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Capítulo 16

Cerca del medio día, dos chicos salían conversando de la enorme Universidad.

—... Así que, no tienes de qué tener miedo, cerebrito. Yo estaré aquí para apoyarte.

—No tengo miedo de nada, Butch –el pelinegro lo miró mal.

—Es una expresión de cortesía, mocoso. Un "gracias" sería adecuado –Jake rió.

—Gracias, Butch.

—Oh, ahí está. Si le dijiste que vendrías ¿verdad? Porque no quiero que vuelva a golpearme cómo la última vez.

—¿La ultima vez?

—Si, aquella vez en que nunca le dijiste que eras amigo de la princesa Hai porque pensaste que yo le diría y que yo no le dije porque pensé que tu lo harías.

—Oh, esa vez –dijo restándole interés.

Ih, isi viz –Jake volvió a reír.

—Si le dije, unos días antes de llegar aquí la llamé por teléfono.

—Excelente, entonces vamos –ambos caminaron hacia el auto negro donde estaba recargada Grace mirando su teléfono y aun lado sus padres conversando entre ellos –¡Oye Griega! –la chica resopló y se dispuso a mirar mal a su hermano mayor cuando sus ojos se encontraron con los de Jake, casi dejó caer el teléfono pero logró atraparlo mientras su hermano reía y se acercaba a saludar a sus padres –. Mamá, papá ¿recuerdan a Jake Johnson?

—Por su puesto –dijo la mujer estrechando su mano –. Es un gusto volver a verte, Jake. Grace nos dijo que también estudiarías aquí –la chica se encogió de hombros mientras que Jake saludaba al hombre.

—También es un gusto volver a verlos, señor y señora Gates. Lamento la molestia del día de hoy.

—No es ninguna molestia, Jake. Sabemos que tu familia está lejos, pero cuando gustes puedes venir a nuestra casa a pasar la tarde. De igual forma acompañamos a Butch de vuelta.

—Se los agradezco en verdad.

—El día de hoy tenemos menos tiempo que de costumbre –mencionó Butch –. Así que, si podemos quedarnos cerca de aquí mejor.

—Bueno, tu madre quería ir de compras ¿nos acompañan?

—Claro –Butch comenzó a caminar conversando con sus padres. Entonces Jake miró de frente Grace.

—No sabía que eras griega –la chica le dedico una profunda mirada de fastidio que lo hizo reír –. De acuerdo, lo siento Grace...

—También me da mucho gusto verte, Jake.

—Lo sé –la chica mandó rodar los ojos, pero se sorprendió al sentir los brazos del chico rodearla, entonces se dio cuenta que la estaba abrazando. No pudo evitar devolverle el abrazo sonriendo como una niña pequeña –¿Estás más alta o es mi imaginación?

—Seguro es tu imaginación, sigo siendo pequeña –se apartó y lo miró a los ojos –¿Tus ojos son más claros?

—No tengo idea –se encogió de hombros y ambos rieron mientras comenzaban a caminar. Se habían quedado unos metros más atrás de Butch y sus padres.

—¿Qué tal la UMGR? ¿Es todo lo que imaginaste que sería? ¿Es mejor? ¿Es peor?

—Aún sigo a la expectativa. Aunque si es un poco menos rígido de lo que imaginé que seria.

—Es porque estás en primer año. Butch dijo lo mismo cuando recién entró... Pronto te acostumbrarás.

—De acuerdo, lo tendré en mente. ¿Qué tal Cambridge?

—Me va muy bien... Considero que es mejor que la escuela en Cadah... O por lo que mis amigas me dicen, es mucho mejor que la Universidad de Cadah.

—Bueno, es Cambridge. Una de las mejores universidades a nivel mundial –rio un poco.

—Supongo que es un buen punto... Escuché que la princesa se fue a estudiar al extranjero –la sonrisa de Jake se borró, pero al instante suspiró.

—Ah, si. Así lo decidió ella.

—¿Y a donde se fue?

—Realmente no lo sé, fue unos días después de que yo entrara a la UMGR.

—¿Sigues sin hablar con ella? –Jake asintió, pero sonrió un poco.

—Ahora que está en el extranjero será muchísimo más difícil contactarla. Y no es que en la Universidad me permitan usar mucho el teléfono.

