Capítulo 3
A la mañana siguiente, Noah despertó mirando a su papá, lo movió un poco hasta que Mark suspiró.
—Papá... Papá te quedaste dormido aquí... Te va a regañar mamá otra vez –el rey soltó una risa y abrió sus ojos para ver como el niño lo empujaba con toda su fuerza fuera de la cama –. Papá, mamá va a creer que otra vez nos quedamos platicando sobre Iron Man...
—Noah, tranquilo. No nos va a... –escucharon un carraspeo en la puerta, ambos voltearon para ver a la Reina Azura de brazos cruzados en la puerta –Ouh...
—Buenos días.
—Hola mamá...
—¿Qué tal durmieron?
—Bastante bien, de hecho –dijo Mark estirándose en la cama, Azura caminó hacia ellos.
—Yo no, papá ronca –el rey fulminó al niño, quien se escondió en las sábanas, Azura rió.
—¿A qué hora regresaste?
—Un poco tarde ¿Qué haces aquí Mark? ¿Otra vez hablando de Iron Man hasta tarde?
—¡No! –Noah peleó un poco con las sabanas hasta que su padre se la quitó de encima y con el cabello revuelto se incorporó –Yo tuve una pesadilla... Pero papá me ayudo a no tener miedo. Es el rey más valiente te de todo el mundo –los mayores se miraron, Azura sonrió con ternura.
—Excelente, entonces ambos levantense ya –padre e hijo se escondieron entre las almohadas y la sábanas. Azura sonrió burlona.
—Uno... –ambos abrieron sus ojos y se miraron asustados –Dos... –Noah se levantó corriendo y se metió al baño, por su parte Mark caminó rápidamente hacia la puerta. Azura rió y caminó hacia el closet para escoger la ropa del niño.
Un rato más tarde
—Hai, date prisa. La reina Sylvia está por llegar.
—¡Ya voy, mamá! –Azura estaba punto de darse la vuelta para irse, pero la puerta se abrió, su hija la miró con una mueca de fastidio –No me puedo peinar –la reina sonrió y ambas entraron a la habitación, Hai fue a sentarse frente a su tocador.
—¿Y este milagro que quieres peinarte?
—A la Abuela Reina Sylvia no le gusta verme con el cabello suelto, me regaña cuando tu te volteas ¡Auch!
—Lo siento. Tenías un nudo ahí. A mi nunca me dijo nada por usar el cabello así.
—Por que a ti se te ve bien, mamá.
—¿Y a ti no?
—Creo que para la Abuela Reina Sylvia no...
—Mi amor, la reina Sylvia aún es un poco anticuada –Hai la miró sorprendida a través del espejo –. No le digas que yo dije eso.
—Mis labios están sellados –dijo guiñando un ojo. Azura le recogió el cabello en un medio moño y le colocó un listón de color celeste.
—Listo, Alex.
—Gracias, mamá –la abrazó –. Te quiero –Azura le acarició el cabello que quedaba suelto –. Por favor no hagas que papá se preocupe. Eres su adoración, anoche tuvo que quedarse con Noah porque no podría dormir él solo.
—Lo sé, mi niña. Pero es parte de mi trabajo... Te prometo que ya no lo haré ¿vale? Ustedes son lo más importante en mi vida.
—De acuerdo. Eres una reina increíble, me alegra que seas mi mamá –se apartó para mirarla –Hey, pero no llores, las reinas no lloran –le limpió la lágrima que bajó por su mejillas, Azura rió.
—Estoy bien. A Ale le habría encantado conocerte –la pequeña la miró confusa mientras se levantaba.
—¿Quien es Ale? –Azura le sacudió y se acomodó el vestido.
—Te lo diré en un rato, hay que correr.
—De acuerdo –se puso los zapatos y caminaron hacia la puerta, salieron hacia el pasillo y al estar en la división de las escaleras, Azura miro la enorme pintura del príncipe, Hai la miró curiosa.
—Él es Ale –la niña abrió sus ojos con sorpresa.
—¿El príncipe Nathaniel? –Azura asintió –La Abuela Reina Sylvia me habló sobre él, su nieto. Falleció hace años ¿no? –su madre suspiró mirando la pintura.
