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Capítulo XXVII. La Magia Eldritch

Cuando abrió los ojos y recuperó la conciencia, se percató que tenía las manos estiradas en el aire, como si intentara tocar a un ser que de un instante a otro se esfumó de la habitación.

La sensación de vacío amargo cayó sobre su pecho.

No logró romper el hechizo de Odín, y ahora que la bruma de su mente se disipó, podía llegar a la conclusión de que fue lo mejor.

Recordaba que sintió la magia del Padre de Todos muy débil, nada comparada a lo que solía ser. ¿Qué estaba pasando en Asgard?

—Será mejor no te muevas demasiado —una voz que surgía de algún rincón le amenazó.

Loki unió con rapidez las piezas en su cabeza. No despertó abruptamente por casualidad.

—¿Quién eres? —Demandó incorporándose de la cama con suavidad.

No estaba preocupado, no conseguía percibir una energía poderosa, además, estaba en Midgard.

—Doctor Strange, Maestro de las Artes Místicas y Guardián del Santuario de New York —se presentó apareciendo repentinamente en el sofá junto a la ventana.

Loki lo observó con precaución, desconocía que los humanos tenían hechiceros, pero aún con la nueva información, sus expectativas no eran altas. ¿Qué tanto podían hacer? ¿Aparecer y desaparecer? ¿Un par de trucos con cartas?

—Demasiados títulos para un simple mortal, no sabía que podían llegar a tener tanto tiempo libre —profirió con indiferencia.

Si decía que era guardián del santuario de New York, entonces no hacía falta que se presentara.

—Loki, ¿qué planeas hacer aquí? —interrogó confirmando lo que pensó—. Lo que sea que tengas en mente, no permitiré que lo hagas.

Al instante un látigo de Eldritch lo contuvo al rodearlo por el torso y los brazos, apresándolo con fuerza. La energía ardiente que emitía luz anaranjada rasgó su traje. Su rostro pálido quedó iluminado y expuesto.

Sin inmutarse por el aparente daño, sonrió. Era una sorpresa que aquel humano manipulara La Magia Eldritch.

—Lo que sea que tenga en mente no te incumbe —refutó invirtiendo los roles. El látigo se deslizó por el suelo como una serpiente y apresó a Strange—. ¿Cómo me encontraste? —expulsó con voz autoritaria mientras se sacudía el rastro de energía que traspasó su traje y quemó su piel.

Stephen Vincent Strange tampoco se sorprendió por su acción, de hecho, esperaba que ocurriera.

—Una presencia como la tuya no es fácil de ignorar —admitió sin bajar la guardia—, quizá si te hubieras esforzado en ocultar tu magia no estaría aquí. Pero nos subestimas —evidenció aparentando calma. Si Loki escapaba por un portal perdería la oportunidad de capturarlo.

—Es bueno que se esfuercen —felicitó hilarante—, es una lástima que te lleve una ventaja de mil años —completó con burla impregnada en aquella sencilla frase.

Cerró los ojos para concentrarse y poder apoderarse de la mente del guardián, mas se topó con una pared blanca perfecta, sin ningún resquicio para colarse, ni siquiera una pequeña fisura que le permitiera abrir un hueco.

—No eres bienvenido en la tierra, después de lo de New York... ¿Esperabas que te pasáramos por alto? —argumentó desvaneciendo el látigo y abriendo un portal que por poco arrastró al jotun, pero este consiguió cerrarlo con la misma facilidad que él.

—Claro que no. Creí que tendría un mejor recibimiento, una alfombra roja y quizá un banquete —ironizó creando una ilusión que le permitió desplazarse por la habitación invisible ante los ojos de Strange.

El guardián sabía que Thor estaba con Jane Foster en Londres, antes de ir tras el dios de las mentiras tuvo la idea de recurrir a él por ayuda. Sin embargo, se suponía que el hijo de Odín se había hecho cargo de Loki desde el principio, si consiguió escapar de Asgard, era porque se les había salido de las manos y no confiaba más en los dioses nórdicos.

Lo mejor era atraparlo y descubrir el motivo tras sus acciones, que seguro no significaba nada bueno.

Agudizó el oído e intentó provocarlo.

—¿Un banquete? Te das mucho mérito, no mereces más que una larga condena, y debo advertirte, la comida de prisión no es muy agradable. —Era consciente que las habilidades de Loki podían superarlo, pero creía conocer su punto débil.