—Esa es una gran desventaja. Bueno, para alguien que le guste mucho usar el teléfono. Aunque, pensándolo bien, no resulta un sacrificio para ti. Tu último post de Facebook fue dos meses antes de la graduación –la miró divertido.

—¿Revisas mi perfil de Facebook? –Grace se sonrojó.

—¿Qué? No, yo... Es decir, no... Bueno, tal vez lo haya revisado algunas veces los últimos años –desvío la mirada –. Tienes una foto con el príncipe Noah –Jake recordó esa fotografía y sonrió.

—Si, fue en un evento del reino. Él estaba aprendiendo a utilizar su teléfono y me pidió que lo ayudara con algunas cosas.

—Debe ser genial conocer de esa forma a la familia real.

—Son muy agradables... Son como personas normales. No es la gran cosa.

—Habla por ti, señor "conozco a la princesa desde antes que naciera" –Jake río con fuerza, Grace también rió. Jamas lo había visto tan sonriente, platicador y sin algún libro en las manos. Todo lo que ella esperaba que hiciera en la preparatoria.

—Entiendo tu punto, así que cambiaré la forma en la que lo dije... Para mi, Jake Johnson, no es la gran cosa conocer a la familia real porque he convivido toda mi vida con ellos.

—Eso suena mejor.

Ambos continuaron conversando mientras caminaban prácticamente sin prestar atención a todo lo que los rodeaba. Unas horas después, Jake y Butch tuvieron que regresar a la Universidad.

La UMGR les daba un día de descanso a la semana para ver a sus familias o relajarse un poco. Dado a que era la segunda semana, Bucth había buscado a Jake por todos los dormitorios y áreas hasta que lo encontró en un jardín leyendo un libro y lo obligó a irse con él.

—Te dije que te haría bien salir un rato.

—Te lo agradezco, Butch. La pasé muy bien.

—Te vi especialmente relajado con mi hermana –encarnó una ceja con media sonrisa.

—Bueno, tenía mucho tiempo sin ver a mi única amiga de la secundaria y preparatoria. La extrañaba.

—Ella también te extrañaba mucho... Más de lo que te imaginas. Admito que siempre creí que terminarían juntos –le golpeó levemente el hombro, Jake suspiró.

—En esos tiempos yo estaba enamorado de otra chica –admitió mirando los árboles interiores de la universidad.

—¿Estabas? O ¿estás? –el menor lo miró a los ojos por dos segundos –. Estás –afirmó. Jake desvío la mirada mientras seguía caminando –¿Que te impidió estar con ella?

—Tal vez que es la princesa del reino de Cadah –Butch se ahogó con su propia saliva.

—¿Todo este tiempo estabas enamorado de ella?

—Si... Pero es una princesa y yo un chico común y corriente. Sé que es un amor imposible, por eso estoy tratando de olvidarme de ella –Butch frunció el ceño.

—No estarás usando a mi hermana para olvidarte de ella ¿o si?

—¿Qué? Claro que no, Butch. Sabes que yo jamas haría algo así.

—Jake, creo que ya sabías que le gustabas en la preparatoria –el chico asintió por lo que el mayor suspiró –. Lo único que te pediré es que seas honesto con ella. Si es que llegan a tener algo. Grace es muy... Soñadora y enamoradiza.

—Pero también es muy lista y tiene carácter. No te preocupes Butch, yo jamas la lastimaría de ninguna forma –el pelinegro asintió.

—De acuerdo, entonces... Te veo en la semana, cerebrito –le guiñó un ojo y palmeó su hombro –. Recuerda que hay que dormir temprano.

—Hasta luego Butch –Jake se despidió con la mano mientras caminaba hacia su edificio y su amigo al suyo.

Otra de las ventajas de ser Jake Johnson era que se adaptaba y acostumbraba rápidamente a cualquier tipo de cambios que se presentaran en su vida y ya se sentía más que cómodo en su pequeña habitación compartida dentro de la Universidad. Su compañero era un chico alto, robusto y muy fuerte de nombre Gabriel Wembley, quien lo había amenazado con no molestarlo. Jake se limitó a decirle que ni siquiera notaría su presencia en la habitación y al parecer lo consiguió pues cuando abrió la puerta con su llave y entró Gabriel lo miró extrañado.