—Si. Era mi mejor amigo –hizo una pausa, pero la miró –. Vamos, se hace tarde.
—Si mamá –la princesa bajo las escaleras de la mano de su madre. En el Gran Salón estaba Mark inclinado en una rodilla frente a Noah quien le contaba algo mientras pasaba las manos por su rostro tal y como lo hacía cuando era apenas un bebé, Hai sonrió –Noah jamas dejará de hacerle eso a papá.
—Parece que no.
Azura sonrió, sin embargo Noah estuvo a punto de tirar la corona de rey de su padre, pero Mark reaccionó a tiempo y la detuvo con su mano.
—¡Ah! Lo siento papá –El rey se acomodó la corona.
—Tranquilo, Noah, no pasó nada –Azura carraspeó.
—¿Listos?
—Si, mamá –los cuatro caminaron hacia a la puerta del Jardín Secundario –¿Llegará por aquí?
—Ella dijo que tenía una sorpresa para nosotros ahí.
—¿Una sorpresa? –un mayordomo les abrió la puerta, la reina Sylvia estaba bajando de un auto blanco.
—¡Abuela Reina Sylvia! –gritó Noah quien bajó corriendo los escalones para ir a saludarla, le hizo una reverencia a la que la mujer rió y luego la abrazó.
—Qué grande y guapo estás, Noah ¿Como estás?
—Muy bien, abuela ¿y tú? –Hai también corrió hacia ella.
—Bastante bien. Hola Hai.
—Hola abuela, que bueno que estás de vuelta –le dio un abrazo.
—Lindo peinado –la niña se sonrojó.
—Gracias.
—Bienvenida de vuelta, Reina Sylvia –saludó Azura.
—Majestades –les hizo una reverencia.
—Reina Sylvia, usted no tiene que hacer eso, ya lo sabe –la mujer sonrió.
—Son mis pequeños reyes –los abrazó.
—¿Qué hay aquí, abuela? Estas maletas no las tenías cuando te fuiste –Noah miraba una extraña maleta de color azul junto a una roza, ambas tenían una especie de malla negra en los laterales.
—Ah, claro. La Reina Adela les envió sus regalos de cumpleaños atrasado. Este es el de Noah –señaló la de color azul –, y este es el de Hai –señaló la de color rosa.
—Gracias –dijeron ambos, pero los dos se quedaron tiesos al sentir que algo se movía dentro de las maletas –¿Sentiste eso? Claro que lo sentí.
Los dos se agacharon y comenzaron a abrir la maleta hasta que escucharon un agudo ladrido proveniente de la maleta de Noah.
—Es un... –abrió la maleta y salió un pequeño San Bernardo –¡Wow! ¡Un perrito! –Hai abrió la suya, para ver a un cachorro Doberman sacudiéndose. Al verla ladró y comenzó a lamerle la cara.
—Oh, es tan lindo.
Mark y Azura se miraron perplejos y asustados. Con suerte podían cuidar a sus hijos.
—La reina Adela tiene muchos, recientemente tuvieron cachorros y bueno... Creyó que sería buena idea.
—Con suerte puedo dirigir al reino y cuidar a mi familia –dijo Mark sin pensar, la mujer mayor soltó una carcajada.
—Estoy segura de que podrás hacerlo Mark. Si yo pude criar a mi hija, a los caballos, a Adrien y a ustedes prácticamente, creo que podrás criar a dos perritos.
—Si, pero, son dos... Y encima son bebés –Azura no pudo evitar arrodillarse frente a sus hijos y los cachorros con los ojos brillantes. El perrito negro con café, le olisqueó el rostro y le dio una lamida cerca de los labios, ella río y le acaricio la cabecilla.
—Es muy tierno –acarició también el pelaje del perrito blanco que le olisqueó la nariz apoyando sus patitas en su rodilla. Miró a a sus hijos.
—¿Podemos conservarlos mamá? –pidió Noah, Hai asintió en modo de súplica.
La poderosa reina Azura Schaffer miró a su esposo con exactamente la misma expresión que sus hijos.
—¿Podemos?
