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Capítulo 5

—No hubo ninguna complicaciones, solamente hay que esperar a que el sarpullido desaparezca. El doctor Brown ya tiene el medicamento, esta totalmente fuera de peligro, majestad –Azura sonrió con felicidad.

—Se lo agradezco mucho, doctora McGarry –la mujer sonrió, hizo una reverencia y se retiró. Azura miró hacia dentro de la habitación donde Noah estaba profundamente dormido en la cama, escuchó un carraspeo a su lado.

—Te dije que estaría bien, hermanita –la reina abrazó a Jack.

—Perdón por despertarte a media noche, Jack.

—No te preocupes, es mi trabajo. Vamos –ambos entraron a la habitación, Azura fue directo a darle un beso a su hijo en la cabeza –¿Qué te da miedo? –ella suspiró, Jack siempre sabía justo a donde lanzar sus preguntas.

—Que pueda tener la misma enfermedad que Ale, él o Hai. Anoche lo vi en Noah... Hizo la misma expresión de dolor que hacía Ale. Creí que ya lo había suspirado.

—Ya lo hiciste.

—Entonces ¿por qué lo recordé?

—Por que no deja de ser una experiencia traumática, Zuri. Recuerda que tienes Trastorno de Estrés Postraumático, pero depende de ti si dejas que la ansiedad y miedo te consuma. Anoche lo hiciste muy bien, además ya han confirmado que ni Noah ni Hai tienen esa enfermedad, así que todo está bien.

—Si, eso creo...

—¿Qué harías si alguno llegara a tenerla?

—Lloraría mucho.

—Si, todos lo haríamos. Pero ¿qué harías para ellos? ¿Solicitarias el trasplante? –la reina estuvo a punto de decir "si" pero meditó las cosas.

Alexander no estaba dispuesto a que mataran a una persona en estado de coma para salvarlo a él y las probabilidades de que alguien muriera al mismo tiempo eran bastante bajas. Ale estuvo decidido a dar su vida por su pueblo, por ella. Miró a Noah, él aun era muy pequeño para decidir algo así, pero estaba segura de que sería un excelente chico y hombre, tal y como su padre, tal y como Ale. Suspiró.

—Por más que me doliera estaría de acuerdo en cualquier decisión que ellos llegaran a tomar.

—Ambos tienen que enseñarles a diferenciar lo bueno de lo malo, será mas difícil con Hai puesto que su pensamiento evoluciona más a cada segundo, pero debes ser perseverante y jamás dejarla de amar.

—Gracias, Jack.

—No hay de qué, princesa.

Casi al atardecer, volvieron al castillo. Noah aun debía mantener reposo hasta que el sarpullido desapareciera por completo, aunque iba más animado mirando por la ventanilla del auto en el regazo de su madre. Al llegar, Mark no estaba en la entrada, como era costumbre, tanto ellos dos como Jack se extrañaron de esto.

—¿Tienes hambre, Noah?

—Si, un poco –dijo caminando junto a su madre.

—Vamos al comedor –el niño sonrió y caminaron. Antes de acercarse un mayordomo entró corriendo y luego volvió a salir.

—Bienvenido de vuelta, príncipe Noah ¿se siente mejor?

—Si, señor Stevenson, ya estoy mucho mejor.

—Me alegro mucho de escuchar eso. Reina Azura –hizo una reverencia –Psicólogo Jack. Por favor entren, hay una sorpresa especial.

—¿Una sorpresa?  –el hombre asintió y abrió la puerta, al instante los tres vieron un enorme cartel colgado del techo que decía "¡Bienvenido a casa, Noah!" en diferentes colores, en la mesa había un pastel de frutas que también tenía su nombre, Hai corrió a abrazarlo –¡Hai!

—Noah ¿estás bien? Estaba muy preocupada por ti, me asusté mucho.

—Estoy bien, no te preocupes Hai. Pero... ¿Qué es todo esto?

—Sé que sólo fue una noche y parte de un día, pero decidimos hacerte algo especial, ven... –lo tomó de la mano y lo condujo hacia la mesa, Jake se acercó a él.

—Hola campeón ¿te sientes mejor?

