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PRÓLOGO ! 
❛ E v i t e r n o ❜
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﹒HWANG DANI﹒

QUERIDO DIARIO ;

     O COMO SEA QUE SE COMIENCE a escribir en este tipo de cosas. Haye dijo que plasmar tus emociones en papel podía resultar terapéutico así que supongo que nada pierdo por intentar.

Entonces, la cosa está así. Últimamente, vivir en esta piel me está resultando terriblemente insoportable. Ahora mismo estoy recostada sobre mi cama; ofuscada por completo en la soledad de mi asfixiante cuarto, sin saber qué demonios hacer para poder sacarlo de mi cabeza.

Siento que los pensamientos que logran desvelarme por las noches tratan de devorarme, me siguen a todos los malditos lados y tengo miedo de que me alcancen, no quiero que lo hagan. Es inútil, por supuesto, la verdad es que liberarme de ellos, en este punto, no es una opción, pues no importa lo mucho que trate de mantenerme ocupada, no importa lo mucho que trate de olvidar, todo siempre regresa a mí.

   
Probablemente ese es el precio que debo pagar por mi ingenuidad.

  
Esta madrugada me desperté con su imagen en la cabeza, aunque, era más parecido a un recuerdo, a una clara visión de él.

 
De Taehyung.

 
Un cruel y nostálgico recuerdo sobre lo que solíamos ser, sobre cómo eran las cosas antes de que todo se redujese a ruinas, antes de que él nos redujese a ruinas.

 
Aquella simple y repentina visión fue suficiente para que segundos después me encontrara a mí misma regresando a mis recuerdos sobre él, y sobre la persona que yo solía ser.

 
Desde un principio fui demasiado ilusa e ingenua cuando se trataba de él, bajé mi guardia, sinceramente creía que podía confiar en él. No lo notaba en ese entonces, pero todo estaba mucho más claro para mí ahora. En este punto de mi vida todo comenzaba a tener sentido.

  
Podía recordar perfectamente bien todos aquellos momentos en los que me cegué a mí misma, aquellos momentos en los que preferí ignorar lo que sucedía a mi alrededor, incluso cuando sabía la verdad. Aquellos momentos en los que preferí vivir en una ilusión con tal de no afrontar la realidad. Podía recordar todas las veces que preferí ser herida con tal de mantenerme a su lado. Todas las veces que me mantuve despierta por las noches excusando sus acciones, preguntándome porqué siempre sentía la necesidad de mentirme.

Tal vez lo merecía.
Tal vez este era el castigo de mis pecados pasados.

Pero no podía aceptarlo.

 
Durante toda mi vida, jamás le entregué mi corazón a nadie. Y otras personas, seguramente no comprenderían lo aterrada que me sentía por la intensidad de mis propios sentimientos hacia él, pero luché contra eso, di un salto de fe, confié, porque quería estar con él.

  
No estaba segura de si las cosas entre nosotros resultarían. No tenía idea de si las cosas saldrían bien, pero me arriesgué, y fue ahí donde encontré mi más grande error; yo realmente me enamoré.