4. Estratosfera
Feliz cumpleaños @RLkinn :3
Solo quiero acostarme a tu lado un rato. Te ves tan guapo esta noche, tus ojos son tan encantadores, tus labios son tan dulces. Mucha gente me malinterpreta, eso es porque no me conocen en absoluto. Solo quiero tocarte, y abrazarte. Te necesito, ¡Dios! Te necesito. Te amo demasiado. —M.J.
—¿Cómo qué se fue? No entiendo, explícate.
Nico se apretó con fuerza el puente de la nariz con los dedos y se recordó por quinta vez, que golpear salvajemente a Percy en la nariz estaba completamente prohibido desde la primera vez que lo había hecho en la biblioteca. Y la bibliotecaria debía estar oliendo sus ansias de hacerlo, porque justo en ese momento, sentada detrás de un mostrador viejo de caoba y pegatinas de la Cruz Roja en los costados, la aludida había alzado la mirada en su dirección para enviarle una minúscula señal de advertencia.
Nico dejó el libro sobre necrosis que había estado leyendo en la mesa y volvió a explicarlo, con Percy y Jason sentados delante de él, cada uno con un cómic entre las manos. "Excelente lectura para un lunes a la mañana", pensó Nico con sarcasmo.
—Eso. Que agarró su ropa y se fue, ¿okay? — siseó, con un matiz irritado—. Todo marchaba relativamente bien para dos personas que nunca han hablado y están a punto de tener sexo, y luego... Solo se detuvo, y se fue... ¿no les parece raro?
—Muy raro— confirmó Jason, echándose hacia atrás contra su silla mientras una expresión de desconcierto inundaba su rostro. Iba bien vestido, con un traje pulcro y no muy caro, el rubio acababa de salir de un examen de derecho penal pero parecía dirigirse a una junta con el presidente. Y Percy, bueno, Percy se veía guapísimo incluso con la ropa de vagabundo que llevaba encima, ignorando adrede los consejos de moda de Nico sobre lucir "comprable". —. Es decir, ¿por qué rayos tiraría una fortuna sí a fin de cuentas no quería follar contigo?
— Ah no, él, SÍ, quería follar conmigo créeme, yo... — Nico rodó los ojos, dudando de sí debía ser tan explícito o no. Al final, confesó—: Yo lo sentí, ¿de acuerdo? Ahí abajo— carraspeó incómodo— eso estaba... muy dispuesto y colaborativo con el momento.
Y estaba muy bien dotado por cierto, pero eso no era necesario que lo supieran.
—Iug, demonios, hombre — bufó Percy, dando pequeños golpecitos sobre la mesa con los nudillos, provocando al instante, que la bibliotecaria les enviara un fuerte chitón desde su escritorio. Percy le envió una rápida sonrisa moja—bragas para distraerla, y luego, logrado el cometido, volvió a dirigirse a Nico—. No lo sé... has pensado que... tal vez, ¿te olía mal la nutria?
—No, Perce — contestó Nico de inmediato, con una mueca ofuscada—. No me olía mal el pene. La higiene personal está en mi lista de prioridades para evitar el ETS. ¡No fue nada de eso y aún así no logro entender qué fue lo que sucedió!
— Bueno, ¿y qué importan las razones por las que se marchó, Nico? — acotó Jason, encogiéndose de hombros—. ¿Acaso no fue lo mejor para ti? Dinero gratis, ¿qué hay de malo en ello?
—Dios, Jas, deja de pasar tanto tiempo con Perce se te está pegando su estupidez — el aludido soltó un sonido de queja, pero Nico lo ignoró completamente—. Escuchen, ¿que, qué importa? ¡Muchísimo! Porque Will Solace, ese maldito millonario imbécil es una alcancía de la reina Isabel andante y no podemos perderlo. ¡Yo no puedo perderlo! ¿Están comprendiendo?
—Es un cliente primordial, captado— asintió Percy.
—¡Es importantísimo! Más importante que tu vida, más importante que la carrera de Jason y mis riñones y pulmones y todos mis órganos juntos— soltó una exhalación, como un globo demasiado inflado. Tal vez por eso se sentía a punto de estallar—. Si Solace se convirtiera en un cliente habitual podríamos salvar nuestra deuda en muy poco tiempo. Es por eso que necesito saber qué fue lo que hice mal, para cambiarlo o mejorarlo. Pero por más que lo pienso... no lo sé... es que todo iba... bien...
—Se veía bastante turbado cuando lo vimos marcharse ese día— habló Percy, rascándose un lado de la mejilla distraído—. ¿Seguro que no te apestaba la nutria?
Nico se contuvo de tirarle una silla en la cara. A las mujeres les disgustaría bastante que arruinase su carita de sexy manipulador.
—Mira el lado bueno— comenzó Jason, enviándole a Percy con fugaz codazo (Nico deseo que hubiera sido algo más violento que eso)— Huevos de oro volvió a pedir una cita contigo para el próximo viernes, ¿no? Así que no todo está perdido. Aprovecha estos cuatros días para investigarlo detenidamente. Tal vez descubras algo bueno.
— Oh no, ni lo dudes— Nico había contestado con algo de furia, con las manos cerrándose en puños—. Créeme, descubriré hasta el color de su tanga favorita...
Y entonces, Nico había empezado con el estudio de campo. En los días siguientes, el italiano se propuso a vigilarlo como paparazzi tratando de tomar una foto de los glúteos de Chris Evans. Se convirtió en su sombra. Presente, pero oculto ante los ojos azules del muchacho, mientras éste seguía con su habitual estilo de vida que, cabe agregar, era bastante monótono. No es que Nico esperara descubrirlo fumando yerba con los estudiantes de filosofía, pero resultaba bastante raro observar a alguien que parecía no enfadarse ni cuándo se golpeaba el dedito chiquito del pie.