—Si... –Jake le dio un abrazo –Gracias por cuidar a mi hermana y a mi papá –el chico se sorprendió y se apartó.

—No hay de qué.

—¿Dónde está papá?

—En la cocina, preparó una comida especial para todos.

—¿Papá cocinó? –en ese momento, Mark emergió de la cocina quitándose un delantal blanco mientras discutía con el Jefe de la cocina.

—¿Quien había dicho que hay reglas en la cocina, Ivan?

—¡Mis 10 años estudiando Gastronomía! –respondió el hombre.

—Bueno, pues yo tengo mi estilo de cocinar –se defendió el rey, pero al ver a Noah le arrojó el delantal a Ivan –¡Noah!

—¡Papá! –lo abrazó y lo cargó.

—Bienvenido a casa, hijo ¿qué te dijo el doctor?

—Que debo tomar mucha agua y comer frutas y vegetales.

—Entonces, que bueno que preparamos un pastel de frutas especialmente para ti –Azura se acercó a él y le dio un beso en la mejilla –¿Tu estás bien?

—Si, Mark, lo estoy ¿De verdad cocinaste tú?

—Si, algo así, aunque casi exilio a Ivan por no dejarme usar las sartenes –llevó a Noah a la mesa, la reina soltó una risa al escuchar al chef resoplar.

¿Exilio? –preguntó Noah –¿Qué es "exilio"?

—Es un castigo para las personas que no cumplen con las leyes.

—Se expulsa a la persona del reino –agregó Hai, sentándose junto a él.

—Eso suena horrible. No expulses a Ivan del reino, papá ¿luego donde va a vivir? –el chef se conmovió y sonrió, Mark le acarició el cabello.

—Tranquilo, Noah, no lo voy a exiliar, solo estaba bromeando.

—Oh, bueno... –rió un poco pero tosió, Mark le acercó un vaso de agua –Gracias, papá.

De pronto la puerta se abrió y entró una pareja, un hombre alto de cabello claro y ojos oscuros y una mujer asiática de cabello negro, Noah los miró con curiosidad.

—¡Abuela Min! –saltó se la mesa y corrió hacia ella.

—Noah, mi pequeño príncipe –Azura miró a Mark que estaba perplejo –¿Cómo estás, mi amor?

—Hablé con ella en la mañana, no esperaba que fuera a llegar tan pronto –los reyes se levantaron y se acercaron a ellos–. Hola, mamá.

—Hola, Markie. Llegamos lo más pronto posible.

—Ya lo noté. Hola papá –Mark abrazó con fuerza a su padre, Hai también se acercó a saludarlos con gusto.

—No puedo creer que estés aquí, abuela. Te extrañaba muchísimo –dijo Noah en los brazos de su abuelo Thomas; la mujer sonrió con ternura y abrazó a Hai.

—Y yo los extraño mucho a los dos, mis nietos hermosos. Noah, ¿ya te sientes mejor? Te cocinaré todos los postres que quieras.

—Am, mamá la verdad... –comenzó Mark.

—Eso suena muy bien, abuela, pero el doctor me dijo que debo comer mas frutas y vegetales que dulces y postres.

—No importa, mi amor, también sé cocinar bastante bien ¿De quien crees que aprendió tu padre a hacerlo? –Mark miró a Jack, ambos pensaron lo mismo. La madre de Jack, Julia Johnson, fue quien le había enseñado personalmente a Mark a cocinar en el pasado.

Entre platicas y anécdotas de todo tipo, toda la familia se sentó a a comer y a disfrutar de un largo rato en familia, hasta que los Johnson regresaron a su hogar.

Al día siguiente.

—¿Porqué no viniste ayer?
—¿Estabas en el Castillo Miller?
—¿Qué sucedió?
—Oí que la reina estuvo en el hospital.
—¿Tu sabes qué pasó Jake?
—Cuentanos.

—Chicos, todos a sus asientos, por favor –ordenó la maestra.

Todos resoplaron y dejaron de rodear a Jake para irse a sus lugares, el chico suspiró aliviado y sacó su libro de Historia, su compañera de asiento carraspeó.

—¿Estás bien, Jake?

—Si, ¿porqué preguntas?

—Nada, solo... Creo que es un poco incómodo que todos quieran preguntarte qué pasó en el Castillo.

