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Capítulo 11


Hai leía uno de sus libros de ciencias cuando comenzó a sentir hambre. Alcanzó la cuerda en la cabecera de su cama que llamaba a su mucama, pero en unos momentos nada pasó. Jaló la cuerda nuevamente.

—¡Hanna! –su mucama entró corriendo un tanto agitada.

—Te llamé dos veces ¿Dónde estabas?

—Lo lamento, alteza. Estamos allá abajo con los habitantes del reino –Hai la miró fija y seriamente, chasqueó la lengua y volvió a bajar la mirada a su libro.

—¿Ya está lista la cena? Muero de hambre.

—Los cocineros están preparando comidas para los súbditos.

—¿Y ellos son mas importes que yo? Quiero que me traigas mi cena lo más pronto posible, Hannah.

—Si, princesa Hai. Enseguida.

La joven mucama salió después de hacer una reverencia. Hai resopló y dejó el libro a un lado, caminó un poco al rededor de su habitación. Aun se sentía traicionada no solo por su familia, sino también por su mejor amigo. Jake había preferido servir a esas personas ajenas a la realeza que quedarse con ella viendo alguna película. Eso jamás se lo iba a perdonar.

Unos minutos después la chica regresó con un carrito para transportar la comida, dejó la bandeja sobre la pequeña mesa junto a la sala de su habitación.

—Hannah.

—¿Si, princesa?

—¿Sabes si han llegado algunas cartas para mi?

—En verdad desconozco, alteza.

—Bien.

—¿Desea algo más, princesa?

—Deseo que te quedes afuera. Solo me tienes que servir a mi, no a gente desconocida ¿Entendiste, Hannah?

—Si, majestad –hizo una reverencia y salió de la habitación para posicionarse afuera. Tragó duro al ver al rey Mark caminar por el pasillo hacia ella. Hizo una reverencia –Rey Mark.

—¿Hannah? ¿Qué haces aquí? –su voz sonó un tanto ronca.

—La princesa Hai me ha ordenado quedarme aquí afuera –Mark miró la puerta y suspiró.

—Ayuda a tus hermanas, yo hablaré con mi hija –la mucama pareció dudar pero nuevamente hizo la reverencia viendo como entraba en la habitación sin tocar –. Provecho, Hai –ella lo miró por un segundo.

—Ah, gracias papá.

—¿Has estado aquí todo el día? Espero que al menos estés estudiando para tu conferencia como princesa –Hai resopló mirando su celular.

—Ni loca voy a estudiar para eso. Solo es hablar del reino y proponer algo, lo que no tendría sentido puesto que ustedes ya han hecho muchas cosas –Mark miró uno de los sillones y tomó el libro de la historia del reino de Solar, dio un paso hacia ella y lo dejó caer en la mesa salpicando de comida el mantel blanco y la ropa de su hija –¡Ay! ¡Papá! ¿Que rayos te pasa? ¿Porqué hiciste eso? Es mi blusa favorita –pero al levantar la mirada, su padre la veía sumamente enojado y un poco triste –¿Qué?

—Te estás ganando consecuencias que no te imaginas, Alexandra.

—Ni que fuera a caer sobre mi algún tipo de maldición por negarme a ser una primorosa princecita.

—De verdad me creía que tenías inteligencia innata, Hai. Estoy decepcionado de ti –abrió sus ojos con sorpresa y se levantó de la silla.

—Si la tengo, has visto los resultados de mis pruebas. Podría ser hasta más inteligente que tú.

—Claro que podrías, eso no lo niego. Pero claramente no quieres serlo. Más vale que aproveches estos días para estudiar Alexandra. Debes cumplir con tu deber así como yo debo cumplir con el mío –dio la vuelta y salió a paso rápido de la habitación. Hai golpeó el suelo fuertemente con su pie.

—Ah ¡Te odio!

Aunque Mark la escuchó y su corazón se rompió en mil pedazos bajó las escaleras rápidamente.

Por otro lado, Yena y Jake esperaban pacientemente a que Noah se acercara a ellos para preguntarle qué estaba pasando. Finalmente la chica lo acorraló en un pasillo.

—Noah... ¿Estás bien? –el príncipe la miró a ella y a su hermano mayor, sonrió un poco.

—Si, lo estoy... –Yena lo miró seriamente, Noah terminó por suspirar –De acuerdo, no estoy bien... Mi mamá estaba embarazada... Tenía amenaza de aborto y con el ajetreo de hoy ella... Perdió al bebé –Yena lo miró sorprendida y con tristeza. Jake se acercó y le palmeó el hombro. La chica lo abrazó.

—Lo lamento mucho, Noah.

-—Gracias, chicos. Solo... No le digan nada a mi hermana, por favor.

—¿Por qué no? –Yena se alejó para mirarlo a los ojos.

—Últimamente a ella no se interesa mucho lo que pase con nosotros, ni siquiera quiso ayudar hoy. Tampoco creo que le importe saber sobre esto, pero mis padres no quieren que ella lo sepa... Al menos no por ahora –Jake suspiró.

—Estamos contigo, Noah. Te apoyaremos en lo que necesites –Yena asintió con una sonrisa.

—Se los agradezco en verdad, pero pueden ir a descansar si lo desean, yo solo terminaré de repartir las mantas a los niños...

—Dejame ayudarte –dijo Yena, Noah le sonrió y se retiraron, Jake vio cómo el rey Mark bajaba las escaleras con rapidez y una expresión de molestia, dudó pero se acercó a él.

—Rey Mark –el el hombre lo miró –, lamento mucho su pérdida. El príncipe Noah nos ha dicho, a mi hermana y a mi, lo que pasó –Mark suspiró.

—Muchas gracias Jake. Gracias por estar con Noah, esto también es difícil para él...

—Mencionó que la princesa Hai no lo sabe.

—Hai está completamente al margen de la familia real, no le interesaría saberlo. Está en su habitación, por si quieres ir a verla, Jake.

—Gracias, majestad, pero le prometí a la reina Azura que ayudaría todo lo posible aquí abajo.

Mark le sonrió verdaderamente agradecido y continuaron con su trabajo, hasta que cayó la noche y todos se fueron a descansar.

Unos días después, los habitantes del reino ya se habían retirado a sus casas. Hai, Sylvia y Noah veían en la televisión como Azura y Mark evaluaban personalmente los daños de las viviendas más afectadas por el huracán. Proporcionarían una ayuda económica a las familias para repara esos daños. Afortunadamente no habían resultado muertes ni heridos.

—¿No es genial? –preguntó el chico con una sonrisa.

—¿Qué cosa? ¿El ver como nuestros padres derrochan nuestro dinero en desconocidos? Uy si, muy genial –dijo con sarcasmo. La ex reina la miró severamente, pero quien habló fue su hermano menor, con tono de molestia.

—No son desconocidos.

—Para mi si.

—Bueno, para mamá, papá, la abuela reina Sylvia y para mi no lo son. Nosotros si estuvimos conviviendo con ellos estos días mientras tu te quedabas encerrada en tu habitación.

—¿Y qué? Se supone que soy la dichosa princesa heredera, ellos son mis súbditos, ellos tendrían que servirme a mi, no yo a ellos ¿No te das cuenta del importante título que posees, Noah?

—Claro que me doy cuenta. Me doy cuenta de que con él puedo ayudar a las personas que no tienen los mismos recursos que yo. Muchos de ellos perdieron sus casas, ahora no tienen donde quedarse, yo con gusto les ofrecería mi casa hasta que puedan encontrar otro lugar para vivir.

—Querer tener fama y reconocimiento mundial por obras de caridad es absurdo.

—¿Quien ha dicho que hacemos esto por fama, Hai? No puedo creer que con tan brillante inteligencia que tienes seas tan cerrada de mente y corazón.

—Al menos yo tengo inteligencia.

—¿Que te hace creer que yo no? Mi inteligencia no será innata como la tuya, yo tengo que esforzarme por aprender algo, no como tú, pero al menos sé quien soy y cual es mi deber –se dio la vuelta para salir de la estancia –. Con su permiso, abuela reina Sylvia –le hizo una reverencia y se retiró. Hai resopló aún viendo a sus padres en la televisión.