Solace era su primer sujeto de estudio tan amigable como un Golden Retriever.
Y sí, no era la primera vez que hacía estudio de campo. Para asegurarse de que las primeras clientas de Percy y Jason volvieran a buscar más, cual adictas al crack, luego de la primera probadita, Nico las había estudiado a fondo con anterioridad para ofrecerles la mejor maldita cita de sus vidas. Con Linda había sido fácil, la chica era un sensiblera, así que a Nico se le había ocurrido utilizar la falta de luz como su mejor arma, colocando un montón de velas por todos lados como película romántica de los noventa. (Había querido poner velas rojas, ¡pero las malditas velas de color costaban demasiado!)
Luego, Juliette era una chica aparentemente tierna, pero descubrió que tenía cierto fetiche con los pies (Jason había tenido que asistir a un pedicurista). Otras eran simples como Linda, chocolates, fetiches con lencería comestible, disfraces, etc. En cuanto a Nico, él no tenía problema con sus citas. (Bueno, Darel también tenía cierto fetiche muy raro, pero era algo que incluso lo ayudaba a desahogarse a veces así que le daba igual). No era un secreto que a la mayoría de los hombres no les importaba el lugar, la forma, o el momento para disfrutar del sexo; ellos sólo necesitaban a Nico en una superficie confiablemente sólida para ponerlo de cuatro y montarlo como si no hubiera un mañana.
"Pobrecitos", se burló Nico en silencio, cuando descubrían demasiado tarde que ese era un límite que jamás podrían alcanzar, no importaba cuánto dinero le ofrecieran. El único consuelo que les quedaba era obtener el gran privilegio de ser follados por él. (Ninguno de ellos se quejó mucho al final de cuentas). Nico nunca había tenido que esforzarse en sus citas masculinas antes, había creído que todos los hombres eran unos idiotas sin la más mínima pizca de necesidad sensiblera en sus vidas.... hasta ahora.
Nico comenzó a sospechar de ello en el segundo día de su estudio de campo, cuando lo vio abrir puertas a las chicas sólo por ser amable, y llevarle la silla a una compañera en apuros. Sonrisa dulce, ojos amables, palabras comedidas entre el respeto y lo cursi. El rubio parecía un puto príncipe azul de cuento de hadas que se escapó de su libro por error. Después habló con Calipso, quién le ayudó (no sin presionar antes) contándole muy escuetamente sobre sus gustos.
Y entonces, en un día habitual dentro de la biblioteca, viéndolo leer uno de esos libros de Jane Austen para gente que chillaba por los dramas empalagosamente sentimentales, finalmente lo confirmó: Will Solace, no sólo era un maldito millonario imbécil del montón, él era un maldito millonario imbécil, y, romántico empedernido de clóset.
Y Nico sabía exactamente que hacer con los de su clase.
En la noche, cuando las estrellas brillan, rezo por encontrar el amor verdadero en ti. Cuando la mañana me despierte, ¿vendrás a tomarme? Esperaré por ti... Simplemente no puedo dejar de amarte. — M.J.
Nico no previó que el camino hasta el lugar al cual pensaba llevar a Will, iba a ser lo suficientemente largo como para que el rubio entrase nuevamente en su estado de nerviosismo automovilístico. Al igual que había sucedido después de la cena en el restaurante, Will se sumió en sus pensamientos y se quedó mirando en una sola dirección al otro lado de la ventana del copiloto; con su mano izquierda dando pequeños pellizcos a su labio inferior, sin siquiera darse cuenta de ello.
El italiano no sabía si ese estado de concentración máxima había tenido que ver o no con la fuga pre-sexo de la última vez, pero si estaba seguro de que no iba a permitir que aquello sucediera de nuevo, así que tenía que minimizar todos los intentos posibles de fracaso, de modo que tomó una larga inhalación y se dispuso a hacerlo conversar sobre cualquier estupidez que se le pasara por la mente.
No. No cualquier estupidez. Necesitaba romance.
Desgraciadamente Nico era tan sentimental como un cactus, pero si lo que necesitaba para tener embrujado a Solace era un jodido romance, pues Nico iba a sacarse lo romántico hasta de los huevos si eso significaba salvarse de coger con un anciano asqueroso con mocos en la barba casposa.
Y como si el destino confabulara a su favor, el sol empezó a ocultarse en el horizonte. ¡Estupendo! Todo estaba marchando a la perfección. Cuando llegaran, ya sería de noche y las estrellas brillarían en el cielo como diamantes en el firmamento. Pero ahora, además podía aprovecharse del tono naranja aterciopelado. Encendió la reproducción automática del radio y empezó a sonar Hotel California. La perfecta canción, tan engañosa como placentera. No debía abusar de su suerte, así que mantuvo el volumen bajo.
—Bonito atardecer, ¿no crees? — empezó con suavidad, todo lo que hacía o decía debía ser de ese modo a partir de ahora, si quería realmente tener a Solace en la bolsa—. Es en estos casos cuando anhelo poseer una habilidad para dibujar, o pintar — Will movió lentamente sus ojos en su dirección, con un chispazo de interés empezando a brillar en ellos. Nico continuó envalentonado—. Poder captar el color exacto de las nubes, la profundidad del vasto cielo, la frescura de los árboles... ¿No te parece una habilidad artística única que sobrepasa cualquier otra?