—Pues si, lo es –terminó y se sumergió por completo en su lectura.

No le gustaba que ante cualquier cosa que sucediera en el Castillo Miller fueran a preguntarle a él. Si lo sabía, pero él no era quien para decirlo. A la hora del almuerzo, como siempre buscó una mesa para comer su almuerzo él solo mientras leía un libro que había encontrado en la biblioteca de la ciudad. Mientras leía escuchaba algunos murmullos en las mesas de junto, los ignoró y continuó con su lectura hasta que alguien estampó fuertemente sus manos contra la mesa, se sorprendió y alzó la vista. Había un chico alto y robusto de cabello negro con el ceño fruncido.

—¿Necesitas algo? –pregunró mirándolo a los ojos.

—Necesito que te muevas.

—¿Por qué lo haría?

—Por que esa es nuestra mesa –Jake miró a un lado del chico, toda la cafetería los veía con atención, había un grupo de chicos detrás de él –. Ahora, muevete.

—Pero, aun hay algunas mesas libres, además en esta hay mucho espacio para todos.

—Veo que no lo entiendes, perdedor. Todos aquí saben que yo ocupo esta mesa desde hace tres años.

—Bueno, yo recién entré hace poco de modo que no lo sabía –bajó la vista al libro para seguir leyendo pero el chico se lo arrebató –. Oye, no creo que...

El Fantasma de Canterville, qué aburrido –lo tiró al suelo, Jake frunció el ceño, se levantó y recogió su libro pero el chico lo empujó, cayó al suelo totalmente indignado. Todos se rieron de él. El chico pelinegro se acercó con media sonrisa malvada –Jamás vuelvas a sentarte en nuestra mesa, o si no Butch y Los Destructores te darán una paliza –Jake se levantó, tomó el libro, se sacudió la ropa y fue a sentarse en el mismo lugar. El tal Butch lo tomó de la camiseta levantándolo de un jalón, pero la mirada molesta de Jake lo hizo vacilar –¿Cómo te atreves?

—Si vas a golpearme, hazlo –alzó el puño sin dudarlo, pero le sorprendió que el niño ni siquiera pestañeó –. Pero te advierto que no solo hay testigos oculares también cámaras de seguridad que pondrán en evidencia que tú fuiste el que empezó todo.

—Mira, niño listo. Aquí yo soy el que manda y si no quieres ser golpeado, te disculparás y harás todo lo que yo te ordene –Jake sonrió de lado, con un hábil y rápido movimiento, logró liberarse sosteniendo con increíble firmeza la mano del chico.

—No gracias –lo soltó y se sentó para retomar su lectura. Butch lo miraba furioso, volvió intentar quitarle el libro, pero Jake anticipó el movimiento y lo retiró, le tomó la mano y lo miró a los ojos –Dije que no.

El chico alto se soltó con brusquedad, dio la vuelta y se retiró seguido de su grupo de amigos que aun estaban sorprendidos. Jake respiró profundo y retomó su lectura. El pesado silencio que se había hecho en la cafetería poco a poco se fue dispersando hasta volver a ser el lugar más ruidoso de toda la escuela. Cuando el timbre sonó, Jake caminó hacia su salón de clases y nuevamente al estar en su asiento, sus compañeros lo rodearon.

—Jake, eso que hiciste fue genial.
—Nadie se había enfrentado a él antes.
—Eres genial, Jake.
—¿Como lo hiciste?

—Yo, bueno... Él no tiene derecho a decirme donde me puedo sentar o no.

—Pero si pudo haberte golpeado. Butch Gates es el más fuerte de rodó el equipo de Rugby –dijo un chico.

—Es un bravucón –dijo una chica rubia.

—Deberías tener cuidado con él –comentó otra chica.

—Buenos días, chicos –nuevamente todos volvieron a sus lugares, Jake seguía mirando el libro –. Saquen su cuaderno y su libro, por favor.

—Si, maestra –Jake sacó sus libros, la niña a su lado escribió en un papel y se lo mostró.

