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Capítulo 26

Al final, y después se comer los cuatro juntos a modo de celebración por el concurso, Hai tuvo que contarles a sus amigas lo que había pasado con su abuela y ellas la abrazaron hasta hacerla sentir mejor y reírse un rato.

No obstante, las palabras de Miranda no salieron de su cabeza en todo el día.

"No puedes cambiar lo que eres"

"No puedo forzarme a ser alguien que no soy"

Si tan solo su amiga tuviera una idea del peso que generaron esas palabras sobre ella.

Resopló en el sillón y soltó el control de la televisión sobre su regazo.

—Bueno, tiene sentido. No he dejado de ser una princesa. El reino no sabe que estoy exiliada. Agh, debo dejar de pensar en eso –tomó el control y encendió la televisión.

Y ahora, El Diario de la Princesa... –cambio –Princesita Sofía y... –cambio – La sección especial de "Libros de Princesas" que te hará... –cambio –. Episodio especial de la serie "Crown", que habla sobre una reina que... –cambio –Este es un documental sobre la Princesa del reino de Londres, quien... –Hai apagó la televisión y arrojó lejos el control.

—Esto tiene que ser una... Broma... –se irguió –Un segundo... La broma soy yo. Miranda tiene razón, no puedo cambiar lo que soy ni forzarme a ser alguien más... Además, soy un asco fingiendo ser una chica normal –suspiró con frustración –¿Qué debo hacer abuela?

Cómo si realmente ella le hubiera respondido, recordó algo y corrió a su habitación. Rebuscó en toda su estantería de libros hasta que lo encontró: la copia del libro de la "Historia del Noble Reino de Cadah" que su hermano había escondido ahí justo antes de irse. Al pasar de páginas, algo cayó del libro al suelo. Era un sobre de color beige que decía su nombre con la letra de Sylvia Miller. Alzó el sobre y se sentó en la cama mientras lo observaba. Finalmente se decidió por abrirlo.

"No puedes negar lo que eres y siempre serás mi amada nieta"


Volvió a suspirar.

—De acuerdo, lo acepto. Soy la princesa y la heredera legítima al trono de Cadah. Lo he comprendido bien, abuela. Sin embargo... Aún me quedan dos años de Exilio y tengo que reparar mi error... Voy a volver y voy a cumplir con mis deberes, pero antes.... Quiero disfrutar al máximo estos dos últimos años.

Tomó una respiración honda y sonrió. Guardó el sobre dentro del libro y lo depositó con cuidado de vuelta en el librero.


Al cabo de unos días, Nathaniel regresó un tanto preocupado por Noah, quien había estado realmente mal los primeros días después del fallecimiento de Sylvia Miller, pero poco a poco y con ayuda de un psicólogo, colega de Jack, volvía a sonreír.

Ella estuvo conversando con su hermano por medio de mensaje, pero durante un buen tiempo, Hai no podía dejar de pensar en su abuela y en qué ella tal vez no estuviera del todo molesta por lo que hizo.

Una noche, mientras terminaba un trabajo importante recibió una peculiar llamada. Al ver el nombre de contacto soltó la pluma y tomó el teléfono con torpeza para descolgarlo a tiempo.

—¿Mamá?

—Hola, Hai ¿Cómo estás? –miró al frente como Miranda la veía sorprendida y fijamente pero la animaba a seguir hablando.

—Estoy bien. Dame un segundo, mamá –cubrió el teléfono contra su hombro y le susurró a su amiga –No tardaré, lo prometo.

—No te preocupes, yo me encargo de esto –le sonrió y Hai asintió para después correr a su habitación.

—Listo, mamá.

—¿Estás ocupada? Si es así, puedo llamarte después.

—¡No! Es decir, está bien ahora, descuida.

—De acuerdo. Llamaba para saber cómo has estado hija.

—Últimamente he estado bien ¿Qué tal ustedes?

—Aún un poco tristes.

—Me imagino ¿Cómo está Noah? ¿Se encuentra mejor?

—Si, está mucho mejor ahora. Pero desde hace unos días está preocupado por ti.

—¿Por mi?

—Si. Él sabía que tenías buena relación con la reina Sylvia. Sin embargo, ahora que se encuentra mejor volvió a ser más consciente de las cosas y recordó que le tenías un afecto especial –Hai suspiró.