—Claro, creo que es maravillosa— corroboró Will, entrelazando sus dedos tímidamente sobre su regazo—. Pero no quisiera menospreciar el resto de los talentos artísticos que también son hermosos, por ejemplo, el canto, los bailes, la escritura. Tú... — titubeó, sus ojos yendo y viniendo sobre el rostro de Nico— ¿has leído libros aparte de los de medicina alguna vez?
—Solo algunos, los clásicos de terror, como: Drácula, Frankenstein, y la llamada de Cthulhu.
—¿La llamada de... qué? — preguntó Solace, y soltó una corta risilla que reverberó dentro de la cabeza de Nico con repentina admiración. "Resulta bonito de oír" — pensó, y se deshizo salvajemente del pensamiento al segundo siguiente.
—De Cthulhu de H.P. Lovecraft — repitió Nico, arrugando los labios para no reír ahora él—. Es un relato bastante interesante, deberías leerlo. Sobre un tipo que encuentra las notas de su tío difunto y se enfrasca en una conspiración que involucra a un antiguo dios oceánico y sus salvajes fieles— lo miró de reojo, y adoptó un tono confidente—. Aquí entre nos, es mi relato favorito.
—Entonces debe ser realmente bueno. Lo pediré por Amazon, siento verdadera curiosidad por leerlo ahora— dijo, mientras la luz del ocaso teñía con naranja la superficie del Mustang blanco—¿Vas a decirme en algún momento hacia dónde me llevas?— Will no lo preguntaba con desconfianza, sino más bien con una sonrisa tranquila en su rostro, con la guardia completamente por el suelo.
—Es una sorpresa— Nico dejó de mirar el camino por un par de segundos para mirarlo directamente. Se forzó a dedicarle una sonrisa, agregó un guiño y eso le sacó a su acompañante una sonrisa de sincera diversión.
Esta vez, cuando Will volvió a mirar por la ventanilla de su asiento, pensativo, Nico ya no lo vio tan nervioso.
Una de las ventajas de estar solo la mayor parte del tiempo, era que solía alejarse del centro de la ciudad, en busca de silencio, lo suficiente como para conocer ciertos lugares que no eran extremadamente transitados. El observatorio, al cual habían llegado, había sido olvidado por completo después de que construyeran un salón de patines a unas cuantas calles del Centro Comercial, que a la vez estaba a tres calles de un Motel Barato.
Porque... ¿Quién iba a querer trotar todo el camino hasta la cima de la Colina, para llegar sudado y manchado con barro, cuando podía obtener una cita con sexo incluido, sin esforzarse tanto?
Ah... Pero Nico no había encontrado solo el observatorio, Nico conocía también un atajo para llegar mucho más rápido. En realidad, se podía estacionar bastante cerca, y la distancia a pie hasta el objetivo no era mayor a un kilómetro. Llegaron hasta allí sin sudar ni una sola gota, caminando lado a lado, mientras conversaban sobre importancia de la naturaleza, los ríos, la tierra y hasta de los gusanos debajo de ella. Ambos lo observaron.
De cerca, se veía incluso peor que de lejos. Parecía un chinchorro abandonado, con espacios demasiado amplios en donde deberían estar las ventanas, y un techo completamente destartalado. Tenía tantos agujeros, que cualquiera pensaría que era imposible estar allí sin que se cayera a pedazos. Mas, Nico había hecho bien su tarea. Ya estaba todo listo para una "noche romántica".
—¿Es aquí? — Will preguntó, con una expresión de escepticismo en el rostro. Tan pronto como entraron al lugar él comenzó a mirar todo a su alrededor. No era demasiado: cuatro paredes de madera y un piso que si bien se veía limpio, estaba hecho de concreto.
—Sí... —le contestó Nico, acercándose a espaldas de Will, lentamente. Tal y como lo planeó, ya había anochecido por completo, pero se conseguían ver las luces artificiales de toda la ciudad, a lo lejos. Era noche de luna llena, y, si se concentraba lo suficiente, también podía encontrar el camino que habían recorrido para llegar hasta allí—. ¿No te gusta la vista?
Era un paisaje bonito, pero no más que eso. De nuevo, parecía que el esfuerzo para llegar hasta ese lugar era excesivo, para lo que podía ofrecer. Nico esperaba una reacción ofuscada por parte de Will, o al menos, aburrida. Estaba presupuestado. Sin embargo, cuando él se volteó para encararlo se topó con algo completamente distinto.
Sus ojos azules parecían irradiar luz propia. El lugar estaba lo suficientemente oscuro como para que casi no fuera posible identificar el color, pero, el brillo era imposible de aplacar. Su sonrisa seguía siendo tan suave como antes y cuando hizo la pregunta de oro, todavía sonaba amable, no burlón, no irónico; incluso, casi feliz.
—¿Me trajiste hasta aquí solo para mostrarme la vista?
Nico fingió pensárselo un momento, y mientras lo hacía y emitía un suave "mmm", tomó la mano de Will, para alejarlo de una de las ventanas y llevarlo hasta el centro del lugar donde él bien sabía que se encontraba la colchoneta, que dejó ahí hacía unas horas, lista para aquel momento. Al lado, había una canasta, con velas, vino, dos copas, fresas y queso. Hasta él se sorprendía de sí mismo.
—No solo para mostrarte la vista— le dijo, en un susurro ronco— Se me ocurrió que podíamos disfrutar de un poco más de intimidad esta vez— Will tragó saliva perceptiblemente— Ya sabes... Lejos del bullicio de la ciudad.
