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Exile.

Remus se encontraba sentado en su cama, tomando algunos apuntes de Pociones. La habitación estaba vacía ya que James y Sirius tenían entrenamiento de quidditch, y Peter estaba en las cocinas. A pesar del silencio y de que afuera llovía, lo que en otra ocasión habría echo un panorama perfecto para Remus, no podía concentrarse. 

Hace ya un mes que había tenido una pelea con Sirius, y esto hizo que se alejaran. Al principio a Remus no le importo, porque sabía que él que debía una disculpa no era él. Pero fue un golpe bajo cuando vio a Sirius besarse con Mary McDonald en Hogsmeade.

Tal vez, si hubiera sido más valiente antes, habría admitido que se moría porque Sirius lo mirara con ojos brillantes y le hablara con a lealtad que su alma guardaba.

Antes de 7mo año, cuando solo eran ellos dos, Remus acepto con su consciencia que los sentimientos que sentía por el pelinegro eran desconocidos, pero correctos, y que probablemente eso estaba empezando a ser amor. 

Todo eso se desvaneció cuando paso la broma.

Fue casi como un punto de quiebre, como si esa broma haya echo que Remus abriera los ojos y viera por fin la clase de persona que era Sirius Black. Al principio quiso creer que había sido un error, que no fue él, que no era posible, porque estábamos hablando de Sirius, el chico que había buscado libros de licantropía en la biblioteca por horas para ayudar al oji-miel. O tal vez fue el echo de que Sirius lo veía como un animal de circo al que se podía entrenar, y no como su mejor amigo. La realidad cayo sobre Remus cuando supo que Sirius había llevado a Snape a la Casa de los Gritos.

Especialmente después de que Mary entrara en la órbita de Sirius. Tuvo que tragarse todo y contenerse, aún más, debido a cómo estaban las cosas ahora. Se había convencido a sí mismo de que lo que estaba sintiendo era una fase tonta y que pasaría como una tormenta. Funcionó por un tiempo, con Remus teniendo que ver a la persona que solía ser su amigo alejarse lentamente y enrollarse con una chica que nunca entendería cómo amarlo correctamente.

Pero, claramente, no fue una fase, y cada mes que pasaba se le hacía mucho más difícil fingir que no dolía. Entonces, se alejo de los merodeadores. 

Sabía que estaba haciendo las cosas mal. Era un maldito cobarde por ni siquiera decirle a James o a Peter que ellos no tenían nada que ver, que el problema no era nadie más que él mismo. 

Creyó que era un inmaduro y tenía que afrontar la verdad, pero ¿cómo? 

Los cuatro habían bajado del tren. 6to año había terminado y, Remus pensó, que al menos debería hablar con James. 

"Hey, James." Lo llamo, el azabache volteo rápidamente y lo miro sorprendido. "Así que...te veré en las vacaciones, ¿verdad?"

Los ojos del chico Potter si iluminaron, como si fuera un niño pequeño recibiendo su regalo favorito. De forma casi de inmediata, el de lentes rodeo a Remus en un abrazo, logrando sorprender al contrario. 

"Oh, vale...abrazos." Al principio había dado pequeñas palmadas en la espalda de James, pero al ver que el oji-azul no se separaba, le devolvió el abrazo. 

Después de unos eternos minutos, se separaron, y James volvió a sonreír. 

"Oye, umh...lo siento tan-" 

"No te preocupes." Negó el castaño rápidamente. "Esta bien, de verdad. Lo entiendo."

Lo dijo con tanta seguridad que a Remus se le hizo imposible no creerlo. También sonrió. 

"Me tengo ir, ¿si? Pero, umh..." James miro atrás de Remus. A unos metros estaba Sirius. "Creo que deberías hablar con él."

El oji-miel también volteo y trago en seco. Miro a James y asintió. 

"Nos vemos."

Mientras veía como el de lentes se dirigía hacia sus padres, sintió como caminaban hacia él y sus rodillas temblaron por un segundo. 

Mierda. Mierda. Mierda. 

"Remus." Lo llamo Sirius. El castaño suspiro antes de darse vuelta, y se encontró con los ojos grisáceos de Black.

"Hey..."

"Hola."

Se miraron por unos segundos sin decir absolutamente nada. Sirius sentía su corazón latir con fuerza. Creyó por un momento que Remus podría escuchar sus latidos y se sintió estúpido. Inhalo y hablo. 

"¿Podemos hablar sobre la noche de la broma?"

El oji-miel trago en seco y le dio una sonrisa con la boca cerrada, aunque no tenía intención de sonreír. 

"Esa noche es algo...borrosa." Dice. "Lo que dije-"

"Tenías razón." Sirius lo interrumpió. "No debí decirle nada a Snape. Fui un idiota, ni siquiera lo pensé." 

"Sirius..." Remus intento hablar.

"Se que no es una excusa," Siguió. "y odio pensar...que por mis acciones te hayas arrepentido de las cosas que hemos pasado juntos."

Lupin trago y suspiro. "Tus acciones me...duelen, Sirius." Acepto, sintiéndose un poco cohibido. "Pero no me arrepiento de nada." Aseguro, y espero que eso le hiciera entender que nada de lo que hiciera lo haría arrepentirse de sus momentos juntos. "Yo...te ame," Soltó un suspiro. "y se que tu también me amaste."

"Si pudiera volver el tiempo atrás y cambiar las cosas, lo haría." Dijo el pelinegro. 

No lo diría nunca, pero el echo de que Remus pensara que él ya no lo amaba le dolía, porque aquello no era cierto. 

Aun lo amaba. 

Por supuesto que lo amaba. 

"Lo se." Murmuro Remus, y le dio una pequeña sonrisa. "Pero...nos hicimos mucho daño."

"Y no quiero volver a lastimarte nunca más." 

El chico Lupin soltó una pequeña risita y le dio un golpe amistoso en el hombro. "¿Amigos?"

Le dolió. Mentiría si dijera que no fue así, pero no podía negarse cuando Remus lo miraba con esos ojos ámbar. Esos ojos a los que no podría negarles nada nunca. 

"Si..." Forzó una risa. "Amigos."

Se acerco un poco más a él y lo abrazo, sintiendo las manos de Remus pasar por su espalda. Sirius hundió su nariz en el cuello del licántropo e inhalo su olor. Cerro los ojos. 

Pensó en todas las veces en las que Remus lo miro con ojos brillantes, ahora no era así. O tal vez, nunca fue así. 

El oji-miel se separo, y después de darle una ultima mirada a Sirius, se fue. Llego a una pared lejana y suspiro, sintiendo que el aire le faltaba y sus pulmones se cerraban de a poco. Se apoyo en la pared y bajo lentamente, quedando en el piso. Sentía que sus ojos se cerraban de manera floja, como si se fuera a desmayar. 

Mierda. ¿Por qué era tan jodidamente difícil fingir estar bien? 

Todo se había acabado. Sirius estaría con Mary. No con él. Jamás estaría con él. 

Sintió lagrimas correr por sus mejillas y soltó un sollozo. Hundió su cabeza entre sus manos, pensando en que, si tal vez fuera solo un maldito lobo, no le dolería. Nada le dolería. 

Pensaba en Sirius y todo era borroso. 

¿Qué había pasado con el chico que ha amado desde los 11 años? 

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