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Capítulo 34


Mark y Azura llegaron unas horas antes de lo que habían estipulado y sin avisar a sus hijos. No obstante, Hai apareció un poco agitada por la puerta de la cocina después de que un mayordomo había anunciado la llegada de sus padres. Se acercó a ellos y les hizo una reverencia.

—Buenos días, padres. Debo admitir que estoy un poco sorprendida de verlos tan pronto.

—Nuestro vuelo se adelantó ¿Todo en orden?

—Si, todo en orden.

—¿Dónde está Noah?

—En el Comedor. No esperábamos que llegarán tan pronto y aprovechamos que teníamos la mañana libre para invitar a los niños del Orfanato a un recorrido por el Castillo –ambos se mostraron sorprendidos –, también los invitamos a almorzar, de hecho Noah está con ellos.

—De acuerdo, estaremos arriba. A primera hora de la tarde, Hai, nos darás tu informe sobre esta semana ¿Bien?

—Si, mamá –le hizo una reverencia y se retiró. Los reyes se miraron.

—¿Habrá sido idea suya o de Noah? –preguntó Mark.

—Estoy segura que fue de ella, Noah prometió no intervenir en absolutamente ninguna de las decisiones que Hai tomara durante nuestra ausencia.

—Entiendo –Mark se mordió el labio.

—¿Qué estás pensando, Markie?

—En Noah... –entraron a su habitación para descansar un rato –Azura, sabemos que Noah desea con todas sus fuerzas ser rey. Cómo padre me parece un poco injusto que no pueda serlo nunca, pero como rey sé que así son las cosas y que debe cumplir con su deber de duque. Aunque de verdad quisiera proclamarlo rey.

—Mark, tu sabes que solo hay una persona que puede hacerlo. Noah tiene un corazón enorme, él acepta su destino y su trabajo. Él mismo lo dijo, puede hacer muchas cosas como rey pero podría dar un mejor ejemplo como príncipe y estoy segura que lo hará durante el resto de su vida.

Mark suspiró y se sentó en su cama deshaciendo el nudo de su corbata, Azura fue a abrazarlo.

—Mi amor, yo sé que quieres protejerlos de todo a los dos y lo has hecho todos estos años, pero hay decisiones que ellos deben tomar por su propia cuenta. Ambos serían excelentes reyes pero si duda ambos son excelentes personas; Noah más que Hai, claro. Pero ella aprende rápido y él es quien le ayuda.

—He pensado que Noah es más hijo de Ale que mío –Azura de sonrojó un poco pero rio y le dió un pequeño beso –. Su bondad y humildad son increíbles.

—Tu también lo eres, Mark. Noah lo ha aprendido de ti –el rey le sonrió y la abrazó con fuerza –. Las decisiones las toman ellos, nosotros como sus padres solo podemos desear que sean felices con lo que hacen.

—Tienes razón mi reina pero en nuestra vida no se pueden cambiar las decisiones que tomamos.

—Y por eso es tiempo de poner el plan en marcha –Mark soltó una risa y le dió un beso en la cabeza.

—De acuerdo.

Unas horas más tarde, Mark y Azura bajaron para saludar a los niños del Orfanato  y en cuanto se retiraron Hai se dispuso a prepararse.

A primera hora de la tarde, los reyes recibieron a su hija en la oficina del rey.

—Buenas tardes, princesa Hai.

—Buenas tardes –les hizo una reverencia.

—¿Cómo te sentiste en esta semana?

—Debo admitir que fue exhaustivo pero interesante –Azura sonrió.

—¿Sucedió algo importante?

—Un huracán categoría 1 –Mark abrió sus ojos con sorpresa.

—¿Y qué fue lo que hiciste?

—Bueno, ordené lanzar un nuevo comunicado de advertencia al reino para que las personas se quedaran preferentemente en sus casas. Ordené a algunos escuadrones supervisar el toque de queda y utilice dos de las salas reales para refugiar a las personas que no tienen hogar, ya sea personas indigentes, turistas o extranjeros. Yo misma me encargué de evaluar el reino, no hubo daños estructurales importantes, salvo algunos árboles y cercas.

