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05| Reina del Drama.

Advertencia ⚠️
En el capítulo se abarcarán ataques de ansiedad y pánico, temas sensibles para los espectadores. Puede generar incomodidad así que leer bajo su responsabilidad hasta llegar al apartado ꧁꧂


— ¡No cambies el tema, _____!— vociferó Yuri, mirándola con sus ojos cristalizados. Miró como se retiró del soporte que tenía en la pared, podía ver como cada parte de su cuerpo temblaba y su rostro se tensaba con pequeñas marcas húmedas en sus mejillas.

— ¡Basta! ¿Por qué todo el mundo me pide eso? La misma frase, ¡todo! —inesperadamente ella alzó la voz igualmente, desde que el sol se levanta hasta que empieza a caer, cada persona buscaba de ella la misma cosa.

Conocía a Mila muy bien y si alguien no las hubiera detenido igual ella abordaría el tema cuando tuviera oportunidad.

Y estaba cansada, cansada del mismo tema y la misma presión.

Pero no quería descargar su frustración en alguien que no lo ameritara, menos en alguien como Yura.

— ¡También quiero ser egoísta contigo, quiero que cumplas nuestra promesa! Lo prometiste. —gimoteaba entre palabras, estaba ruborizado y abochornado, aquellas palabras que salían de su boca eran demasiado embarazosas pero si quería sacar a ______ de ese fondo, él también debería salir del suyo.

Por eso odiaba hacer promesas, pero la cuestión era que ésta la había hecho antes de comprender qué tan peligrosas son.
Su corazón logró estremecerse una vez más, como si le informara que aún no estuviera demasiado perturbado.

Ella empezó a sollozar, no quería seguir ahí, quería huir. Su defensa había caído en cuestión de segundos y estaba tan indefensa, y eso le desesperaba. No podía seguir la conversación, no debía... Porque si continua, terminará cediendo ante él. Le desesperaba llorar.

— Déjame rendirme, por favor. —murmuró con voz quebrada, no era el momento, podía sentirse tan agobiada como cuando llegó ahí, cargaba con tanto estrés que le provocaba el lugar, las personas. No era el momento para haber intentado reconciliarse con él, había arruinado su oportunidad. — Por favor... Es demasiado complicado para mí...

— Entiendo que es complicado pero puedo... —el chico trató de llevar la conversación, pero ella no se lo permitió.

— ¡Claro que no lo entiendes! ¡No me mires como si lo entendieras! —su razonamiento se iba alejando de ella cada vez que intentaba hablar, todo dentro de ella se encontraba en un enorme caos.

Estaba siendo injusta, estaba siendo dura, estaba siendo terca, estaba siendo un... Monstruo.

Sentía su alrededor tan peligroso, como si sombras oscuras le rodearan.

—¡Entonces déjame entenderlo!— en un movimiento rápido él tomó a la chica de los hombros, provocando una gran sorpresa en la chica. — Tal vez tengas razón y no pueda entenderte, pero por favor...

Era bastante hábil, el chico seguía haciendo de las suyas con ella y lograba tenerla a su merced con algo tan simple como unas palabras. ¿Pero qué ganaba él? ¿Qué es lo que quería?
Estás siendo una idiota, ______.

La chica empezó a moverse desesperadamente tratando de apartar al rubio, queriendo liberarse de su agarre, pero el chico se negaba a soltarle.  El aire a su alrededor se le escapaba como arena entre las manos.

— ¡Basta! ¡Sueltame! — se removía con todas sus fuerzas para liberarse de Yuri, y la desesperación la invadía al ver que él no estaba dispuesto a soltarle. — ¡Quiero que me sueltes ahora, eso es lo que quiero! ¡¿Qué es lo que quieres de mí?! ¡¿Por qué no simplemente me dejas ir, eh?! ¡Creí que no querías verme! ¡¿Por qué no me rechazas?! — jaloneaba y empujaba su cuerpo tanto como le permitiera la prisión del agarre. Odiaba cuando ésta situación llegaba, cuando perdía el control, cuando estaba tan asustada y abrumada que la rabia se desbordaba, odiaba que Yuri tuviera que estar presente en su ataque. —¡¿Por qué no me dejan rendirme?! ¡Déjenme dejar de intentarlo! ¡Yo no quiero saber si es bueno para mí! ¡Quiero que me sueltes! ¡¡Quiero que dejes de ser amable conmigo!!

— Por favor, cálmate. —susurró en su oreja, tomando desprevenida a la (c/d/p), consiguiendo que dejará de moverse y gritar. Sentirla temblando y respirando agitadamente empezaba a ponerlo nervioso también, pues no comprendía porque de la nada explotó, porque apenas la tocó explotó, no sabía cómo hacerla parar. Estaba tratando de no dejarse llevar por el calor de la situación. —Escúchame... Respira... Trata de respirar.—la chica respiraba agitadamente en su hombro como si se estuviera asfixiando completamente rendida en su abrazo, aquellos gritos que habían salido de ella provocaron una lluvia de lágrimas en sus hombros también.

Ella estaba sufriendo, lo veía en sus ojos, lo escuchaba en su voz. ¿De verdad ignoraba por qué sufría o sólo por dolor propio no se atrevía a decirse a sí mismo porqué sufría?

Es como si en sus brazos sostuviera a un animal maltratado, arisco y salvaje que lastimaba a cualquiera que se le acercara. Y no podía culparle, pensándolo bien, era natural que alguien tan lastimado respondiera de esa manera.

Sus palabras eran tan amables y cálidas que no podía soportarlo más. No podía pensar con claridad, de eso estaba segura, tenía una rabia creciente que quería abrirse paso por cada parte de su ser, tan caliente que la evaporaba por dentro y las lágrimas eran su principal salida. Sentía como detrás de aquellas paredes saldría alguien a mirar todo su espectáculo, como las paredes se derraban cotra ellos, más cerca y más cerca.

Odiaba como esa ira y esas lágrimas les valía un carajo dónde se encontraba y con quién, sólo la hacia explotar.

— ¿Por qué te enojaste? — Yuri tomó la mala decisión de confiarse de verla calmarse para lanzar la última bala a la pobre condición de la chica. Nadie puede culparlo, de verdad no tenía idea de que el juicio que se nublaba en ella era capaz de liberar a la bestia furiosa.