—Desde tiempo remotos se ha dicho que el primogénito legítimo heredero al trono poseé por naturaleza las características de un rey, mientras que el menor puede vivir más relajado sin preocuparse por ello. Creo que en este caso tu papel está invertido con el de tu hermano. Si no fueras la primogénita, Noah ya sería rey.

—Que lo sea si quiere. A mi no me importa.

—Veo que no entiendes la gravedad de tus palabras, pequeña. Tienes una inteligencia increíble igual que tu padre, pero está cegada por tanto egocentrismo... ¿Sabes porqué tu papá es rey?

—Por que se casó con mi mamá cuando ella siempre fue una princesa –la reina parpadeó –. No por otras razones estaría aquí.

—Agradece que no soy tu madre y no puedo darte una buena bofetada, que es lo único que te mereces por maleducada –la chica se sorprendió, por su parte la mujer caminó hacia la puerta –. Mas te vale que estudies para tu conferencia, de otro modo, te vas a arrepentir de tus acciones –y salió.

Hai apretó la mandíbula. ¿Porque toda su familia estaba en su contra últimamente? ¿Que tiene de malo querer tener una vida normal? No pueden obligarla a ser reina si no quiere.

Vale. Tenía un plan y con suerte podría fastidiar lo suficiente a sus padres como para que la enviasen lejos, así podría irse a estudiar a Harvar o Princeton, pero ni una universidad le había respondido su solicitud aun y comenzaba a desesperarse. Miró el libro sobre una de las mesas y lo tomó.

—"Solpri" Un nombre extraño –comenzó a leer mientras caminaba por la sala –. "La reina cedió el trono al Rey Vital y fue exiliada junto con su hija" –soltó una risa –. Eso sucede por hacer algo que realmente no quieres hacer –cerró el libro y caminó a su habitación tecleando algo en su teléfono, con suerte podría encontrar algún resumen de eso en internet y preparar su discurso para su conferencia.

Noah suspiró al momento de salir de la habitación, tenía ganas de gritarle a su hermana, de llorar y culparla por todo, pero eso no era digno de un príncipe.

Trató de calmarse y tragarse ese enorme nudo en su garganta mientras se dirigía a la cocina por un vaso de agua, no obstante, vio al profesor de Arte salir del Cuarto de la Pinturas, sonrió sin poder evitarlo. Caminó a la cocina y pidió una rebanada de cheesecake, un vaso de jugo de naranja y mientras esperaba bebiendo su agua se arregló un poquito el cabello. Finalmente salió con dirección al Cuarto de las Pinturas, donde Yena estaba frente a un enorme lienzo, vestía unos jeans de mezclilla azules, una blusa negra y encima una camiseta gris con manchas de pintura con las mangas arremangadas, su cabello un tanto rizado estaba recogido en una cola de caballo alta y tenía manchas de pintura en la cara y en las manos. Sostenía una paleta de pinturas en su mano izquierda y un pincel en la derecha. Justo al escuchar la puerta abrirse levantó la vista hacia él.

—Buenas tardes, señorita Johnson –ella sonrió y siguió con su trabajo.

—Buenas tardes, príncipe Noah.

—¿Cómo vas?

—Am... Creo que bien –dejó la paleta y el pincel sobre una silla y se limpió las manos con una toalla húmeda, Noah le extendió el pastel –¿Qué es esto?

—Pensé que tendrías hambre, así que descansa un poco. Estuviste los últimos días trabajando –Yena se quitó la camisa gris y tomó el plato comenzando a comer.

—Ya casi término, mira... –giró un poco el lienzo para que el chico viera la enorme pintura. Noah se mostró sorprendido.

—Wow... Esto se ve mil veces mejor que la foto. Me encanta. Y estoy seguro de que a mi madre también le gustará mucho –fueron a sentarse en el sillón junto a la ventana mientras conversaban –¿Todo bien en tu casa?

—Si, todo esta perfecto. Vi las noticias de que muchas otras si sufrieron daños, por ahora Leonard Smith y su familia se van a quedar con nosotros –resopló, Noah frunció el ceño.

—¿Es el chico que te molesta en la escuela?

—Si... Vive en la calle de atrás y su casa quedó casi destruida... Papá le dijo que podían quedarse un tiempo con nosotros... Por eso estoy aquí –suspiró y se recargó en su mano.