—Azura ¿es enserio? –Mark no pudo evitar reír ante lo adorables que todos se veían.
Mark jamas había sido fan de los perros, nunca había tenido una mascota, pero prefería a los caballos. Aunque debía admitir que esos dos cachorros jugueteando al rededor de sus piernas eran demasiado adorables. Los miró a todos con una sonrisa.
—Está bien –antes de que todos celebraran alzó las manos –. Pero yo no voy a limpiar nada de lo que ellos... –miró a sus pies. El pequeño San Bernardo había orinado en su zapato –hagan... –frunció el ceño mientras todos contenían sus risas, miró mal a su esposa –. He dicho. Ahora, iré a cambiarme –la reina rió y mientras él iba a cambiarse los zapatos, madre e hijos disfrutaban jugar con los dos cachorros. Más tarde regresó para encontrarlos a los tres sentados en una de las mesas exteriores del jardín, los cachorros estaban dormidos uno encima del otro –¿Y ahora qué pasa?
—No sabemos qué nombre ponerles –dijo Hai. Mark rió y se sentó junto a su esposa, a quien le dio un beso en la cabeza –¿Qué raza son?
—El tuyo es un Doberman y el de Noah un San Bernardo –Noah se incorporó.
—¡BERNY!
—Noah, ese es un nombre ridículo. Deberíamos tomarnos un tiempo para pensarlo bien.
—De acuerdo, mientras tanto le diré "perrito" –Hai se golpeó la frente viendo como su hermano acariciaba el lomo del peludo cachorro que se despertó y le olisqueó la cara, se sacudió y ladró despertando al otro. Hai lo miraba fijamente.
—¿Hai? –pero la niña estaba tan metida en sus pensamientos, que no respondió, Sylvia se acercó a Mark –¿Qué está haciendo?
—Analiza y observa la personalidad del perro para ponerle un nombre –explicó.
—Eso es increíble.
Sylvia admiraba la inteligencia innata de esa niña. Era demasiado lista para su edad.
Unos días después, Mark veía como Azura estaba totalmente encantada con los dos perritos.
—Habrá que conseguirles alimento especial y todo eso ¿no? –la reina no respondió –Zuri...
—Ah, si claro. Yo me encargo. Llevaré a los niños –Mark la miro divertido –¿Qué?
—Nada. Me encanta verte tan emocionada con ellos –la reina se sonrojó.
Mark recordó una ocasión en la preparatoria. Habían salido temprano del trabajo y pasaron junto a una tienda de mascotas, de pronto en pequeño Husky de color café salió corriendo entre sus piernas y las de Jack, pero Azura alcanzó a detenerlo y lo devolvió al dueño del lugar. A ella le encantan los animales, en especial los perros y los caballos. La vio alistar a los niños y a los perritos y subirse al auto junto con Sylvia y se fueron.
—Rey Mark –se giró hacia el mayordomo.
—¿Si?
—El psicólogo Johnson ha vuelto.
—Excelente, iré a verlo entonces, gracias –el hombre se retiró con una reverencia mientras Mark caminaban hacia la oficina de Jack, quien revisan el papeleo pendiente mientras Jake lo ayudaba –. Creí que volverían hasta la otra semana. Hola Jake.
—Buenas tardes, rey Mark –hizo una reverencia ante la que Mark sonrió.
—Bueno, mi suegra esta mucho mejor. Fue solo un ligera complicación, pero fue atendida a tiempo y ahora está mejor.
—Ella nos obligó a regresar lo más pronto posible –agregó Jake.
—¿Recibió él...?
—Si, y gracias a ello se recuperó mejor. Gracias, Mark.
—No hay de qué, Jack.
—¿Ustedes están bien?
—Si, de hecho Azura acaba de irse con los niños de compras.
—¿De compras?
—La reina Adela les regaló dos cachorros a Hai y a Noah y parece que Azura es la más emocionada con ellos –el de ojos verdes rió.
—Jake y Yena también tienen un perro.
—¿De verdad?
—Si majestad, una husky de color café. Una de mis tías nos la regaló cuando estuvimos allá en Australia. Su nombre es Canela –Mark sonrió con ternura.