—Bueno, me dolió mucho la noticias y aún no dejo de pensar en ella. No me despedí adecuadamente de ella y eso es lo que más me duele.

—Yo tampoco lo hice –escuchó con atención la voz de su madre –. Y me arrepiento mucho de ello –Azura suspiró –. Aunque no lo creas, yo también era algo rebelde con ella –Hai se sorprendió.

—Tienes razón, no me lo puedo creer –murmuró con cautela, pero en cuanto escuchó a su madre reír ella también lo hizo –¿También hacías travesuras en el Castillo?

—Más que travesuras, la desobedecía –Hai abrió sus ojos con sopresa –Cuando ella me decía cómo resolver las cosas como princesa, yo buscaba la forma de hacer algo diferente y eso la fastidiaba.

—Wow, mamá. Jamás habría imaginado que tu serías capaz de ello –ambas rieron con nostalgia –. Voy a extrañarla mucho.

—Todos lo haremos, mi niña –Hai tragó duro, pero su madre carraspeó –¿Cómo están tus tíos?

—Bien. Tía Sylvia aún se ve un poco triste pero yo le hago compañía.

—Te agradezco mucho estar con mis hermanitos y cuidarlos. Solo espero que Nana no esté fastidiando mucho.

—Yo no diría fastidiando, más bien consintiendo. No ha parado de comprarnos dulces, chocolates, pasteles y cualquier tipo de cosas dulces.

Azura rio con ternura. Si había algo que su hermano sabía hacer a la perfección es consentir a una chica. Solía comprarle golosinas a Sylvia cuando se sentía triste. Una vez recorrió todos los jardines del reino buscando la flora más bonita (según él) del reino para llevársela a ella cuando la descubrió mirando el cuadro del Principe Nathaniel con nostalgia. Azura guardó esa flor marchitada y prácticamente seca durante un buen tiempo.

—Empiezo a creer que quiere engordarnos –bromeo.

—Dejalo que lo siga haciendo. También fue muy difícil para él en los eventos funerarios. Dale un abrazo de mi parte, por favor.

—Lo haré. Debo irme, tengo un trabajo que teminar, mamá... Quisiera poder hablar más tiempo contigo.

—No te preocupes, Hai. Te llamaré pronto.

—Por favor abraza a papá y a Noah por mi.

—Lo haré, hija...

Había ofendido mucho a su propia madre y aunque ella no se lo dijera, Hai sabía que aún estaba molesta por lo que hizo. No podía hablar con ella, con su padre o incluso con Noah sin pensar en lo que había hecho hacia ya tres años.

Definitivamente fue una completa estúpida, ahora entendía a la perfección lo egoísta que había sido y actuado. Pero los echaba de menos a todos. Respiró hondo y lo soltó.

—Te quiero mamá –sin esperar respuesta colgó.

Azura miró el teléfono con confusión, pero suspiró.

—Yo también te quiero, mi amor.

Dejó el teléfono sobre la mesa junto a su cama y miró el techo de su habitación durante unos segundos para después levantarse y salir hacia el balcón. Miró el enorme patio apoyándose en la barda dónde habían algunas macetas que no tenía idea de cómo no se habían marchitado si ella jamás les ponía agua. Sonrió un poco al sentirla brisa fresca en su rostro mientras el sol se ocultaba en el horizonte.

Mentiría si dijera que no extrañaba a su hija y se arrepentía de lo que había hecho. Según Nathaniel, Hai aprendía y avanzaba rápido a ser una persona más humilde y a ayudar con los quehaceres del hogar.

Jamás creyó que su coqueto e hiperactivo hermano menor, amante de las fórmulas, reacciones y experimentos químicos pudiera hacerse cargo de su hija como lo había hecho hasta ahora. Si bien él era el que más viajaba a Cadah, era también el más atento a Hai en cuestión de seguridad. Mientras que Sylvia destacaba cada vez más en su trabajo.

—Reina Azura –se giró hacia su mucama.

—¿Si, Panhye?

—La reina Adela ha llegado al reino de Cadah. Llegará al palacio en 20 minutos.

—Entendido, gracias Panhye. Bajaré enseguida –entró en la habitación para dirigirse al armario para colocarse un vestido entre elegante y casual –¿Está lista la oficina de la reina?

