──prologue.
𝘌𝘭𝘭𝘰𝘴 𝘦𝘳𝘢𝘯 𝘭𝘢 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘯𝘻𝘢
𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘩𝘶𝘮𝘢𝘯𝘪𝘥𝘢𝘥.
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𝘠 𝘦́𝘭 𝘳𝘰𝘮𝘱𝘪𝘰́ 𝘴𝘶 𝘤𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰́𝘯,
𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘭𝘰 𝘩𝘪𝘻𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘦́𝘭.
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SIGLO XVIII
Vendôme, Francia.
Abadía de la Trinidad de Vendôme.
Nadie lo había premeditado, o quizá hubiese jurado lo contrario mientras su mirada se desviaba correctamente por el río Lois, uno de los tantos que había crecido a su lado, sin permiso ni perdón absoluto a llevarla correctamente sobre la verdadera razón de no morir en una canasta, pero muerta en vida en aquel orfanato resguardado por árboles y más flores de las que podría contar.
Había oído un rumor por el viento, extraño y desolado le contó que un hombre paseaba junto a una armadura dorada con la cuál muchos pretendían hacerles creer que venía por asuntos similares a un viaje de negocios. ¿Pretendía seguirle? Claro que sí, o al menos intentaría guiar sus pasos por medio de sus sentidos, porqué a pesar de que su vista no fuera leal, confiaba en sus sentidos.
"¡Tú puedes, Grise!". La voz interior, semejante a una patada impuesta por una piedra fue lo único que pretendió comprender mientras daba pasos lentos, tranquilos, aunque por mucho que quisiera, terminó por alterar un rumbo casi perfecto.
Dió tres pasos más hacia adelante, dió un giro como si bailará y allí sintió algo mucho más fuerte, tanto que al darse vuelta se topó con aquella mirada atenta, una sonrisa envuelta por aquel semblante tan serio, y ella solo se preguntaba... ¿Por qué?
"Atenea, un caballero protegía de ella". Las historias pasaron tan rápido por sus oídos, cada día una visita a la catedral, con ella un sueño oculto delante de los cristales, escondidas por susurros, oculta de personas ignorantes que temen por su vida. O como en los escritos en la iglesia sobresalían, ella solo cantaba «que dios salve a la reina», aunque posiblemente no entendiera bien su significado.
La pequeña niña, «no», era lo único que podría pensar mientras siguiera repitiendo la palabra cosmos. Guió sus dedos a los labios, hizo una mueca para luego disfrutar la poca brisa que corría por los pasillos. La Abadía siempre era tan silenciosa, hasta que se acercó a una de las habitaciones que se encontraban abiertas, asomó su cabeza viendo el porte de alguien de cabellera oscura, y se escondió al notar que le había visto.
──¿Me temes? ──le preguntó, aún estando de espaldas.
──¡Claro que no! ──se excusó para tapar su boca, negó ante sus propios malos modales. ──Lo siento, se me olvida que debo tocar, mi curiosidad es demasiado grande.
El río, fue tan extraño.
──Supongo que es normal en los niños, ya que pueden tener tanta libertad.
──¿Usted cree que tenemos demasiada libertad? ──preguntó ella, y él se giró para verla.
──Considero que todos tenemos un límite en nuestra propia libertad, no podemos ser totalmente libres porque nuestro corazón nunca estará contento, y nuestra alma siempre le llevará la contraria. ──Su voz tan gruesa provocó curiosidad en la niña, un sentimiento escaso que nunca había sentido se instaló en su pecho.
──Entonces... ¿Usted insinúa que la libertad tiene un precio y debe ser rogado?──le volvió a preguntar.
──Algo así, no esperaba que lo comprendieras tan rápido.
Ella negó.
──Considero que los seres humanos merecen libertad, no pagando ni rogando por su vida, eso sería injusto. ──ella volvió a tomar aire──. A menos de que se juzgue por sus pecados, es de la única forma en qué... ──murmuró.
El hombre dió pasos cortos hacia ella, se agachó a su altura sin dañar su túnica oscura. Con un nuevo semblante de atrevió a tomar su mentón, peinó su cabello para luego contemplar su postura dudosa.
"Eres como ella, una dulce extensión mínima de la primavera en tu ser". Quiso responder, pero la determinación en la joven niña, le hizo sonreír, aunque no precisamente de felicidad.
El silencio no duró lo suficiente, una pregunta llegó a sus labios tan rápido como una respuesta desafortunada.
──¿Usted sabe lo que es el Cosmos? ──una sonrisa adornó sus labios.
"Atenea", fue su primer pensamiento.
──Sí.
──¿Si? ¿De verdad? ──la sonrisa de ella creció aún más ──. ¿Podría contarme?
──No.
Ella sintió un vacío.
──¿Me está diciendo que no, por qué soy pequeña? ¿Considera que soy lo suficientemente irresponsable para saber sobre él?
"No quiero te corrompan, no de nuevo". Otro pensamiento inundó su mente, perdida entre la lluvia y el sentimiento creciente en su corazón.
──Entiendo, adiós.
Ella se despidió, caminando rumbo al lugar que sus sueños le atormentaba, dónde sus pisadas se hacían más profundas que viajar por carreta hacia los pueblos lejanos, sin embargo, nunca se detuvo a pesar de que él le había dicho que no era de su incumbencia pensar sobre el propio poder del universo, el cosmos.
PRIMERA NOTA: Resubido.
SEGUNDA NOTA: ¡Hola! ¿Qué tal? 🦋✨
Vengo con una historia nueva, y debo decir que también volvieron las participaciones (aunque no me sienta del todo segura), pero no importa; vengo con esta historia basada en The Lost Canvas (tanto en el anime como el manga), así que simplemente intentaré aplicar varias cosas que he aprendido a lo largo del tiempo para poder escribir bien aquí (sacando a los roles, porque bueno, está cuenta ya no será de roles como antes), sin embargo, espero que mis historias sigan siendo recibidas.
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