Capítulo 10
Mark entró en la habitación, su esposa bajó el libro que estaba leyendo para mirarlo con una sonrisa.
—Buenos días, mi reina ¿Cómo te sientes?
—Bien, solo me duele un poco la espalda.
—Te traje un chocolate –Azura sonrió con ternura y lo jaló de la camisa para darle un beso en la mejilla, sin embargo la expresión del rey cambió.
—¿Qué sucede, mi amor?
—Llegaron tres cartas el día de hoy...
—¿De qué son?
—Se supone que debes evitar situaciones de estrés, por lo que estuve la mañana debatiéndome en si mostrártelas o no.
—Mark –Azura extendió la mano, su esposo suspiró y le dio las cartas –Pero ¿qué...?
Eran tres sobres en diferentes color de blanco con algo escrito.
Harvar University.
Princeton University.
Cambridge University.
Los reyes se miraron a los ojos.
—Hai... –Azura suspiró con cansancio y abrió una de las cartas.
—"Señorita Castillo, por medio de la presente, le informamos que ha sido aprobada su solicitud a nuestra universidad" –se la dio a Mark y abrió las demás, las cuales decían algo similar –. Envió su solicitud a las tres universidades.
—Quiere intentar escapar nuevamente –la reina se llevó una mano al rostro y se sobó la sien.
—No puede ser... –él trató de tocarla pero Azura se apartó –No, Mark dejame... Solo un momento. Yo... Ya no sé qué hacer con ella –dejó correr sus lágrimas de frustración.
—Habíamos hablado sobre dejarla estudiar en Cambridge después de su conferencia como heredera.
—He pensado en enviarla a estudiar a la universidad de Sylvia –Mark se sorprendió
—¿En México?
—Solo así podrá tener esa "vida normal" que tanto quiere, al menos antes de empezar su preparación como heredera –el rey suspiró, pero antes de responder un chico de meteorología tocó a la puerta y entró.
—Reina Azura, la necesitamos en el laboratorio inmediatamente.
—Yo estoy a cargo, Charles –dijo Mark dando un paso hacia él –¿Qué sucede?
—Se acerca un huracán...
—¿Qué? –Azura se incorporó un poco.
—Iremos enseguida, Charles –el joven asintió y se retiró.
—Azura, no. Recuestate, yo me...
—Mark, necesito hacer esto yo. Es mi trabajo.
—Pero tu...
—Estaré bien, mi amor –caminó rápidamente al armario –¡Te alcanzaré allá abajo!
Mark suspiró y salió rápidamente, PanHye entró para cuidar de la reina mientras que Noah y Hai conversaban en las escaleras principales.
—No quiso salir...
—Bonebreaker tampoco, sigue metido debajo de mi cama...
—Chicos –ambos miraron a su padre.
—Papá ¿pasa algo? –preguntó Noah sintiendo un escalofrío.
—Los animales se están comportando muy raro... El clima también está raro –comentó Hai con su típica expresión de desinterés.
—Es lo que iré a revisar. Hai, ven conmigo a meteorología. Noah, espera aquí a mamá.
—Si, papá.
En poco tiempo toda la familia Schaffer Castillo estuvo reunida en el laboratorio, el jefe de laboratorio carraspeó.
—Hemos estado monitoreando el curso de la tormenta, no se desvía ni se disipa. Llegará aquí dentro de 5 horas y media, aproximadamente.
—¿Qué magnitud tiene? –preguntó la reina.
—Según la escala Saffir-Simpson, es de categoría 4, majestad.
—Preparen el castillo, hay que evacuar al reino.
—¿Qué? ¿Y donde planeas meter a todo el reino con una evacuación, mamá? –Azura miró a su hija.
—El Castillo Miller es una fortaleza a prueba de desastre naturales –se volvió a dar la vuelta –. Activen la alarma –un chico presionó un botón.
—Atención, código 75. Huracán categoría 4, preparen el Castillo Miller.
Al instante, todas las mucama, mayordomos y guardias comenzaron a movilizarse. Noah y Hai estaban perplejos viendo como sus padres daban las ordenes de contingencia.
—General Conner, dividanse en escuadrones y evacuen al reino. Traigan a todos los que puedan aquí. Ya conoce el protocolo del Hospital y del refugio animal.