—Si, alteza. Lo está desde hace varios años. Ella quería que la usaras –Azura sonrió colocándose los zapatos.

—Siempre le dije que era suya no mía. Pero después de varios años de insistencia, dijo que sería mía cuando falleciera.

—¿La usarás?

—Lo intentaré –respiró hondo y se arregló el cabello frente al espejo. Sonrió un poco y caminó a la puerta seguida de la mucama –. En cuanto estemos en la oficina, te irás a descansar Panhye. Hannah tomará tu lugar.

—Azura yo... –la reina la miró severamente.

—Es una orden. La artritis no es cualquier enfermedad –la mucama mantuvo su vista firme hasta asentir con un poco de tristeza.

—Si, reina Azura.

La pelinegra la abrazó de pronto dejando a la mucama totalmente paralizada.

—Has estado a mi servicio durante años y te lo agradezco mucho, pero también mereces un buen descanso, mi querida amiga –se apartó y le sonrió con ternura estrujando levemente sus manos. La mucama le hizo una reverencia.

—Gracias, majestad.

Bajaron al Gran Salón, dónde se encontraron con el príncipe Noah entrando por la puerta del comedor.

—¿Noah?

—Buenas tardes, mamá –se acercó a ella pero se mostró confundido –¿Pasa algo? Estás muy elegante.

—Tengo una visita especial. Pero no te preocupes, ve a descansar. Te veré en la cena ¿De acuerdo?

—¿No puedo saber quién es la visita misteriosa? –preguntó con su habitual curiosidad, Azura se acercó a él como si fuese a decirle un secreto.

—Lo sabrás en la cena –vio a su hijo hacer un ligero puchero pero asintió –Anda ve a tu habitación.

—Ignoraré el hecho de que me estás hechando del Gran Salón, mamá –Azura le dió un beso en la mejilla y él comenzó a caminar con una sonrisa –. Buenas noches, PanHye.

—Buenas noches, príncipe Noah –le hizo una reverencia y el chico comenzó a subir por las escaleras.

Sin embargo, su madre no lo dejó de ver hasta perderlo en el pasillo. Inmediatamente miró el enorme cuadro del príncipe Nathaniel, suspiró y acarició su anillo de princesa.

—Mi Ale... –murmuró.

—A mí también me recuerda a él –miró a la mujer a su lado y ambas sonrieron, pero las puertas se abrieron.

—La reina Adela ha llegado –anunció un guardia y abrió la enorme puerta.

La mujer entró e inmediatamente todos hicieron una reverencia incluyendo a Azura, posteriormente se acercó a ella.

—Bienvenida al Castillo Miller, reina Adela. Lamento mucho haberla hecho venir hasta acá tan tarde –ella le tomó las manos y la miró con ternura.

—Nada de eso, Azura. Siempre es un honor para mí visitarte a ti y a tu familia. Además, vine a ofrecer mis condolencias.

—Lo agradezco mucho, alteza –ambas comenzaron a caminar hacia el interior del castillo –En realidad es por ella que le pedí que viniera, majestad. Hay algo de lo que me gustaría hablar con usted.

—Creo que tengo una ligera idea, pero te escucharé con atención –en cuanto llegaron a la oficina que durante muchos años había pertenecido a la reina Sylvia Miller, cerraron las puertas y Azura el indicó dónde podía sentarse.

—Tomemos asiento. He preparado un poco de té –ambas tomaron las tazas y Azura continuó –Ella dejó algo antes de fallecer –tomó una hoja doblada que estaba encima de la pequeña mesita junto a ella y se la extendió –. Esto ella se lo dió a Noah justo antes de fallecer indicándole que no la abriera y me la entregara.

Inmediatamente la reina la abrió y la leyó abriendo sus ojos con sorpresa.

—¿El príncipe lo vio? –señaló la hoja y Azura negó.

—No. Estaba demasiado asustado y paralizado. De hecho se desmayó después de entregarmela –la mujer la miró preocupada – Se encuentra mejor ahora pero no ha preguntado absolutamente nada sobre esto.

—¿Y qué planeas hacer? –Azura desvío la mirada.

—Usted está al tanto de la situación con mi hija –la mujer asintió –. Su exilio concluye en un par de años más.

—Pero en cuanto ella vuelve, Noah volverá a ser duque.

