Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Parte 3.

Una vez en casa de Elizabeth no puedo dejar de mirar al techo, esta casa es gigantesca, mucho más grande que la de su amiga Rebeca. Todo brilla o tiene pinta de ser caro, se nota que nunca ha tenido que pasar por ninguna calamidad. Una mujer que tiene pinta de ser el ama de llaves, o algo parecido, nos sirve algo de beber y nos pregunta si cenaremos aquí.

- Sí, cenarán y dormirán aquí esta noche así que, por favor, prepara una habitación de invitados para ellos, además ni una palabra de esto a mis padres.

- Entendido señorita.- responde la señora con un gesto de cabeza antes de retirarse para prepararnos una cama en la que dormir.

Elizabeth se gira hacia mí y me pone cara malévola:

- Vamos a ponerte algo en las costillas para que se te alivie el dolor, ven, vamos a mi habitación.

- Ya te dije que estoy bien.- le respondo soltando un bufido.- no hace falta que me pongas nada y menos que te preocupes por mí.

En ese momento el parásito inoportuno se choca contra mí haciendo presión justo en el lugar donde aquel capullo de 2 por 2 me había dado hace solo un rato. El dolor me asalta y casi caigo al suelo, logro mantenerme de milagro aunque me tambaleo. Elizabeth me agarra y con cuidado me lleva a su cuarto, ya que si me caigo será un problema para ella levantarme de él.

- Así que estás bien y no tengo que preocuparme, ya veo.- me dice en tono de burla.

Me deja sentado en su cama mientras cierra la puerta con pestillo, me mira con una cara que no reconozco.

- Deja que te ponga la crema en las costillas, quítate la camiseta.

- ¡No!

- ¿Por qué?- me pregunta cautelosa a causa de mi grito.

- Porque no y punto, no te dejaré y no puedes conmigo.- le digo en tono amenazante.

Se me acerca despacio y con mucha cautela para intentar quitarme la camiseta en contra de mi voluntad, yo se lo impido tirando de ella hacia abajo. Parece que se rinde cuando, de repente, me presiona el costado herido, levanto las manos dolorido y ella aprovecha para arrebatarme la prenda. Deja al aire las cicatrices de mi pecho y algunas marcas en mi espalda.

Quedo paralizado y con la mirada sombría, agacho la cabeza para no mirarla a los ojos, avergonzado por lo que pueda estar pensando de mí.

Ella por su parte, hace caso omiso a todas y cada una de las marcas de mi cuerpo, esculpido gracias a la dureza de la vida callejera y a las huidas y luchas de cada día. Elizabeth extiende la pomada por mi costado y el resto de mi torso, haciendo que me quede rígido cuando pasa por encima de una de mis cicatrices.

Cuando se dispone a pasar por encima de otra de mis marcas, me propongo acabar con mi sufrimiento por lo que la agarro y la tiro a la cama colocándome rápidamente encima de ella. Elizabeth tiene la respiración muy acelerada, tanto que podría oírla todo el barrio, la mía podría oírla toda la ciudad. Mi mente divaga pensando que nunca he estado encima de una chica tan guapa, y eso que he estado encima de muchas, entonces el dolor de saber que ha visto y tocado las huellas que dejó mi pasado en mi cuerpo vuelve y logro articular palabra después de un buen rato de silencio:

- No vuelvas a tocarme.- logro susurrar.

- ¿Por qué?- me pregunta jadeante por el susto.

- No lo soporto.

Estamos muy cerca, por lo que logro sentir el tacto frio de su suave y dulce piel.

- ¿Por qué no lo soportas?

No sabía que era el día de preguntarle a Jony.

- Es una historia muy larga que empieza con mi infancia.

- Tengo tiempo, o lo tendré cuando bajes de encima.

- Vaya, lo siento.- le digo.

Aun así, no me levanto, ya que nos sorprende el ruido de la puerta, que empieza a abrirse. Se abre despacio, muy despacio, agónicamente despacio. De repente, el parásito del infierno aparece por ella y se nos queda mirando.

- ¿Qué hacéis?- nos dice con cara sonriente y ojos repletos de inocencia.

- Nada.- dice Elizabeth.