Y ella no podía controlarse, no con las emociones que la arrollaron toda la mañana.

Lo único que supo fue que una fuerza mayor la poseyó apenas hubieron sido pronunciadas las palabras del chico y su pequeño inconsciente temía que se descontrolara como en situaciones pasadas, que el ataque de ira sólo incrementará, pero sólo las usó para apartarse del abrazo que la rodeaba, no sabía que cara tenía en ese momento y siendo ella sincera, no sabía quién era esa idiota encolerizada que se ubicaba en su mismo cuerpo.

"Estupida" se dijo a sí misma mientras veía como el chico volvía a tomarle el hombro pero ella emprendió paso retirando con fuerza la mano del chico y se decidía a salir lo más rápido de la sala, salir de ese lugar dónde una mirada más terminaría por asfixiarla.

Caminaba y trataba de respirar. Un paso y exhalaba, un paso e inhalaba. Un paso corto, un bocanada de aire profunda, un paso largo, lentamente el aire salía de sus labios. Iba al compás de uno dos para sentir a su corazon salvajemente corriendo en su pecho sentir que al fin podía calmarse. Uno dos, así, uno dos llamando a la calma. Uno, dos, y quizá su cabeza dejaría de dar vueltas, uno y dos, probablemente el camino dejaría de moverse y tantearse como si estuviera retumbando la tierra.

Sus manos temblaban pero las forzaba a limpiar los rastros de lágrimas, inútilmente porque seguro la gente alrededor seguro escuchó su estupida rabieta y ya han de estar juzgándola desde sus susurros cuando pasaba. Seguramente ha de tener la cara de un demonio a punto de extrangular a alguien, pero quería extrangularse a sí misma en ese momento. Seguramente estaban hablando de lo horrible que se vió gritando y llorando, han de estar cuchicheando sobre su drama minutos atrás, seguramente escucharon todo.

Sus uñas, sus uñas brillantes, sin pensarlo las dirigió a su boca para tener algo con qué entrener a su mandíbula furiosa por morder y destruir. El tic de sus uñas entre sus dientes con su respiración atenta de alguna manera conseguía calmarla.

No queria comer pero no quería cabar con sus dedos que estaban a pocas mordidas de sangrar.

La cara le ardía por las lágrimas calientes que habían bajado por su piel helada.

— ¡Espera! — Yuratchka corrió detrás de ella, molestamente insistente. Y a pesar de verla calmada ahora no se atrevía a lanzar ningún comentario, de hecho no estaba tan seguro si su impulso de seguirla fue una idea buena debido que ____ se encontraba muy sensible.

No lo miraba, de hecho ni siquiera se molestó en voltear alguna parte de ella para hacerle saber que hacia caso a su presencia, sólo seguía su camino para afuera del recinto, seguramente para marcharse por un largo tiempo. Pero seguía el trabajo de su sombra y se decidió a seguirla, pues las cosas no pueden quedarse tan cerca de resolverse y alejarse hasta los años por venir. Era cansado.
Ella caminaba más rápido que él, irónicamente, pero no podía dejar a la chica salirse con la suya, no cuando ella tocó ese tema y estaba dispuesta a irse así sin más. Pero bajó el ritmo al pasar por la cafetería que estaba cerca de la salida y notó como su mirada se dirigía a la estantería de snacks y papitas que le daban la espalda a la gran ventana transparente del local para después ver como sus orbes se deslizaban hacia la figura de él y seguir con su camino.
Notó cómo su mano volvia a algún punto de su rostro, seguramente para limpiarlo.

"Tiene hambre, eso es seguro." se dijo para sí, pues el detenimiento que se tomó para admirar ese punto no fue más que un gritito de petición.

Yuri rió al ver cómo seguía con su paso más calmado cerca de esa cafetería, era tierno y relajante saber que al menos había algo claro que ella pudiera expresar después de una escena tan confusa. Era tierno ver su mirada rogante por comida, sabiendo que la chica no llevaba dinero consigo, y se rehusaba a mirarle para decir algo.

Algo vino a su mente para acercarlos de una vez antes de que ella partiera, algo que probablemente les haría la vida más sencilla en vez de haberlo hablado ahí adentro. Corrió adentro de la cafeteria y compró un empaque de papas saladas y un paquete de tubitos de chocolate a la velocidad de la luz para poder alcanzar a la chica en la puerta principal del deportivo.

Escuchó unos pasos campantes a su lado y por un momento creyó que se había dado cuenta que no estaba de ánimos para socializar o hablar más pero al parecer hoy de verdad sería un mal día, mucha gente en la calle como para que se arme otro alboroto, no podía arriesgarse a tanto, no podría someter a su corazón a tanto.

— No quiero hablarte, Yuri. —Pronunció con hastio, no sabía cuánto duraría este ataque y tampoco tenía ganas de explicárselo como había preguntado antes, no cuando la iba a ignorar y probablemente pensaría que está loca.

— No lo hagas entonces. —Escuchó el crujir de algo al terminar esa oración, no era el cruijdo de su corazón, sonaba a que era de una fritura.

Volteó sus orbes para contemplar al chico rubio devorar una bolsa de papitas saladas—sus favoritas— con una sonrisa para nada bonita. "Sí... Claro." a la par dónde ella caminaba y las ganas de mascar le hacían devorar con la mirada la bolsa de frituras en las manos del chico y se le retorció el estómago al ver cómo éste la notaba y ampliaba su sonrisa cada vez que llevaba una papa a su boca. Se maldecía por sólo haber desayunado su té y ya, al menos hubiera comido una galleta para que esas ganas inmensas de morder y masticar se fueran.

«No podía tener hambre.»

Una necesidad enorme crecía y crecía a cada crujido que Yuri provocaba, juraba que él se había propuesto al despertar hacerle un día de los demonios el día de hoy... De hecho era una alta posibilidad que fuera real, lo conocía como para que no sólo fueran sospechas de superficie.

No quería hablarle, no quería romper aunque sea un poquito su orgullo de haber dicho que lo haría por algo que perfectamente sabía controlar, pero como ya había dicho antes, si tenía una verdadera debilidad... Era él... Y los cachorritos, pero al final de cuentas era casi lo mismo.

— ¿Me das una? —Pronunció por lo bajo, con una gran opresión en su volumen para que apenas fueran audibles como el mismo pensamiento, se dijo que no lo haría pero se detuvo incluso en su andar al saber que también olvidó su caja chicles junto a sus cigarros en la bolsa en su auto. Si quería completar sus ejercicios de relajación tenía que desquitar esas ganas quiera o no.