—Lo tengo en cuenta alteza. Sin embargo, es muy pronto –la mujer soltó una risa, Azura la miró confundida.

—Sin duda eres la mejor reina estratega que he conocido. Sylvia tenía un plan y aunque trató de convencerte, tú hiciste las cosas de forma diferente. Eres más inteligente de lo que ella fue –Azura sonrió con tristeza –. Sé que ya tienes un plan para toda esta situación.

—Aun lo estoy puliendo, pero necesito que mis dos hijos estén aquí para llevarlo a cabo –Adela asintió y señaló la hoja en su mano.

—Deberías guardar bien esto. En caso de ser necesario, esto cuenta como voto oficial.

—¿Oficial?

—Como ex reina, ella tiene un voto especial para este asunto y veo que realizó el suyo. Además, yo estoy de acuerdo con ella –Azura fijó sus ojos azules grisáceos en la mujer frente a ella, Adela solamente sonrió y le extendió la hoja.

—Comprendo.

—Entiendo también tu punto de vista, aún son demasiado jóvenes. Pero ya tienes el primer escalón, solo queda seguir preparándolos y cuando tu y Mark, como reyes, sientan que es debido tomar una decisión, sé que harán lo mejor para su reino.

—Gracias, reina Adela.

Conversaron durante un rato más hasta que un mayordomo les indicó que la cena estaba lista y podían bajar. Azura guardó la hoja en un cajón seguro del escritorio y bajaron al comedor, dónde Mark y Noah estaban esperándolas. No obstante cuando el joven príncipe reconoció a la mujer, se levantó y caminó hacia ella con una sonrisa.

—Reina Adela –le hizo una reverencia, pero la mayor lo abrazó con cariño.

—Cada día luce más atractivo, príncipe Noah –el chico se sonrojó y se apartó de ella.

—Gracias, majestad –Mark también se acercó a saludar.

—Rey Mark, tan guapo como siempre –Mark soltó una risa y la condujo al comedor.

—Siempre es un honor tenerla aquí, alteza.

Todos comenzaron a comer dentro de una plática animada gracias a la reina Adela que de vez en cuando miraba a Noah y sonreía. Mark no lo pasó por alto y también observó a su hijo con atención. Sonrió al verlo sonreír con alegría.

Jamás olvidaría el día en que se bajó del auto con la mirada totalmente perdida. Pero a pesar de estar tan asustado y triste se mantuvo firme con la barbilla en alto hasta que su cuerpo no resistió más.

A su edad él jamás habría sido capaz de tener esa fuerza mental y por eso admiraba a su hijo. Sin duda había demostrado el verdadero significado de ser un príncipe y un rey.

La noticia de la muerte de la ex reina Sylvia Miller había sido tendencia en todo el país y en algunas otras partes del mundo. Pero sin duda, la noticia, fue como balde de agua fría para algunos estudiantes de la Universidad Militar y de la Guardia Real.

Se encontraba en el enorme patio esperando a que el autobús llegara mientras se revolvía incómodo.

—¿Vieron la noticia? –escuchó a sus espaldas.

—¿La del Cadah?

—Si –el joven se giró para ver a sus compañeros.

—¿Qué pasó en Cadah? –ambos chicos se sorprendieron pero lo miraron con pena.

—Ah, es cierto. Tu vienes de allá... La ex reina Sylvia Miller falleció.

—¿Qué? ¿Qué le pasó?

—Al parecer sufrió un infarto. Lo lamento mucho... –el joven apretó con fuerza los puños y volvió su vista a la entrada de la universidad donde el autobús se acercaba con irritante lentitud.

Caminó decidido hasta estar frente a toda la multitud de jóvenes. Habían sido las tres semanas más largas de su vida a pesar de que él ya había vivido esa horrible prueba. En cuanto el autobús estacionó dentro de las instalaciones de la UMGR, los jóvenes comenzaron a bajar de uno a uno algunos con dificultad, otros algo desorientados, pero al verlo, sin dudar corrió hacia él.

—¡Jake! –el castaño dejó de tallarse el ojo derecho y lo miró sorprendido.

—¿Butch? –el pelinegro lo tomó de los hombros y lo evaluó a conciencia.

—¿Estás bien? ¿Estás herido? –preguntó con preocupación.