"Eres muy valiente, pero mejor ten cuidado con mi hermano"

Jake la miró por un segundo y volvió su vista a la clase dejando el papel a un lado. Al terminar las clases, salió hacia uno de los jardines para sentarse bajo un árbol a continuar con el libro mientras esperaba a que su madre terminara su turno en el trabajo. Frente a él pasaron Butch y su hermana, pero ella rápidamente lo jaló de la muñeca para evitar que viera a Jake.

—Grace ¿qué te...? Oh, miren nada más, a quien tenemos aquí –sin embargo, Jake estaba tan metido en su lectura que ni siquiera lo escuchó. El pelinegro pateó una piedrita, la cual fue a dar en el dedo índice del menor, al sentir dolor miró a su alrededor pero cuando su mirada se cruzó con la de él, retomó su lectura –Te estoy hablando, mocoso.

—Butch, vámonos. Mamá nos espera en casa –suplicó su hermana halándolo del brazo, el chico se soltó y caminó hacia Jake –¡Butch!

—Silencio Grace. Tengo algo pendiente con él –Jake lo miró por encima del libro –. Te daré una paliza.

—Ya te lo dije, hazlo de una vez. Pero cómo sabes, te podrían suspender. No sé tú, pero yo quiero evitarle problemas a mis padres.

La mirada de Butch era intimidante, todos lo sabían. Todos menos Jake. El pelinegro era robusto, alto y fuerte mientras que Jake era bajito y muy delgado, sin embargo sus ojos claros lograban penetrar la mirada más dura que pudiera existir y era justo eso lo que estaba haciendo con Butch. Sin dudarlo ni esperar mucho, el adolescente de 15 años, le soltó un fuerte golpe a puño cerrado en el rostro al chico de 12.

—¡Butch! –Grace se llevó las manos a la boca con sorpresa.

—Te lo advertí –Jake estaba totalmente perplejo y asustado. Claro que le había dolió. El chico se fue riendo mientras que él se levantaba y corría al baño, notó que apenas tenía una marca roja en su pómulo de lado derecho, pero dolía con el mas simple roce.

—Mamá me va a matar –susurró. Respiró profundo, su mejilla palpitaba y ardía, se echó un poco de agua fría. Caminó fuera del baño y volvió a sentarse bajo el árbol, miró el cielo y las nubes hasta escuchar su teléfono sonar dentro de su mochila, rápidamente lo rebuscó y contestó –Hola mamá.

—Hola, amor. Estoy en el estacionamiento principal.

—De acuerdo, voy para allá –colgó, recogió su mochila y avanzó mirando fijamente el suelo hasta llegar a la caseta –Buenas tardes, señor Smith ¿Cómo está?

—Hola, Jake. Bastante bien, gracias. Tu madre está por allá –señaló el auto –. Saludame a tu padre.

—Claro, hasta mañana, señor Smith –se despidió con la mano y caminó hacia el auto rojo cereza de su madre quien le sonrió, pero casi inmediatamente frunció el ceño –Hola mam...

—¿Quien y por qué te hizo eso?

—Un chico de tercer año, por que me senté en la mesa que él y sus amigos acostumbran.

—¿Butch Gates? –se sorprendió.

—¿Cómo lo sabes?

—Toda la escuela lo conoce. Es el bravucón de la secundaria. Reprobó un grado, ven aquí –le analizó el golpe –¿Te duele?

—Lo hizo hace como 15 minutos, así que sí, me suele –la mujer rebuscó algo en su bolso hasta sacar una pomada de color rosa –. Mamá, no...

—Sh... No es la que huele a Yena, esta es diferente –Jake asintió y dejó que su madre le untara una pomada en la zona del golpe –. Bien, con suerte evitará algún feo moretón. Anda, que hay que ir a recoger Yena a la guardería.

Ya en casa, mientras comían todos juntos, Jake recargó su mejilla en su mano olvidándose por completo del golpe.

—Auch... –se miró la mano embarrada de la pomada y palpó la mejilla, su hermanita lo miró extrañada.

—Jake ¿porqué tu mejilla está roja? – preguntó con inocencia, pero antes de responder, Jack lo tomó de la barbilla para analizarlo.

—¿Qué es eso?

—Un chico me golpeó... Es el bravucón de la secundaria. Se molestó porque me senté en la mesa que él acostumbra con sus amigos.

