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𐄹 ˒ ꒰ 000 . .

chapter :⠀ ✿. zero
♥︎ 𓂃 prologue ⊹ . ♡ ۫ .

Clarissa Malfoy y Desmond Pendragon se habían conocido en el colegio, pero ambos eran de casas diferentes, por lo que sus caminos rara vez se cruzaron y nunca intercambiaron más de un par de frases.

No fue, sino hasta que el colegio finalizó para ellos, que sus padres los presentaron formalmente. Y no sólo eso, les dijeron que habían arreglado un matrimonio para fortalecer a ambas familias.

A ninguno de los dos les encantaba la idea de un matrimonio arreglado, pero eran fieles a sus familias y estaban dispuestos a hacer lo necesario. Fue así, que ambos aceptaron contraer matrimonio.

Aquella tarde, Clarissa se encontraba en la preciosa mansión Pendragon, revisando por milésima vez la lista de cosas para la boda. Faltaban sólo un par de días y deseaba que todo saliera a la perfección. Honestamente estaba feliz con la próxima unión, casarse era un sueño que tuvo desde que era sólo una niña y ahora se estaba volviendo realidad.

La mayoría de los invitados ya habían confirmado su asistencia, aunque aún esperaban que un par de familias más confirmaran de último momento. Era un evento bastante exclusivo donde sólo asistiría gente realmente importante.

Por otro lado, Desmond también estaba un poco emocionado. Desde que le habían dicho que se casaría hacía dos años y hasta la fecha, había aprendido a querer a Clarissa. Al principio tuvo bastantes dudas, los Malfoy tenían una reputación un tanto cuestionable pero Desmond se encariñó de Clarissa y en algún momento estuvo seguro de que era ella con quien deseaba compartir su vida.

La familia Malfoy fue la más contenta con esta unión pues los Pendragon eran una familia con un perfecto status en el mundo mágico y eso les convenía por completo para seguir con su línea de pureza.

—Mis padres han citado a una adivina —dijo Desmond entrando a la sala— es una costumbre que tenemos en la familia cuando alguien se va a casar. Para saber si tendremos un buen futuro como familia.

—Comprendo —dijo Clarissa con una sonrisa, dejando a un lado el pergamino con la lista de invitados— ¿cuándo?

—Esta misma noche.

Clarissa asintió. Ella no creía mucho en ese tipo de magia pues era bastante incierta y no conocía a nadie que realmente pudiera adivinar o predecir el futuro. Pero no estaba en posición de reprocharle absolutamente nada a su futuro esposo, no había sido tan fácil de convencerlo para unirse en matrimonio y ahora mismo debía ser muy cuidadosa para no arruinar los planes.

—De acuerdo —dejó ver una sonrisa y se aclaró la garganta— por cierto, no te avisé antes pero cambié la iluminación de velas flotantes por flores brillantes.

Desmond la miró desde su lugar y asintió.

—No hay problema.

⚔️

Como había dicho Desmond, esa misma noche se encontraron con una mujer de aspecto bastante tenebroso. La piel que se lograba observar a través de su túnica azul marino estaba llena de arrugas y sus ojos que eran de un color verde claro parecían sobresalir hasta el punto que parecían fuera de su rostro. Sin embargo, estaba adornada de preciosas joyas y su túnica se miraba muy elegante y de una tela cara.

—Pendragon y Malfoy —dijo aquella mujer con una voz más grave de lo imaginado— una unión bastante peculiar si me lo preguntan.

La pareja se miró sin decir nada y aquella bruja comenzó a caminar. Ambos la siguieron de cerca hasta una habitación, donde sólo había una mesa de madera en el centro. Olía a incienso, sin embargo, no había nada más que aquella mesa y algunas velas que flotaban alrededor de la habitación y la iluminaban un poco.

—Tomen asiento, por favor —les dijo la mujer.

La pareja obedeció. La bruja caminó por todo el cuarto, apagando algunas velas y enseguida tomó asiento frente a sus invitados.

—Pongan sus palmas dirigidas a la madera —les ordenó.

Ambos lo hicieron, aunque se notaba el miedo en sus miradas. Clarissa tenía una cara de asco pero prefirió ahorrarse sus palabras y por su parte, Desmond estaba muy sereno pero muy alerta a lo que pudiera pasar. La habitación era muy caliente y se sentía incómodo.

La adivina, con su mano derecha tomó la mano de Desmond y con la izquierda la de Clarissa. Cerró los ojos y comenzó a murmurar algunas palabras que no se lograban distinguir.

De pronto, la adivina volvió a abrir los ojos, pero solo se observaban dos bolas blancas, su voz sonaba distorsionada cuando comenzó a hablar.

—Sólo ella será capaz de levantar a excálibur, se someterá a múltiples pruebas que la harán dudar de su lealtad. Ella conocerá el camino a la espada, pero debe ser cuidadosa, es más poderosa de lo que imagina. Fuerzas muy oscuras intentaran ponerla de su lado. El mundo mágico no es seguro para ella.

De pronto, la anciana comenzó a temblar y la habitación quedó completamente oscura. Las luces regresaron a la normalidad, al igual que la mujer.

—Sí, aquí veo que les espera un matrimonio muy feliz, aunque no estoy segura de que muy largo. También dos bebés, un niño y una niña —dijo como si no hubiera dicho las palabras de antes. Una extraña sonrisa adornaba su rostro mientras dirigía su vista a la pareja frente a ella.

La pareja se miró con la respiración descontrolada. Esa mujer estaba completamente loca.

—Gracias —dijo Desmond mientras retiraba su mano, deseando irse cuanto antes.

—¿A qué se refiere con lo de antes? —se atrevió a preguntar Clarissa pese al miedo que le causó la mujer.

—No sé de qué me hablas, mi niña. Sólo he visto el futuro de su matrimonio y a esos dos bebés. Serán niños preciosos.

Clarissa miró a su prometido en busca de alguna clase de respuesta que no consiguió.

—Entiendo, gracias.

La pareja se puso de pie, se despidieron de aquella anciana y salieron a toda prisa de aquel lúgubre lugar. Había sido tan... extraño y ni siquiera tenían sentido sus palabras.

⚔️

Los meses comenzaron a transcurrir, Clarissa y Desmond llevaban un admirable matrimonio. Ambos se amaban y cualquiera que los viese lo podía notar. O tal vez era que sabían mantener las apariencias.

Un año después de la boda, llegó su primer hijo, a quien nombraron Thaddeus y un año más tarde llegó la pequeña Alhena.

La profecía de aquella adivina seguía presente en sus mentes, y era evidente que hablaba de Alhena, pues siempre se refirió a una niña.

Debían hacer algo, debían proteger a su pequeña, pero ¿cómo? ¿Realmente estarían dispuestos a lo que fuera para mantenerla segura?




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