74. Atrévete a gritar.
—¿Qué pasa, Dev? No has comido nada —Colby me interrogó.
—Yo... no tengo hambre —corrí el plato lejos de mi alcance.
—Has estado rara desde que llegué de las compras, me asustas —acercó su silla a mi—. ¿Viste un fantasma?
—Algo así.
—Cuéntame.
—Si lo hago tendrán que matarte —susurré y lo abracé, por suerte no me escuchó—. Solo abrázame por favor, como si fuese la última vez que podamos hacerlo. No me pidas explicaciones, solo hazlo.
Colby me hizo caso y me apretó con fuerza a su pecho, sus manos apretaban de mi, aferrándose a mi carne. Casi me dejaba sin respiración pero ni siquiera eso me importaba ahora, tenía miedo y él no podía notarlo..
—Sostén mi cuerpo y besa mi alma atormentada... —susurré pero no me escuchó, como siempre. En cambio, me cargó en sus brazos y me llevó a la habitación, limpió la cama por si se encontraba algún bicho antes de recargarme ahí y después me acomodó a un lado—. ¿Me vas a hacer tomar una siesta?
—Estás algo alterada —acomodó las almohadas.
—Solo quiero que estés conmigo y no te alejes —lo jalé de la camiseta cuando intentó levantarse de la cama.
—Descuida, todo va a estar bien. Estaré en la sala viendo algo de televisión —me guiñó un ojo.
Lo solté nerviosa, lo vi salir y me cubrí con las mantas hasta la cabeza. Con un loco en casa todo podía pasar, podía entrar y cerrar la puerta por dentro para que Colby no pudiese entrar. Abusar de mi tan fácil y sencillo como quitarle una paleta a un niño.
Recé el padre nuestro cinco veces y recién el sueño se hizo presente en mi organismo.
Cuando desperté otra vez, todo estaba oscuro y la puerta estaba abierta. Me levanté a pasos lentos y salí de la habitación, Colby se encontraba en el sofa viendo la pantalla de la televisión. Me vio y me hizo un gesto para que me acercara, le hice caso y me senté en sus piernas de costado.
—¿Cómo te sientes?
—Mejor —mentí.
—Necesitabas una siesta, eso era todo.
—Tenías razón —sonreí—. Pero ahora no tengo sueño y no tengo nada que hacer.
—Vamos al cuarto y vemos una película como la otra vez, ¿qué opinas?
—Está bien —me paré de sus piernas y tomé su mano para ir a la habitación otra vez. Él apagó el televisor.
Entramos a la habitación, me recosté y Colby hizo todo; encendió el televisor, buscó entre los canales una película buena y se acostó a mi lado pasando un brazo por mi cuello.
—¿Qué veremos?
—Matilda.
—Genial, adoro a Danny DeVito —me acomodé en su pecho.
Miré disimuladamente todos los rincones de la habitación, pero no vi ninguna cámara escondida o algo que se pareciese a una. Intenté relajarme con la risa de Colby en algunas partes de la película, pero no podía dejar de estar alerta.
La película fue transcurriendo y cuando menos me lo esperé, ya estaban pasando los créditos.
—¿Aún no tienes sueño? —me susurró.
—No —lo miré—. ¿Y tú?
—Tampoco.
—Entonces... deberemos cansarnos —le sonreí, rápidamente captó la idea y me dejó debajo de su cuerpo—. Me debes mi regalo, me lo prometiste.
—Te lo daré —besó mi cuello.
—¿Será especial?
—Si.
—¿Más especial que la otra noche?
—Aún más —me quitó la camiseta por los hombros—. No descansaremos hasta que amanezca.
—Suena perfecto.
Nos desvestimos mutuamente y comenzamos a hacer el amor cubiertos hasta la cabeza como todas las otras veces. No permitirá que alguna cámara nos grabara.
.
10:00 a.m.
El despertador sonó, sabía que no se trataba del mío.
—Amor, el despertador —hablé, pero no me respondió. Ni tampoco dejó de sonar—. Amor... —intenté otra vez—. ¿Colby?