—Que lindo nombre, supongo que Yena se lo puso –Jake asintió, pero frunció un poco el ceño.
—¿Hai también se fue?
—Si, lo lamento Jake.
—No se preocupe, Majestad... ¿Podría volver más tarde? Tengo un obsequio para ella.
—Claro, tu siempre eres bienvenido cuando quieras Jake –el niño sonrió e hizo una reverencia agradecido.
—Bueno, entonces regresáremos más tarde –dijo Jack metiendo unos papeles a una carpeta azul –. Solo vine por unos test de personalidad –Mark asintió y los acompañó a la salida, pero Jake miraba a los guardias hasta que se giró hacia el rey.
—Rey Mark... ¿A qué edad puedo entrar a la Guardia Real? –Mark lo miró sorprendido al igual que su padre.
—¿Quieres entrar a la Guardia Real? –Jake se encogió de hombros.
—Me gustaría ser un Guardia del Castillo.
—Oh, ya veo. Bueno, puedes entrar después de cumplir los 20 años –Jake lo pensó un poco.
—Bueno, ya me falta menos. Gracias, rey Mark –el pelinegro asintió.
En el auto, Jack miraba a su hijo un poco extrañado.
—Hijo, ¿porqué nunca me dijiste que quieres ser un Guardia Real? –Jake lo miró por un segundo.
—Yo... No quería que te decepcionaras de mi porque no quiero ser psicólogo...
—Pero ¿porqué me decepcionaría de ti por eso, Jake?
—Bueno, la mayoría de los padres esperan que sus hijos se dediquen a lo mismo que ellos hacen. Yo pensé que tu querrías que fuera psicólogo –Jack tenía la mirada fija en el camino con el ceño levemente fruncido. Antes de que se retractara de sus palabras, su padre suspiró.
—¿Sabías que yo fui un Guardia Real? –los ojos del chico brillaron.
—¿De verdad? ¿Cuando fue eso?
—Hace ya muchos años. Yo quería proteger a Mark y a Azura. Prácticamente crecimos juntos antes de que se convirtieran en príncipes. Al separarnos yo sentía que ya no tenía un propósito en la vida por lo que decidí entrar a la Guardia Real. Pero en el primer nivel no podía acercarme a ellos. Me di cuenta de que realmente no era lo que yo quería y decidí renunciar –Jake bajó la mirada –. Pero hijo, si tu quieres serlo, adelante, tienes todo mi apoyo y el de tu madre –le sonrió.
—Gracias papá, no te decepcionaré, lo prometo.
—Jamás lo has hecho, Jake y estoy seguro de que nunca lo harás, no te preocupes por eso. Ahora hay que darnos prisa para ayudar a mamá con Canela.
Sin embargo, al llegar Samantha Johnson estaba en la puerta con las manos en la cintura y el semblante serio y molesto.
—Am... ¿Qué...?
—No sé a cual de los tres castigar.
—¿Tres? –Yena salió de la casa con la mirada en el suelo.
—¿Ahora qué hicimos? –preguntó Jack.
—Me descuido un minuto para hacer la comida y ocurre un desastre. Yesenia, por favor llevalos a la sala a ver lo que hizo Canela –la niña asintió y tomo del brazo a Jake para jalarlo dentro de la casa hacia la sala, Jack iba detrás de ellos, al llegar se quedaron perplejos.
La hermosa perrita de color café estaba medio acostada en el sofá despedazando un cojín. Había relleno blanco por toda la sala. Jake se cubrió la boca para evitar reírse o su madre lo mataría ahí mismo. Jack estaba sorprendido.
—Mas les vale, Jake y Yena, que limpien todo esto y Jack, condiciona a ese perro, por algo eres psicólogo ¿no? –el hombre la miró totalmente indignado, Jake esta vez si se rió –. Iré a terminar de preparar la comida –y molesta se fue.
—Bueno, nos fue relativamente bien. Ven Canela –la husky comenzó a mover la cola con emoción y corrió a lamerle la cara a Jake –. Escucha, eso no se hace –le dio un leve golpe en la nariz, ella ladró –. No se hace, mamá nos va a matar a todos si vuelves a hacerlo.