Comenzaba a tomarlo en serio, pero igual, Loki no estaba exponiendo su verdadero poder. Lo percibió gracias a que sintió su magia, al encontrarlo le vio aparentemente indefenso, tuvo la oportunidad de encerrarlo en un portal, mas no fue capaz de arriesgarse. No tenía la menor idea de lo que provocaría si lo capturaba cuando el adverso estaba en medio de un hechizo. Por ello prefirió interrumpir su magia, y esperar paciente una segunda ocasión.

Notaba en el jotun signos de cansancio, incluso podía atreverse a deducir que no se encontraba mentalmente estable.

—No creo que exista mucha diferencia entre su comida de prisión y un banquete —rebatió acechando a Strange.

Como un león jugando con su presa antes de hartarse y devorarlo.

—Pues no te daré la oportunidad de descubrirlo.

Evocando una onda de luz dorada, dispersó la ilusión de humo que antes creó el jotun.

Loki le observó sentado sobre un mueble bajo, sus esmeraldas brillando con tal intensidad que le hizo entender lo diferentes que eran.

—Me gustaría quedarme a ver cómo lo haces, pero no suelo perder mi tiempo en tonterías. —Levantando su diestra a la altura de su cabeza, de la punta de sus dedos surgieron destellos, estuvo a punto de esfumarse cuando la voz del guardián lo detuvo.

—No soy el único que te quiere preso, cuando Thor se entere...

—No te creerá, te verá como un brujo loco que tiene demasiada imaginación —atacó furioso.

Lo último que deseaba en ese instante era escuchar su nombre, y si aquel humano se empeñaba en seguirlo, lo mejor era asesinarlo. Solo deseaba un poco de paz, ahora todo se había arruinado.

Conjuró dos dagas que se escurrieron de sus mangas, de un salto estuvo en el suelo listo para abalanzarse sobre él.

—¿Por qué no habría de hacerlo? Yo no soy el que tiene fama de mentiroso —dio un paso al frente, con ambas manos en el aire, listo para crear un hechizo de protección en caso de necesitarlo, o formar una espada con su magia.

Loki decidió que la charla había terminado, con una de las comisuras de sus labios curveada hacia arriba, se lanzó contra el guardián de facciones suaves; aquel que comenzaba a desesperarle por su irritante semblante sereno, como si pensara que tenía todo bajo control.

Bloqueando su ataque con un escudo consiguió evadir el daño, el hechicero no se intimidó y golpeó hasta que una grieta se formó en el hechizo. Strange ya lo esperaba con una espada que casi logra rozar su costado.

Si estaba en Midgard, se debía a que gastó sus reservas de energía en abrir un portal. Agitado y con las extremidades por ceder ante la debilidad, se negó a recurrir a su magia, de hacerlo, se desmayaría en cualquier momento.

Para su desgracia, su rival estaba en mejores condiciones que él y no se contuvo en utilizar un hechizo de duplicación. Se encontró luchando contra tres guardianes que por la velocidad de sus movimientos, le dificultaban identificar al verdadero. Por una fracción de segundo cerró los ojos y sintió a Stephen, le lanzó sus dagas con la seguridad que le vencería.

Sin embargo la capa de Strange lo protegió en el momento menos esperado y entonces aparecieron dos réplicas más que lo rodearon, sometiéndolo en el frío piso del hotel. Sin perder el tiempo le lanzó un hechizo que lo dejó tieso, sin siquiera ser capaz de mover los labios.

[...]

Jane se acurrucó en su pecho, aspirando con disimulo su aroma inusual y reconfortante. La chica se sentía segura en sus brazos, los traumas que creía nunca conseguiría superar desaparecían gracias a la calidez que le transmitía cada que rozaba su piel.

Al alzar la vista se encontró con Thor ensimismado.

No hacía falta que preguntara. Había perdido a su madre y hermano.

—Quédate conmigo —deseaba pedirle que lo hiciera hasta el final de sus días, pero entendía que no podía ser tan egoísta. No era la única que lo necesitaba—... Quédate hasta el amanecer —dijo en cambio estirando su diestra para acariciar la trenza que tenía un mechón de cabello negro que no le pertenecía.

