Capítulo 17
El día del examen, Hai despertó tres horas antes de lo que había previsto. Se quedó mirando el techo mientras pensaba en todo y a la vez en nada. Recordó una vez en que Jake tuvo un examen importante y estaba tan nervioso que ella tuvo que ayudarlo a estudiar. Ahora comprendía como se sentía.
Suspiró al recordar a su mejor amigo. No le había hablado para disculparse por haberla ofendido, aunque pensándolo bien, puede que ella también hubiese tenido la culpa. No le había dado la oportunidad de explicarse. Pero, él la había traicionado en primer lugar al preferir ayudar a las personas el día del huracán en lugar de quedarse con ella.
Suspiró nuevamente y tomó su teléfono, se colocó los auriculares y se dispuso a escuchar algo de música mientras cerraba sus ojos y se concentraba en la melodía.
Abrió sus ojos al escuchar la alarma del reloj encima de la mesa junto a su cama, se sobresaltó y miró la hora. Afortunadamente aun tenía suficiente tiempo, suspiró con alivio y apartó las sabanas para tomar su toalla y dirigirse al baño para darse una ducha. Al estar en su habitación de nuevo, se colocó unos jeans azules, una blusa blanca holgada y un suéter ligero y largo de color rosa pastel.
El clima era bastante extraño en ese pais, por la mañana hacia frío, por la tarde el calor era insoportable, por la noche bajaba un poco la temperatura. Aveces llovía y hacia frío, otra veces llovía y hacia calor. Sin duda era algo a lo que tardaría mucho más en acostumbrarse.
Se colocó también unos tenis converse blancos, se maquilló un poco y finalmente tomó su bolso de mano para bajar a la cocina donde Sylvia ya estaba ahí terminando de preparar el desayuno.
—Buen día, Sylvia –se giró hacia ella.
—Hola, Hai. Buenos días, tengo una sorpresa para ti, pero antes... ¿ya estas lista? ¿Tienes todo lo que necesitas?
—Si, estoy totalmente lista.
—Bien ¿Cómo te sientes?
—Nerviosa. Pero no por el examen sino por el hecho de entrar a una escuela... Con más personas, estudiantes, chicos y chicas de mi edad, supongo.
—Entiendo. Tu padre envió un mensaje de motivación –le extendió su teléfono, Hai al instante lo tomó para leer el mensaje de su padre mientras su tía regresaba a la cocina. En el mensaje, Mark le deseaba éxito en el examen y le decía que la quería mucho –. Y tu madre me pidió que te preparara esto –Hai alzó su vista hacia su tía, quien llevaba un plato grande de comida. Sonrió emocionada al verlo.
—No puedo creerlo...
—Todos merecen un buen Desayuno Completo Inglés antes de un examen importante.
—Eres la mejor, tía Sylvia –ella le sonrió y llevó el plato a la mesa para que su sobrina disfrutará el desayuno.
Unas horas más tarde, Hai estaba entrando en la Universidad con Fernando estrictamente detrás de ella. Miraba a todos lados mientras frotaba sus manos con nerviosismo y tensión. Algunos la miraban directamente y se extrañaban, algunas chicas la seguían con la mirada. Hai se encogió un poco, detestaba tener los ojos rasgados, de por si su porte erguido llamaba mucho la atención, sus ojos eran la cereza del pastel. Tuvo que desviar la mirada hacia sus zapatos hasta que Fer carraspeó.
—Ya que aun es temprano, te acompañare al salón que te toca ¿de acuerdo? Sé que tu terminarás antes así que en cuanto salgas esperame en esa banca de ahí –señaló hacia su lado derecho, Hai inmediatamente giro para ver una pequeña plaza con bancas, arbustos y árboles, alguna que otra fuente y unas cuantas farolas que a pesar de la iluminación del amanecer, seguían encendidas.
—De acuerdo –respiró profundo.
—Tranquila, vas a estar bien. La Undiversidad no es de otro mundo, o al menos eso me dijeron en la preparatoria.
—Vengo del otro lado del mundo, Fer. Para mi, literalmente es otro mundo –el chico río y le colocó una mano en el hombro, lo miró a los ojos –Gracias, Fer.