Will no contestó, se dejó guiar hasta que ambos estuvieron sentados sobre la colchoneta. Lentamente, pero bajo la atención de los escrutadores ojos de su acompañante, Nico encendió un par de velas, que sería lo único que los iluminaría durante el tiempo que decidieran estar ahí. Después, se dispuso a llenar las dos copas con vino, y luego dejó al descubierto ambas tacitas con fresas y cuadraditos de queso. Will no se perdía ni uno solo de sus movimientos, como si quisiera memorizar cada uno. Al final, Nico entregó una de las copas a Will, y levantó la otra.
—¿Por nosotros?— le dijo, a modo de hacer un brindis. De nuevo Will no contestó, era como si se hubiera quedado mudo, pero levantó la copa y la golpeó levemente contra la de Nico.
Bien. Estaba mordiendo el anzuelo. Si seguían por ese camino, la noche terminaría con el sexo prometido y Nico podría al fin descansar en paz con sus billetes en la bolsa... Bueno, al menos hasta que apareciera el próximo cliente.
Durante un tiempo comieron en silencio, después Will posiblemente se cansó de tanta monotonía y decidió comentar sobre el dulce sabor del vino, la suavidad de las fresas y la textura del queso fresco. Admitió, a modo de broma que le gustaba mucho más que los caracoles y Nico rio con él. No porque le pareciera divertido, sin embargo.
Después de un rato de amena conversación, cuando ya habían vaciado las copas, y Will había bajado la guardia por completo, Nico decidió que había llegado el momento de lanzar la estocada final. Su negocio era mucho más complejo de lo que cualquiera pensaría, Will resultaba ser la prueba viviente de ello. Pagar para coger era una cosa, pero pagar para coger con alguien "exclusivo" era muy distinto. La diferencia radicaba en que lo primero era rápido y descuidado, lo segundo debía ser inolvidable si quería mantener una buena reputación y cobrar tanto como ahora, o quizá incluso más.
—La verdad...— inició Nico, evitando mirar a Will al rostro, fingiendo que se sacudía migajas invisibles de las manos— Hay una cosa más que quiero mostrarte.
—¿Qué cosa?— preguntó Will. ¿Era normal que sus ojos pudieran alcanzar ese diámetro?
Antes de contestar, Nico se inclinó hacia el frente para besarlo. No sensual, ni salvajemente como en situaciones anteriores con otros hombres. Sino lento y suave, más un roce de labios. Will soltó un suspiro, sin separarse de él, sus hombros se relajaron y una de sus manos subió para acariciar tiernamente su mejilla. Lo sintió dejarse llevar por la ternura del beso. Nico sintió el éxtasis de comprobar que su teoría era certera. Era como encontrar la llave correcta del cofre del tesoro, después de haber intentado abrirlo con mil erróneas.
Más lentamente que antes y aún sin separarse de sus labios, le quitó la copa de la otra mano y la apartó del camino. Luego lo incentivó a acostarse a su lado. Will se tensó momentáneamente. ¿Por qué le era tan difícil dejarse vencer ante el deseo? Nico no lo comprendía, pero de todos modos, tampoco pensaba saltarle encima para follar.
Al menos no aún.
Will cedió, pero con reservas. Nico incrementó el contacto al abrir sus labios y fomentar que Will hiciera lo mismo. Introdujo su lengua, despacio, y el rubio fue relajándose de nuevo. Poco a poco, empezó a colaborar con diligencia. Ahora yacían frente a frente, acomodados de costado sobre la colchoneta, y el beso iba incrementando de velocidad, así que Nico se separó.
El pecho de Will subía y bajaba como si hubiesen estado en plena acción. Si Nico tuviese que apostar, diría que estaba ahora más excitado de lo que lo había estado en la cita anterior. Pero no hizo ningún comentario al respecto, sino que volteó la mirada hacia el techo, y le dijo:
—Mira.
Will obedeció, fiel como un perro. Y tan pronto como observó en la dirección indicada, tuvo que sofocar un gemido de asombro. El techo tenía agujeros, sí, pero eso no le restaba valor, por el contrario, se lo añadía. En medio de cada regla de madera rota, se podía observar el cielo estrellado como miles de pequeñísimas bombillas colgando encima de ellos. Nico se incorporó un momento, simplemente para apagar las velas, y luego volvió a acostarse a su lado.
La madera que permanecía, daba un sutil sentimiento de seguridad, al estar bajo una estructura construida por el hombre; pero el cielo nocturno, perfectamente visible, creaba la falsa ilusión de encontrarse en el espacio, lo más cerca que cualquier mortal pudiese estar de la luna, desde la tierra.
—Wow... —la voz de Will surgió entrecortada y extendió uno de sus brazos hacia arriba como si quisiese atrapar una estrella— Realmente formas parte de la estratosfera.
—¿Cómo?— Nico no entendió lo que Will quería decir, pero se forzó a hablar lo más quedo posible.
—Nada... Solo un pensamiento absurdo—le contestó, mirándolo, y luego se refirió al cielo: —Es asombroso.
—Pensé que te gustaría— le regresó Nico.
—Me fascina— Will lo miró— Te esforzaste mucho para esta cita, ¿no es así?
"¿Te parece?"— fue el pensamiento irónico que apareció en la cabeza de Nico.
—Valía la pena— le contestó en cambio, y luego rectificó el ángulo de la flecha que había lanzado— Vales la pena...
Will tragó saliva. Su pecho seguía subiendo y bajando con demasiada prontitud.
—Ahora voy a besarte de nuevo—anunció Nico, sabiendo que eso lo haría temblar de anticipación— ¿De acuerdo?
