Capítulo 3 (Página 14)
Un estrepitoso chirriar se escuchó donde se encontraban las puertas de hierro. La puerta del medio se abrió, dejando traslucir una silueta difusa. Kite no pudo creer lo que vio después.
Escoltado por dos Guardianes, la figura de Rossend Rowen emergió en el escenario, ante la sorpresa de los presentes en el Coliseo. Llevaba la cabeza gacha y sus brazos colgaban de los hombros de los Guardianes. Como contrapartida sus pies, hinchados y descalzos, parecían acariciar la arena con cada paso que daba hacia Kite.
Aquella persona era su padre, no había duda. Pero ¿cómo era posible que fuera él? ¿No había sido secuestrado por Kadlow? Él había visto con sus propios ojos cómo lo secuestraban.
-Kite...
Su voz cargada de tristeza era lo único que se escuchaba en el Coliseo, ahora en un completo silencio. Rossend estaba mirándolo a los ojos, pero su mirada parecía perderse en el horizonte.
Kite olvidó toda prudencia y corrió con las pocas fuerzas que le quedaban en dirección a su padre.
Los Guardianes le cerraron el paso. Con la evidente ventaja de tres sabrosos platos al día preparados por los mejores cocineros de Ingerdi y una cómoda cama en donde dormir luego del banquete, no fueron piadosos con él.
La multitud quería sangre. Y el espectáculo nunca les fallaba.
Los Guardianes soltaron una ráfaga de latigazos que abrasaban la piel de Kite a cada impacto. El Guardián mas corpulento le propinó un puntapié que lo hizo caer de bruces en la arena, ensangrentado y sin fuerzas para luchar. Ya en el suelo, dos lágrimas cayeron suavemente de sus ojos, acariciaron sus mejillas y fueron a parar perdiéndose en la arena. Su padre estaba a unos pocos metros de él y sin embargo, no podía llegar hasta allí.
El sueño del trono cobraba vida en el Coliseo de Ingerdi. La misma sensación de impotencia que había sentido en aquel momento se adueñaba de su ser.
La multitud estaba enardecida, siendo justamente recompensados con lo que veían en la arena.
En un último esfuerzo por llegar a su padre, Kite tomó dos puñados de arena con sus manos y las cerró, protegiéndolas con su cuerpo de la vista de sus agresores..
Esperó que los Guardianes se acercaran. Hizo acopio de todas sus fuerzas y tensó sus músculos, preparado para un contraataque.
Los Guardianes miraron a Lasinder, quién asintió con la cabeza.
Cuando escuchó la jadeante respiración de sus agresores sobre su cabeza supo que el momento había llegado. En un rápido movimiento, Kite lanzó los puñados de arena sobre la cara de los Guardianes. Los Guardianes retrocedieron varios pasos, cegados y sorprendidos ante aquella reacción.
La multitud ¿vitoreaba? Eso no le importaba a Kite. Su padre, al que creía secuestrado y muerto a manos de Kadlow estaba allí, a unos pocos pasos de él. Ya nada parecía imposible.
No tenía tiempo que perder. Ya no le importaba si lo mataban. Sólo quería abrazar a su padre. Corrió tan rápido como le permitían sus piernas, agarrotadas de tantos golpes.
Cuando llegó, deseó no haberlo hecho nunca.
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