— ¿Dijiste algo? —Preguntó juguetón, sacando esa brasa de ira nuevamente en ella. El valiente era él al atreverse a molestarle sabiendo que la chica aún se encontraba dispuesta a pelear con puños de verdad.— Es cierto, no fuiste tú, disculpa. Recordé que no me ibas a hablar.

Juraba que la cabeza le empezaba a punzar de lo fuerte que se contenía en ese momento de no darle una mirada encolerizada y robarle las papas de su molesto ser aunque eso implique una pelea justo ahí y ahora. Otra vez respiraba al compás de uno y dos hasta que volvió tantito a la calma, tenía tragarse por un momento el orgullo como lo hacía con su saliva y pedirlo de una vez para regresar a su maldito carro, darle de comer a Vera y volverla a dejar en el deportivo para acabar con la pesadilla de día.

Parecía tan sencillo como decirlo.

— Yuratchka. —Quería llorar de una vez por el acento tierno que sin pensarlo le había dado a sus palabras, no sabía cómo su mente había dicho "Si vas a caer, hazlo en grande" Así que se encargó de hacerlo fuerte y claro para no repertirlo otra vez. —¿Puedo tomar una?

El chico estaba tan sorprendido y divertido hasta el límite de la diversión, sabía que era un genio y que iba a funcionar su plan pero jamás pensó que estaba dispuesta incluso a pedírselo tiernamente con tal de que le convidara. Era tierno no lo iba a negar pero la bipolaridad de la chica jamás alcanzó esos extremos: de casi golpearlo hasta hablarle de manera tan dulce. Si tenía que reír por su acción, sería un crimen no hacerlo en su cara.

— Toma. —Dijo mientras tomaba asiento en una banca ya en las afueras del complejo, justo en el jardín que separaba la entrada del club de deportes de invierno con el estacionamiento y las canchas de soccer y pistas de correr, ofreciéndole el espacio restante a la delgada chica para que tomara asiento y una papita.

No lo comprendía, no comprendía en absoluto porque Yuri había aceptado y eso podía demostrarse en sus facciones que reflejaban confusión y disgusto. Al menos en ése momento no entendía por qué el chico había accedido a convidarle si hace tres minutos estaba apunto de derribarlo al suelo o enun caso más suave pudo haberle insultado. Definitivamente habían personas con uno que otro tornillo safado en el cerebro.

Ella la tomó sin sentarse y la masticó en un santiamén, no quería morderse demasiado las uñas y los dedos para lastimarse pues tenía mucho por conducir y demostrar sus manos ante más personas y la tranquilidad no iba llegar sino hacía algo con sus insistentes mandibulas tensas o los insoportables comandos de su cerebro de ocupar sus manos y boca de algo amenazando una nueva inestabilidad si no lo hacía ya.
Tomó otra al sentir el rico sabor de la sal en sus papilas gustativas, masticaba logrando que los aires a su alrededor dejaran de sentirse tan hostiles y aceptó gustosa la bolsa al ver que Yuri apenas sacaba unas barritas de chocolate con una media sonrisa de su parte. Una sonrisa que inmediatamente quería contagiar una en su rostro.

El sonido de los silbatos por todo el alrededor les hacía el momento acompañado, sabiendo que la gente ya se encontraba lejos, y a su mente por primera vez vinieron buenos recuerdos de ése lugar pues esa banca era el lugar que siempre solían usar en sus descansos y también en la que entre anécdotas al azar esperaban a ser recogidos después de sus horarios. Recuerdos tan cálidos como la misma presencia de Yura, tan tranquilos como su semblante.

Rindió un poco su postura al sentirse más segura y al ver que el chico no insistía en nada más, sólo comía tranquilo y en su propio mundo, decidió tomar el lugar a su lado y terminar las frituras en esa buena tranquilidad que ya extrañaba.

Sí, ya extrañaba a Yuri.

— Lo lamento. —Musitó ella apenas hubo pensado qué decir en ese silencio, sintiendo como se tranquilizaba al respirar un aire menos tortuoso y con nadie más que ellos a la vista. Lo único que no la dejaba tranquila era el silencio que se había instalado entre ellos, sentía que su compañía aún seguía molesta por su ataque de la víspera.— No debí gritarte, y... Por todo.

— También lo lamento. —Dijo mirando a la nada, y a lo mejor era para bien pues ninguno de los dos podría verse a los ojos hablando de ésto.— Fui quien te provocó así que podrías decir que lo merezco. — "Claro que no, yo lo merezco."— Y también... Por todo.

Aquellas palabras quitaban un peso dentro de ella, no todo pero al menos él ya no callaba. Le agradaba como el aire ahora tenía un dulzor tan ameno que quería cerrar sus ojos sólo para aspirarlo con deleite, le agradaba que el ambiente tenso que ella misma había formado se esfumara en esa agradable brisa tardina que los acariciaba. Le agradaba saber que las disculpas les embarcaban a una conversación más amena, como solían terminar sus peleas. Sería bueno disculparse y ya, arreglar todo y ya.

— Quiero entenderte y quiero que confíes en mí. —el chico continuó viendo como la chica no reaccionaba a lo antes dicho, parecía un permiso para dejarse llevar por el momento y tal vez, sólo tal vez, podría obtener algo más que un cortante «Sí.»— Quiero ayudarte porque me importas. Me importas. —abrió sus ojos en grande, las palabras del chico entraban peligrosamente en ella.— Quiero ayudarte como tú lo hiciste conmigo, no quiero dejarte sola en ésto. —Señaló la parte descubierta de su clavícula que mostraba cortadas rosadas y algunas azules y moradas esparcidas por ese pequeño lienzo de su piel blanquecina, y al verlo observarla cerró su sudadera hasta el cuello, ignorando ahora a propósito su mirada.— No estas sola. Incluso si no lo entiendo, puedo aprender y escucharte. Sabes que estoy aquí para hacerlo. Me gustaría que me contaras qué es lo que pasó.

Una carcajada quería salir de ella. Quería levantarse del lugar y abandonarlo ante tal planteamiento, pero sería descortés irse y cortarle la palabra con tal grosería, pero le purgaba que las personas dijeran exactamente eso cuando se enteraban que algo no andaba bien con ella.