—Vamos, Alex –le guiñó un ojo y comenzó a caminar hacia un edificio.
—¿Cómo sabes a donde ir? ¿Habías estado aquí antes?
—Tengo amigos que estudian aquí, hablé con ellos y hace dos días vine para ver donde están exactamente nuestros salones. Este es el edificio de tu carrera, el de enfrente sería el mío.
—De verdad te lo agradezco mucho, Fer. Me habría perdido sin ti.
—Claro que no, eres demasiado lista como para perderte, sé que habrías encontrado una solución. Pero supongo que el los nervios y el miedo de estar en un país totalmente ajeno y diferente pueden bloquear a cualquiera.
—No tienes idea de cuánto.
—Bien, aquí es tu salón –Hai miró su hoja de inscripción y luego el numero en la puerta, había además una lista de personas en la pared junto a la puerta, Fer dio una hojeada –A... A... A... Aquí estás, Alexandra Castillo –comprobó su nombre y el número de registro pero el chico abrió la puerta y entró, Hai se tensó al ver a algunos chicos y chicas dentro. En el fondo dos chicas conversaban, al otro lado del aula, un chico vestía una sudadera negra y traía puestos unos auriculares negros con azul. Otro más estaba dormido sobre el pupitre –Escoge tu banco.
Pero la chica se tensó mirando todos los bancos libres que había. Debían ser más de 30 pupitres y no sabía donde sentarse. Optó ocupar el primer banco de la segunda fila desde la puerta, así podría salir corriendo fácilmente, claro, solo en caso de ser estrictamente necesario. Se sentó y respiró profundo mirando la mesa del banco. De pronto, reconoció las manos de su amigo sobre esta y alzó la vista.
—Vas a estar bien, Alex. Eres muy lista, este examen no es nada para ti. Aunque supongo que eso ya lo sabes. Creo que lo que más te preocupa es lo que pueda pasar en cuanto yo me vaya ¿no? ¿Lo que puedan decir de ti? –ella asintió bajando nuevamente la mirada –Mira, que te valga madre.
—¿Qué?
—Es una expresión mexicana, se refiere a que no te importe lo que los demás piensen o digan de ti. Tu podrás con ello y si alguien te molesta solo dime y vendré a partirle la madre.
—¿Qué tienen que ver las madres en las expresiones mexicanas? –el chico hizo un esfuerzo por no reírse con fuerza.
—Te lo explicaré después, por ahora relajate.
—Lo entiendo, Fer...
—Éxito Hai, me tengo que ir –le puso una mano en el hombro, pero la desvío hacia su mejilla, Hai se tensó y se hizo un poco hacia atrás. Fer carraspeó –. Te veo en unas horas ¿de acuerdo? –Hai asintió y lo vio dirigirse hacia la puerta para después salir del aula. Contuvo la respiración unos momentos hasta escuchar un carraspeo a su lado, en cuanto se giró, vio a las dos chicas que había visto al entrar.
—Tu novio es muy lindo –dijo una de ellas, que vestía una blusa amarillo mostaza y unos jeans claros, llevaba el cabello corto a los hombros de un color castaño claro. Hai se extrañó, pero inmediatamente negó con la cabeza.
—Él no es mi novio... Solo es mi amigo –la chica sonrió.
—Esa actitud es propia de un novio... Además es muy guapo –Hai no supo que contestar –¿Cómo te llamas?
—Alexandra...
—Es un placer, Alexandra. Yo soy Frida y ella es Miranda –la otra chica de cabello negro y rizado saludó con su mano –No eres de aquí, ¿cierto? Tu acento es un poco extraño.
—Nací en Inglaterra, pero he vivido gran parte de mi vida en España...
—¿Inglaterra? Wow, yo siempre he querido ir ahí –dijo Miranda – Pero... ¿Que te trajo hasta México, Alexandra?
—Yo, bueno... Quería experimentar el estudiar en otro país...
—¡Eso suena genial! Me encantaría poder hacer algo así algún día –dijo Frida.
—¿Ustedes... Son amigas? –Ambas se miraron por un segundo y volvieron a mirarla.