Will asintió, y Nico llevó sus labios hacia los del rubio, pero esta vez, ya no iba a conformarse con eso. Ya había puesto todas sus cartas sobre la mesa y era el momento de ganar el juego. Wil estaba lo suficientemente dispuesto como para dar el siguiente paso.
"El romance funcionó"— pensó Nico— "Ahora solo a terminar el trabajo. Pero no te apresures, despacio, que se mantenga en la fantasía".
Después de degustar los labios carnosos de Will por un rato (Nico no era ciego, y mucho menos idiota, sabía que no era ningún castigo follar con Solace), se alejó de ellos para entretenerse en su cuello. ¿Por qué? Porque ser besado en el cuello calentaba hasta el último hueso de tu cuerpo, que te laman la clavícula, era como echar gasolina a una fogata; ¿pero recibir esas atenciones mientras tienes vista directa al cielo estrellado? Ja.
El primer "Ah" de Will, salió en forma de un suspiro placentero, tan ronco que incluso parecía haber lastimado su garganta. Vino acompañado de sus manos cálidas, que subieron hasta la cabeza de Nico, para meter los dedos entre las hebras negras de su cabello. Los rizos rubios se presionaban contra la colchoneta, a favor de dejarle más espacio de acción a di Angelo. Y el italiano sabía, que Will estaba mirando el cielo.
Nico volvió a tomar sus labios, y esta vez lo besó con más fuerza que antes, ocasionando que sus propios labios cosquillearan a causa de la presión ejercida. Le mordió el labio inferior, luego volvió a introducir su lengua para acariciar toda la superficie interior de su boca. Para este momento, Nico ya estaba casi por completo sobre él.
Will soltaba uno que otro gemido contra sus labios, y había empezado a mover la parte inferior de su cuerpo. Tan pronto encogía las piernas, como volvía a estirarlas, sus manos ya no se dedicaban a sujetar el cabello de Nico, sino que ahora se arrastraban por su espalda, sin decidirse por un único lugar en donde dejarlas. El estado de excitación era tal, que no podía quedarse quieto.
Entonces, Nico llevó su mano derecha hacia la cremallera del pantalón de Will. Desabrochó el botón y deslizó el zipper hacia abajo. Esperó. No podía arriesgarse a actuar demasiado rápido, un movimiento muy brusco sería capaz de acobardar a su acompañante y romper el hechizo que tan duramente había logrado crear. Pero Will no se quejó, a decir verdad, estaba tan concentrado en el placer que proporcionaba cada beso de Nico, que ni siquiera notó el atrevimiento.
Nico comenzó a besar otras zonas del rostro de Will, deslizándose desde la comisura de sus labios, a través de su mandíbula, para llegar hasta su oreja. Deslizó su lengua desde la raíz de la oreja hasta la clavícula, y luego volvió a besar sus labios. Solo entonces, metió la mano dentro de los bóxers de Will, para encontrarse con su miembro erecto y con la cabeza ligeramente húmeda.
Will tembló debajo de él.
—Esp...— Will intentó hablar, pero Nico aprovechó la apertura de sus labios para ejercer más presión al beso con su lengua. Will sujetó de nuevo su cabello para darle un tirón y separarse— Espera...
—¿No quieres?—Nico le preguntó, pero en lugar de detenerse, continuó besándole el cuello, y el lóbulo de la oreja, al mismo tiempo que su mano rodeaba por completo la erección y comenzaba a acariciarlo lentamente.
—No... Yo... —Will no conseguía formular una frase coherente. Solo necesitaba un empujoncito más para dejarse llevar. Nico podía sentirlo en la calidez que salía de su aliento, y en la forma en que sus párpados se entrecerraban posiblemente nublando la visión del cielo estrellado.
Oh... Pero Nico iba a hacerlo ver las estrellas incluso con los ojos cerrados.
—Déjate llevar, Will— le susurró, asegurándose de que saliera suficiente aliento de su boca como para causarle cosquillas a Will en el oído— Sé que quieres... — y de pronto, agregó algo más, sin saber realmente el poder que tenían sus palabras:— Yo también quiero... Permítemelo.
—Ah...— Todo el cuerpo de Will pareció relajarse de súbito, su cabeza se echó para atrás, entregando el cuello, y el resto de su cuerpo para que Nico hiciera lo que quisiera con él. Di Angelo estuvo a punto de soltar una carcajada triunfal.
Algunos eran más difíciles que otros, pero al final, siempre caían.
Continuó moviendo su mano sobre la suave piel aterciopelada del miembro de Will, a veces subiendo y bajando, otras veces dando un giro de su muñeca para simular un movimiento circular. Se le antojó lamerlo, pero para eso tendría toda la noche. Will había pagado por sexo, pero sabía que obtendría quejas si lo hacía correrse demasiado rápido en medio del coito. Así que lo más adecuado, sería darle un buen orgasmo ahora, un oral para hacerlo volver al juego después, y finalmente, el ansiado sexo real, que no se comparaba a ningún juego previo.
Con la mano libre, lo hizo sentarse. Nico se quedó encima de él, casi sobre su regazo, con ambas rodillas rozando la parte exterior de los muslos de Will. Por un momento simplemente presionó su cadera contra la de él, y la sensación de su propio miembro chocando con el de Will a través de su ropa, casi le provocó un mareo de puro placer. Su propia excitación le hizo restregarse un instante, mientras lo besaba, y cerraba los ojos pensando en la embriagante sensación que sería piel contra piel. Luego volvió a concentrarse en el trabajo manual, su mano tomando el control.