Claro que las palabras del chico la tomaron por sorpresa y un miedo quería volver a asfixiarla desde el corazón hasta encima de su piel. Ni en su estado de calma se había puesto a reflexionar bien que Yuri estaría preocupado por ese comportamiento y que como buen amigo que es se pondría a indagar con seriedad el porqué. El miedo que la asaltaba era porque, temiendo que se vaya la lengua con cosas que sería abusar si se las dijera, aquí era dónde cada palabra debería importar por cada letra, no debería involucrarlo a él y sus buenas intenciones dónde no. Su corazón parecía estar entre ese grupo de personas que trotaban a velocidad en la cancha de atletismo, que resumbaba en sus oidos y quería saltar más lágrimas de ella, advirtiendo que eso sería peor si se atrevía a confensar qué es lo que estaba pasando con ella.

Y esa voz odiosa volvió con una luz para su respuesta digna de todas las que ha dado con anterioridad, esa persona que avivaba el rencor dentro de su ser, pero no tenía otra más que ceder a lo que ella ofrecía, pues era la mejor solución a su vista.

«A él no le importa que es lo que de verdad te pasa, sólo le incomoda que dejes a la vista esas marcas feas sin sentido y berrees por su atención de esa manera. ¿Qué te hace pensar que le importan tus problemas? ¿De qué servirá que le cuentes todos esos minúsculos problemas mientras lloras? No es su lugar resolverlos. ¿Para qué te vas a hacer la víctima? Tu estás...»

— Estoy bien. —Sonrió a la fuerza, tratando de tragarse toda la emoción que le habían desatado esas palabras, y tras una larga experiencia supo darle la razón a esa voz: a nadie le importa. Entre menos tuvieran que agobierse con el maldito desastre real que es ella, mejor iba a ser la relación entre ellos. No era molestia de nadie mas que suya, y así se debe quedar.— Creo que estaba muy conmocionada porque todo el mundo empezó a rodearme desde que llegué y casi me exijía lo mismo y no me hace gracia regresar, también estoy un poco estresada por la escuela y no he desayunado adecuadamente, supongo que todo se junto.—le dedicó una sonrisa que parecía una mueca y él sólo se dedicó a asentir a lo que decía, consiguiendo su respuesta.— No te preocupes, las papas me han salvado de aplastar mi auto. Gracias por preocuparte aunque no es nada, dicen que comer alivia el estrés. —terminó por mentir, ingeniándoselas para que Yuri no tenga que pisar ese lado de su ser, sólo tenía que recuperar la amistad y ya.

Quería golpearse hasta morir por lo que estuvo por hacer, ya había perdido a Yuri antes por involucrarlo desde el principio, Yuri era un amigo, no alguien quien debería cargar con sus problemas. Tenía que resolver su maldito comportamiento si no quería que se alejara otra vez, como su padre decía: Entre menos muestres de tí y seas más de lo que gustan los demás, podrás encajar.

Nunca lo había hecho con Yuri, y tal vez ése era el problema, había expuesto demasiado de su verdadero yo y la paciencia de Yuri terminó por explotar.

—Pues parece que funciona de maravilla. —Ella se burló ante el comentario, riendo para ocultar la fuerte incomodidad que sentía diciéndolo. Sabía que se refería a las cortadas que si tenia que mentir y decir la verdad a la vez diría que llevaban un par de meses así. — ¿Fue nuestra culpa? ¿Ahora te lastimas? —No esa mierda de amargura otra vez, pudo sobrellevarlo con Vera y su madre pero no dejaría que ahora él se culpe de ello.

— En realidad fue mi cachorrito. —Es como si se dispara lentamente con esas palabras, porque si era ella, sólo ella. «(T/N) Mentirosa Romanovichna.» Una voz dentro de mí se retorcía de risa. Se burlaba de mi manera de "recibir" ayuda.— Escondo un cachorrito en mi departamento y resulta muy difícil bañarlo a veces. —Estaba segura que seguir sonriendo no sería convincente si él la conocía desde pequeños así que optó por actuar de manera muy casual y hasta un poco disgustada para no dejar su acto caer, de ésto dependía la recuperación de su amistad.

Seguía siendo una idiota, teniendo la ayuda y oportunidad en frente y patearla de manera tan asquerosa, es lo que la hacía una eterna idiota.

— Entonces lograste irte de casa. —Sonrió débilmente el chico, con oírla mencionar su independencia le provocó felicidad pues su amiga había logrado en su ausencia salir de ese pequeño infierno confinado y que a eso contribuía tal vez su molestia hace rato, ya que al parecer estaba decidida a abandonar también el patinaje y los recuerdos que pudiera traer. Sin querer entendió que tal vez sí era un obstáculo para la chica, que ciertamente como le habían dicho; estar a su lado sólo la hacía más desdichada, y la retenía de su brillante futuro.— Eres valiente. — «Son tal para cual, un mentiroso para una mentirosa.»— Debiste de haber pasado por mucho. — «¿Tan rápido vas a llorar otra vez? Pero si lo que dijo no es lo que siente, ¿Esas palabras insignificantes te van a hacer llorar?»

Era la primera vez que escuchaba las palabras que quería oír. Pero a costa de una putrida mentira, una de la que se arrepentirá de haber siquiera revelado.

— Intentemoslo, hagamos esto juntos. — tomó el rostro de la joven para conectar nuevamente sus ojos. «Ahora tiene complejo de heroe.» Y esa voz que no sabía callar seguía con su molesta presencia— Yo también te estuve esperando. —le sonrió. Pues al fin sentía las cosas con ella caer en su lugar y una felicidad caía como la brisa en él.— ¿Te parece si pasas a visitar al abuelo a su tienda? Va a querer engordarte cuando te vea. —adquirió una sonrisa burlesca, sabiendo que eso provocaría en ella

No sabía a qué se refería con intentar, y al ver lo feliz que estaba no quería aclarar con él que se excluyera el "regresar" al "intentar". Como ya había dicho antes, no quería intentar.

— Sólo si invito yo. —agradecía internamente que Yuri haya decidido aceptar la mentira y cambiara el tema, los nervios de que indagara más la comian viva, sólo así pudo sonreír de alivio.

