Capítulo 3 (Página 16)
Por un segundo, Kite recuperó una vitalidad que se había perdido en él. Dentro suyo y en el ambiente que lo rodeaba, sentía la llegada de un aire fresco y renovador, algo que ya parecía lejano e inalcanzable.Una embriagadora euforia lo envolvía con la suavidad de un manto de seda. Por un momento, sintió sobre su piel el aire de la libertad que ya había olvidado.
Kite se lanzó hacia la llave y la agarró con rapidez. Ya empezaba a gustarle el misterioso poder que parecía transportar en tan sólo una ínfima pieza de oro.
Tréyard se incorporó. Extendió sus manos aún chamuscadas, de las cuales salieron volutas de humo negro que se extendieron con rapidez por todo el Coliseo. Todo volvió lentamente a la normalidad.
Sin embargo, Kite ya no sentía lo mismo que antes. Un pequeño rayo de luz sobre el que el conjuro parecía no actuar se había filtrado en la prisión, intentando dejar algún vestigio de su fugaz pero significativo paso sobre el Coliseo.
Balathid había sido sincero. Balathid era real. Una pequeña llave había herido a la mismísima Ingerdi al tocar a Tréyard.
"Llegó el momento en el que tú hagas lo mismo" De a poco, las incomprensibles palabras del anciano cobraban sentido. "Crea tu fortaleza sobre el más débil de los fuertes"
El Sombrío se transportó apareciendo junto a Lasinder. Preocupado, susurró algo en su oído.
Lasinder asintió, atónito ante el peso de las palabras que salían de la boca de Tréyard. Sentía, al igual que Kite, los cambios en el aire. Pero a diferencia de Kite, a él le preocupaban. "Esto no puede ser posible". Su fiel escritorio tendría que hacerle compañía en una velada de pensamientos inquietos y turbulentos.
Matar a Kite Rowen hubiera significado el fin de los Guardianes y de la misma Ingerdi, pensó, mientras lo observaba con detenimiento. Kadlow era demasiado poderoso para él. Pero con vida, Rowen sería un excelente recurso con el que contaba para hacer frente a las poderosas fuerzas de la Hermandad del Eterno. Además, con toda seguridad y sin temor a equivocarse el Ejército del Alba moriría por contar con el hijo de Rossend entre sus filas. También tendría que cuidarse de ellos. La imagen de una alianza con los mismos tampoco resultaba tan descabellada como lo era en un principio.
-Llévenlo a su celda, de inmediato- ordenó Lasinder, tajante.
Cuando Kite pudo reaccionar ante lo ocurrido, ya había desaparecido del Coliseo. Sentía el frío característico en su celda, tal y como si nada hubiese ocurrido. Ya no esperaba para contarle a Balathid lo que había ocurrido. Moría por hablarle de la reacción del Jefe de Guardianes al contarle su protagonismo en la Profecía del Noctámbulo y de la energía que sintió una vez que Tréyard se hubo quemado con la Llave.
Tenía mucho en qué pensar. Su sueño había reproducido con una perfección aterrorizante lo que había pasado aquél día. Necesitaba saber hasta qué punto estaba Balathid y su energía implicados en ello."Tu enemigo será tu guía". No podía esperar para encontrar un significado a aquellas palabras, junto a la de tantas otras que el viejo le había dicho.
Giró sobre sus hombros para contarle a Balathid lo que había sucedido. Necesitaba que lo aconsejara sobre lo que debía hacer.
Lasinder podía ser un ser ruin, pero había cumplido con su palabra al pie de la letra.
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