Octo
VIII
Aún siento tu sadismo oscureciendo los destellos de mi empíreo. Aún diviso tu arco elevándose a la altura de mi pecho para apuñalarlo como cuan objeto por romper.
¿Qué has sentido, luego de probar los trozos de mi cielo?
Del odio surge el amor, y de la guerra nacen las ávidas llamas de la pasión carnal.
«Los sentimientos destruyen, amare», me advertiste mientras acariciabas la carnosidad de mi boca.
Has tenido razón, conde del infierno, por ello continúo volando mientras tú sigues cayendo.
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