Yo por mi parte me limito a pensar en lo que está pasando.

- Ángel, ¿Cómo has abierto la puerta?- le digo recordando el ruido del pestillo de esta al cerrarse.

- Cierto.- dice Eli poniéndose de mi lado.

¿Eli? ¿Cuándo comencé a llamarla así?

- Abrir una puerta es fácil.- Responde el parásito inocente de manera totalmente natural.

- Bueno, da igual.- dice Elizabeth- si quieres ducharte peque, puedes hacerlo y si necesitas ayuda pídesela a Nana, ella te echará una mano.

El niño se va, dejándonos a ella y a mí solos, de nuevo. Acaba por preguntarme algo que no logro entender bien hasta que me suelta un:

- ¿Te importaría bajarte ya de encima?

Me bajo disculpándome, agarro mi camiseta y me la pongo rápidamente, sin pensarlo. Poco después miro a Elizabeth y le digo:

- Enserio, nunca vuelvas a tocarme.

- Lo haré cuando me cuentes tu historia.

- No hablo de eso con nadie.

- Eso es porque no tienes a nadie en quien confiar.

- Exacto y ¿puedo confiar en ti?

- Sí, puedes.- me dice muy confiada.

- Cuando te crea te contaré mi vida.

- ¿Por qué te cuesta creerme?

- No te conozco, no sé quién eres, pero sí sé cómo son la gente de tu clase.

- ¿de mi clase?

Después de su pregunta y dado a que no quiero ofenderla me callo y me estiro en su cama de sábanas de satén lila cerrando los ojos.

- No vas a contestarme ¿no?- dice luego de un rato de silencio.

Niego con la cabeza algo aturdido por la gran comodidad de su cama.

- ¿Me harás un pequeño favor?- me dice colocándose de pie junto a su vestidor.

- ¿Qué quieres?- le pregunto en tono borde.

- Quiero que sigas con los ojos cerrados y que no los abras por nada del mundo hasta que yo te lo diga.

Creo que piensa que soy un ser obediente, pero se equivoca.

Dejo los ojos entreabiertos para ver como Elizabeth se quita la ropa. Miro atentamente como resbala su blusa de seda por su plano vientre hasta los pechos, los cuales sortea arrugándose; presto aún más atención cuando su pantalón caro se desprende de su cintura, con extremada paciencia, y cae al suelo suavemente hasta dejarla semidesnuda, en ropa interior, a unos cuatro metros de mí. Cuando ya está completamente desnuda se envuelve en una toalla.

- Voy a ducharme, si quieres haz lo mismo, hay otro baño al final del pasillo, y cuando vuelvas aquí habrá ropa que puedas utilizar.

Asiento como si no hubiera visto nada, ni su lindo trasero ni sus lindas, suaves y perfectamente formadas tetas.

Me ducho como si fuera la primera vez que lo hago en toda mi vida, esto es genial, el agua caliente me relaja. Mientras el agua me golpea pienso en todo lo que he tenido que pasar, en como acabé en la calle, en lo duro que fue todo cuando mis padres murieron, en mi primera y única casa de acogida, en como pasé por tanta mierda antes de volver a sonreír de nuevo.

Al volver a la habitación hay ropa limpia en la cama, también es de mi talla, ¿Cómo la habrá sabido? Me visto, Elizabeth aparece por la puerta bastante mona, la minifalda le queda de maravilla, y el top sin comentarios, lo bueno es que nada es de seda.

- ¿No tienes nada que sea barato pero bonito o más bien normal?- le pregunto intentando parecer amable.

- Algo tengo, de cuando mi madre era joven.

- Mañana ponte algo de la ropa de tu madre y, si quieres, te enseño lo que es una fiesta de verdad, dile a Nana que te quedas en casa de una amiga o algo por el estilo.

- Vale, será genial, gracias.- me dice sonriendo.

- ¿gracias por qué?- le pregunto levantando una ceja.

- Por enseñarme tu mundo.

- Bueno, solo es una pequeña parte de él así que no es que te esté enseñando mi mundo sino que es para que veas cómo me divierto yo por las noches.

- Por lo menos veré algo.