—Muy bien, continúa por favor.

—Se llevó a cabo la cena con los embajadores como había estado estipulada. Aquí está la lista de puntos importantes que se trataron durante ella –le extendió el documento y su madre quien comenzó a hojearlo –. Las cartas de pueblo también están resueltas y corregidas en tu oficina, mamá.

—Excelente, Hai. Ahora... –le entregó el informe a Mark quien lo dejó sobre la mesa – Quiero que me digas qué has aprendido de esta experiencia.

—Lo que he aprendido es que en el trabajo de una reina es sumamente importante estar presente no solo en el Castillo sino en el reino. Si demuestras tu interés por los habitantes ellos confiaran en tu y eventualmente el reino crecerá, pero sobre todo ser un ejemplo a seguir. Supe que muchas familias abrieron laa puertas de sus hogares para refugiar a algunas personas que lo necesitaban.

—Sin duda es sorprendente y has hecho un gran trabajo, Hai. Estás cerca del final de tu preparación. Aún debes presentar su conferencia, pero será un poco diferente de la temática pasada –ella asintió intentando no pensar en lo que había hecho la última vez –. Tu conferencia tratara acerca de tú opinión respecto a lo que significa ser una heredera y qué es lo que harías cuando seas reina ¿De acuerdo?

—De acuerdo, madre.

—Bien, tendrás dos meses para prepararte.

—¿Hay algo más que quieras comentarnos, hija? –ella lo pensó un momento.

—Bueno, sucede que les prometí a mis amigos de México que los invitaría al Castillo, solo si ustedes están de acuerdo.

—Desde luego que si. Será interesante conocer a tus famosos amigos mexicanos –dijo Mark estirándose en su silla, Hai sonrió.

—Creeme papá, será muy interesante. Con su permiso, padres, me retiro –hizo una reverencia –. Los veo en la cena.

—Adelante, Hai –ella sonrió y se retiró.

—Estoy impactado.

—Igual yo... –Azura tomó el documento y lo volvió a revisar –Esto está perfecto, la redacción de los hechos es increíble. También revisé las cartas en mi oficina y efectivamente están corregidas.

—Realmente se está esforzando –Mark frunció el ceño y comenzó a teclear algo en su laptop.

—¿Qué estás haciendo?

—Buscando evidencia –subeaposa lo miró mal.

—Mark... –Azura le estiró levemente el cabello pero el rey no sé inmutó en cambio dio click en un vídeo de las noticias donde la reportará local detallaba los acontecimientos y la magnitud de los daños, pero también se podía apreciar a Hai en el fondo conversando con algunas personas y ayudando a recoger algunos escombros –Oh, vaya...

—Esto fue ayer –escucharon algunos toques en la puerta –Adelante.

Noah entró y tras cerrar la puerta les hizo una reverencia.

—Buenas tardes, padres.

—Hola, mi amor –saludó su madre –¿Qué te trae por aquí?

—Aquí está el informe que me solicitaste –le entregó un documento sobre la evaluación que le había hecho a su hermana durante toda la semana, Azura la comenzó a hojear –. Todas y cada una de las decisiones fueron tomadas específicamente por ella. Debo admitir que al igual que ustedes, estoy sorprendido de su actitud el día de ayer –Mark alzó la vista de la computadora y Noah le sonrió –. Ella se fue temprano en la mañana antes de que yo despertara, la prensa llegó después de que ella había comenzado con la evaluación estructural.

—Sin duda estoy completamente sorprendida de esto. A este paso terminará pronto su preparación y estará lista para ser reina.

Noah apretó ligeramente la mandíbula pero asintió.

—Tienes razón, madre. Debo ir a visitar los establos, con su permiso –les hizo una reverencia y se retiró.

Al cerrar la puerta suspiró con frustración. Sabía que eso pasaría, sabía que su hermana destacaría de alguna u otra forma.

Siempre había tenido la ventaja. Y si él lo sabía perfectamente ¿Porqué dejó que en su corazón floreciera una pequeña esperanza? ¿Ahora que iba a hacer con ese fuego quemándole la garganta?

Tensó la mandíbula con mucha fuerza durante unos segundos y se relajó. Sacudió la cabeza y se encaminó hacia los establos para entrenar. La competencia se acercaba y en los últimos días no había entrenado.

Unas semanas después, los tres jóvenes bajaban del avión totalmente emocionados, sorprendidos y congelados. Al entrar en el aeropuerto y buscar a Nathaniel quien los saludó con la mano vistiendo solo una chaqueta negra corrieron hacia él.

Su perra madre. Hace un chingo de frío y tú andas como si estuvieramos a 25 grados, Nathaniel.

—A mi también me alegra verte Frida –el joven le dió un pequeño abrazo y procedió a saludar de la misma forma a los demás –¿Qué tal el vuelo?

—Horrible y larguísimo. Pero creo que valió la pena. Este aeropuerto es enorme –dijo Miranda impresionada.

—¿Mir, estás bien?

—Claro que no, estoy en el país de mis sueños. Estoy conteniendo las ganas de salir a recorrer todo lo que pueda.

—Lo harás tú tranquila, pero por ahora debo llevarlos con Hai lo más pronto posible.

—Andando entonces –dijo Fer empujando a las chicas detrás del mayor.

Mientras iban en el auto, Mirada miraba por la ventana totalmente emocionada. No daba crédito a lo que sus ojos veían. No podría creer que estuviera en Londres y mejor aún, que entraría a un reino. Seguía sin poder creer como es que Hai había convencido a sus padres de dejarla ir pero lo agradecía infinitamente.

Se adentraron en la carretera con dirección hacia el reino mientras los tres jóvenes teorizaban sobre el cómo sería el Reino de Cadah, habían visto fotos de hacia ya algún tiempo, pero la duda y curiosidad solo se hacían cada vez más grandes.

—"Bienvenidos al Noble Reino de Cadah" –leyó Miranda –¡OH POR DIOS! ¡Llegamos!

—Así es, chicos. Bienvenidos a Cadah.

Pinche Hai mentirosa, no es un "pequeño reino". Este reino es enorme –Nathaniel soltó una carcajada.

—Por tu seguridad, Frida procura no decirle así dentro o fuera del Castillo. O te van a encerrar.

—¿Por insolencia, cómo a ti? –el pelinegro la miró profundamente mal a través del espejo retrovisor pero la chica le mostró su lengua. Nathaniel terminó por suspirar y sonreír.

—Bueno, Bienvenidos al Castillo Miller.

No mames... –dijeron los tres dejándose ver totalmente perplejos.

—Es enorme...

—Es increíble...

—Es un puto Castillo –los tres miraron a Fer pero el joven seguía perdido en la estructura que se alzaba frente a ellos y en el portal divisaron a su amiga de pie esperándolos –Ahí está Alex.

—Ay, parece una princesa.

—Es por qué es una princesa, burra –Miranda le dió un leve golpe en la cabeza a su amiga quien la miró molesta.

—Bien, bajemos. Lleva una hora esperándonos.

Rápidamente los tres jóvenes bajaron abrochándose las enormes chamarras y colocándose las bufandas. Nathaniel miró a sus sobrina y ambos reprimieron una sonrisa.

—Por favor, no hace tanto frío.

—Habla por ti, Jack Frost. Para mi es como estar en un congelador.

—En realiad, este se considera un día "caluroso" –al escucharla los tres se abalanzaron sobre ella para abrazarla –Auch, chicos... –algunos guardias quisieron correr pero Nath los detuvo indicándoles que todo estaba bien –Yo también los extrañaba mucho.

—No puedo creer que estemos aquí en tu casa, es decir, castillo –se separaron para ver el Castillo.

—Bienvenidos a mi humilde hogar.

—Humilde mis ovari... –Frida carraspeó al ver a unos hombres de extraños trajes negros acercarse a ellos y tomar sus maletas –¿Los Hombres de Negro trabajan para ti?

—Son los mayordomos. Ellos llevarán sus maletas a sus habitaciones. Vamos a dentro, se ve que tienen frío.

Hai comenzó a subir las escaleras y ellos rápidamente la siguieron. Se adentraron en el Gran Salon dónde notaron una extraña calidez. Miranda no tardó mucho en evaluar por completo la estructura interna con ojos brillantes.