— Sabes que el viejo no va a aceptar, seguramente va a hornear todo su menú. —ambos rieron, pero por razones distintas: ella por el miedo que sería buscar la manera de rechazar amablemente todo ese menú y escapar cuanto antes a casa y él por el miedo que se reflejo en la chica.

— Entonces te llegaré de sorpresa.

Aquel sonrojo que mantenían en sus caras era visible a una buena distancia aún por muy a pesar de las circunstancias pues eran inconscientes de ello, pero olvidaron por un momento estar en un lugar público y que aquel momento no eran sólo de ellos. Por más que pensaran que el jardín se encontraba vacío.

Siempre que estaban así, sólo era su pequeño mundo y ellos.

— ¡Ya dense un beso! —De manera abrupta se escuchó un grito justo detras de ellos, sorprendiendolos hasta el límite de la sorpresa.

—¡Put..! —La chica se viró en dirección al gritillo y descubrió a Mila con teléfono en mano mientras dos jovencitas a sus espaldas miraban enternecidas hacia ellos. — ¡Juro que si no se te quita esa manía de espantarme por detrás te la quitaré a..!

— ¡No te enojes (T/N)! — se acercó a su oido y trató de darle un beso en la mejilla pero terminó riendo al ver cómo era rechazada por la chica, por lo que juguetonamente le murmuró— ¿Entonces cuando cojen?

— ¡Cállate Mila! — se volteó bruscamente de ella y la empujó lejos de ella con el rostro totalmente sonrojado, muriendo por dentro mientras la pelirroja reía altamente en su lugar y se tambaleaba por ver la expresión de desagrado que le daba el rubio.

— ¡Ya casencé! —continuó Mila sin importarle en lo absoluto las quejas de Romanovichna.— ¿Podrían repetir lo que dijeron pero en inglés? Es que hay personas extranjeras viendo el directo de Nstagram.—preguntó la chica mientras tomaba mejor ángulo ahora pasandose en frente junto a las otras dos chicas que la seguían.

— ¡No! —pronunció la chica, queriendo morir ahí mismo de la vergüenza.

—Estaban haciendo un gran escándalo y me preocupé que pelearan, pero se puso más bueno que una novela porque apenas los dejé ya se vinieron a lo solito —explicó Mila.— Las Yuri Angels están que queman.

No sabía en ese momento si sentirse más avergonzada o más molesta. Hasta que recordó algo muy importante.

— ¡Vera! —se había entretenido demasiado que olvidó por completo que su hermana le estaba esperando dentro del auto. Sacó su teléfono del bolsillo para mirar la hora, sólo para comprobar que había pasado una hora y tenía dos llamadas perdidas de Velly y tres perdidas de su madre.— ¡Rayos! Me tengo que ir.

La chica salió disparada como un proyectil, saliendo del lugar, dejando el círculo de gente que la rodeaba y la bolsa de papas en la banca.

— De hecho también me tengo que ir. —fue lo único que dijo el chico antes de marcharse cual bala también.

— Y yo que creía que se iban a besar. —miró la pantalla de su móvil con una mueca de inconformidad, no queriendo terminar tan rápido el directo pero al ver la cantidad de insultos que abundaban en los comentarios sobre la presencia de (T/N) decidió cortarlo de una vez antes de seguir leyendo. Y sin más tomó la bolsa de papas y se dispuso a no desperdiciar aquel manjar.

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— ¿Ya llegaste? —Vera la recibió esperando en el auto justo como se le había indicado, viendo como a una gran velocidad se aproximó al coche pero cuando su hermana llegó... Fue más extraño que de costumbre...

— No, sólo soy un holograma de alta tecnología creado para decirte que llegaré pronto, no he de tardar. —contestó recuperando el aliento.

— Ja, ja. —Ella sacó su mano del auto y pico con rapidez el abdomen de la chica, la cual se retorcio de dolor para retirarse del cristal. Vio como caminaba exagerando su dolor hasta la puerta del piloto y entrar al vehículo. — ¿Qué pasó?

Venía con la cara roja y pequeñas gotas de sudor y marcas de lágrimas en los ojos pero una gran sonrisa en sus labios. Pero ella no respondió.

— Si te descubrieron robando otro perrito será mejor que empieces a conducir. —La niña sugirió mientras abrochaba su cinturón de seguridad.

— Uno, esos hábitos los dejé en el pasado. —La chica siguió el ejemplo de su hermana y se colocó el cinturón de seguridad, además de insertar las llaves para emprender marcha.— Dos, en mi defensa dejar un hermoso Pomeranian solo, solin solito por más de tres segundos es un abandono atroz. —Con el auto en reversa salió del cajón de estacionamiento para volver a poner la marcha normal y salir del aparcamiento.—Tres, ¡Voy a salir con alguien! —terminó por mover los hombros con un ritmo y alegría fuera de lo común en ella.

— ¿Y quién fue el desafortunado? —interrogó Velly a su hermana, quién detuvo su baile de felicidad para voltear ofendida hacia ella.

— ¡Oye! Por si no lo sabes éste mujeron, ¡éste monumento!, puede conseguir chicos. —Replicó ella con una sonrisa engreída.

— Sí claro, ¿y por qué no los llevas a una revisión de la vista en tus citas? Porque necesitan unas gafas urgentemente. —Bramó Velly, ríendose de su propio chiste.

— Ja ja, muy graciosa. Pero claro que soy un mujeron, amiga. —Reclamó ella, quemando con la mirada a la menor mientras revisaba ese lado de la calle tras su silueta para poder salir finalmente de ese lugar.

— Yo que sepa las tablas ni para monumento sirven. —aquello... Aquello pegó un golpe bajo en su orgullo de mujer, tanto que sacó un suspiro de ofensa.

— Escucha mocosa infernal, en primera... que tenga un cuerpo atlético y libre de grasa no significa que no tenga mis buenas curvas... Y en segunda, si sigues faltandome el respeto tú no llegarás entera para ver los Backyardigans y tendrás que conformarte con verlo en un hospital. —amenazó ella.

— ¿Buenas curvas? Más bien buenas tardes... Un cuerpo atractivo es más voluptuoso, pero tú estás tan delgada que una ventisca te lleva hasta China.

— Es grasa innecesaria para saltar ¿sabes? Una vez que subes de peso es demasiada masa para rotar, te hace más lenta y... —paró en ese instante... ¿Por qué ese giro de tema?