Abrí los ojos pero él no estaba a mi lado como lo imaginaba, apagué el despertador confundida. Tomé la camiseta y los boxers de él que aún seguían tirados en el suelo y comencé a caminar; fui al baño pero no estaba tomando una ducha, fui a la sala pero tampoco se encontraba, fui a la cocina y lo vi preparando el desayuno.
—Me habías asustado —suspiré.
—Lo siento, quería sorprenderte —me sonrió—. Sé que no es mucho pero el intento es lo que vale.
—Todo lo que proviene de ti es mucho más para mi que cualquier otra cosa —lo abracé por la espalda y cubrí mi rostro en el—. Incluso tú eres mucho más para mi de lo que yo merezco.
—Hermosa —acarició mis manos.
—¿Iremos a la calle donde nos chocamos?
—¿Cómo lo sabes?
—Porque también quiero ir y recrear el momento exacto.
Lo solté y él se giró entregandome una taza de té, luego tomó otra con café y la llevó a sus labios. Estabamos frente a frente mirando el paraíso.
—«Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido: yo, porque tú eras lo que yo más amaba. Y tú, porque era la que más te amaba» —cité.
—¿Poética tan temprano? —levantó una ceja, asentí alejando la taza de mis labios—. Mi turno entonces.
Lo esperé.
—«...Y en una habitación llena de arte, yo todavía te quedaría mirando»
Cubrí mi rostro, me había hecho sonrojar.
—«Seduce mi mente y tendrás mi cuerpo, descubre mi alma y seré tuya para siempre» —miré esos hermosos ojos que tanto me cautivaban. Colby se tocó el pecho con un movimiento de cabeza como si hubiera muerto.
—Otra más —rogó.
—Mm... Déjame pensar —me senté sobre la mesa—. «Ven a darme un beso, pero apaga la luz antes, no vayas a ver mis sentimientos. Que no te asuste mi tristeza, aún soy capaz de querer, creo»
—¡Dios! —gritó a todo pulmón—. Como puedes saber tantas frases.
—Libros que me han hecho pensar en ti, aquellas frases se me graban sin pensar —me encogí de hombros—. Pero ya basta de romanticismo, ¿salimos un rato?
—Está bien —terminó su café y me cargó en su hombro hasta la habitación. Reí hasta que me dejó sentada en la cama.
Me miró como me cambiaba de ropa prenda por prenda, amaba cuando hacía eso. Arreglé mi cabello, me puse perfume y salimos otra vez del cuarto.
—¿Alimentaste a Charlie? —le pregunté.
—¿A mi némesis? Si, lo hice —tomó mi mano—. Aún me guarda rencor por haberlo metido en esa jaula, no sabía que era claustrofóbico.
—No lo es, eso demuestra que te odia.
—Gracias por hacérmelo saber —dijo con sarcasmo.
Cruzamos la calle cuando la luz cambio a verde para nosotros y le fui indicando los nombres de las calles, estaba muy perdido el pobre.
Llegamos a la calle y recreamos el momento en que nos chocamos, sus ojos brillaban al recordar lo que ambos habíamos dicho esa mañana, recordaba hasta el diálogo que usé. También me contó lo que le había dicho al guardia para poder librarme de tal problema en el que me veía atrapada, se sorprendía de que incluso hubiese servido como pretexto. Lo escuchaba atentamente, veía sus gestos, sus muecas y movimientos con las manos que siempre le gustaba añadir a cada relato. Sabía que sería la última vez en que pudiese escucharlo hablar tan apasionadamente de nosotros.
Cuando terminó, me invitó un helado al cual accedí. Fuimos a una heladería, compró y nos sentamos en una de las mesas fuera del local.
Seguía en silencio escuchando sus planes para después de que nos fuésemos de aquí y volviéramos a Iowa, tenía pensado cambiar, comprar algunas cosas para el hogar..
"Moriré por ti Colby...
Me niego a dejar que el mundo pierda a alguien tan maravilloso como tú."