—Este lugar es asombroso, Alex. Es decir, princesa...

—Pueden decirme Alex, no se preocupen.

—¿Cual "no se preocupen"? Me causa terror pensar que si no hago alguna reverencia cuando deba me vayan a encerrar como a tu tío.

—Bueno, ya estuvo suficiente de eso Frida. Yo puedo ordenar que te encienrren justo ahora.

—Te reto a que lo hagas –el mayor la miró fastidiado.

—No vamos a encerrar a nadie, pero puedo mostrarles los calabozos si quieren –sugirió y todos la miraron fijamente, ella sonrió con dulzura y caminó hacia ellos –O mejor les indicó cuáles serán sus habitaciones.

—Eso suena mejor, vamos –la princesa rio y los condujo a las escaleras y posteriormente hacia las habitaciones.

—Alex, no mames, los tres cabemos en una habitación. Es más, podríamos meter cincuenta personas aquí, dos elefantes y hasta un dinosaurio –Hai volvió a reír.

—Tienes razón, Fer. Pero son mis invitados y merecen la mejor atención. Les dejaré un momento para que se instalen y en una hora los llamarán para comer.

—Espera, ¿Vamos a comer solos contigo o tus padres estarán ahí?

—Mis padres y mi hermano están en una vista a uno de los pueblos vecinos del reino, pero no sé a qué hora vayan a volver. Les recomiendo estar preparados para lo peor –les guiñó un ojo –. Con su permiso –y se retiró. Los tres chicos miraron al mayor.

—Hay un 80% de probabilidad de que los reyes estén ahí a la hora de la comida, así que... Buena suerte.

—Espera ¿Te vas?

—Debo ayudar a mi madre a cocinar galletas.

—Esa es la peor excusa que he escuchado en mi vida –Nathaniel rio.

—Relajense, son adultos. Van a estar bien. Mi hermana no es mala... Tal vez un poco rígida y estricta, pero estoy seguro de que los recibirán encantados. Ah y no les vendría mal revisar los armarios, sugiero algún conjunto de la segunda repisa. Ahora sí, me retiro chicos.

—Gracias por traernos, Nath –dijo Miranda al mismo tiempo que lo abrazaba. Nath se sorprendió pero le palpó la cabeza.

—No hay de qué, chicos.

Lo primero que los tres hicieron fue explorar todas y cada una de sus habitaciones. Lo que más les sorprendió fue encontrar ropa de todo estilo y diseño de sus respectivas tallas. Cómo Nath les había sugerido, escogieron un conjunto de la segunda repisa entre casual y elegante. Un rato más tarde un mayordomo estaba anunciando la hora de la cena y que la princesa los esperaba en el comedor.

Para suerte de los tres, no hubo rastro de los reyes durante la elegante comida lo cual los relajó muchísimo. Después de la comida, Hai los invitó a recorrer el Castillo mientras conversaban sobre sus trabajos y actividades.

—Conseguí un trabajo en una empresa cerca del centro. No queda muy lejos de casa –comentó Fer.

—Eso es genial, Fer. Así Mariana y Andrea no te extrañarán mucho ¿Cierto?

—En realidad, ya no me quieren en casa. Por las mañanas siempre me sacan prácticamente a patadas –ambos rieron.

—Chicas ¿ustedes ya consiguieron trabajo?

—Si, en la empresa donde trabaja mi padre –respondió Frida –. No pude negarme, pero por ahora no está mal.

—Comprendo. ¿Y tú, Mir?

—Yo, bueno... Trabajo medio tiempo en un restaurante, pero es porque inicie la maestría –Hai la miró sorprendida y la chica se sonrojó un poco –. Pero un empleo es un empleo ¿No?

—Eso es genial, Mir. Te irá genial en la maestría.

—Gracias, Ale.

Al entrar al pasillo cerca del minicine, Hai se tensó.

