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Capítulo XXXI. El principio y el final

La naturaleza de Loki no era egoísta como todos juraban. Por mucho que sus acciones lo sugirieran, incluso si obtenía un beneficio, y pareciera que cada movimiento efectuado le favorecía. Contrario a lo imaginado, el hechicero no pensaba en sí mismo. Deseaba ser el rey de Asgard porque así sus conocimientos y habilidades serían de utilidad, darían buenos frutos. Ahí en el trono, sacaría provecho de los largos siglos de estudio, de los sacrificios interminables y del esfuerzo colosal; de aquello que nunca presumía y nadie reconocía.

Cuando Thanos sacudió su cabeza, no solo vio el principio, también vio el final.

Sabía que mandaría al Padre de Todos a Midgard, para usurpar su lugar. Había visto cómo sucedía el Ragnarök, cómo escapaba con algunos æsir en una nave. Y al final, vio su muerte en manos de Thanos, entregándole antes el Teseracto, que en realidad contenía la Gema del Espacio.

Al inicio no comprendió por qué en lugar de huir, se quedaba con Thor. Luego entendió que de no hacerlo, Thanos asesinaría a Odinson junto a la mitad de los tripulantes æsir, y aunque él escapara con el Teseracto, terminaría siendo atrapado. La única solución era crear una opción para que Thor viviera, y de alguna forma, que no le había sido revelada, ayudara en la destrucción del titán.

El papel de héroe no le correspondía, aunque su acción fuera la de uno. Le bastaba con la tranquilidad de saber que Thanos no triunfaría en su locura, que era una pieza importante para impedir que fracturara el universo.

En ese instante, le daba igual si ni una sola alma era capaz de distinguir o visualizar su plan, si moría sin lograr lo que siempre anheló. Que lo recordaran por sus hazañas, por cambiar el curso del destino, por ser el personaje principal en una situación realmente importante.

Caería directo al olvido, pero ya no significaba nada para él. Ya no le molestaba ni quería hacer algo al respecto. No lucharía, no lo intentaría. Estaba conforme con el resultado.

¿Por salvar la mitad del universo? No exactamente.

[...]

—Te quedarás, está decidido —dijo apenas irrumpió en la habitación de Fandral.

Intercambiando una mirada discreta con el espadachín, se puso de pie y enfrentó a Odinson.

—Entonces vamos al castillo, quiero comprobar por mí mismo que no es una trampa de Odín —expulsó con aquel tono que conseguía ser irritante para la mayoría, aunque no para Thor.

Recibió un asentimiento y se colocó a su lado para comenzar a caminar.

Envueltos en silencio avanzaron entre el resplandor de las calles de Asgard, ignorando las miradas curiosas, y un tanto escandalizadas, de los æsir que se cruzaban con ellos. No entendían por qué andaba junto a Thor con tanta tranquilidad después de todo lo ocurrido.

En otra época se habría llenado de rabia, de odio y de resentimiento, ahora no le podría afectar menos.

Los guardias al verlo intentaron retenerlo, sin embargo, Thor les dejó claro que a partir de ese momento, Loki no sería más un prisionero, que volvería a tomar el cargo de principe. Como Odín no había dado una orden al respecto, le permitieron ingresar.

Una vez en el resguardo de los muros que le vieron crecer —en los que experimentó aquello que lo forjó, que conformó su esencia—, tomó el control y dirigió sus pasos a su antigua habitación, Thor no tuvo más remedio que seguirlo.

Creyó que el Padre de Todos se había encargado de destruir sus posesiones, por lo que se llevó un gran impacto al encontrar todo intacto. Tal como lo recordaba. Probablemente Frigga había sido la responsable de aquello.

Sonrió con nostalgia al espacio que en ese instante era iluminado gracias a la luz del cielo. Se acercó a las enormes estanterías que cubrían en su totalidad una de las paredes, tomó un libro de magia que allí descansaba, al menos, hasta que tuvo la osadía de corromper la quietud del lugar. Sus favoritos y los que consideraba más relevantes estaban ahí, en el que fue su dormitorio y donde se construyeron la mayoría de sus sueños. Donde aprendió a amar y a odiar.

Ya no lo sentía como suyo, nada de allí le provocaba un sentimiento de pertenencia.

Giró y se topó con la mirada atenta de Thor a sus movimientos. No por miedo a que hiciera algo para huir o lastimarlo. Lo contemplaba con adoración.

