasible mientras Férrie revisaba sus signos vitales. Un sudor frío recorrió su frente. Un gesto de sorpresa se dibujó en el carcelero. Estaba perdido.


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