—¿Solo por eso? –Jake asintió mientras seguía comiendo –¿Y tú qué hiciste?

—Nada. Le advertí que lo iban a suspender y aun así lo hizo, luego se fue –Jack miró a Sam.

—¿Tú lo sabías?

—Si, yo le puse la pomada que madre de Azura me dió. Es el chico del que te hablé el otro día.

—¿Gates? –Sam asintió, el de ojos verde suspiró –Hijo, no quiero que te metas en problemas así, pero tampoco quiero que te maten a golpes. Te enseñé a defenderte.

—Si, papá, lo sé. Pero no voy a pelearme con él, solo lo haría enojar más. Sé qué hacer si me sigue molestando, estaré bien.

—De acuerdo. Y cualquier cosa quiero que me lo digas a mi o a tu madre ¿de acuerdo?

—De acuerdo –Yena se levantó de su silla, rodeo la mesa hasta estar parada junto a él, lo estiró un poco de la sudadera y le dio un beso en la mejilla, Jake rió con ternura –. Gracias, Yena. Ya me siento mucho mejor –el ella sonrió satisfecha y regresó a sentarse para continuar comiendo.

Al día siguiente, Jake repasaba los apuntes de la clase de Historia hasta escuchar un carraspeo, levantó la vista hacia su compañera de asiento, su cabello era negro y sus ojos oscuros, llevaba su mochila rosa puesta y una bosla negra en las manos.

—¿Grace?

—Hola Jake. Yo... Quería disculparme por lo que hizo mi hermano ayer –Jake bajó la miraba su libreta.

—No tienes que hacerlo, Grace, no es tu culpa.

—Lo sé, pero es mi hermanos y no me gusta qué sea así. Le dije a mi mamá lo que pasó y me dijo que te fuera esto... –le estiró la bolsa con ambas manos bajando la mirada –Toma.

—Grace, de verdad no tienes que...

—Solo aceptalas, Jake. Eres el primero que no se lía a golpes con él y veo que te dejó un moretón –el castaño suspiró y tomó la bolsa.

—Gracias, Grace –ella sonrió sonrojada y se sentó a su lado.

A la hora del almuerzo, Jake se sentó en la mesa de junto a la de Butch y sus amigos, quienes ya estaba ahí gritando y molestando a quienes pasaban cerca de ellos. Sacó su teléfono y se puso a jugar en una nueva aplicación que había descargado cuando de reojo vio a alguien de la mesa de a lado levantarse y caminar hacia él.

—¿Llegaste temprano hoy para evitar que alguien te quitaran tu mesa?

—Te crees muy listo, mocoso –lo tomó de la camisa para golpearlo.

—Señor Gates –escucharon en la entrada –Suelte al joven Johnson y venga conmigo, por favor –Butch lo fulminó con la mirada y lo soltó con brusquedad, dio la vuelta y caminó detrás de la directora. A Jake le ganó la curiosidad, guardó su teléfono y salió de la cafetería. Caminó por el pasillo hacia la oficina hasta que escuchó de nuevo su voz fuera de esta, se escondió –¿Por qué ibas a golpearlo?

—Se cree un niño muy listo. Y todos saben que nosotros siempre nos sentamos ahí –se cruzó de brazos.

—Jake Johnson es de primer año, ya habíamos hablado sobre molestar a los menores, Butch. Son más pequeños y tu eres demasiado fuerte.

—Pues ellos no deberían molestar a los grandes –la mujer suspiró.

—¿Ya estudiaste para tu examen de matemáticas?

—No.

—Butch, si no pasas ese examen no irás a la preparatoria, ya lo sabes.

—Directora Sunders, las matemáticas son aburridas y difíciles, jamás lograré entenderlas.

—Te puedo conseguir un tutor.

—Ya le dije que no necesito uno, no me interesa ese examen –dió la vuelta y se retiró, Jake emprendió la carrera de su vida hacía los baños para evitar ser visto por él mientras las palabras del Rey Mark resonaban en su mente.

"Si tienes la oportunidad de ayudar a alguien con tu inteligencia, no dudes en hacerlo".


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Capítulo nuevo, espero que les haya gustado.

¿Qué opinan de nuestro pequeño Jake? 👀
Salió valiente el niño :p

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