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02| Ladrones De Miradas

¿Qué fue lo que impulsó nuestras carreras? ¿Qué fue lo que pasó con nosotros? ¿Qué pasó para que ahora ya no pueda estar a su lado?

Todo eso tiene una sola respuesta, una pequeña historia.

Retrospectiva.

8 años atrás.

Era invierno, y en el mundo del patinaje artístico era la ya tan conocida temporada alta. Las grandes competiciones tenían su lugar en todo el mundo, albergando nuevas estrellas y creando leyendas, los reyes y reinas sin corona y siempre en busca del nuevo mejor en las listas.

Pero no sólo para seniors y juniors, era cierto que la etapa senior era la más llamativa y conocida pero igual la etapa Junior era emocionante más que otros años, sin embargo; un niño pequeño aún no puede entrar a los juniors sin importar cuanto potencial tenga, los más pequeños esperan.

Y Maria Buyanova quería cambiar eso, quería mostrarle a toda Rusia que incluso los niños podían brillar en el hielo.

¿Por qué lo sabía? No fue por visitar todas escuelas de preparación para Juniors ni campamentos sino porque lo vio ella misma en las pistas públicas.

¿Cómo se convenció de ello? Porque vio el potencial de aquellos menores sobre el hielo cada invierno. Un ejemplo claro fue el de hace unos días en Moscú.

Paseaba la mujer por un parque cerca del centro comercial y una escuela primaria, rendida de buscar una pista base para su escuela y enseñanzas, y decidió contemplar la pista natural del lago congelado y ver si podría encontrar un nuevo talento y acoger lo a su grupo de nacientes estrellas.

Contemplaba mujeres caer y niños llorar y reír, a adolescentes intentando impresionarla con trucos de vez en cuando fallidos pero no había rastro de su futuro integrante. Y tampoco tenía intenciones de seguir visitando los clubes y pistas, ya que ninguna acogería a una entrenadora nueva del circuito.

Pocas eran las palomas que habían en el lugar, cualquier ave en particular, y aún así asumió que el señor que tomó asiento a su lado seguramente fue a ese parque a lo que suelen ir los ancianos, a alimentar a las avecillas.

Suspiró con pesadez, tal vez todo era una pérdida de tiempo, ni un nuevo alumno ni nueva base en Moscú, ahora tendría que conformarse con la oferta en Volsk y mudar a sus estudiantes. Su cabeza estaba echa un lio.

— ¡Yuratcka! ¡_______! — gritó de repente el señor a su lado llamando la atención de Masha. — ¡Tengan más cuidado! Eso fue peligroso, estos niños. — después de gritar murmuró para él mismo, aunque ella le escuchó.

Y por su naturaleza curiosa volteó a mirar a dónde el señor de gorro a su lado miraba con preocupación, y se llevó una sorpresa.
Abrió sus ojos en sorpresa al ver a dos pequeños niños danzar sobre el hielo con tal destreza de un Junior, la chica era un poco más alta pero la sincronización de ambos era asombrosa y tenía una excelente postura y ritmo, pero lo que de verdad le dejó con la boca abierta fue como ambos hicieron excelente un combo de piruetas y terminaban en una excelente pose además del carisma en todos sus gestos.

Ella no recordaba estar en una escuela de patinaje oficial o en algún curso avanzado, ni mucho menos que hubiera música con la cuál esos niños patinaran.

— ¡¿Son sus niños?! — preguntó emocionada la mujer rubia al señor, apuntando a la hermosa niña de cabellos (c/d/p) y al chico de ojos verdosos.

— ¿Eh? — desvío su atención hacia ella, en su rostro estaba plasmada la duda.

— ¡¿Son sus niños?! ¡De verdad son talentosos! ¡Vaya sorpresa, quiero conocerlos! — le dijo con velocidad. Al fin había encontrado lo que buscaba, no era uno, sino una pareja de niños con talento.

— Disculpe, ¿Quién es usted?

— Ay, perdón por no haberme presentado. — Se disculpó al ver lo repentina que fue al hablar. — Soy Maria Arkadievna Buyanova, entrenadora de patinaje artístico, certificada por la Federación Rusa y quiero conocer a ellos dos. — ofreció su mano en forma de saludo y cortesía. — Son el talento que estoy buscando.

Nikolai, el señor, se sorprendió al escuchar que era entrenadora. Pensando en lo que los chicos comentaban hace unos días sobre entrenar en una escuela y ser patinadores.