Su padre lo miraba orgulloso mientras recogía el relleno del suelo, ambos chicos salieron al patio para jugar con Canela, cuando Jack terminó de recogerse todo el relleno del cojín, los miró a través de la puerta de cristal de la sala.
—¿Pasa algo? –preguntó su esposa, Jack suspiró.
—Nada, solo... Jake es más listo de lo que aparenta ser y no sé cual sea la razón de eso.
—Conmigo no lo oculta... No mucho. Le va bien en la escuela, sólo que es muy callado, y bueno tampoco es que tu yo hayamos sido las personas más extrovertidas de la escuela –Jack rió y la abrazó por la cintura.
—¿Sabías que quiere ser un Guardia Real?
—Si, lo sabía –él la miró impactado, Sam caminó hacia el sillón para arreglar el cojín –. Quiere serlo desde los siete años. Amor, no es que no confíe en ti, Jake no suele hablar de sus cosas, esa vez fue para una tarea de la escuela.
—Linda ¿crees que paso mucho tiempo trabajando?
—No es eso, Jack. Él sabe que puede confiar en ti y lo hará cuando lo necesite, te lo aseguro. Solo dale tiempo, además iniciará la secundaria pronto –el teléfono comenzó a sonar, Sam estiró una mano para alcanzar el teléfono mientras Jack seguía viendo a sus hijos –. Si, claro. Está bien, ahí estaremos entonces –y colgó –. El rey Mark nos invita a cenar hoy al castillo y dice que podemos llevar a Canela –y continuó con su trabajo, Jack fe a sentarse a su lado y la miró sonriendo –¿Qué quieres?
—Eres la más hermosa –le dio un beso en la mejilla, ella sonrió.
—Ya lo sé, pero hay que conseguirle un juguete a ese perro. No quiero que vuelva a destruir mis cojines. Mañana mismo iremos a la tienda de mascotas –Jack rió.
—Lo que ordenes, mi hermosa reina.
Más tarde se encontraban cenando en uno de los jardines interiores del castillo, mientras los niños jugaban con los perritos y se debatían en los hombres de los más pequeños.
—Me recuerda a Akamaru.
—¿Aka... Qué? –Jack se arrodilló frente al pequeño príncipe.
—Akamaru, un perro ninja –los ojos azules brillaron.
—¡Se llamará Akamaru! –Jack rio, Mark le dio un golpe pero el príncipe ya había corrido con el cachorro gritando el nombre.
—¿Y el tuyo, Hai?
—Bonebreaker. Lo vi matar una pequeña rata.
—Un nombre poderoso, me gusta –dijo Jack y continuaron platicando, de un momento a otro Hai se acercó a Jake mientras veían como Noah y Yena jugaban juntos.
—¿Cómo está tu abuela?
—Mucho mejor. Cuando llegamos ya se estaba recuperando, al día siguiente salió del hospital. Hai, lamento no haber podido estar contigo en el evento –ella hizo un puchero –. De verdad lo siento, princesa.
—No me digas así, Jake. Pero está bien, lo entiendo, no tienes que disculparte.
—Si, tengo qué. Me prometí a mi mismo que te acompañaría en tu primer evento y fallé, por eso quiero compensarte –Hai lo vio sacar algo de su bolsillo, era una delgada pulsera dorada.
—Jake, pero... No me prometiste a mi nada, no tienes que hacerlo.
—Quiero hacerlo, princesa. Dame tu mano –le colocó la pulsera alrededor de la muñeca derecha, Hai estaba sonrojada, pero suspiró.
—Gracias, Jake.
—No hay de qué, princesa.
—Que no me digas así –resoplo.
—¿Y por qué no? Es lo que eres.
—Si, pero ya sabes que no quiero serlo, no me gusta –el chico sonrió.
—Aún así, eres mi princesa favorita –volvió a sonrojarse, pero antes de mirarlo, Jake se levantó y fue donde su hermanita y Noah.
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Esta cuarentena me obliga a actualizar.
Gracias por leer, espero que les haya gustado.
¿Qué opinan de los nombres de las nuevas mascotas?👀
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