—De inmediato, reina Azura –y se retiró rápidamente, la reina miró a sus hijos.
—Ustedes quedense en la entrada, recibirán a todo el que llegue lo conducirán a la Sala del Trono.
—Si, mam...
—No –Azura se giró en secó hacia su hija.
—¿Cómo dices?
—No puedes meter a un montón de desconocidos en nuestra casa –su madre la tomó del brazo estirándola hacia un apartado lejos de los empleados.
—No son "un montón de desconocidos", son nuestros súbditos, los habitantes de nuestro reino.
—Tu reino –corrigió.
—Te guste o no eres la princesa y futura reina, así que tu deber el día de hoy es servir a tu pueblo, Alexandra.
—Me niego a hacerlo –se soltó del agarre con brusquedad tal que Azura se tambaleó, la miró profundamente mal y enojada –. No quiero a nadie extraño en mi habitación.
—¿Así es como una princesa debe comportarse?
—No me importa por que yo no quiero ser una princesa –todo el personal del castillo estaba perplejo, Azura apretó la mandíbula pero sintió un dolor en la espalda y en el vientre, cerró sus ojos y respiró profundo. Se irguió y pasó por su lado directo hacía su hijo.
—Llama a Yena, dile que vengan al Castillo cuando antes y que traiga a Canela. Eso me recuerda, señor Michael, verifique que el refugio para animales este operando de manera correcta.
—Enseguida, reina Azura.
Tanto el hombre como Noah se dispusieron a hacer su trabajo, mientras que Hai caminaba mirando el ajetreo de los empelados al ir de un lado a otro, negó con la cabeza y subió las escaleras hacia su habitación. Noah colgó la llamada y buscó a su madre.
—¿Qué más hago, mamá? –su madre lo miró.
—Revisa los establos, ve que estén bien cerrados y todos los caballos a salvo.
—De acuerdo –y corrió.
—Zuri... –miró a su esposo –Ya Verifiqué la funcionalidad de las compuertas, estamos en espera de que llegue para poder cerrar ¿Hablaste con el refugio de animales?
—Si, ya envié a Michael hacia allá. Vamos a la entrada para esperar a las personas.
—¿Y Hai?
—No quiere ayudar ni estar aquí –contestó sin desviar la mirada del frente, Mark notó la molestia en su voz, sin embargo, casi al llegar a la puerta principal soltó un quejido.
—Zuri... –se llevó una mano al abdomen –Linda...
—Estoy bien...
—Ve a descansar, mi amor.
—No, Mark. Mi reino me necesita y debo cumplir con ello porque así lo deseo –Mark suspiró y le dio un beso en la frente.
—Te amo, mi reina lo sabes, pero también quiero que estés bien.
—Estoy bien, Markie. Yo también te amo –Noah llegó corriendo.
—Mamá, ya está todo listo, Bone esta en la habitación de Hai y Akamaru en la mía... ¿Estás bien, mamá?
—Lo estoy mi niño, no te preocupes –un trueno se hizo presente, Mark se tensó y sintió un escalofrío debido a que estaba muy cerca de la puerta abierta.
—¿Ya comenzó?
—Ya casi... Mark, ¿por que no vas a la Sala del Trono? Ahí es donde comenzaremos a ubicarlos –el rey asintió y caminó, Noah lo observó extrañado, estaba muy tenso –Tu padre no es muy afecto a las tormentas.
—Imagino que esto será muy difícil para él –su teléfono comenzó a sonar –. Hola Yena... En la entrada principal. Aquí los esperamos –y colgó –. Están entrando. Mamá, ¿segura que estás bien?
—Si, Noah –él la miró con la misma expresión seria e incrédula que su padre hacía –. De acuerdo, me duele un poco el vientre, pero por ahora es más importante esta situación.
—Nada es mas importante que la salud de la reina... De mi mamá –Azura sopesó sus palabras y lo abrazó, Noah respiró profundo y le respondió el abrazo –. Sé que es tu deber como reina, mamá y yo te admiró mucho por eso. Te ayudaré en todo lo que necesites, te lo prometo. Aquí estaré.
—Te amo, mi pequeño príncipe. Por ahora solo recibe a Yena y a su familia, llevalos a la Estancia en el segundo piso.