Ella espero una respuesta de él, en cambio notó que ambos infantes se dirigían a su lugar, llamando al señor por "abuelo"

— ¿Quién es la vieja bruja? — habló primero el chico de hebras doradas, apuntando a la señora.

— ¡Yuri! — le regañó su abuelo apretando sus puños en molestia.

— ¡Hola chiquitín! — su tono se volvió más animado al hablarle tratando de ignorar las palabras del chico, a lo que el niño contestó con un gesto de molestia. — Yo soy Masha y quiero entrenarte.

Yuri se sonrojó por la sorpresa y sus ojos brillaron de emoción, las palabras que la mujer desconocida le dijo sólo significaban una cosa : Su sueño se haría realidad.

— ¡¿Usted va a entrenar a Yuratchka?! — ahora fue la chica quien le respondió, con sus ojos (c/d/o) gatunos abiertos de par en par. — ¡Eso es genial Yuri!

— No sólo a él, también quiero entrenarte a ti, a ambos. — le sonrió ella con dulzura.

— ¡¿En serio?! — gritaron ambos al mismo tiempo, sus sonrisas tan grandes mostrando todos sus dientes y ojos brillantes por el reflejo de sus lágrimas de felicidad.

— ¡Sí! Ambos son la pareja que he estado buscando para mi equipo. ¡Un verdadero descubrimiento! — les tomó de los hombros dando un rápido abrazo. — ¡Son una nueva joya para el Ice Dance Junior! ¡Lo mejor que he visto!

Pero el abuelo de Yuri se detuvo en las palabras de la mujer. ¿Acaso dijo juniors?

— Disculpe. — tocó su hombro delicadamente, llamando su atención, haciendo que ella se separase por un momento. — Sólo que hay un problema, bueno más bien dos. — trataba de explicarle apenado.

— ¿Cuál problema? — Masha se extrañó de ello pues no se veía alguna clase de inconveniente en su rostro cuando mencionó que ella los entrenaría.

— Ellos aún no son Junior, son muy jóvenes. Mire... Él es más joven con 7 años y ella con 9 años de edad. — con sus manos tomó a los pequeños y los colocó a cada uno de su lado, señalando a cada uno con su brazo. — Hemos intentado que las escuelas los califiquen como juniors pero ninguna los acepta, el requisito es tener al menos 11 años, lo más lejos que han llegado es un entrenamiento especial con Plushenko. — miró como la cara de la mujer empezaba a abandonar aquella emoción inicial. — Y el otro problema es...

Dirigió su mirada a la pequeña niña, encontrándose que ella agachaba su rostro sabiendo lo que significaba esa pausa, sin querer, haciendo que bajara su nube de alegría y regresara a la realidad. Su realidad.

— No tengo la autoridad para decidir por ella, de Yuri soy su abuelo y su tutor pero de ella... — se formaba en su garganta un doloroso nudo al recordar las duras palabras que le habían dicho los padres a la pequeña. — Ella es una amiga de Yuratchka, y viene a la pista a escondidas de su familia, verá... Es complicado.

La mujer se dio cuenta que la pequeña temblaba, y tomaba con fuerza su bufanda, tan fuerte que el apretón llegó a sus oídos, la respiración de la pequeña era más lenta. Miró al hombre y vio tristeza en sus ojos al verla.
Ella suspiró decepcionada, creía haber encontrado unas verdaderas joyas, talento crudo, pero parecía olvidar que hoy no era su día.

— Yo... Lo siento, pero podría encontrar una manera de hacer que entren a la clasificación pero no está en mi poder, además si no puede la pequeña... — trataba y trataba de buscar una forma de solucionar ésto en su cabeza pero era imposible.

Y así entre ellos se formó un silencio incómodo, cada quien pensando.

— ¡No tiene porque detenerse! — el grito de _________ rompió aquel tortuoso silencio, y todos se sorprendieron pues ella no solía gritar. — ¡No necesita entrenarme a mi también! ¡Yuri tiene mucho talento y no quiero que por mi culpa no lo haga! ¡Él es asombroso y puede hacerlo sin mí! ¡¡Pueden hacerlo sin mí!!

No sólo el corazón de Yuri sino que el de todos los presentes se estrujó con sus palabras, veían cómo la niña lloraba mientras pedía que no pararan el sueño de su mejor amigo por su culpa.

— ¡Idiota! ¿Qué no escuchaste? — le habló el pequeño rubio a la chica de ojos llorosos. — No es tu culpa, ellos lo dijeron, no tenemos la edad de entrenar aún.