Ella queda sonriente, tanto que da miedo. El pequeño parásito queda dormido al poco rato en la habitación de al lado y ella y yo volvemos a quedar solos por tercera vez en 3 horas.

Hablamos un poco, hasta que ella empieza a preguntarme sobre mi vida, otra vez, parece que nunca se callara.

- Oye Jonatan, ¿Por qué vives en la calle?

- No vas a parar hasta que responda ¿verdad?

Ella niega con la cabeza mientras me sonríe, está preciosa cuando hace eso.

- Vale.- me resigno finalmente.- cuando tenía 4 años mis padres y mi hermana mayor murieron en un accidente de coche, yo acabé en un orfanato, al poco una familia me adoptó pero se cansaron de mi rápidamente y me echaron a la calle. En resumen, esa es mi vida.

- Vaya, lo siento, no debí preguntar.- dice arrepentida.

- No pasa nada, en la calle se encargaron de mí hasta que cumplí los 9 años, me enseñaron a cuidarme solo.

- Ya lo he visto, en el callejón, cuando me ayudaste.- sonríe cuando lo dice como si fuera un buen recuerdo.

- ¿Por eso acogiste a Ángel?

- Supongo que tuvo algo que ver.

De repente un silencio incómodo inunda la habitación, pero se rompe por una llamada de teléfono, por lo visto de alguien que la hace sentir inquieta.

Hablan y hablan, Elizabeth queda estupefacta y sorprendida aún no sé de qué, pero algo me dice que lo averiguaré pronto.

- Mi ex viene hacia aquí.- me dice alarmada.

- ¿Qué?- digo a voz en grito.

Lo que me faltaba, un capullo en potencia de camino a la casa de una chica rica que me ofrece su cama por una noche. Perfecto.

- ¿Hay alguien más en la casa a parte de nosotros?- le pregunto.

- No, Nana se va a eso de las 12.

- Bien es casi la una de la mañana así que estamos solos.

- ¿Por qué lo preguntas?

- Por si la cosa se pone fea.

- Él nunca me haría daño.

- No es que no me fie de ti, sino que no me fio de los tipos como él.

- Si te quedas en la habitación sin hacer ruido no pasará nada.

Ya claro, lo próximo que pasará es que me tendré que meter en el armario por que el chico quiere jugar en la cama, no te jode.

Al poco la puerta suena, son golpes firmes y fuertes, algo me dice que el niño bebió algo que no debía.

- Hola, ¿Qué haces aquí tan tarde Sergio?- dice Elizabeth lo más amable que puede.

- Quería verte.

- Ya no estamos saliendo.

- Eso no es algo que decidas tú sola.- le suelta el desgraciado de nombre de pijo de instituto.

- Pero, ¿Qué dices?

- Lo que oyes.

En ese momento oigo ruidos que vienen desde la sala y bajo a ver qué ocurre. Veo al capullo este encima de Elizabeth, que está en el suelo. Me lanzo hacia el desgraciado y lo cojo del cuello, levantándolo en peso hasta dejarlo colgar.

- ¿Qué cojones haces aquí?- me dice medio ahogado.

- Los niños no deben decir palabrotas.

Lo agarro fuerte y salgo de la casa con él.

Al rato vuelvo a entrar por una ventana que Elizabeth ha dejado abierta para que entre el aire.

- ¿Estás bien?- le pregunto desde el otro lado de la sala.

- Creo que sí. Gracias por ayudarme por segunda vez en el día.

- Parece que solo atraes a los locos violentos.

- Eso parece.- me dice sonriendo de manera amarga.- por lo menos te tengo a ti.

- Yo también soy un loco violento, pero no con las chicas que no se lo merecen.

- Entonces no estás tan loco.- hace una pausa y cambia de tema.- no sé qué le ha pasado, él nunca había sido así.

- Estaba borracho, había bebido bastante alcohol.

- ¿Cómo lo sabes?- me pregunta intrigada.

- Porque de camino a su coche vomitó y se quedó inconsciente.

- Pensaba que le habrías pegado o algo así.

- Te dije que soy un loco violento, no un asesino en serie impulsivo.

Así, después de todo lo que ha pasado y del acontecimiento de ahora no vamos a dormir.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro