Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 5



Llegó la hora de comer y lo que más me sorprendió fue un mensaje a mi teléfono de mi jefa, donde ella me explicaba que hoy trabajaría desde casa ya que tenía cosas pendientes que hacer en la librería. No me explicó nada más y tampoco quería preguntar ya que con el poco tiempo que llevaba en el trabajo, temía que me despidiera por ser demasiado curiosa.

Aun no conocía a Delila pero por su actitud y apariencia, denotaba que no era alguien precisamente común. Eso unido al nombre de la librería, daba pistas a que lo que yo pensaba tenía mucho de razón.

Pero, a decir verdad, no iba a quejarme en cuanto a trabajar desde casa, tan solo esperaba las instrucciones de ella ya que el libro en el cual estaba trabajando, se encontraba en el escritorio de la librería. Por orden de ella, ningún libro que estuviera traduciéndose podía salir ni siquiera de la sala donde realizábamos las traducciones.

Hice tiempo mientras que esperaba el correo electrónico de ella haciendo un pequeño tour por la casa. Había zonas que no había explorado, por tanto, veía perfecto el momento para hacerlo. Aun llevaba menos de una semana en la ciudad y durante ese tiempo aun no me había podido poner en contacto con mis padres. Les había dejado varios mensajes al contestador, pero no me habían devuelto las llamadas o enviado mensaje alguno.

Ninguno de mis dos padres se consideraban personas ocupadas, de hecho, estaban jubilados desde hacía varios años. Era cierto que tenían aficiones, pero todas ellas las realizaban en casa, como leer, jugar a juegos clásicos de mesa u organizar cada habitación de forma obsesiva. Ambos compartían esa pasión insana a mantener un orden quirúrgico de todo.

Lo intenté una vez más mientras que caminaba por el pasillo que daba a la cocina. Mientras que mis ojos paseaban por las molduras y el papel pintado de aquel estrecho pasadizo, el pitido del contestador de mis progenitores, resonó con fuerza en mis tímpanos y yo aproveché para dejarles otro mensaje:

—Hola papá y mamá, espero que podáis escucharme en cuanto tengáis ocasión. Llevo varios días intentando poder hablar con vosotros, pero no he encontrado la forma. Si pudiera iría a haceros una visita para corroborar que todo esté bien, pero mi nuevo trabajo me impide moverme, al menos no hasta que esté más tiempo y pueda hablarlo con mi jefa. Cuidaros mucho, por favor, espero que hablemos pronto.

Me metí el teléfono en el bolsillo del pantalón, subiendo el volumen lo más que pude para poder escuchar las llamadas que recibiera, por si alguna de ellas era de mis padres. Pero si era sincera conmigo misma, algo oscuro y extraño revoloteaba en torno a ellos, algo que no lograba saber pero que no podía continuar esperando sin saber. Decidí marcar a la policía de la zona donde vivían mis padres y esta vez, recibí una contestación en unos pocos segundos.

—Servicio de emergencias, ¿Dígame?

—Hola buenas tardes, les llamo porque estoy preocupada por mis padres. Llevo varios días que no sé de ellos y yo no tengo manera física de hacerles una visita ya que vivo en otro país desde hace unos días. Necesito que verifiquen si todo está bien.

—De acuerdo señorita, necesito que me diga el nombre de sus padres, sus apellidos y su dirección. En cuanto sepamos algo la llamaremos a este teléfono, ¿Está bien?

—Sí perfecto, por favor dense prisa.

Tras darles todos los datos, ellos me desearon un buen día y se pusieron manos a la obra. Por mi parte yo no podía hacer nada más, tan solo tener la esperanza de que todo saliese bien.

Guardé de nuevo mi teléfono y me dispuse a seguir caminando. Sin quererlo, llevaba minutos delante de una pared cuyas imágenes no podían apreciarse a lo lejos, pero conforme me acercaba, podía percibir varias caras que podrían calificarse de humanas, aunque sus expresiones eran más bien sacadas de libros de terror.

Algunos mostraban sus manos ensangrentadas, otros tenían las cuencas de sus ojos vacías cuya sangre brotaba como si se tratase de una fuente. Algunos de ellos tenían un libro en la mano mientras lloraban sangre y sus bocas se mostraban torcidas en un rictus de sufrimiento y desesperación.

—Dios mío... ¿Esto lo sabían mis abuelos? —Me pregunté en voz alta. Se me hacía demasiado extraño de que ellos pudieran vivir en una casa cuyas paredes sacarían pesadillas a más de uno, pero pensé en una época pasada en la que las muñecas de porcelana eran apreciadas y vistas como adorables, cuando en la realidad del siglo XXI, daban escalofríos el mero hecho de saber que estaban en algún rincón o estantería de tu casa.

No le di mayor importancia a pesar de que me había tensado por completo dicho hallazgo y proseguí mi camino. Si en tan solo unos minutos descubría algo así, ¿Qué encontraré durante todo un día de paseo por estas lindes?

Continué por el pasillo, topándome con varias puertas en sendos laterales. La primera estaba cerrada con llave, por lo que decidí hablar con George para informar que no poseía todas las llaves de la casa, puesto que con ninguna del manojo de llaves podía abrir dicha puerta.

Apunté mentalmente cual no era posible de abrir y fui a la siguiente. Para mi fortuna, en este caso pude entrar sin necesidad de tener llave, topándome con una habitación que perteneció a una niña, es decir, era la habitación de mi madre de cuando ésta quizás no tendría más de 5 años.

Ello me indicó que probablemente había una habitación de cuando ella era más adulta. Una punzada en el corazón me hizo estremecer al recordar el incidente de mis padres biológicos y el cómo fui adoptada a toda celeridad por sus mejores amigos. Aunque estaba agradecida por todas las comodidades que me brindaron, no podía dejar atrás algo como aquello; por mucho que se esforzaron, no lograron tapar el hueco que mis padres me dejaron.

Quizás por eso mis abuelos apenas me visitaban, quizás porque yo les recordaba a su hija. Mis padres adoptivos en numerosas ocasiones intentaron llevarse bien con ellos, incluso mi abuela la llamaba hija a mi madre, pero éstos no deseaban demasiado la presencia de ellos en casa a pesar de que yo les profesaba un gran cariño.

Y entonces un buen día, dejaron de venir y por mucho que les pregunté a ellos por mis abuelos, no tenían respuestas coherentes al respecto. Y así transcurrieron los años hasta que me hice una adulta pensando que la única familia que llevaba mi sangre se había volatilizado porque no les importaba. Para mi sorpresa, eso cambiaría cuando recibí la carta de la herencia de ellos y descubrí cosas de su vida pasada que me hizo sentir rencor por mis padres adoptivos y por mí misma al pensar que ellos me habían abandonado.

Tenía ahora las cartas a mi favor; podía descubrir más cosas sobre mi verdadera familia, detalles que nunca me contaron por razones aún desconocidas. Y George de seguro tenía muchas de esas respuestas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro