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𐄹 ˒ ꒰ 005 . .

chapter :⠀ ✿. five
♥︎ 𓂃 hogwarts express ⊹ . ♡ ۫ .

Alhena estaba en su habitación, acariciando el pico de su nueva lechuza. Aún no había pensado en un nombre pero le gustaba pasar tiempo con aquella pequeña ave. Hacía un par de horas que se habían marchado su madre y su hermano... no se acostumbraba a esas palabras del todo y en realidad no estaba segura de que le gustara llamarles de esa manera. Se supone que lo son, pero para ella son un montón de extraños que acaba de conocer y no siente nada hacia ellos.

Tocaron un par de veces a la puerta, pero la niña no dejó de mirar su lechuza.

—Adelante —habló.

La puerta se abrió y su padre entró con precaución. Miró a su hija algo apenado pues no estaba muy seguro de qué decirle o cómo tratarla.

—¿Está todo bien? —se sentó en el borde de la cama y desde su lugar miró a la niña con atención.

—Aún no sé qué nombre ponerle —no dejó de mirar y acariciar al ave.

—Ya se te ocurrirá alguno.

Alhena miró a su padre entonces, alejándose un poco del ave luego de darle un bocadillo.

—¿Que pasa? Pareces algo extraño.

Desmond sentía extraño la forma tan seria y fría de ser de su hija. En el fondo, sabía que él era culpable. Pero no entendía del todo por qué teniendo sólo once años, parecía más una adulta. Su forma de ser y de hablar daban esa impresión. Aunque a veces se comportaba como una niña normal de su edad, otras veces parecía carecer de sentimientos.

El hombre soltó un gran suspiró.

—Kilgarah y yo debemos hablar contigo de algo muy importante.

Alhena volvió a mirar a su lechuza, quien se había quedado dormida con su cabeza oculta bajo su ala.

—Entiendo.

Ambos salieron de la habitación y caminaron hasta el estudio, Kilgarah estaba allí tratando de ordenar un poco para hacer espacio para que tomaran asiento. Alhena se sentó detrás del escritorio y miró a ambos hombres con atención. Un pequeño hormigueo recorrió su estómago, una sensación de nerviosismo.

—Alhena, en unos días comenzarás con el colegio y debemos decirte algunas cosas —comenzó Desmond y le dio un codazo al otro hombre para que siguiera.

Kilgarah le dirigió una rápida mirada pero enseguida regresó su vista a la niña.

—La cosa es... hemos hablado muchas veces de tu magia y tu sabes que cuando alguien te molesta, le haces daño.

—No puedes hacer eso en el colegio —se apresuró a decir su padre.

—Kilgarah, papá. Sé que piensan que soy un peligro para el mundo. Hago magia que no debería hacer y no sé por qué. Pero prometo no hacerle daño a nadie.

Los dos hombres se miraron por un momento.

—No pensamos que seas un peligro para el mundo... sólo queremos protegerte.

—Alhena, eres muy poderosa, más de lo que te puedes imaginar y tenemos miedo de que la gente te utilice y te lleven por el camino del mal. Sólo ten cuidado con las amistades que hagas y piensa bien en quién confiar —le dijo Kilgarah.

—Eres muy inteligente. Sé que te darás cuenta de las intensiones de la gente.

Alhena asintió. Sabía que esas dos personas frente a ella sólo se preocupaban por su bienestar y trataban de llevarla por un buen camino. Al menos hasta que tuviera la capacidad de decidir plenamente lo que quería.

🗡️

El gran día había llegado, por fin abordaría el tren del que tanto le había contado su tutor que la llevaría al colegio. Le emocionaba y le aterraba a la vez, aunque era Kilgarah el más alterado. Caminaba de un lado a otro por toda la casa y le preguntaba constantemente a Alhena si todo estaba listo.

—¿Llevas el libro de magia que te regalé?

—Sí.

—¿Y el de plantas curativas?