— ¡Pero Yura! — con voz más aguda le replicó la niña, tratando de limpiar sus lágrimas con sus pequeñas manos.
— No se preocupen, niños. — Masha intentó interrumpir su pequeña discusión. — Yo de verdad, ¡de verdad quiero entrenarlos! Y estoy dispuesta a mover cielo, mar y tierra para que ustedes puedan ser mis alumnos, a ambos. Y mi oferta seguirá en pie el tiempo que ustedes quieran y...

La mujer volvió a su antigua expresión que cuando los vio por primera vez, viendo que con el tiempo se solucionaría, hablando con ánimo a los niños. O bueno eso fue hasta que ella fue interrumpida por un grito, uno algo alejado, no lo ignoró como lo hacía, éste le llamó la atención, porque al escucharlo todos, el semblante de la niña cambió a uno asustado, realmente asustado.

— ¡¡__________, ¿Qué haces aquí?!! — una mujer robó la mirada de todos por tremendo grito, su mirada furiosa y respiración agitada también haría dar un respingo a cualquiera. Caminaba con la mirada fija en la niña junto a Nikolai, destilaba ira pura al ver cómo la niña de un salto salió del hielo y rápidamente se despojaba de sus patines blancos, más bien un poco gastados y grises. — ¡¿A dónde vas?!

Ella bajaba casi corriendo de las escaleras que separaban la entrada de la pista, que también fungian como buenos miradores, su pelo negro se movía igual de rápido contra el viento, apartando a las personas bruscamente y chocando con ellas debido a que sus ojos feroces no apartaban la vista de la niña.

Mientras tanto la niña se apuraba a lo que daban sus frías manos para desatar sus cordones, pero al intentar quitárselos su dedo presuroso se resbaló por la cuchilla y le cortó su suave piel, sacando sangre carmesí de ella.

No hay tiempo para eso.

Se puso sus botas en la misma velocidad, sin importar las palabras de sus acompañantes, su respiración igual se volvió agitada hasta el punto de detener el aliento, su corazón latía agresivamente que el latido inundaba a sus oídos, y si antes sus ojos ardían, ahora las lágrimas los quemaban al igual que sus rosadas mejillas, sus movimientos eran torpes por la desesperación así que las botas se doblaban cuando intentaba meter sus pies.

Levantó la mirada sólo para saber cuánto tiempo tenía para correr y lo que sus ojos capturaron le hicieron incrementar el miedo en su ser. La ira hecha mujer estaba a unos metros de llegar a su lugar.

Dejó sin abrochar sus zapatos y de inmediato corrió en dirección hacía la otra salida del lugar, su pecho subía y bajaba tan rápido que soltaba quejidos por la falta de aliento.

No llegó muy lejos, más bien ni más de 5 metros hasta que sintió como un fuerte tirón le hizo doler la cabeza, haciendo detener a la pequeña en el instante, le habían tirado del pelo.

Eso hizo que sostuviera la cabeza con su mano sangrante, no fue su mejor movimiento pues la señora que tiró con fuerza de él, soltó el mechón de cabello y tomó su mano, apretando la herida sin notar, haciendo sollozar y gimotear a la menor.

Pero la mirada de la mujer se mantuvo fría y enojada.

— ¡¿Cuántas veces te he dicho sobre salir?! ¡¿Eh, mocosa?! ¡¿Te tengo que repetir que tienes prohibido venir a patinar?! — agitó todo su cuerpo con sólo mover y tirar de su brazo, arrastrandola hasta las escaleras.

La mirada de Maria estaba fija en el ser pequeño asustado, mirando con desdén y desconcierto a la mujer que tiraba de la niña y Nikolai al igual que Yuri temblaban, como siempre sucedía, miraban con la impotencia de no poder hacer nada. Y cuando la furiosa señora pasó entre ellos, miró con desdén al señor y al chico, y ver fríamente a Masha. Arrastrando a _______.

— ¡Vámonos! ¡Y verás lo que te voy a hacer por desobedecerme! — jalaba y tiraba de la niña, odiaba que siempre hiciera eso, tratar de romper sus reglas, ya estaba cansada y tenía que parar eso.

— ¡Me duele madre! ¡Duele mucho! ¡Me aprieta muy fuerte! — mientras la niña empujaba el brazo de su madre y buscaba liberarse y no ser arrestada. — ¡No quiero irme! ¡No!

Esos y más gritos hacían que aquella escena tuviera toda la atención de la gente, eso hizo endurecer más a la pelinegra, la vergüenza de esa escena, realmente le daría su merecido a la niña.