—Entendido –el príncipe le dio un beso a su madre en la mejilla y se dirigió a la puerta donde la familia Johnson ya estaba subiendo las escaleras. Canela ladró al verlo y comenzó a mover la cola con alegría, Noah le acarició el pelaje con una risa –Hola, Canela. También me da gusto verte... –levantó la vista hacia la chica –Hola Yena –el príncipe la sorprendió besando su mano, ella se sonrojó al instante y desvío la mirada.
—Buen día, príncipe Noah...
—Familia Johnson, por favor acompañenme –Sam y Jack miraron a Azura.
—¿Estás bien? ¿Luces cansada?
—Estoy embarazada –murmuró. La pareja la miraron sorprendidos.
—¿De verdad?
—Si, pero mi condición es demasiado delicada. Por ahora estoy bien, vayan arriba –ambos asintieron y caminaron detrás de Noah. Azura volvió su mirada hacia afuera, pero escuchó unos pasos detrás de ella.
—¿Reina Azura? –se giró para ver a Jake.
—Hola Jake ¿Qué sucede?
—La princesa Hai me pidió que estuviese con ella este día... Sin embargo, yo deseo ayudar en todo lo que necesite alteza. Sé que la princesa no estará dispuesta a hacerlo –Azura sonrió con tristeza.
—Te lo agradezco mucho, Jake. Quedate aquí un momento, si llega alguien conducelo a la Sala del Trono... Si son mis padres, envialos por favor a la Estancia con los tuyos ¿de acuerdo? Iré a la enfermería un momento.
—A sus ordenes, reina Azura.
La reina caminó a paso lento pero seguro hacia la enfermería del castillo mientras que Jake se quedaba estrictamente frente a la puerta. En cuanto Irene y Lucas llegaron, el joven de 20 años, los recibió con una sonrisa.
—Hola Jake.
—Buenas tardes señora Irene, señor Lucas, estaré ayudando a la familia real el día de hoy. La reina Azura me pidió que los enviara a la Estancia en el segundo piso, ahí se encuentran mis padres y el príncipe Noah.
—Muchas gracias, Jake. Nos vemos después entonces –el hombre de cabello negro y ojos azules palmeó sus espalda con una sonrisa.
En cuanto Azura regresó, los habitantes del reino comenzaron a llegar, siendo guiados en pequeños grupos por los mayordomos, mucamas, Noah y Jake. Los conducían a la Sala del Trono, donde Mark se encargaba de distribuirlos estratégicamente para ocupar todo lo posible del espacio. Por un momento Azura giró hacia arriba, recargada en el barandal del segundo piso se encontraba Hai observando con expresión de molestia. Su madre la miró profundamente mal y ella tuvo que desviar la mirada a su hermano menor que sonreía mientras recibía a las personas ¿Cómo podía estar haciendo eso? Solo eran desconocidos, pero Noah parecía encantado de recibir a todos.
—De modo que... No vas a ayudar.
—Así es abuela. No tengo por qué, no los conozco.
—Tienes razón, son desconocidos. No sabes ni el nombre de la mayoría de esas personas y este es nuestro hogar –Hai la miró con los ojos brillantes, la mujer vestía su capa roja favorita, esa misma que ella y su hermano le habían regalado en su cumpleaños hacía varios años. Sin perder su postura de mujer de la realeza continuó –. Les proporcionamos nuestras mantas, nuestra comida, nuestros servicios... –Justo antes de que la chica dijera algo, la ex reina Sylvia la miró –¿Y eso qué?
Caminó a las escaleras desabotonado su capa, al estar junto a Noah cubrió con esa hermosa capa a una mujer de avanzada edad totalmente empapada y mientras la abrazaba avanzó hacia la Sala del Trono. Hai estaba perpleja e indignada, pero su mirada se cruzó con la de Jake quien sostenía las mantas que la reina Azura tomaba para cubrir a los ancianos y a los niños que llegaban. Hai frunció el ceño.
—Traidor.
Dio la vuelta y se metió en su habitación. El joven suspiró pero continuó con su trabajo.
Unas horas más tarde ya todos estaban dentro, Mark llegó a la puerta, le sonrió a Jake y palmeó su hombro con agradecimiento, buscó a su esposa con la mirada pero palideció al verla salir corriendo a plena lluvia.
—¡Azura! –corrió él también, pero un trueno lo hizo detenerse en la puerta.
Azura bajaba corriendo las escaleras para ayudar a una mujer que tenía un yeso en el brazo derecho, cargaba un bebe que tosía y de su mano iba una niña temblando de frío. La reina tomó al bebé en sus brazos. Los guardias apenas estaban llegando, pasaron por un lado del rey directo hacia la reina, quien subía las escaleras con el bebé en un brazo y abrazando a la mujer con el otro. Cuando estuvieron frente a él empapados tres mayordomos se acercaron corriendo.
—Toma al bebé, llevalos a los tres a la enfermería –sin siquiera asentir, Mark tomó al bebé en sus brazos, un mayordomo cargó a la niña y una mucama condujo a la mujer. Jake estaba perplejo. Azura sentía un más dolor pero resistió y tomó el comunicador de uno de los guardias mientras su mucama la cubría con una manta –. General Conner, reporte de la situación del Hospital.
—Todo en orden, majestad. Revisamos por ultima vez la ciudad, ya no queda nadie en las calles ni en las casa. El refugio de mascotas también está listo para ser sellado. Estamos en espera de ordenes para cerrar alteza.
—Me mantendré en contacto, General Conner –giró y vio a su hijo salir corriendo del comedor hacia ella –¿Noah?
—He pedido a los cocineros preparar bebidas calientes ¿estuvo mal?
—No, mi amor, es perfecto –le sonrió y buscó a su mucama –PanHye.
—¿Si, majestad?
—Si hacen falta mantas usen las de las habitaciones.
—A la orden, reina Azura.
En poco tiempo el huracán llegó, Azura veía como el viento hacia de las suyas con los árboles casi arrancándolos de raíz. Se llevó una mano al vientre y lo acarició, el dolor era insoportable. Respiró profundo y habló con el comunicador.
—Inicien cerrado total de la Fortaleza Miller –una alarma comenzó a sonar, lentamente las compuertas de las ventanas y las entradas exteriores comenzaron ha descender alertando a todos las personas hasta cerrarse –General Conner, inicie sellado total.
Las ventanas y puertas del único hospital del reino también se cerraron. Azura se había encargado de remodelar el hospital, de esa forma no habría inconvenientes con los enfermos o las crujías programadas, lo mismo con el refugio animal. Tres refugios para desastres naturales eran los que tenía el Noble Reino de Cadah siendo el Castillo Miller el más grande. Cuando todo estuvo firmemente sellado, se giró hacía los mayordomos, guardias y mucamas parados detrás de Mark, Noah y Jake esperando por ordenes.
—Mantenganse al servicio de nuestros habitantes, todos ustedes recibirán una recompensa extra por sus servicios durante los próximos días. Ahora... –hizo una mueca de dolor, Mark le acarició la espalda – Ahora a trabajar –dio un aplauso y todos se movilizaron –Mark...
—¿Estás bien?
—No...
—Voy a cargarte. Noah, ven conmigo, Jake llama a la doctora Lu, por favor –el rey cargó a su esposa y se dirigió a las escaleras seguido de algunos guardias mientras que Jake corría a la enfermería. Al estar en su habitación, Mark recostó a Azura en la cama.
—Ah...
—Mi amor... Sabías que sería peligroso, el bebé podría...
—Lo sabía, Mark. Lo sé... Pero por más feo que esto pueda sonar, era una vida contra, probablemente, la de muchas personas más en el reino –Mark se alejó mirándola perplejo y hasta indignado, Azura dejó correr lágrimas de dolor –Lo lamento, Mark... Lo lamento Noah...
El mayor se dio la vuelta sin poder verla a la cara.
—No te disculpes mamá –Noah se arrodilló frente a ella y tomó su mano –. Lo que has hecho hoy, sacrificando tu salud es prueba de cuanto amas al reino... Sé que tal vez no vaya a tener un hermanito o hermanita, pero también sé que mi mamá es una heroína y la mejor reina que haya existido en la historia de Inglaterra.
Azura dejó nuevamente correr sus lágrimas y le acarició la mejilla. Mark sopesó las palabras de su hijo, sin duda Noah tenía una sabiduría impresionante. Respiró profundo y se acercó a ellos, se arrodilló junto a su hijo y les dio un beso en la cabeza a cada uno.