—¿Siempre fue así de pequeño? —Alzó la voz consiguiendo que una sonrisa surcara su rostro.

—Lo es cuando estás aquí, sin ti, luce como un espacio sin mayor propósito que una habitación con una extraña decoración —admitió deseando acercarse a Loki, pero con temor a su actitud impredecible.

—En realidad, no es más que una habitación sin dueño, al menos, ya no soy ese ser que responde por lo aquí presente. —Deslizó el libro en el sitio en que lo encontró.

Todo parecía en su lugar, solamente ellos sobraban.

Arrastró sus pies hasta el armario y acarició las prendas que colgaban cerca de la entrada. No detectó su olor impregnado en la tela. Tal como dijo, todo rastro de él había desaparecido.

—¿Entonces deseas otra recámara? —interrogó al percibir su indiferencia a los diferentes objetos.

—Vamos a la tuya —propuso dándole la espalda. Impidiendo de esa forma que advirtiera su expresión.

Odinson hizo a un lado la incertidumbre y accedió, guiándole al sitio al que podría llegar con los ojos cerrados.

Una vez dentro, Loki paseó su mirada por cada rincón.

La soledad encerrada en esas cuatro paredes se podía respirar, junto a un olor más ligero a cedro y hojas verdes que manaba de la piel de Thor.

El libro que contenía la historia de aquel ser que se enamoró de una humana, encima del pequeño buró junto a la cama.

—No ha cambiado nada, supongo que encontrabas más entretenido visitar a tu amada Jane, o cualquier otra cosa que te desconectara de la realidad cuando no podías estar con ella —comentó con una sonrisa ladina.

Por mucho que no le agradara el pensamiento de que Thor creyó que la amó, él fue el responsable de ello y no había espacio para arrepentimientos.

—Incluso así, también buscaba olvidar que estabas muerto, o encerrado —confesó sin caer en su provocación.

Usaría las palabras de Loki a su favor.

Descubriendo en el acto su intención, se limitó a asentir. A pesar del ambiente pigmentado de una nostalgia y melancolía absoluta, se encontró más cómodo ahí que en cualquier otro lugar que tras caer del puente Bifrost, tuvo la suerte, o infortunio, de pisar.

Se acercó hasta el enorme ventanal y estuvo tentado de deslizar las cortinas para dar acceso a la luz, al final, frenó a tiempo el impulso.

—Thor, si me quedo... ¿Qué es lo que deseas que haga? —cuestionó sin vacilar, contrario a lo que sus esmeraldas proyectaban.

—Reina a mi lado, juntos podemos conseguir que haya hechiceros en Asgard. Ayúdame a mantener el caos bajo control, a tomar las decisiones correctas, a guiar a este pueblo arrogante —respondió enseguida, aquello lo tuvo claro desde el instante en que recuperó la memoria—. Te necesito, y sé que tú también lo haces, deja de esconderte de mí, de ellos. El trono te corresponde, te lo daré si me lo pides, y nadie será capaz de cuestionar tus acciones. —Si debía quedar fuera, porque dos reyes le parecía excesivo a Loki o a las reinas del triunvirato, no lamentaría cederle el lugar.

Observó sus manos que aún sostenían las cortinas, con los puños arrugando la tela fina. Respiró profundo y la tensión de sus brazos cedió.

—¿Hablas en serio? —Dio media vuelta.

No necesitaba que lo confirmara, sabía que no mentía.

—Lo hago —expulsó ansiando que aceptara.

Mirándolo directamente a los ojos, de un azul glaciar, permitió que aquello que sentía se plasmara en sus gestos.

Y Thor captó el mensaje con rapidez, gracias a largas zancadas consiguió reducir la distancia entre sus cuerpos.

Quería escuchar de sus labios una respuesta, pero al tenerlo tan cerca, a centímetros, percibiendo que no pondría ninguna resistencia, ni expulsaría alguna protesta por invadir su espacio. Observó sus labios curvarse en una especie de sonrisa, no tuvo tiempo de pensar en el significado de esta, dejó que la fuerza de atracción lo guiara hasta su boca.

Si las manos serpentenado por su espalda hasta alcanzar su cuello no eran una conformación a su propuesta, entonces no sabía qué estaba haciendo con Loki.

Atrapó el labio inferior del hechicero entre los suyos y sin resistirse encajó sus dientes en la tierna piel. El gemido que provocó le incitó a tomarlo por la cintura, pegando de esta forma su abdomen al de Loki, reduciendo a cero el espacio que los separaba.