—No sabía que habías salido.

—Fue solo unas cuantas horas –se encogió de hombros. El joven robusto solamente asintió y continuó leyendo una revista de aspecto poco decente. Jake se dirigió al baño para ducharse y después a continuar con la lectura de su libro sin producir ni el más mínimo sonido.

—Jake ¿puedo hacerte una pregunta? –se giró inmediatamente hacia su compañero.

—Claro, adelante.

—Sin duda todos tenemos una motivación para estar aquí. Algunos otros somos obligados por nuestros padres a cumplir con la tradición familiar ¿sabes a qué me refiero? –Jake asintió – ¿Tu porqué estás aquí?

—Cuando era pequeño le prometí al Rey de Cadah que le serviría como Guardia Real –Gabriel se sorprendió.

—¿El rey Mark Schaffer? Debes estar bromeando, se dice que es el mejor rey de toda Inglaterra –Jake sonrió –. ¿Él sabe de esa promesa?

—Si. Se lo recordé antes de venir aquí.

—De modo que conoces bien al rey.

—Mi padre es el psicólogo de la Guardia Real del Castillo Miller –se encogió de hombros –. He convivido tanto con la familia real que estaría dispuesto a dar mi vida por su seguridad. Es por eso que estoy aquí. ¿Tu porqué estás aquí, Gabriel?

El joven suspiró.

—Mi padre y mi a abuelo han servido a la Guardia Real de Londres como parte de una tradición familiar. Prácticamente me obligaron a venir aquí.

—¿Y tu querías venir?  –Gabriel no respondió –Querías hacer o estudiar otra cosa ¿no?

—Así es pero... Las tradiciones familiares son muy importantes en mi familia y no sabes lo feliz que estaba mi abuela cuando leyó la carta de aceptación –rio un poco pero con tristeza –. Ella tiene Alzheimer, le es difícil recordar las cosas pero curiosamente nunca olvido este hecho. Se podría decir que hago esto por mi abuela e inesperadamente me siento bien y cómodo aquí.

—Es un lugar bastante acogedor a pesar de estar lejos de nuestras casas.

—Habla por ti, mi familia vive a unas callea. Tu has tenido que viajar más... Desde el Noble Reino de Cadah. Sin duda es uno de los reinos más humildes, caritativos y geniales de los que he escuchado.

—Lo es, cualquiera que ponga un pie en el reino ya se siente como en casa –afirmó.

—Tal vez algún día me atreva a visitarlo.

Jake le sonrió y en cuanto el chico continuó mirando su revista, él retomó su lectura, pero repentinamente pensó en su pequeña amiga Hai... ¿Donde estaría realmente? La llamada con Noah había durado a penas un minuto y el príncipe no pudo decirle donde se encontraba la princesa, por lo que esa punzada de preocupación lo hacia despertarse de vez en cuando a media noche.

Por su parte, Hai también pensaba en él, aunque cada vez con menos frecuencia. Miró al chico frente a ella y carraspeó.

—Entonces lo divides entre esta parte y listo.

—Ahora toda mi vida tiene sentido.

—¿Solo por entender una ecuación? –Fernando lo meditó.

—No, es sólo una expresión –Hai asintió –. Bien, me cansé, hagamos otra cosa.

—¿Qué otra cosa quieres hacer? Aún te faltan muchos temas por estudiar.

—Lo sé pero tengo curiosidad acerca de algunas cosas ¿Puedo preguntar? –ella asintió apoyando su espalda contra el desplazó de la silla –. Primero... ¿No te cansas de estar todo el día erguida?

—¿Qué? Oh, no... Es natural para mi.

—No se ve muy sano –murmuró.

—Las prin... –se corrigió – Mi abuela... Es cien por ciento inglesa. ¿Nunca has escuchado que en Inglaterra es donde mejores modales tienen? –Fer se encogió se hombros –. Bueno, ella nos obligaba a mi y a Sylvia a estar erguidas el máximo tiempo posible –el chico miró a la mayor en la sala quien asintió con una mueca de disgusto.

—Increíble. Ahora, ¿cómo era tu antigua escuela?

—Am... Yo jamas asistí a una escuela... Es la primera vez que lo haré.