Pronto la doctora Lu y el doctor Brown llegaron, mientras hacían su trabajo, padre e hijo regresaron a la Sala del Trono para atender a los habitantes del reino, pero un grupo de personas se acercaron a él.
—Majestad, lamentamos molestar pero sabemos que nuestras casa no van a resistir el huracán y bueno... –Rápidamente Mark entendió la situación por lo que sonrió amablemente y puso su mano en el hombre de aquel hombre que cargaba un niño pequeño.
—Por ahora, no se preocupen por ello. En cuanto el huracán se calme veremos qué podemos hacer, por lo pronto descansen aquí. Si necesitan atención médica haganmelo saber a mi o cualquiera de los empleados del Castillo.
—Se lo agradecemos en verdad, rey Mark.
Mark le sonrió y vio como aquel hombre se acercaba a otros dos niños, lo reconoció por uno de los eventos con el reino. Ese hombre era padre soltero, su esposa había fallecido en un accidente de su trabajo hacia apenas dos meses.
El rey se encaminó al Gran Salón, en donde también habían bastantes a personas, alcanzó a ver a la es reina Sylvia conversar y reír con los adultos mayores y algunos niños. Noah conversaba también con una señora mientras que Jake ayudaba a las mucamas con las bebidas calientes. Eso le hizo recordar a su hija. Subió a la Estancia donde Yena acariciaba el pelaje de Canela, Sam y Jack conversaban con Irene y Lucas. En cuanto lo vieron todos se levantaron a saludarlo.
—Markie...
—Hola Irene –la abrazó con fuerza después hizo lo mismo con Lucas –¿Nathaniel y Sylvia están bien?
—Si, los llame hace un rato. Nath regresó antier a México con Sylvia.
—Me alegro mucho. Yena, tu hermano y Noah están abajo, por si quieres ir con ellos –ella se levantó al instante e hizo una reverencia.
—Con su permiso, rey Mark –y condujo a Canela a la habitación de Noah, después bajó las escaleras.
—¿Cómo está Azura? –preguntó Jack, el rey suspiró con tristeza –¿Todo bien? Nos dijo que esta embarazada.
—¿Azura está embarazada? –preguntó Irene
—Está... Estaba... No lo sé.
—¿Mark, qué sucede? –él les dedico una mirada luego la bajó a la alfombra.
—Tenía amenaza de aborto... Debía evitar estrictamente situaciones de estrés o actividades que requirieran energía física de su parte y mantener reposo absoluto... Después de hoy creo que no tendremos otro bebé –terminó con tristeza, Irene lo abrazó.
—¿Hai y Noah lo sabían?
—Solo Noah. Hai no ha querido saber nada de nosotros desde hace unos meses –eso le hizo recordar las cartas, suspiró y se apartó de su suegra –. En fin, debo seguir allá abajo.
—¿Necesitan ayuda, Mark?
—No, tenemos personal de sobra. Ustedes descansen, en caso de que los necesitemos los llamaré. Gracias –avanzó hacia las escalera, pero una enfermera lo interceptó
—Rey Mark, el doctor Brown solicita su presencia donde la Reina Azura –El pelinegro asintió y caminó detrás de ella hacia su habitación.
Al recibir la mala noticia, Mark dejó correr sus lágrimas de dolor mientras Azura seguía disculpándose con él. Esa pérdida había dolido, claro, pero no tanto como la perdida de su primer hijo. Un rato después de haberse calmado un poco, Mark bajó buscando a su hijo. El joven príncipe estaba repartiendo las bebidas unas personas cuando Yena le tocó el hombro.
—Es el rey Mark –Noah giró para ver a su padre, al instante se acercó hacia él, Jake y su hermana los veían con atención. De un momento a otro, Noah bajó con tristeza la mirada ante lo que su padre le decía, segundos después se abrazaron –¿Qué crees que esté pasando?
—No lo sé, hace unas horas la reina Azura no se veía nada bien... No quisiera pensar qué ella...
—Es imposible, Jake... Mejor esperemos, si Noah nos quiere decir, no hay que presionarlo.
—De acuerdo.
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Gracias por leer.
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Lamento la tardanza, la facultad me tenía hasta la... De proyectos. Además de síntomas de depresión me agarró un bloqueo horrible, pero hago mi esfuerzo por continuar.
Gracias por el apoyo, espero que les haya gustado.
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