—En realidad nos conocimos abajo –admitió la castaña.
—Ambas nos perdimos en los pasillos, nos preguntamos la una a la otra donde estaba el aula y bueno tuvimos que preguntar a alguien más –rieron, Hai sonrió.
—Al menos tu tuviste suerte de que te acompañaran –ahora se sonrojó –¿Segura que no es tu novio?
—Segura... No lo conozco de mucho tiempo.
—¿Cuanto llevas en México?
—Casi un mes.
—Wow, es muy valiente. Realmente te admiro.
—Gracias, Miranda.
Continuaron platicando y conociéndose entre ellas hasta que entró un maestro, fue entonces que Hai se dio cuenta que el salón ahora estaba lleno de otras personas de todos tamaños y colores, edades y hasta nacionalidades, pues vio a un par de chicos que aun duda debían ser americanos. Suspiró nuevamente y se giró hacia el frente, lo mismo que las dos chicas habían hecho. Sacó un lápiz, un borrador y un sacapuntas, puso las manos sobre el pupitre y esperó, pero la voz de Frida a su lado la sacó de sus pensamientos.
—Dices que llegaste aquí hace un mes ¿no? –asintió –¿Cómo pudiste estudiar todo el examen en un mes? Yo tuve que tomar asesorías por cinco meses.
—Oye, es cierto –dijo Miranda detrás de ella –. Yo también tome asesorías... ¿Qué hay de ti, Alexandra?
—Yo....
—Señoritas, por favor guarden silencio –dijo el maestro mientras repartía los exámenes. Hai sintió sus mejillas arder de vergüenza y regresó su vista hacia el frente. En cuanto el maestro puso el examen sobre su pupitre respiró profundo –. Jóvenes, recuerden que no pueden empezar hasta que yo se los indique.
Esperaron, algunos pacientemente y otros un tanto ansiosos a que el profesor, un hombre de estatura promedio que vestía una camisa verde opaco de botones y un pantalón café con unos grandes zapatos negros, terminara de repartir los exámenes a todos los presentes en el aula.
—Bien, pueden comenzar... Buena suerte a todos.
—Quien termine antes, nos espera afuera –dijo Frida, Miranda río un poco pero Hai sólo las miró sumergirse por completo en el examen. Suspiró nuevamente y comenzó el examen.
Fácil le quedaba corto. Había aprendido todos y cada uno de los ejercicios matemáticos hacia años... Con Jake. De hecho, ella misma se los había explicado a Jake para que él los entendiera. Sonrió y continuó. Lo único que le resultó un tanto difícil fue la gramática del idioma español y la historia... Sin embargo, logró responder, según ella, bien las preguntas. Un rato después, cuando terminó todo el examen, suspiró y miró a su alrededor. Algunos tenían expresión de no estar comprendiendo un cacahuete, otros lucían confiados, Frida era una de ellas, pero Miranda de vez en cuando se rascaba la cabeza con el lápiz. Escuchó un carraspeo y miró al profesor frente a ella.
—¿Se le perdió algo señorita?
—Am... No, yo... –nuevamente se sonrojó y tensó al divisar a algunos chicos dirigir su atención hacia ella.
—¿Entonces porque está mirando a otro lado?
—Es que yo... Ya he terminado...
—¿Qué? –escuchó un leve murmullo extenderse por el salón –¿De verdad?
—Si... –el profesor tomó el examen y lo hojeó. Absolutamente todo estaba contestado y aunque fue una hojeada rápida, las respuestas parecían estar correctas. La miró perplejo –¿Pasa algo?
—Este examen tiene un lapso de treinta minutos de descanso por su extensión y usted lo ha terminado en menos de una hora y media... –nuevamente la ola de murmullos se hizo presente –¿Donde llevó asesorías, señorita Castillo?
—Yo no las llevé, profesor.
—¿Cómo contestó tan rápido el examen? –Hai suspiró.
—Tengo inteligencia innata... –murmuró.
—¿Prodigio? –ella asintió –Eso lo explica... Bien, dele una ultima revisada al examen y al momento del descanso venga a hablar conmigo, por favor –Le extendió el examen y Hai lo tomó después de asentir.