—¿Como es posible que no hayas asistido nunca a una escuela?

—Estudiaba en casa, mi madre era como mi maestra.

—Entiendo... ¿Cuantós años tienes?

—18.

—Wow... Soy dos años mayor que tú.

—¿Y porqué apenas vas a entrar a la Universidad?

Fernando se rascó la nuca un tanto nervioso y se revolvió en la silla.

—Bueno, cuando terminé la preparatoria trabajé dos años en un restaurante para ayudar a mi madre con el dinero.

—¿Ayudarla porqué?  –el chico parpadeó.

—Mi padre se fue de la casa hace dos años, mi mama estaba embarazada y no podía trabajar bien para mantenernos a mi hermana y a mi... Por eso decidí pausar mis estudios para ayudar con el dinero –Hai se quedó pensativa mirando la mesa.

—Lo lamento.

—No tienes por qué. Creo que estamos mejor sin él –suspiró pero sacudió su cabeza –En fin ¿qué hay de ti? ¿En qué trabaja tu padre? –Hai palideció y cruzó mirada con su tía quien dejó caer la revista que estaba leyendo en un pequeño alboroto, lo que le sirvió a la chica para idearse algo.

—Él am... Dirige una empresa... En España...

—Eso suena genial ¿Qué tipo de empresa?

—Am... Sobre diseño de casas. La verdad no estoy muy segura, él no pasa mucho tiempo en casa –desvió la mirada, no era del rodó mentira, su padre algunas vez si mando construir algunas casas ata los habita tes del reino.

—De acuerdo ¿Tienes hermanos?

—Si. Uno...

—¿Cuantos años tiene?

—Tiene 15 años. Él se dedica a las carreras de obstáculos en equitación.

—Eso suena genial ¿Y cómo se llama?

—Adrien Castillo... –el celular del chico comenzó sonar y Hai suspiró.

—Es mi madre, debo irme. ¿Seguimos estudiando otro día?

—Claro –en cuanto el chico salió de la casa Hai suspiró –Oh God. Eso fue difícil. Jamas había mentido tanto en mi vida –Sylvia soltó una carcajada.

—Yo creo que lo hiciste bien. Fer es demasiado curioso.

—Me parece agradable... –la mayor la miró encogerse de hombros –Tal vez hasta podría considerarlo... Amigo.

—¡Que emoción! Tu primer amigo, debo decirle a Nath –Hai la miró extrañada.

—¿Decirle para qué? –Sylvia se encogió de hombros.

—Para celebrar –la chica mandó rodar los ojos mientras sonreía.

Quizá estar ahí no era tan malo después de todo. Debía admitirlo, hasta ese punto lo estaba disfrutando. Claro que aun no había salido de la casa, pero ya era algo ¿no?

La fecha del examen se acercaba cada día más, y Fernando se ponía más y más nervioso a cada segundo y aunque Hai trataba de tranquilizarlo pero ella también estaba incluso hasta más nerviosa que él. No sólo por el hecho de salir de la casa de sus tíos, sino por que tendría que pisar una escuela, estar dentro de un salón con más personas.

No tenía idea de como sería la reacción de las demás personas al verla. ¿La verían como un bicho raro? ¿La discriminarían por ser extranjera? ¿Por sus ojos rasgados? ¿Por su porte de inglesa?.

Fernando ya le había comentado en más de una ocasión que su manera de sentarse y de hacer algunos ademanes eran demasiado elegantes. Y aunque quisiera, no podía evitarlo, había crecido toda su vida como una princesa a pesar de no querer serlo.

Repentinamente recordó la vez que se escapó del castillo para visitar la preparatoria del reino. Recordó como todos se alejaban de ella y hablaban mas de ella ¿sería posible que volviera a pasar? Pero en ese país solo era Alexandra Castillo... No la Princesa Hai Schaffer.

Respiró profundamente algunas veces tratando de alejar todos esos pensamientos y se dispuso a buscar su ropa. Ese día, Sylvia y Nathaniel la llevarían, junto con su nuevo amigo, a comprar algunos útiles escolares al menos para el examen.