En ese momento sus palabras eran una copia digna de lo que su madre solía gritarle...

— ¿Ése es tu secreto, hermana? ¿Morir de hambre para saltar bien? —se burló la pequeña, pensando en ello como una broma.

Pero ella no dijo nada sólo se quedó viendo el camino frente a ella, al parecer con una mirada perdida, sintiendo un vacío en su estómago. Con horrible sabor a sal de la fritura y en su mente se regañó por no haber corroborado el contenido calorico de esa bolsa... ¿Cuantas calorias tenía eso? Han pasado dos minutos desde que ingirió, tenía todavia veinte minutos como máximo para vomitarlo más tarde antes de que se digieran esas calorías... Calorías...

— ¿Y el tuyo es engordar para dañar la pista para la competencia? —dijo entre risas la chica, sonriendo con victoria como había engañado a su hermana. Estuvo a punto de perderse en el pensamiento y lo gris de la calle.

— ¡Idiota! Me habías espan... ¡Oye! —Tras lo dicho golpeó a la mayor en su hombro, haciendo que riera más.— No estoy gorda. —refutó ella haciendo parar la risa de su hermana sólo para que al terminar estallara en risas otra vez mientras decía "Sí, claro, lo que tú digas." Pero su hermana ha estado muy extraña desde que la vió en la tarde.— ¿Estás en drogas o qué?

— Si pudiera estar en drogas ya me hubiera muerto de una sobredosis. —Dijo burlonamente mientras el sonido de las intermitentes le daba caravana a su frase y daba vuelta en una calle que le daba la confianza de no tener semáforos mientras buscaba con la mirada algún restaurante familiar a su vista. La muchacha rió por su propio cometario y lo terminó con sorna.— Te lo aseguro.

Pero un escalofrío le recorrio cuando Vera dejó de reír y dejó de hablar, sólo le caló hasta la médula al ver el rostro serio y herido de la pequeña que le miraba, así comprendió que esa broma no fue de su gusto sino todo lo contrario.

— Lo siento. —Recordó que Vera jamás le encontría gracia ese comentario y menos proviniendo de ella, no cuando ella por carne propia había experimentado que sus palabras podrían ser más serias de lo que aparentaban. Ese humor que tenía solía tocar zonas sensibles sin importarle un pepino quién las escuchaba, y eso la incomodaba.— No lo dije con esa intención. —Era incómodo como no decía nada, como la miraba como si con ello pudiera ver sus intenciones verdaderas.

Nuevamente los temblores querían asaltarla y sus ojos comenzaban a picar, sus pulmones jalaban aire como si lo llevaran en la espalda por una montaña muy empinada y rocosa —torpe y pesada— lo que hizo botar en ella una alarma, lo que más le asustaba al salir de casa era precisamente lo que estaba ocurriendo con ella, un ataque mientras conducía. Sus manos se tornaron sudorosas en un santiamén.

— Mamá llamó, seguramente para saber si te llevaré a comer a casa. — Cambió de tema, estacionándose en cualquier lugar que estuviera disponible para poder revisar su celular y marcar el número de la señora.— Le diré que te llevo en un momento.

Soltó el volante como si estuviera al rojo vivo y apagó el vehículo apenas estuvo bien situada, el pavor que le daba sostener el control de la camioneta en ése estado se debía a que había un pasajero más a bordo. No podía simplemente subir el volumen de la radio y cantar mientras intentaba respirar como desesperada. Detestaba pensar que había miradas sobre ella mientras colapsaba de la nada, seguramente esperando el momento para preguntarle que le pasaba en sus momentos más urgidos para exactamente no pensar por qué pasaba eso.

Era momento de respirar hondo y esperar que su tono sonara tan trémolo como se encontraba ella misma. Sólo tenía que concentrarse en que la radio no llegó a apagarse junto a la camioneta y seguir el ritmo de la canción.

Presionó el símbolo de Marcar en su pantalla, escuchando el pitido del marcador, como los nervios y arrepentimiento venían por haber dado esa respuesta a Velly pero de nuevo alguien contestaba por ella sin ser de su consciencia el comentario.

— ¿Bueno? —Sonó aquella voz detrás de la línea, sin ningún interés en recalcar lo mucho que la llamó, pero tampoco a ella le importaba las reglas básicas de una llamada y preguntar por su bienestar.

— Hola mamá. ¿Por qué llamaste? — bajó el volumen del estéreo para poder escucharle con mejor claridad, tambien para que Vera escuchara la conversación.— Ya vamos en camino.

— ¿En dónde están? —preguntó con seriedad y Velly al escuchar ese timbre tan peculiar en su voz le dio señas a la mayor para que mintiera «Vaya, de una vez haste profesional» Y le dijera que seguramente no podía regresar.

Ni siquiera me asombra que no quiera volver.

— Voy prendiendo el auto, hubo una junta de último minuto. —Hice una mueca de frustración a Vera, sabía que podía sacar ventaja de nuestro pequeño incidente segundos antes y aprovechó para hacerme mentir, lo sabía por su sonrisa asintiendo a cada letra de la mentirota que iba a contar.— Como el aniversario de la pista se viene estaban dando las indicaciones de que el horario se movera de manera que ese día esté despejado además de que me invitaron. —Dije eso aprovechando que estaba ignorando la mayoria de lo que estaba diciendo y al menos le podía echar en cara que si le comentan que fui invitada sí lo mencioné.—Velly pasará por hoy a la primera racha de la tarde así que la llevaré a comer y te la regresaré a las 6.

— No voy a poder estar. —Contestó con éste tono que al parecer estabamos de acuerdo cuando hablabamos, uno sin verdadero interés de la mierda que sale por la boca antes de soltar la bomba, ella ya había soltado la suya.— De hecho me voy en media hora a una reunión y quería decirte que canceles la sesión de Vera, pero viendo que ya te adelantaste... —Rodó los ojos por el hartazgo que le provocó su comentario, siempre tenía la culpa de estas situaciones, y aunque de verdad esta vez fuera su plan le hartaba que si fuera una situación real su actitud no hubiera cambiado.— La dejaré que se quede contigo, no regresaré hasta mañana. Y te lo advierto...—Aquí venía la bomba gorda.— Si haces otra estupidez la pagaras por tu cuenta. Vera está a tu cuidado así que comportate como una adulta.