El æsir la observó ausente, deslizando su mano por su mejilla para enmarcar su rostro.

Foster era muy linda, de cara pequeña y labios finos. De pestañas espesas y ojos marrones, cualquier mortal al verla quedaría sin aliento, incluso él, desde la primera vez capturó su interés.

Solo que ya no estaba tan seguro. Parecía que todo lo que amaba lo perdía. Y Jane, a ella la terminaría perdiendo en cualquier instante. Loki había tenido razón, un pestañeo, un latido, un suspiro, era lo que duraría para él. Además su corazón estaba confundido, no podía ofrecerle lo que merecía, ni hacerla feliz, porque él se sentía miserable. Prefería dedicar su vida a una causa más que a un ser.

—Lo mejor es que me vaya —anunció mientras la tomaba por los hombros para apartarla de su lado—, debo regresar a Asgard.

Le dolió alejarla, tanto como si se arrancara la piel.

—¿Y nosotros? —cuestionó por primera vez.

Ya una vez pasó meses sin saber nada del æsir, esperándolo y odiándose por anhelarlo. Guardándole rencor a Thor por olvidarla, cuando creyó sus almas habían conectado como si magia los uniera. No volvería a hacerlo, no volvería a aferrarse a su recuerdo ni a llorar por su ausencia.

—No puedo prometer que... —Después de todo no podía renunciar a ella, las palabras de ruptura se negaban a salir de su garganta.

—Entonces vete y no vuelvas a mí —sentenció conteniendo las lágrimas.

No era justo para ella seguir esperando, llevándose su vida en él, cuando el æsir ni siquiera podía hacer una simple promesa.

Aceptando que era lo mejor, y sin permitirse mostrarse débil ante Jane, deseó tomar su mano una última vez, mas la joven retrocedió.

La vio dar media vuelta y desaparecer tras la puerta de cristal. Él quedó en el balcón con una sensación amarga que le recordó a la que tuvo al despertar en la madrugada.

Un sueño. Sabía que experimentó uno, pero no lograba gran cosa cuando intentaba rememorarlo. Tan solo despertó llorando. La realidad no alcanzó a consolarlo.

—Lo lamento, Jane —murmuró a la nada.

Lo siguiente era llamar a Heimdall para que abriera el puente Bifrost para él, mas no quería regresar. El castillo era lúgubre sin Frigga, silencioso y frío.

Sin llamar la atención bajó por las escaleras de emergencia y anduvo por las calles de algún barrio tranquilo de Londres. El bullicio le resultó ajeno, como si se mantuviera en un plano distinto. La música y las risas, el olor a combustible y comida —gracias a uno que otro puesto ambulante—, todo lo que le rodeaba le era lejano, indiferente.

Pensó en Volstagg, en Fandral, en Hogun y en Sif, en su padre. Aún los tenía a ellos. Debía seguir avanzando.

Anduvo sin una dirección concreta hasta que una pequeña hoja se balanceó en el aire frente a su rostro.

Ni siquiera soplaba el viento, al instante supo que aquello no era casualidad. La tomó con el pulso acelerado, pensando en Loki, recordando que cuando recién aprendió magia, solía atraerlo con objetos suspendidos en el aire para que lo buscara, lanzándole pistas para que lo encontrara.

Estudió la tarjeta impaciente, descubriendo una dirección desconocida. Al parecer, debía viajar de Londres a Francia. No tenía sentido.

—¿Loki? —se atrevió a alzar la voz, esperanzado y un tanto irritado al mismo tiempo.

Mas por respuesta obtuvo silencio.

Lo más razonable era ignorar aquello, era absurdo y si lo pensaba bien quizá se trató de mera casualidad. Tal vez alguien desde la ventana de uno de los edificios que lo rodeaban tiró aquella tarjeta.

Sin embargo, un destello de lucidez le arrojó una imagen. Esa madrugada había soñado con Loki. No necesitó una segunda razón para darle sentido a sus pasos. Llamó a Mjolnir, no deseaba perder más tiempo.





N/A: Aún no sé exactamente cuantos capítulos más tendrá, pero no creo que pasen de 5... ¡Mil gracias por leer! Me encantará leer su opinión respecto a la historia 

Por cierto, el mes pasado, cumplí tres años desde la primera vez que publiqué el primer capítulo de Excusas en tinta...

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