—Kilgarah, ya está todo. No falta nada y no olvidé nada.

El hombre sonrió.

—No olvides mandarme cartas siempre que puedas.

—Lo haré, lo prometo.

Kilgarah abrazó a la niña, haberla criado y verla crecer fueron de las mejores cosas que le han pasado en la vida. Y sin duda, es niña sería su adoración el resto de su vida.

—Tu padre te llevará, ya está abajo.

Alhena miró al mayor mientras asentía, estaba por salir de su habitación pero regresó a abrazar a su tutor.

—Te voy a extrañar —susurró.

El hombre sonrió, pero de pronto reaccionó.

—Casi lo olvido —dijo, sacando algo de su bolsillo— esto es para ti.

Le dio una pulsera, parecía ser un pequeño alambre de plata con un pequeño dije de un corazón de plata. Alhena la tomó y se la colocó con un poco de dificultad.

—No te la quites, es para la buena suerte.

Ella frunció el ceño divertida.

—Estaba segura de que no creías en la suerte.

—Tengo excepciones —le dijo divertido.

Alhena sonrió y salió de aquella habitación más contenta de lo habitual. Kilgarah la vio alejarse y suspiró, esperaba que esa pulsera pudiera tener el mismo efecto que las pócimas relajantes, al menos por un tiempo.

🗡️

Alhena miró el expreso, nunca antes había visto un tren y ver uno por primera vez le causaba emoción. Su padre puso una mano sobre su hombro y le sonrió.

—Te deseo buena suerte.

—Gracias.

Desmond sacudió el cabello de su hija.

—Será mejor que abordes ahora para que encuentres un buen lugar.

Alhena asintió y comenzó a caminar pero paró de pronto y miró a su padre dudando de si debía o no, hacer lo que pensaba. Se acercó al hombre y lo abrazó con timidez. Pasar esos últimos días junto a él había sido un tanto extraño pero los tres la habían pasado bastante bien.

—Nos vemos luego.

—No confíes en Thaddeus— dijo en un susurro que Alhena por poco no escucha.

Se separaron y Alhena subió al tren mientras su padre la observaba.

La niña caminó por el estrecho pasillo del tren, había estudiantes corriendo de un lado a otro, a ella le incomodaba un poco pues nunca había convivido totalmente con personas de su edad y estaba acostumbrada a la soledad, la cual, disfrutaba bastante.

Un niño pasó corriendo y le golpeó el hombro con fuerza haciéndola caer. Miró al chico fijamente para provocarle una caída pero recordó que no debía hacer eso y trató de simplemente ignorarlo. Suspiró cansada y estuvo a punto de levantarse cuando alguien más habló.

—Lo siento, mi hermano es un idiota —otro chico le tendió la mano para ayudarla a ponerse de pie.

Alhena tomó la desconocida mano y se puso de pie.

—No pasa nada —miró al pelirrojo que la ayudó.

—¿Estás bien?

—Sí, no fue nada.

El chico le sonrió.

—Me alegra.

—Vamos, Fredie. Luego hablas con tu novia— gritó el chico de antes.

—Lo siento, me tengo que ir.

Alhena asintió y vio a aquel chico irse corriendo junto a su hermano. Ambos eran idénticos.

Siguió con su búsqueda de un lugar hasta que lo encontró. Perfecto, estaba vacío. Tomó asiento junto a la ventana y esperó a que el tren comenzara a avanzar, aún faltaban un par de minutos, todo se sentía nuevo y extraño pero le gustaba.

Alhena pondría todo de ella para dar lo mejor de sí y además trataría de hacer amigos. Tal vez no muchos, pero si algunos. Sólo deseaba no seguir siendo ese bicho raro al que nadie se le acercaba. Quería ser como los demás. Quería ser más común y menos especial.

Aunque el universo no estaba dispuesto en ayudarla con eso último. Ella era especial. Diferente. Y Alhena debía comenzar a aceptarlo.


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