Una mueca volvió expanderse en su rostro, ¿Ya había dicho que se arrepentía de eso? Porque ahora todo era más molesto que nunca. Se arrepentía de haber fallado.

— No te preocupes mami. —Suspiré tratando de recordar respirar, no podía gritarle, no podía volver a explotar si quería seguir la fiesta en paz con ella, porque aunque no lo parezca me pondría mal no poder hablar con mamá.— Cumpliré mi promesa.

Terminó la llamada pues no había sentido en comentar nada más después de esos tres segundos que no se dijo nada, oh dulces llamadas familiares, son como una cálida acogida al corazón.

— ¿Podemos comer en WcDonalds? —De inmediato Velly se emocionó apenas terminada la llamada.

No la dejaría seguir en éste juego de "Me lastimaste, págalo" porque sé muy bien porque quiere ir a un lugar de comida grasosa y juguetes.

—No. —volví a emprender marcha y me fijé de entrar a la calle otra vez sin causar ningún accidente.— Fue suficiente con mentir como para que ahora pienses que te compraré comida todavía.

— Regresó la amargada (T/N) —subió el volumen de la radio mientras sonaba una canción de Zivet. — No soy anorexica como tú porque yo sí quiero comer.— Ya voluntariamente me reía de su comentario, dolía pero no podía dar más preocupaciones a Vera ¡Era una niña por el amor de Dios! Se supone que no debería darselas. — El examen de peso será dentro de un mes.

— Comeremos pero en la casa ¿De acuerdo? —los ojos zarcos de la pequeña la querían perforar desde ya hace un tiempo pero no habían discusiones, no comerían en un lugar público hoy ni de broma.— Podemos pedir pizza para cenar como mucho, ¿De acuerdo?

— ¿Entonces vas a cocinar? —exclamó entre asombrada e incrédula la menor, pues no reconocía que su hermana pudiera hervir huevo sin que se pasara de tiempo ahora menos se hacía la idea de comer una comida preparada por ella.

— Por si no lo sabes, yo sé bien cómo cocinar. —le dedicó una sonrisa airosa mientras emprendía marcha nuevamente y se incorporaba a la ruta que ya sabía de memoria.— Tú nómbralo y yo lo cocinaré.

— Quiero una hamburguesa de carne doble marinada a la BBQ con aros de cebolla fritos y papas fritas con mucho queso derretido. —lo dijo mientras hacía un puchero y agudizaba su voz al acelerar el ritmo de sus palabras, reprochando aún sus ganas de ir a WcDonalds. Sonriendo ella ahora al ver como (T/N) rodaba sus ojos.

— Te haré una hamburguesa de pechuga de pollo asada con ensalada de jamón y especias y agua de naranja. —maniobró el volante de su camioneta mientras entraba a una carretera principal para evitar cruzar el centro que probablemente estaba congestionado de tráfico a éstas horas mientras enlistaba en su mente los ingredientes que podía usar para alimentar al odioso oso que tenía por hermana.

Manejar era muy efectivo para calmarla, no sabía porqué pero creía firmemente que había formado un vínculo especial con su camioneta apenas la vio en el estacionamiento de la casa suntuosa en la que se realizó aquel evento especial. Fue como amor a primera vista. Manejar la hacía relajarse de una manera que la hacía perderse de su mundo de preocupaciones, sólo estaban Zivet, su preciosa camioneta y ella. Tanta tranquilidad le hacía sólo concentrarse en la calle y los carros, y con el tiempo dejó de atender lo que fuera que Velly estuviera hablando.

El viaje hubiera sido más placentero si eliminara el hecho de que alguien hablaba hasta por las orejas a su costado y que el día era una reverenda defecación. Ni siquiera manejar le calmaba esas ganas atoradas de continuar su llanto. Era casi un hecho que esa camioneta tuviera superpoderes, porque nada en su conocimiento podía explicar cómo seguía aguantando la tortura de resisterse y aún más conduciendo.

De todas maneras el día apenas iba a llegar a la mitad y tenía una larga cadena de torturas que soportar a lo largo del día gracias a su hermana pequeña. La fiel compañera a sus espaldas sonreía ante ello, invisible pero devorándole la nuca con su intensidad.

Y así llegaron al edificio sin mayor conflicto, sacaron la maleta de ropa que Velly confesó haber ya preparado para quedarse pero ya no quiso replicar, de hecho le alegraba en cierta forma que Velly no tuviera que ir a esas reuniones, que en realidad eran seguidas de fiestas pesadas hasta las cinco de la mañana y no era un ambiente precisamente agradable. Le enojaba el hecho que su madre ahora decidiera exponer a Vera también en esos convites.



꧁º•º꧂

Una gota de sudor gruesa le acariciaba su mejilla, era como si la mano del horror tocara su rostro y describriera que no era delgado y huesudo, sus caricias eran húmedas que con sólo un toque ya tenía los lazos del corazón palpitante para tirar de ellos cual titiritero experimentado con la sonrisa más grande y espeluznante que podría decorarle en ese momento, una mano gorda y asquerosa. Empujaba y comprimía su pecho con una diversión aberrante, cómo una válvula que no trabaja, presiona contra ella como si con eso el aire se exprimiera de su ser y sus jadeos desesperados por rescatar un poco de oxígeno que le robaba con violencia eran como sus carcajadas. Era un profesional. Sabía perfectamente cómo hacer que su pulso sintiera explotar en sus oidos. Se relamía los labios viendo el vacío en su estómago y su rostro doloroso en reacción a la obra de arte dentro de su ser. Reía al ver que no podía correr, porque la había hecho perder las piernas por un momento.

La mejor parte es que toda ésta agonia la alarmaba al sentirse al borde de la muerte; darle una probada de lo que sería estar a un respiro de abandonar éste mundo, para después quitárselo de las manos, como quitarle un dulce a un bebé o agua al sediento. Y que con la mirada, viera como se escurría también en los que la rodeaban.

Se escurría en los toques de la puerta del baño, se escurría en la voz tras la puerta:
— ¿Qué te pasó?

No podía pensar, no quería responder. Todo temblaba y palpitaba dentro de su ser, y el dolor sólo apuntaba a terminar de una manera.