—¿Tu padre no sabe lo que ese chico te hace?

—Si, pero es amigo de su padre, así qué... –se encogió de hombro.

—Siempre puedes quedarte aquí cuando quieras, Yena.

—¿Qué? No, no... Esta bien, Noah yo... –el príncipe le sonrió, Yena suspiró –Gracias, de verdad.

—No tienes que agradecerlo.

—Claro que si, príncipe de pacotilla –el chico río con fuerza y continuaron platicando hasta que ella retomó su trabajo con la pintura.

Por otro lado, Jake regresaba a su casa. Bajó del auto de su madre y les sonrió a los dos chicos que jugaban en la calle de pronto uno se acercó a él.

—Jake, acaban de dejar la correspondencia –el joven se giró hacia el buzón.

—Gracias Leonard.

—No hay de qué –Jake abrió el buzón pero el chico se quedó parado ahí frente a él mientras sacaba las cartas.

—¿Pasa algo?

—Solo quería preguntar por... Yesenia –Jake lo miró fija y seriamente por un segundo hasta que bajó la mirada a las cartas.

—Fui a llevarla a sus clases de pintura.

—Oh, entiendo... Gracias.

—Tengan cuidado en la calle –dijo mirando al hermano menor del chico y caminó a la puerta de su casa.

—Claro.

Jake entró mirando a conciencia el sobre que tenía su nombre. Al estar en la sala lo abrió y leyó la carta, su madre lo vio quedarse parado desde la cocina y caminó hacia él.

—¿Qué es eso Jake? –la miró.

—Me aceptaron...

—¿Qué?

—¡Me aceptaron en la UMGR! –Sam abrió sus ojos con sorpresa y lo abrazó –Me aceptaron...

—Me alegra mucho escuchar eso, mi niño –se separaron –¿Qué mas dice la carta? Dejame verla –mientras su madre leía el papel Jake no terminaba de creer que habían sido aceptado en la Universidad de sus sueños –Aquí dice que tendrás que ingresar en exactamente dos semanas.

—¿Qué? –nuevamente leyó el papel –Es el día de la Conferencia Real de Hai.

—¿Te la perderás?

—Eso parece... Debo hablar con papá y Yena cuanto antes –Sam notó el cambio drástico del tema por lo que lo miró.

—Jake... –en cuanto el joven la miró Sam suspiró y lo abrazó de nuevo –Estoy muy orgullosa de ti, hijo. Sé que es tu sueño y aunque te irás por 5 años, estoy dispuesta a apoyarte en todo lo que necesites.

—Estaré bien, mamá –se apartó y la miró –Me ayudarás a hacer mis maletas ¿verdad?

—Claro que si, Winston ¿por quién me tomas? –y caminaron hacia las escaleras –Lo bueno es que la familia Smith se irán en unos días –murmuró.

—Sigo sin poder creer que papá los haya invitado a quedarse aquí. Ahora no puedo sacar a Yena de mi habitación en las noches. Teme que Leonardo se meta en su habitación o algo.

—A ese chico en verdad le gusta Yena.

—Y como su hermano mayor, no estoy muy de acuerdo con eso. Además papá no se da cuenta –ambos rieron y entraron a la habitación de Jake –. Hablando de Yena, ya casi termina la pintura.

—¿Qué ha dicho la reina Azura?

—Al parecer el princesa Noah es el único que la ha visto, él es quien le hace compañía en las tardes.

—¿Y la princesa Hai?

—Sigue sin querer hablarme... No me responde los mensajes ni las llamadas –suspiró –. Si tan solo supiera lo que sufrió su madre.

—¿A qué te refieres?

—Si Hai hubiese cumplido su papel como futura reina, probablemente la reina Azura no haría sufrido el aborto. Pero ni siquiera se ha interesado por ello.

—Jake, tu ni hiciste nada malo.

—Lo sé, pero ella no lo quiere ni entender ni aceptar. Solo busca culpar a alguien. Todo los que hace empeora la situación de su familia, es un poco frustrante no poder ayudarlos.