En cuanto sonó una campana indicando el descanso, varios chicos dejaron su examen sobre el escritorio del profesor y salió a los pasillo, otros regresaron a sus pupitres. Frida y Miranda le dijeron que la esperarían afuera y suspirando se acercó a la mesa del profesor.
—¿De donde viene, señorita Castillo?
—Nací en Inglaterra. Quise experimentar el estudiar la universidad en otro país...
—¿Alguien más en su familia pose inteligencia innata?
—Mi padre. Al parecer la heredé de él, además mi madre es... Historiadora.
—¿En donde cursó la preparatoria?
—Yo... Nunca asistí a una escuela. Mi abuela era firme creyente del estudio en casa, así que ella y mi madre fueron quienes nos dieron las clases a mi hermano menor y a mi.
—Comprendo. Debo decir que es la primera vez que conozco a alguien con este tipo de inteligencia que provenga de otro país. No creo que tenga problemas para entrar a esta Universidad, señorita Castillo. Si ya terminó su examen puede retirarse a su casa –le sonrió amablemente, Hai asintió.
—Se lo agradezco –tomó sus útiles, su bolso y salió. Justo en la puerta Frida y Miranda la tomaron del brazo arrastrándola hacia el pasillo.
—¿Es verdad que eres un prodigio?
—Así es. Aprendí a leer cuando tenía tres años y medio.
—Eso es sumamente genial e increíble. No necesitas estudiar. Imaginó que te iba súper bien en tu antigua escuela –comentó Miranda, por su parte Frida asintió frenética, sin embargo al ver que Hai se revolvía un tanto incómoda, ambas se miraron –¿Qué sucede? ¿No te iba bien?
—Yo... Jamas asistí a una escuela antes. Es la primera vez que lo hago –ante la mueca de extrañeza de ambas, Hai continuó – mi madre y mi abuela fueron quienes me dieron la educación básica, mi padre también tiene inteligencia innata, prácticamente no necesitaba asistir a una escuela.
—Comprendo... Entonces ¿Ya terminaste el examen?
—Si. Si quieren que las espere, estaré en una banca cerca de la entrada, ahí hoy a esperar a Fer...
—Cómo tu gustes, Alexandra. Por nosotras no te preocupes –Frida le guiñó un ojo y una campana sonó –Creo que es momento de volver.
—Las esperaré entonces –afirmó –Suerte... –Ambas chicas le sonrieron.
—Trataremos de no tardar mucho –anunció Miranda entrando al aula seguida de su nueva amiga.
En cuando todos estuvieron dentro, Hai suspiró y sonrió. Eso había salido mil veces mejor de lo que esperaba. Bajó las escaleras y se dirigió a la banca que Fer le había indicado, se sentó y esperó sin moverse solo atenta a todo lo que pasaba al rededor. Luego de un largo rato vio cómo los estudiantes comenzaban a salir del edificio. Algunos se dirigían al enorme estacionamiento, otros hacia otros edificios, otros tantos ocuparon las demás bancas de la pequeña plaza, hasta que vio a su amigo salir de un edifico y dirigirse hacia ella con una sonrisa.
—¡Alex! –saludó con emoción, algunos lo miraron extrañados y ella solo pudo devolverle el saludo con la mano. En cuanto estuvo frente a ella respiró profundo –¿Cómo te fue? ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
—Casi dos horas.
—¿Qué?
—Terminé el examen antes del descanso.
—No puede ser... ¿De verdad?
—Si. El profesor estaba muy sorprendido –el chico soltó una risa y se sentó junto a ella. Se estiró y respiró profundo –¿Y a ti cómo te fue?
—Mejor de lo que esperaba. Realmente te agradezco mucho haberme ayudado a estudiar, Alex.
—¿De qué hablas? Yo solo resolví tus dudas.
—Y precisamente te agradezco. Si no me hubieras aclarado eso no habría sabido qué hacer hoy.
—Entiendo... –Hai volvió su mirada al edificio pero Fer la miró con curiosidad.
—¿Estás esperando a alguien más? Nath dijo que vendría por nosotros en veinte minutos.
—Conocí a dos chicas hoy... Les dije que las esperaría aquí.