—Oye, Alex... ¿Y ese tal Jake del que siempre estuviste enamorada pero lo trataste súper mal? –la princesa contuvo la respiración y se mordió el labio –¿Vive aquí en el reino? Aún lo amas, ¿no es así? –Hai buscó la mirada de Frida y en cuanto su amiga se dijo en ella, la princesa señaló hacia el guardia que custodiaba el pasillo, pero Frida frunció el ceño sin comprender.

"Es él" artículó con sus diablos y su amiga abrió la boca escandalizada.

—Oh, mierda. ¿La cagué? –Hai cerró sus ojos asintiendo y se sonrojó, Frida la miró apenada pero rápidamente la princesa se colocó  junto a la puerta.

—Quiero mostrarles el minicine –abrió la puerta y los invitó a entrar, vio como Jake sonreía levemente y se sonrojó aún más.

"Tenía que haber estudiado español conmigo durante años" se frotó la sien y caminó hacia él.

—Tu no escuchaste eso ¿De acuerdo?

—Si, princesa –pero esbozó una pequeña sonrisa que la hizo sonrojarse.

—Te odio, Jake –masculló desviando la mirada, él la miró por un segundo.

—Tu amiga no dijo eso –Hai lo miró profundamente mal, pero con las mejillas sonrojadas por lo que Jake solo sonrió aún más –. Está bien, yo no escuché lo que dijo tu amiga –la princesa respiró profundo y asintió para caminar hacia el minicine.

A la mañana siguiente, Frida, Miranda y Fer le pidieron ayuda una mucama para saber cómo deberían actuar y vestirse si llegarán a estar frente a los reyes. Hai les había dicho que no debían preocuparse por eso, pero ellos de verdad querían dejar una buena impresión como los buenos mexicanos que eran.

Al bajar junto con la mucama se encontraron con el príncipe Noah en la división de las escaleras, la mucama hizo una reverencia.

—Buenos días, alteza –y los tres chicos la imitaron. Noah los reconoció al instante y sonrió.

—Oh vaya, buenos días chicos. Es un placer verlos de nuevo.

—Hola... Vaya, si eres todo un príncipe –Noah rio y Frida tragó duro.

—Gracias. Por favor síganme, mi hermana los espera en el comedor. Gracias por acompañarlos, Lizzy.

—A sus órdenes, majestad –le hizo una reverencia y les indicó a los chicos que siguieran al príncipe hacia el comedor.

Al entrar divisaron a Hai acomodando los platos y conversando y riendo con un hombre vestido de cheff que en cuanto los vio alzó las manos.

—¡Ah, buenos días! Ustedes deben ser los invitados especiales de la princesa –el hombre se acercó a ellos para saludarlos –. Sean bienvenidos, jóvenes. Yo soy el Cheff Ivan.

—Es un placer –respondió  Fer estrechando su mano y luego las dos chicas hicieron lo mismo.

—El cheff Iván ha trabajado aquí desde antes de que nosotros nacieramos. Él quería saber si les ha gustado su comida.

—Oh, si. Todo ha sido delicioso. Es impresionante conocer a un cheff real y talentoso –comentó Miranda con una sonrisa.

—Se los agradezco en verdad, jóvenes. Me retiro, los reyes están por llegar –y prácticamente corrió hacia la cocina.

Hai les indicó a sus amigos que tomaran asiento y esperaron pacientemente a que los reyes entraran. Y en cuanto lo hicieron, se pusieron de pie.

—Buenos días, jóvenes. Y Bienvenidos al reino de Cadah –comenzó Mark hablando en un español latino casi perfecto que los dejo sorprendidos –. Lamentamos no haber estado con ustedes el día de ayer, pero es un placer que estén aquí.

Los tres hicieron una reverencia con algo de torpeza y nerviosismo.

—Lo agradecemos en verdad... Ma- majestad.

Los tres chicos estaban tan tensos que apenas recordaban la clase express de modales que les había dado la mucama esa misma mañana. No fue hasta que Azura les dijo amablemente que no tenían que preocuparse por la formalidad que se relajaron.

Los mexicanos estaban emocionados y sin duda encantados con la visita no solo al reino, sino a diversas partes de Inglaterra en compañía de la princesa y su mejor amiga Hai Alexandra. No obstante, las dos semanas pasaron rápidamente y los chicos tuvieron que volver a su país con la mejor experiencia de sus vidas.