Lamentablemente su plan de contener el vomito con las palmas de sus manos para que no provocara ningún ruido al caer al agua del escusado no dió resultado. Su verdugo tiraba de una soga gruesa y suave alrededor de su cuello, no con la intención de asfixiar para matar sino para continuar con la tortura del momento. Aquella opresión en su garganta le provocó repetidamente un impulso de vomitar, dejando sin respuesta legible a la pregunta y su remitente por un buen lapso de tiempo.
Ya no importaba, Vera delató que la estaba escuchando del otro lado, no tenía caso seguirse provocando asco con el líquido semi viscoso siendo contenido entre sus palmas para ser liberado silenciosamente entre el líquido maloliente dento de la taza.

El edor era repugnante, las punzadas en su cabeza eran repugnantes, su pulso explotando de lo descarrilado que estaba su corazón era repugnante, el hecho de que apenas eran las cuatro de la madrugada era repugnante, el hecho de que Vera estuviera del otro lado de la puerta era aterrador.

No tocaba para nada su sorpresa que un ataque de pánico se presentara ése día y menos viendo que su insomnio se había extendido bastante. Por más que la niña la mandara de  nuevo a la cama para que intentara conciliar el sueño, no podía dejar sus párpados caidos por mucho tiempo. Todo era culpa de ésa estupida llamada.

Un calor abundó su cuerpo inmediatamente después de quedarse acostada, inmóvil e indefensa, y temió por lo peor. Millones de ruidos pasaban por su cabeza, tantas voces que parecían gritarle le impedían concentrarse en su respiración y evidar la situación, hacía tanto ruido que empezaban a rayar su paciencia y su cordura, todo el esfuerzo de la semana se había directo por el caño junto a pasta vertida en el inodoro.

Su cabeza y garganta dolían como el demonio y sólo quería tirarse a llorar en el piso frío de su baño, ya no le quedaba nada para no derrumbarse en su punto. Una semana exitosa de no tener ningún tipo de ataque de pánico fue demasiado buena para ser real, ahora tenía que arrancar del calendario nuevamente la esperanza de seguir contando más. Y así lo hizo, se puso a llorar.

— ¿Por qué no me muero de una vez?
Sollozaba recargada en los bordes blancos del retrete, temblando en su lugar, con la espalda ahora fría debido a que el calor llameante de su sudor que la bañó desapareció.
— Cómo odio ésto, odio ésto. ¡Lo odio! —espetó con rabia.
La misma rabia rasposa que poseía su garganta irritada con el sabor intenso del ajo por toda su cabidad bucal, quería consumirse en ese ardor.

En menos de lo que toma un segundo correr, otra zancada de vomito le arrebató los quejidos de la boca y se dispuso a vaciar enteramente su estómago. Era difícil luchar por respirar cuando en el único conducto que le quedaba para poder hacerlo estaba ocupado desechando con fuerza lo que hubiera quedado de la cena.

La fuerza con la que se purgaba le hacía soltar más lágrimas, contraía tanto su rostro que la cabeza no le paraba de doler, todo su pecho dolía de igual manera. El dolor de hoy tenía sabor a pollo.

— ¿Estás bien? Hermanita. —el tono asustadizo que escuchaba la traía nuevamente a todos sus sentidos.

Se sintió un poco mareada al terminar su acción. Por los ruidos de su estómago supo que ya no había nada qué sacar, y sin respirar —por la obstrucción de su nariz— cerró por fin la tapa de la taza y bajó la palanca para deshacerse de esos residuos. Se lavó las manos, aún sin atreverse a usar su nariz, y prosiguió a lavarse la cara y nariz. El reflejo en el espejo era horrible, no quería miralo lo suficiente para describir su asquerosidad en detalle.

— Ya estoy mejor. —contestó con voz agria, casi asfixiándose debido a la irritación de su garganta, a la pregunta de la existencia tras la puerta y escuchó de nueva cuenta como el pomo intentaba ser girado.— Sólo dame un momento.— la laseración no le permitió pronunciar más.

Se cepilló la boca a profundidad como pudo, con el pecho aún conmocionado por sus sollozos, y trató de regular su respiración mientras abría la pequeña puerta que tenía la habitación para dejar pasar un poco de aire fresco. La tranquilidad volvió a ella.

No sólo su record de evadir ataques de pánico se había esfumado, también la posibilidad de que esto siguiera siendo un secreto también se fue. Ya con eso no había manera de mentirle a la chica y decirle que "está bien". Terminó exponiéndose de la peor manera. El dolor de la taquicardia aún prevalecía. Carajo, su cabeza quería explotar.

— Primero que nada, ni una palabra de ésto a mamá. —abrió por fin la puerta del baño y encaró a la menor con una expresión seria.— Segundo, fue completamente normal, seguramente la pizza me cayó pesada.

Cerró la puerta tras de sí y se encaminó a la habitación por el estrecho corredor  con Vera siguiéndole el paso sin demora ni comentario. Tal vez entre todo lo que le había expresado en su rostro aún había mucho cansancio en ella. (T/N) abrió completamente la entrada a la recámara principal esperando a que Vera pasara para cruzar el umbral.

—Tercero, es hora de dormir.

Sin más, salió de la habitación. Velly podía escuchar cómo los pasos de la joven se dirigian a la izquierda y se detenían en un lugar. El sonido de la madera rechinante invadió el silencio para despedirse con portazo que provenía de la misma madera. No era la mejor canción de cuna, pero Vera se durmió entre los demás sonidos entre la cocina y el pasillo.

El cansancio estaba venciendo al susto de minutos atrás. Se durmió con la última calada de aire profunda, más como un suspiro. No pudo escuchar muy bien de qué se trató esa llamada horas atrás, pero por esa reacción catastrófica supo que la reunión del hoy no fue precisamente social. Le preocupaba que la discusión de hace años se repitiera.

Si es así, si es lo que pensaba entonces (T/N) estaba más que perdida.

𝐷𝑎𝑛𝑖𝑒𝑙𝑙𝑒

Perdón por la demora! Éste borrador tiene como 3 meses en procesos de escritura. Originalmente era más largo, casi rozaba las 9'500 palabras XD

La verdad no me decidía cómo sería el capítulo y los problemas que trata, me obsesioné con cada párrafo y escribiéndolo recordé que tenía que llevarlo con calma y no pensé demas las cosas XD

Well, ya era tiempo de actualización. Perdí las notas que construían la historia y ese fue mi mayor retroceso. Pero ahora estoy lista para continuar! No sé qué más decir, sólo espero que les haya gustado. ^^

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