Los gemidos y gruñidos de Will salían cada vez con mayor volumen. Sus manos empezaron a arañar la tela de su camiseta, a tirar de ella y a abrazar a Nico con demasiada fuerza de vez en cuando. No conseguía estabilizarse, y Nico lo aceptaba: Ese comportamiento lo prendía bastante.
Demasiado pronto, Will, ahora con los ojos cerrados, comenzó a susurrar algo parecido a "nopuedonopuedonopuedo", al mismo tiempo que presionaba el abrazo a su alrededor como si quisiera fundirse con su cuerpo. Cerró las manos en puños y atrajo a Nico contra sí tanto que el italiano casi no podía mover bien la mano para continuar con la masturbación.
Finalmente, con un gruñido y un mordisco al cuello de Nico, Will se corrió. Todo su cuerpo comenzó a temblar a causa de la presión liberándose. Presionó tan fuertemente sus dientes contra la piel de Nico, que por un momento sintió dolor y supo que al día siguiente tendría una marca. No como un chupete, sino literalmente, la huella de su sonrisa.
Nico soltó su miembro que se volvía más blando segundo a segundo. Y, sin poder evitarlo, con toda la naturalidad del mundo, lo besó. Tal y como si fuera una recompensa por haberse dejado dominar por el orgasmo de una forma tan ardiente y elegante.
Un rato después, Will fue el primero en apartarse de los labios de Nico. Pero no se separó del medio y extraño abrazo en el que se encontraban, Will simplemente alzó la mirada, y contempló a Nico con tal profundidad en sus ojos azules que por un momento, el italiano temió que pudiera oír sus más oscuros deseos.
—Eso fue placentero— dijo Nico, mientras era vagamente consciente de que jamás había estado así de cerca con alguien sin hacer "nada". —Así que, ¿ya estás listo para el segundo round?
Will le dio una mirada extrañada de "¿eh?", y casi como si no fuera consciente de ello, colocó un mechón negro detrás de su oreja. El repentino gesto de gentileza, tomó desprevenido a Nico, pero no dijo nada al respecto.
—Ya sabes— inició Nico, volviendo a acercarse a sus labios— Me refiero a ir al siguiente nivel.
—¿Aquí? — exclamó Will de repente, mirando por todos lados como si fantasmas fueran a salir por los agujeros—. ¡No podemos hacer "eso" aquí!
—¿Por qué no? — Nico frunció el ceño, casi sintió ganas de hacer un berrinche—. Will... estamos precisamente solos. No hay ni una sola alma a varios kilómetros a la redonda. Nadie nos verá. Literalmente puedo matarte, dejar tu cuerpo tirado aquí, y nadie sabrá que fui yo.
—Eso no es cierto— refunfuñó Will, poniendo un mohín tierno que le provocó una sonrisa sincera—. No podrías ocultar todas tus huellas.
—De acuerdo — Nico rodó los ojos— ¿qué sugieres entonces? Hay un Motel cerca de aquí podemos...
—No me gustan los moteles... ¿qué? — inquirió, cuando Nico le dio una mirada de "Really?" — Nunca puedes saber quién cogió allí antes y qué fluidos de su cuerpo ha dejado y no lo han limpiado. ¡A veces ni siquiera lavan las sábanas! ¿Y sí ese colchón fue testigo de una violación? No quiero hacerlo en una habitación que fue cómplice con el silencio de sus paredes.
—Bueno— comenzó, tomando una larga inhalación—. Ya que hemos cenado, hemos bebido y tú has tenido un maravilloso orgasmo. ¿Qué te parece si volvemos a mi casa?
Las mejillas de Will se volvieron a sonrojar, y Nico tomó su silencio como un sí. No perdió más tiempo, con una sonrisa diabólica extendiéndose sobre sus labios, Nico agarró a Will de la mano, y luego de "limpiarlo" atentamente, ambos se dirigieron de vuelta para llegar hasta el auto, utilizando la linterna de sus celulares para iluminar el camino delante de ellos.
Esta vez, el camino de regreso fue más animado, o mejor dicho, Will estaba refulgente de felicidad. Hablaba con Nico hasta por los codos, sobre cualquier cosa que se le ocurría o veía a su alrededor, bromeando a la vez sobre el miedo de que un hombre lobo apareciera repentinamente delante de ellos. Y cosa extraña, Nico disfrutó de sus divagaciones, mientras se cuidaba de no caerse a causa de las imperfecciones del camino de tierra.
Finalmente, un rato después ambos encontraron el Mustang en el mismo lugar donde lo habían dejado. Gracias al cielo. Nico había supuesto que nadie se lo robaría en medio de la nada, pero se sentía aún mejor, confirmarlo con hechos. Antes de subirse, Nico sacó dos suéters de la parte trasera del mustang, ya que sus camisetas no habían resultado completamente inmunes de la acción, la temperatura había bajado y lo último que necesitaba era un resfriado encima que le hiciera parecer un zombie andante.
Le dio el amarillo a Will, y él se puso rápidamente el de color marrón.
—¿Lo tenías todo preparado, no? — comentó Will, alegre, mientras se ponía el suéter. El amarillo hacia resaltar sus ojos azules—. ¿También traes un antídoto para cada animal silvestre que podría atacarte?
Nico soltó una larga carcajada, y se dirigió hacia el asiento del conductor al mismo tiempo que Will iba hacia el del copiloto. El rubio le regalaba una sonrisa gigantesca desde el otro lado.
—Algo así. No me gustan las sorpresas, prefiero tenerlo todo controlado— Nico abrió la puerta del auto—. Además, es invierno, lo último que necesito es estar tirando mocos sobre mi cita de mañana.