Los dedos escurridizos alcanzaron sus mejillas, con las yemas acarició su incipiente barba, deleitándose ante el tacto, suspiró contra su boca.

El beso al inicio rudo, fue tomando un ritmo más balanceado, sin que la intensidad menguara, pero más certero. La forma en que encajaban era perfecta.

Con los ojos cerrados lo fue empujando a la cama, hasta que la cara posterior de sus rodillas topó con el colchón.

Thor pensó que deberían hablar, pero quizá no había nada por decir, y tenerlo de nuevo, era suficiente motivo para seguir adelante.

Aunque era difícil saber si en realidad estaba retrocediendo, o tal vez se mantenían estáticos en el tiempo.

Sus labios descendieron por su mandíbula hasta su cuello, sus dientes rasparon las venas calientes, su lengua trazó círculos pequeños, y la piel se fue tornando roja. En otra época habría ansiado marcarlo, como una muestra de que Loki tenía dueño, y ese era él, pero ahora solo deseaba que sus sentidos se llenaran del hechicero. De su aroma, su sabor, que en sus retinas se tatuara cada expresión adversa. Y en sus dedos su tacto. No perder el rastro de su voz, aunque pareciera que su pulso golpeara contra sus oídos.

En el fondo temía perderlo, después de todo, ¿a quién engañaba?, no tenía el control. Si lo tuviera habría impedido tanta desgracia, sin embargo verle le hacía sentir que podía conseguir cualquier cosa. Atravesar el universo de un solo impulso e ir más allá, donde la ciencia y el conocimiento no alcanzaban, donde estaba lo desconocido y lo imposible.

Mas dejó su miedo relegado a un rincón; o aprovechaba el momento, o lo dejaba ir. No había más opción.

Tiró del traje de Loki, hasta que cayó a sus tobillos, y contempló su desnudez. Quería tocar cada lunar, cada cicatriz, y sentirlo reaccionar ante él. A su cálido aliento y mirada.

Rompiendo el hilo de sus pensamientos, Loki hizo lo propio con las prendas gruesas que lo cubrían. Aquellas que lo protegían del frío y las dagas.

Tomó una vez más su rostro entre sus manos, y al verle sonreír deseó imitarlo. En cambio suspiró y volvió a unir sus bocas.

Tenía hambre de Thor, sed de su existencia, no podía dejar que se apagara. ¿Cómo podría?

Por ello es que daría su vida. Por Thor. El ser que amaba y odiaba.

Se dejó hacer por sus manos, que lo moldeara a su antojo, que mordiera y rasguñara cada centímetro de su alma, que penetrara y lo llenara de su esencia misma.

Con las piernas en el aire, apoyadas en sus hombros, gimió su nombre una y otra vez hasta que su garganta dolió.

Contradictorio como él mismo, deseaba que no lo olvidara jamás, pero por otro lado necesitaba que lo hiciera, para que el día que muriera frente a él, el sufrimiento fuera menor.

Lo atrajo por el cuello, gotas de sudor descendieron hasta empaparlo, con la respiración hecha un lío, se animó a confesarle lo que habría querido llevarse consigo:

—Te amo —murmuró contra sus labios entreabiertos.

—También te amo, Loki —respondió con alivio, porque comenzaba a tener la certeza de que todo iría bien para ellos.

Que nada ni nadie se interpondría en su camino, y si alguien tenía la osadía, lo destruiría con sus propias manos.

[...]

Permaneció con la mirada en su rostro sereno, se le veía feliz. Con eso bastaba.

Cerró los ojos y por primera vez en su vida, lanzó un hechizo a Thor. Uno que le haría olvidar a partir de su muerte en Svartalfheim.

Fandral le ayudaría a confirmar que había muerto, y que las lagunas mentales se debían a la pérdida, al trauma brutal.

No era una despedida, pero era el comienzo de ella. Los sucesos debían transcurrir tal como los vio aquel día.

Al final, daría todo por él, que en realidad, ignoraba lo mucho que lo amaba.



N/A: Este capítulo tiene más errores de los acostumbrados, ya que estoy escribiendo y corrigiendo directo del celular, cuando tenga mi lap de vuelta vendré a editar, pero como no sé cuándo llegará ese día, entonces heme aquí. Por cierto, la siguiente actualización será la última, el fin de Excusas en Tinta está a la vuelta de la esquina. Mil gracias por leerme ❤

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