—¡Alexandra! –escuchó desde la planta baja la voz de su tío. Tomó uno de sus bolsos de mano y salió de la habitación, cerró la puerta y bajó tranquila y elegantemente la escalera sosteniéndose con una mano del barandal. En el marco de la puerta, Fernando la miraba extrañado.

—Pareces una princesa –Nathaniel lo miró horrorizado, pero carraspeó.

—Es inglesa ¿Qué esperabas?

—Si, lo sé. Solo fue una broma –respondió riendo y salió de la casa. Tío y sobrina se miraron a los ojos y suspiraron con alivio para después salir.

Los tres se dirigieron a una especie de centro comercial, Hai tenía sus manos sobre su regazo mientras veía por la ventanilla. En cuanto se estacionaron respiró profundo, como su padre le había enseñado cuando se ponía muy nerviosa.

Abrió la puerta y bajó. El calor la azotó se golpe y se mareó pero rápidamente su atención se desvío a las personas que entraban o salían por la enorme puerta. Vio a algunos niños con lo que debía ser el uniforme de sus escuelas, era viernes por la tarde. Vio algunos grupos de chicos como de la edad de Noah o tal vez más jóvenes bromear y reír entre ellos. Su tía sonrió y palmeó su hombro para que comenzará a caminar.

Al cruzar la puerta de entrada, el irreconocible olor a palomitas de algún cine la hizo girar a todos lados hasta dar con él. Al contrario que el cine del Reino de Cadah, que en su mayoría los colores eran morados y amarillos, este era de color rojo. El grupo de chicos que había visto se dirigieron ahí sin dudar y sin dejar de bromear entre ellos.

Había además tiendas de absolutamente todo: de zapatos, de ropa, de comics, de comida, de mercancía asiática, heladerías, tiendas de productos para el cabello, tiendas de aparatos tecnológicos, tiendas de discos, etc. Hai estaba fascinada, ese centro comercial era casi del tamaño del Castillo Miller.

—Es tan grande como el castillo –murmuró.

—Y esta solo es una de las cinco entradas.

—¿Qué? ¿Hay más? –preguntó con los ojos brillantes. Su tía asintió –No puedo creerlo... ¿Podemos ir?

—Claro, Nath y Fer ya se adelantaron –Hai reaccionó y miró el panorama, estaba justo en medio junto a un puesto de Helados de alguna marca que no había visto jamás, pero debía ser buena pues había una larga fila de personas esperando a atendidas –Vamos, Hai.

Ella asintió y caminó junto con su tía hacia el interior del centro comercial el cual tenía un supermercado enorme, más tiendas de ropa, algunas joyerías, zapaterías unas enfrente de otras. Era algo simplemente genial. Abstracto y sin orden, pero fascinante de admirar. Finalmente, Sylvia entró al Supermercado y Hai tuvo que correr detrás de ella. Tenía pasillos con diferentes mercancías, desde juguetes y figuras de acción, juegos de mesa y peluches, hasta artículos de campismo y deportes. Encontraron a Nath y Fernando en un pasillo donde habían cuadernos de todos estilos, tamaños y colores, carpetas, folios, mochilas, lápices, bolígrafos, lapiceras,etc.

De un momento a otro se mareó.

—Esto es fascinante –dijo mirando a su alrededor, su nuevo amigo mexicano la miró extrañado.

—¿Nunca habías visto un supermercado?

—No uno tan grande.

—Y este solo es uno de los más grandes del país –Lo miró sorprendida pero el chico sonrió y se dispuso observar los bolígrafos. Hai decidió hacer lo mismo con los cuadernos y carpetas.

Nathaniel y Sylvia observaron a su sobrina con una sonrisa. Ninguno esperaba que la muchacha fuera fascinarse tanto con un simple supermercado al que ellos ya estaban acostumbrados a ver y recorrer, pero para Hai era como un mundo nuevo al que quería recorrer.

Se detuvo en seco cuando una idea cruzó por su mente pero inmediatamente la descartó, estaba exiliada del reino y no podía cambiar eso... Continuó mirando todo cuanto su mirada le permitió hasta escoger sus útiles.

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Gracias por leer:)
Espero que les esté gustado la novela.
Dejen su opinión en los comentarios!

Hoy es actualización especial, pues no tengo mucho qué hacer jajaja.

Lavense las manos✋.

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