—Sobre... ¿tu, qué? — preguntó Will, con una extraña voz.
—Sobre mí cita de mañana — repitió, soltando un largo suspiro cansino—. No sabes lo agotador que es estar cuidando de todo. Ah, como sea— envió una sonrisa deslumbrante a Will— ¿nos vamos?
Will estaba pálido. Su sonrisa y toda la calidez en sus ojos, se había esfumado de pronto, como si alguien hubiera roto el foquito que le daba luz a su alma.
—Ah, sí... sí, vamos —dijo con inusual voz quebrada, y acto seguido, abrió la puerta y se subió al mustang.
Nico frunció el ceño, alzó las cejas preguntándose qué había pasado, y después, simplemente se subió también con un nuevo rumbo en mente.
Will estaba depresivo, como el rey de los depresivos, como el emperador de la tristeza de todos los hombres más tristes del mundo. Nico lo notó en un santiamén, y lo enfureció. ¿Qué diablos había pasado? ¿Qué mierda hizo mal de nuevo? Pero todo iba bien, otra vez. Nico le había planeado una cita romántica, le había traído vino, velas, ¡fresas y queso! Le había besado. Lo había tratado con gentileza cual caballero delante de una doncella casta, y luego habían compartido un orgasmo fabuloso que estaba seguro fue el mejor clímax que Will podía conseguir en su vida.
Y ahora: nada.
Ya habían llegado a la ciudad, Nico debía seguir manejando por otro par de minutos hasta llegar a su casa con sus socios. Y ahí estaba Will, sentado en el asiento copiloto con aspecto tristón, sufriendo como si Nico se hubiera propasado con él. ¡Y Nico estaba muy seguro que no había oído negativas de los labios de Will cuando lo estaba acariciando!
¡¿Cómo había llegado a esto?! Con la señorita incomodidad de vuelta entre ellos, sentada sobre los muslos de Will y los pies sobre los brazos de Nico, mientras se tomaba un martini doble, con una sonrisa marca zorra sobre sus labios color carmín barato. Él casi podía verla, acariciando el rostro de Will con la bufanda rosada de plumas de imitación sobre sus hombros mientras se burlaba de su incompetencia. Nico apretó los dientes, y se obligó a calmarse.
—¿Te ha parecido bien la cena improvisada? — probó Nico, aventurándose a intentar matar a la señorita incomodidad presente. Will le contestó con un soso "¿eh?", así que conteniendo la irritación, Nico volvió a repetirlo—: Que sí fue de tu agrado la cita.
—Oh, sí, me encantó— Will empezó a ruborizarse, súbitamente como un pintor pasando veloz una pincelada rosa sobre sus pómulos—. Fue... muy, muy agradable. Muchas gracias.
Nico trató de desentrañar algún mensaje oculto en esas palabras, algún mensaje con doble sentido que le estuviese pasando desapercibido, pero por más que buscaba, solo quedaba más confundido que antes. Parecía completamente sincero, ¿entonces por qué sonaba tan desgraciado? Nico se retuvo para no tirarse por la ventana, y en su lugar, dijo:
— Entonces, puedo darme por satisfecho— los autos a su alrededor pasaban rápido, y creaban sombras sobre el rostro expectante del rubio—. El haberte impresionado es el mejor pago a decir verdad, Will— finalizó, y le regaló una sonrisa, sin embargo, cuando Will se la devolvió, lo hizo con un tinte melancólico sobre sus labios.
"¡¿Pero qué te ocurre?!"
—Estamos por llegar — continuó Nico, impaciente como nunca antes—. Pasamos el último semáforo, giramos a la izquierda y estaremos aparcando en mi estacionamiento— y bromeó— ¿Quieres que acelere?
—No — respondió Will con una vocecita, mientras miraba al frente hacia el infinito— solo maneja con cuidado, por favor.
—Claro, resultaría bastante desafortunado tener un accidente automovilístico con mi cita, ¿no crees? Sería muy vergon... —entonces Will lo interrumpió abruptamente.
—De hecho, Nico, creo que... creo que sería mejor que... por hoy... es que... no creo que pueda hacerlo, yo, lo siento.
—¿Ah no? — Nico empezó a oír un pitido, y su voz suave y serena, le pareció extraña en sus oídos—. ¿Puedo preguntar por qué?
—Es que... o sea, es que... — balbuceó, y musitó—: We ñuele ma cañez.
Los autos a su alrededor pasaban a toda velocidad, pitándose los unos a los otros, con música rap de fondo.
—¿Disculpa? — dijo Nico, amable—. No oí bien. ¿Qué dijiste?
—No puedo— repitió Will, con la cara tan roja como colorete de payaso—. Es que... me duele la cabeza.
El silencio se extendió en medio de ambos. Y la sonrisa de Nico permaneció congelada sobre su faz como una fotografía publicitaria mientras contemplaba a Will con inmenso interés. Pestañeó dos veces, y miró de vuelta hacia la autopista.
—Comprendo— Nico asintió— Claro, está bien.
—¿Puedes estacionar ahí? ¿En la acera?
Nico se estacionó tranquilamente donde apuntaba.
—Gracias — dijo Will, tímido—. No te preocupes por mí, puedo ir solo desde aquí hasta mi casa. Me queda cerca.
—Claro — accedió Nico.
—Gracias por la velada— Will agarró la manija de la puerta, la abrió, salió del auto, y se agachó para mirar a Nico de forma fallida, en realidad sólo miraba el tablero del mustang—. Y por la comida, y el vino y las fresas. Las fresas son mis favoritas. ¿Nos vemos la próxima semana?