— ¡Yuri! ¡Yuri! ¡Ayuda! — y cómo si fueran palabras mágicas, el chico empezó a correr tras ellas.

La mujer se dio cuenta y lo que la emoción del momento del hizo hacer fue lo que sólo hacía en privado cuando su hija le hacía perder los estribos, le dio una fuerte cachetada y terminó de arrastrar a ________ dentro del coche por el que entró. Mirando atrás y dándole a Yuri una mirada que sólo le deseaba la muerte.

...................

Le odio. — habló por fin mientras sobaba la parte roja de su cara, mirando con odio a su madre.

— No me importa, _______. ¿Quién te dijo que podías salir para empezar?

— Se supone que puedo salir a jugar cómo todos los niños, salir a patinar, o aunque sea tomar aire fresco. — dijo lo primero muy temerosa, sabiendo de fondo la respuesta.

— ¿No entiendes acaso? Te lo repetiré si es así, ¡tú no eres normal, nunca vas a ser normal!, eres mi hija, no eres cómo los demás.

— ¡No tiene nada de malo salir con un amigo! ¡No tiene nada de malo tener un amigo! — soltó a llorar otra vez.

— ¡Claro que lo tiene! ¡¿Sabes que dirían si se enteran?! ¡¿Qué ejemplo le das a Vera?!

— ¡Ya basta madre! ¡Usted es la que no entiende! ¡No tengo ninguna deformidad en mi cuerpo o discapacitada estoy! ¡No tengo algo que se vea para que te avergüence!

— ¡Vas a arruinar nuestra reputación! ¿Sabes que dirían de nosotros si se enteraran de tu defecto? Seria una mancha en nuestra fama.

— ¡Ya me cansé de fingir ser normal! ¡Ya me cansé de ésta familia! — y así ella terminó de explotar.

Su madre la volvió a abofetear.

— ¡No seas ridícula! ¡Eres mi hija y tienes el maldito honor de que la última corte real nos haya otorgado ser de las últimas familias de realeza! ¡Tu no naciste para ser normal! ¡Tu eres de la aristocracia y debes estar agradecida!

— ¡Usted y mi maldito padre siempre planean mi vida! ¡Ya no estamos en la época de los zares, madre!

— ¿Quieres liberarte de la carga para la que naciste? Cualquiera en Rusia mataría por ser descendiente de la realeza, de ser cómo tú, mal agradecida.

— ¡Sólo quiero llevar una vida normal!

— ¡Eso no es para ti! ¡Eres la primogénita de la familia, serás la cabeza de ella y el modelo de ideal para Vera!

— ¿Y qué hay de lo que quiero yo? ¿Dónde estoy de acuerdo?

— Déjate de eso, tienes una sola meta: ser la hija perfecta, la imagen ideal, estudiosa como ninguna y... — por fin cruzó miradas con ella. — Casarte con el mejor heredero de una familia rica, así funciona, así es, y así siempre será.
El silencio se hizo presente, junto con el suspiro del chófer.

— A menos que quieras que Velly, tu hermanita, cargue con todo ésto. Ella puede tomar tu lugar si así lo quieres.

Y eso mandó escalofríos a su espalda, no, a todo su cuerpo, ¿cómo podría hacerle algo así a Velly?

— Bien, entonces volverás a tus clases de violín y te reunirás en la biblioteca con Marien para tus clases de francés.
Pero mencionado aquella, no hubo respuesta.

— ¿Entendido? — con voz severa, esperó que ella le contestara.

— Entendido, madre.

— Por cierto, no creas que te has librado del castigo. No más vacaciones aquí para que escapes a desperdiciar tu talento. — habló mirando a la ventana, escuchando un susurro de parte de ella "No pierdo el tiempo, es mi sueño" — Y ya que tienes demasiado tiempo libre, pasarás los siguientes días en la casa de tu abuela Dolly.

— Entendido.

— Y no más patinaje.

Silencio de nuevo, arrugó sus cejas en molestia y apretó fuerte sus manos hasta que sus nudillos se volvieron blancos, más bien ambas lo hicieron, cual espejo.

— No te escuché.

— Entendido madre.














Hola de nuevo.
Tranquilas, ya tengo todo planeado, intentaré actualizar al mismo tiempo.

Emm tal vez no les importe pero si ven un poco de angst es porque no me siento muy bien emocionalmente, me siento una mierda y por ahora ando muy sad.

Pero gracias por leer, y si te ha gustado regalame un voto, me ayuda muchísimo.

Danielle.

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