—Espera, ¿hiciste amigas hoy?
—No sé si deba llamarlas amigas...
—Si cruzaste con ellas más de dos palabras, reiste con ellas y hablaste sobre tu y de donde vienes, ya se pueden considerar tus amigas. ¿Cómo fue que pasó? –se enderezó para verla mejor.
—Creyeron que eras mi novio... Por cómo me ayudaste a tranquilizarme en la mañana y bueno... Oh, ahí están – Fer tragó duro y miró en la dirección en la que dos chicas se acercaban a ellos.
—¡Alexandra! –saludó una de ellas y prácticamente arrastró a la otra –Tu debes ser Fernando –el chico le extendió la mano mirando de reojo a Hai.
—Soy yo ¿Y ustedes?
—Yo soy Frida y ella es Miranda. Junto con Alexandra, nos conocimos hoy.
—Eso es genial ¿Qué tal el examen?
—Tedioso. Me revolví en la parte de matemáticas. Alexandra, tu tienes suerte por tu inteligencia.
—Solo es un don que tengo... –se encogió de hombros y continuaron platicando.
Le sorprendía la facilidad con la que los tres se hacían preguntas sobre cualquier cosa. Ella apenas podía responder lo que le preguntaban más no tenía idea de cómo o más bien qué preguntar para entablar una conversación como solía hacerlo ya sea con Jake o con su hermano. De un momento a otro su teléfono sonó, era su tío quien llamaba para decir que ya había llegado.
—Debemos irnos –dijo mirando a Fernando. Frida chasqueó sus dedos y rebuscó en el bolsillo de su pantalón hasta sacar un papel doblado y se lo extendió a Hai –¿Qué es esto? –dijo tomándolo.
—Es mi numero de teléfono y el de Miranda, así podremos hablar por WhatsApp ¿no crees? –sonrió un poco.
—Suena bien.
—Fue un placer haberlos conocido, espero nos veamos después y todos pasemos este bendito examen –dijo Miranda –Hasta luego chicos.
—Adiós chicas –dijo Fer sonriendo, por su parte Hai se despidió con la mano y comenzaron a caminar hacia el estacionamiento –. Tus casi amigas son muy agradables.
—Si, eso creo –sonrió y llegaron al auto, donde Nath bajaba de la puerta del copiloto.
—¿Cómo les fue?
—A mi bien y creo que la "señorita inteligencia innata" le fue mejor que a toda la Universidad –el mayor soltó una carcajada y volvió a entrar al auto.
—Me lo imaginaba. En fin, iremos a comer y después a recoger a Sylvia a su trabajo. Mientras, cuentenme como se sintieron con el examen ¿Estuvo pesado?
—En realidad no, creo que si lo paso –afirmó Fer.
—Fue más fácil de lo que creí que sería –dijo Hai.
—Solo alguien con inteligencia innata diría eso –murmuró Nath haciéndolos reír.
Hai miró el papel con los numero de las dos chicas que había conocido, eran caligrafías diferentes para cada uno con su respectivo nombre. Mientras Fer y Nath hablaban de composiciones y formulas químicas ella guardó los números de contacto en su teléfono, seguramente ambas tenían redes sociales y no tardarían en buscarla, lo cual sería un problema porque te la fotos del y en el Castillo Miller. Tendría que cambiar sus cuentas o hacer alguna nueva solo para despistar.
Como el mayor dijo, los llevó a comer a un restaurante de comida rápida y después a recoger a su hermana del trabajo, quien al verlos lea hizo exactamente las mismas preguntas de camino a casa. En cuanto los Castillo estuvieron en la sala los hermanos la miraron conteniendo una sonrisa.
—Están asustándome...
—Esa es la idea –dijo Nathaniel. Sylvia avanzó hacia ella.
—Cuentanos como te fue. Sabemos que te contienes mucho cuando estar Fer, así que adelante.
—Yo no...
—Hai, nos conoces y sabes que no dejaremos de fastidiarte hasta que nos digas –la chica resopló y comenzó a platicarles todo.
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Gracias por leer, feliz jueves.
Lavense las manos y usen cubrebocas.
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