—Aunque queramos, es cosa de la familia Schaffer. No estoy diciendo que Mark y Azura hayan hecho las cosas mal, solo que como además son reyes, la comunicación entre ellos es muy complicada. Pero tienes razón, es frustrante. Solo nos queda apoyar a nuestros amigos.

—Tienes razón, mamá.

Unos días después, Yena terminó la enorme e importante pintura. Respiró profundo después de colocar su firma como artista. Decir que estaba nerviosa quedaba corto, junto sus manos y las empezó a frotar hasta sentir unas manos detenerla. Miró los ojos verdes de su padre.

—¿Y si no les gusta? ¿Y si no me quedó bien? ¿Y si tiene algún defecto? –miró la pintura a conciencia buscándole algún defecto –¡Ahí! –señaló –Ese color no queda con lo demás, me equivoqué, lo arruiné... –Jack la tomó de los hombros y la hizo mirarlo.

—Yena... Tranquila, respira profundo.

—No puedo, papá... Me cuesta hacerlo...

—Intentalo, linda. Hagamoslo juntos. Uno... –respiraron profundo –Dos... Y tres...  –soltaron el aire poco a poco –. Una vez más, Uno... Dos... Y tres... –Yena abrió sus ojos y suspiró una ultima vez –¿Mejor?

—Si, estoy mejor... Gracias, papá –abrazó a su hija.

—Eres una increíble artista, Yena. Estoy orgulloso de ti y estoy seguro de que a los reyes les va a encantar.

—¿Tu crees?

—Claro que lo creó, mi pequeña. Tienes un talento increíble para esto –admiró la pintura –. No me sorprendería que quieras dedicarte a esto el resto de tu vida.

—Bueno, yo no lo diría de esa forma.

—¿Ah no? –la miró –Entonces ¿qué te gustaría hacer?

—Tal vez... Quiera ser psicóloga... Como tú –se sonrojó. Jack sonrió y le dio un beso en la cabeza.

—Lo que sea que tu quieras ser yo te apoyaré, siempre y cuando no quieras ser una asesina serial o algo como eso –Yena se rió con fuerza. Pero en ese momento entró un mayordomo.

—Señorita Johnson, la familia real la espera en la Sala del Trono, los guardias le ayudaran con la pintura –uno de ellos la cubrió con una tela blanca y el mayordomos se retiró.

—Gracias.

—Mamá, Canela y yo estaremos ahí contigo, Yena –ella asintió –. Respira profundo una vez más y relájate.

Okey. Estoy lista –agitó sus puños frente a su pecho y miró con determinación la puerta –Andando.

Dos guardias movieron con sumó cuidado la pintura hasta llegar a la sala del trono, donde frente a las escaleras estaban los reyes Mark y Azura y los príncipes Hai y Noah. En cuanto entraron, Jack se reunió con su esposa a un costado de la enorme sala.

—Buenos días, señorita Yesenia Johnson –ella hizo una reverencia.

—Buen día, majestad –carraspeó y volvió a respirar profundo alzo la vista hacia los reyes pero en cuanto su mirada se cruzó con la de Noah, se relajó casi por completo –. Hace un tiempo se me confió un proyecto importante. Entiendo que este proyecto también resulta importante para ustedes, la familia real. Me complace anunciarles que he concluido con ello de manera exitosa –le hizo una seña al guardia, quien quitó la tela que cubría la pintura.

El rey Mark abrió sus ojos con sorpresa mientras que Azura y Hai se acercaron a ella para ver mas de cerca. La reina la evaluó a conciencia, Yena tragó duro. Finalmente la miró.

—Maravilloso trabajo, Yena –la chica sintió su alma regresar a su cuerpo, entonces el rey y el príncipe también se acercaron a felicitarla mientras conversaban con sus padres sobre el talento especial que ella tenía. Noah la miró.

—¿Aún sigues dudando de tu talento?

—Para nada. Gracias por confiar en mi, apoyarme y hacerme compañía, Noah.

—Siempre es para mi un gusto pasar tiempo contigo, Yena –le guiñó un ojo azul con una sonrisa.

La pintura fue colocada en el gran salón junto a la pintura del difunto Príncipe Nathaniel, así todo el que entrara vería con claridad la pintura hecha por la artista Yesenia Johnson.

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Gracias por leer:).

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