—Claro.
—Y gracias por el viaje — Will cerró la puerta, con torpeza— y, y lo siento otra vez
—Claro.
—¡Adiós!
—Sí.
Will caminó muy rápido sin mirar atrás hacia la dirección contraria en la que venían, y luego desapareció detrás de una esquina. Nico maniobró con la caja de cambios, aceleró, y volvió a ingresar en la autopista. Manejó con cuidado un buen rato, solamente a cuarenta kilómetros por hora, prendió la radio, luego la volvió a apagar. Se le escapó una risita incontrolable, luego se quedó muy serio, después acomodó el espejo de su ventanilla que se encontraba ligeramente curvada.
Finalmente, llegó hasta su calle, pero antes, tuvo que detenerse delante del semáforo que justo al verlo, se había puesto mágicamente en rojo. Se detuvo en medio de la calle. Observó que estaba completamente sólo, no había ni un alma a la redonda, y entonces, explotó:
—¡MALDITO MULTIMILLONARIO IMBÉCIL! —dando puñetazos con las dos manos al volante— ¿QUIÉN TE CREES QUE ERES? ¡BURLÁNDOTE DE MÍ! ¿DE MI? ¡¿CÓMO PUEDES RECHAZARME A MÍ?! ¡¿QUIÉN TE CREES QUE ERES?!
Gritó. Golpeó el volante con sus puños con tanta fuerza que dañó un poco el cuero que lo cubría encima, también pataleó, y volvió a lanzar puñetazos contra el techo mientras seguía profiriendo más amenazas e insultos hacia la persona de Will Solace. La persona más contradictoria y rara que Nico había conocido definitivamente en su jodida vida. Y es que no era la primera vez que lo rechazaba, ni la segunda, ¡Era la tercera! ¡Qué le dolía la cabeza! ¡¿QUÉ LE DOLÍA LA PUTA CABEZA?!
—¡NI SIQUIERA PENSASTE EN UNA MEJOR EXCUSA, IDIOTA! ¡¿TE PIENSAS QUE SOY ASÍ DE IMBÉCIL COMO TÚ?! — chilló Nico, quitándose el suéter de encima con rabia y lanzándolo contra el maldito muñequito de Jason Momoa que no dejaba de sonreírle— ¡ES LA EXCUSA MÁS UTILIZADA POR EL 99% DE LA POBLACIÓN! QUÉ DEMONIOS, SOLACE. ¡PERO ESTO ES PERSONAL! ¡ME LA VAS A PAGAR! ¡TE COBRARÉ ESTO MUY CARO!
>>VOY A COGERTE AUNQUE TENGA QUE MORIR EN EL INTENTO Y TENDRÁS UN MALDITO ORGASMO TAN FUERTE QUE CIEN AÑOS DESPUÉS LOS GUSANOS QUE ESTÉN COMIENDO TU CADÁVER DEBAJO DE LA TIERRA PODRÁN SENTIRLO INCLUSO VIBRAR EN SUS... ¡COMO SEA QUE SE LLAMEN SUS CUERPOS!
No podía creerlo, simplemente era absurdo cuando lo volvía a recordar. ¿Qué le dolía la cabeza? ¡Claramente había mentido! Lo hizo demasiado obvio, ¿Era claro que quiso humillarlo, ¿no? ¿No le había gustado lo del observatorio? No... sí le gustó, es decir, esos gemidos no pudo haberlos fingido, el semen que había tenido que limpiar de su mano no había sido producto de su imaginación. Entonces, ¿qué carajos?
Nico no tenía idea de cómo lo lograría ahora mismo, pero él lo iba a conseguir. A la mierda con lo de la tercera es la vencida, para Nico la cuarta era la buena.
—Ya verás... — su respiración salía en fuertes jadeos, su pecho subiendo y bajando reiteradas veces— te follaré... tan, tan bien que lo sentirás tú y los parásitos de tu estómago hasta el día que mueras maldito...
Nico giró la cabeza.
En el otro carril, esperando con él a la luz verde, vio un auto Mercedes Benz más viejo que su bisabuela, y en su interior, a su conductor que resultaba ser un hombre pasando los ochenta, y estaba observando a Nico desde la ventanilla abierta de su coche. El abuelo tenía una expresión neutra sobre su rostro lleno de arrugas, y sus manos al igual que las de Nico, descansaban sobre el volante mientras, de forma distraída, la luz roja pasaba a verde e iluminaba la oscura calle con su brillo. Nico se le quedó mirando, estático, y de repente, el abuelo habló:
—Buena suerte, hijo— alzó un pulgar en su dirección—. Tú puedes cogerte a ese maldito multimillonario imbécil. ¡Ánimo, jovencito!
Y reafirmó su pulgar alzado, estirando aún más su brazo hacia él. Seguidamente, luego de enviarle una última sonrisa paternal, el abuelo arrancó, y avanzó dejando nuevamente solo a Nico en medio de la calle.
Nico miró el Mercedes desaparecer en la distancia, y entonces, con súbito cansancio, dejó caer su cabeza contra el volante. Cerró sus ojos. Y soltó un largo, largo, muy largo suspiro agotado.
—Maldición, Solace— murmuró, agarrándose el pelo entre los dedos— ¿Qué quieres de mí realmente?
Es el cumpleaños de mi querida sis :3 ¡Felicidades, Kinn, gracias por haber nacido y estar bien buena y ser tan pinche inteligente! - A.
Deje su buen comentario, y nos vemoooos. bye.
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