Mark y Azura les agradecieron profundamente y de formas diversas, entre ellas unos cuantos obsequios que si bien se cohibieron tuvieron que aceptar porque habría sido muy descortés de su parte no haber aceptado.

En cuanto Hai volvió al reino luego de haber acompañado a sus amigos al aeropuerto, se encerró durante unos minutos en su habitación. Aún tenía una conversación pendiente con cierto Guardia Real. Se armó se valor, recordó las palabras de aliento de sus amigos y sacudió la cabeza para mirar decidía por el balcón. Se sacudió el vestido y se miró en el espejo.

—Esto es demasiado elegante... –corrio al armario para cambiarse el atuendo a algo más cómodo optando por unos jeans de mezclilla oscuros, una blusa lisa y un suéter de lana rosa palo. Se colocó unas zapatillas blancas y volvió a mirar al espejo –. Mucho mejor.

Caminó hacia la puerta y la abrió, pero al instante su corazón comenzó a latir con fuerza.

—¿Qué estoy haciendo? –cerró la puerta y se recargó en ella – Debo hacerlo, ya lo he postergado mucho. Necesito hacerlo cuanto antes –tratando de no pensar mucho, abrió la puerta y salió en busca de Jake.

Su última guardia fue cerca del minicine por lo que se encaminó hacia ahí a paso decidido. Sin embargo, no contaba con que el General Conner estaría ahí con él, mucho menos que se giraría para verla.

—Oh, princesa Hai –ambos le hicieron una reverencia y ella tragó duro, pero avanzó hacia ellos.

—Buenas tardes, General Conner. Me preguntaba si pudiera hablar con él Guardia Johnson un momento en privado –el hombre miró al joven y luego a ella un poco extrañado.

—Como usted ordene, majestad. Joven Johnson, acompañe a la princesa.

—Si, señor –Hai se encaminó hacia el minicine con Jake siguiéndola. El hombre sonrió mirando por dónde se habían ido y se retiró. En cuanto estuvieron dentro del lugar Jake la miró –Sabes que me puedo meter en problemas por esto, Hai.

—Lo sé, pero en verdad necesito hablar contigo y creo que era mejor que tú general al mando lo supiera en vez de hacerlo a escondidas... –Jake suspiró y asintió.

—De acuerdo, te escucho.

—Quiero aclarar lo que dijo mi amiga la otra vez –Jake asintió conteniendo su sonrisa –. Es verdad... Estoy enamorada de ti desde hace años, Jake. Y ya no puedo ocultarlo más. Sé que debí haberte dicho esto antes, pero no tenía el valor de hacerlo. Pero bueno, ya está. Lo dije... Eso era todo –intentó salir pero él la detuvo tomándola de la mano con delicadeza.

—Y yo me enamoré de ti desde los 14 años –sonrió mirando al suelo, pero luego clavó sus ojos bicolor en ella –. Y de hecho, aún lo estoy –Hai sintió su corazón detenerse por un momento.

Pero sin dudarlo lo tomó de las mejillas y lo besó.

Para su sorpresa, Jake le respondió el beso durante unos segundos hasta alejarse. Eso iba totalmente en contra de las leyes de su trabajo. Miró a una aturdida princesa qué trataba de asimilar lo que acababa de pasar y se arrepintió de ello. El contacto de sus labios con los de ella lo había hecho sentir plenamente feliz. Hai parpadeó un par de veces y se alejó de él.

—Lo siento, sé que estuvo mal. Me disculpo por mi atrevimiento Jake...

El joven sonrió y se acercó a ella

—Está mal, por ahora princesa... –le dió un beso en la mejilla y ella lo miró. Jake se colocó su sombrero de guardia –. Tres años más –le guiñó el ojo verde y Hai sonrió y lo abrazó con fuerza.

—Trato hecho, Jake.

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Gracias por leer, chicos.
Ya casi estamos en le final

De una vez voy agradeciendo todo el apoyo que le han brindado a esta pobre escritora. De verdad me encanta leer sus comentarios y opiniones en cada capítulo.

Los quiero:)

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