—Estoy perfectamente bien, Butch.

—Escuchamos sobre la emboscada. Será mejor que me digas si te pasó algo sino Grace me va a matar a mi –Jake le sonrió y retiró la mano de su ojo para sonreírle a su amigo, pero él lo miró extrañado –¿Porqué tienes un ojo más claro que otro?

—¿Qué?

—Tu ojo derecho se ve más claro que el izquierdo ¿Seguro que estás bien? ¿Qué pasó allá?

Jake parpadeo varias veces, desde hacía varios días que tenía comezón e irritación en el ojo, pero el médico del escuadrón le había dicho que no era ni tenía nada extraño.

—Bueno... Nos emboscaron y una granada explotó muy cerca de nosotros. Yo era el más cercano, pero estoy bien. Logramos salir de ahí cuanto antes –Butch lo miró preocupado –. Estoy bien, solo... Necesito descansar.

—Te acompaño a tu dormitorio.

El menor asintió y comenzó a caminar echándose la mochila al hombro.

La prueba de supervivencia, sin duda debía ser la peor de todas las que debían vivir los jóvenes. Tomaban a todos los de tercer año, formaban escuadrones y los dejaban en medio del campo de batalla.

Algunas ciudades vecinas y muy escondidas aún estaban en guerras unas con otras y solicitaban a la armada inglesa como apoyo. Y como los instructores y entrenadores sabían que en algún punto, los futuros militares y guardias reales podrían experimentar algo así en algún punto, los enviaban ahí. Sobra decir que los peligros a los que eran expuestos los jóvenes eran totalmente reales y viendo que Jake de vez en cuando se detenía y se llevaba la mano al cabeza no lo dejaba tranquilo.

—¿Sabes? No voy a soportar esto.

—¿De qué hablas? –Butch lo tomó de la muñeca y lo condujo hacia la enorme enfermería. Dentro habían mucho compañeros de Jake que si habían sufrido heridas severas. Vio una camilla libre y fue hacia ella –Butch, ya te dije que...

—No, lo estás Jake. No es normal que camines así ni te sientas mareado ni talles así el ojo. Y si no te quedas aquí a que te revisen, voy a tener que volver a golpearte y no lo he hecho en 11 años –el chico sonrió con cansancio y dejó la enorme y pesada mochila sobre la camilla.

—De acuerdo, tu ganas Butch –rapidamente una enfermera se acercó a él y comenzó a evaluarlo.

—¿Cuáles son tus síntomas?

—Bueno, siento tapados los oídos, siento mareos y comezón en el ojo –ella asintió y le revisó los oídos.

—¿Tienes náuseas?

—No.

—¿Alguna herida infectada?

—No. Solo raspones y moretones leves.

—¿Te pasó algo en el ojo? –Jake negó – ¿Cuando comenzó la molestia?

—Hace una semana –la mujer volvió a asentir y se dió la vuelta para tomar unos guantes de una de las repisas. El chico que estaba en la camilla de a lado lo señaló.

—Es él... Él fue el que me salvó –la enfermera miró sorprendida a Jake.

—¿Tu eres el que estuvo más cerca de la explosión? –él asintió extrañado –. Bueno, gracias tu acto de valentía este chico de aquí está a salvó solo con un esguince en el pie –Jake lo miró.

—Lo siento, Jason.

—Me salvaste Jake, así que gracias –le sonrió agradecido, pero la mujer lo tomó de la barbilla y lo obligó a mirarla. Analizó cada uno de sus ojos con una pequeña linterna pero cuanto la brillante luz se posó sobre su ojo, lo cerró inmediatamente.

—Tu ojo se ve más claro que el otro. ¿Alguien en tu familia presenta heterocromía?

—Mi madre.

—Bueno, es posible que tú también la presentes. Hablaré con el doctor Choi para que te realicen algunas pruebas. No te muevas de aquí –y se retiró rápidamente quitándose los guantes.

—¿Tienes heterocromía?

—Eso parece –respiró hondo –¿Cómo está Grace?

—No ha podido dormir bien desde que te fuiste. La llamaré más tarde para darle la noticia –Jake sonrió con cansancio –Y hablando de noticias Jake...

—¿Qué sucede?

—La ex reina Sylvia falleció –Jake lo miró totalmente perplejo –. Lo lamento...

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