Pensé apoyando mi cabeza en una de mis manos. Él seguía haciendo planes y yo seguía asintiendo entusiasmada.
Llegó el momento de volver a casa, enlazamos nuestros dedos otra vez y caminamos por la calle pateando una piedra como si fuese una pelota. Lo hice reír en varias ocasiones, hasta que me dijo:
—¿Por qué siento que este día ha sido demasiado bueno como para ser real? Creo que aún seguimos durmiendo.
—Deseaba consentirte como nunca.
Me dio unos cuantos cumplidos, hasta que frenó en seco y yo lo miré confundida. Se había olvidado de algo, su mirada lo decía todo.
—He olvidado comprar algo.
—Te acompaño.
—No, yo... voy y vuelvo. Sigue caminando y si no te alcanzo, nos vemos en casa.
—Está bien.
Me soltó y se fue corriendo hasta desaparecer por la calle, seguí caminando sola a pasos lentos para que me alcanzara.
—Danny, ¿estás ahí?
"Siempre lo he estado..."
—¿Nos volveremos a ver muy pronto?
"No lo sé Devie, solo Dios sabe"
Suspiré mirando mis manos, ya estaba frente a la casa. Crucé el frente y abrí la puerta, esta estaba entre abierta, miré a ambos lados, sabía que se encontraba en algún lugar de la casa pero fingí que no era así porque la verdad ya no me importaba tanto como el día de ayer.
Fui al baño y dejé correr el agua de la bañera, le daría un baño a Charlie ya que había pasado bastante tiempo de la última vez que ese felino había tocado el agua con sus patas. Dejé mi celular sobre el tanque del retrete y volví a la sala a buscarlo.
—¿Charlie? —lo llamé y un maullido debajo del sofá me hizo saber que estaba ahí—. ¿Qué haces ahí? —me puse en cuclillas, pero él hizo un sonido mirando más allá de mi espalda. Me levanté y miré atrás, ahí estaba Will con su navaja otra vez—. Hey.
—Hola, corazón ¿cómo estuvo tu noche? —sonrió.
—Maravillosa, gracias por preguntar.
—Creíste que no los vería, te vi buscando las cámaras. Pero lo vi todo.
—Eso es bueno, así aprendes a hacerle el amor a las prostitutas de las calles —sonreí.
—Eres muy divertida, extrañaba ese sentido del humor —me apuntó con el arma corto punzante—. Pero me has hecho enojar y tú sabías que eso me causarías..
—Oye, no iba a perder una noche con mi pareja solo porque a ti te pondría celoso. Fue la mejor noche de toda mi vida por cierto.
—Claro que no, aún no me conoces —me sujetó de la muñeca.
—Ni siquiera estando muerta me acostaré con un bastardo como tú, hijo de perra —le escupí—. ¡Estás enfermo!
Me siguió jalando a su cuerpo, hubo una pequeña pugna por quien tenía más fuerza y la puerta intentó ser abierta. Esperanzada esperé a que Colby entrara, pero el pestillo estaba puesto y Will consiguió pegar mi espalda a su pecho con la navaja a centímetros de mi cuello.
—Atrévete a gritar... —me comenzó a arrastrar por el pasillo—. Y yo te juro que te corto el cuello como lo hice con Danielle.
—Prefiero morir a cumplir con tus enfermas obsesiones —me esforcé por decir, su agarre era fuerte—. ¡Colby, ayúdame! —grité y el doloroso filo del cuchillo atravesó de un lado al otro. Me comencé a ahogar con mi sangre, escupí manchándome completamente.
Will blasfemó varias veces y me arrastró hasta el baño. Metió mi cuerpo en la bañera que afortunadamente no se había llenado porque había olvidado ponerle el tapón y dejó la navaja sobre mis piernas.
Me dio una última mirada, me lanzó un beso y huyó del lugar.
"Entonces... este es el fin."
Mi garganta comenzó a hacer sonidos, ya no podía respirar, me estaba atormentando. Era una muerte lenta y agonizante, todo mi cuerpo estaba manchado por aquel líquido vital aceitoso, podía escuchar como se iba por el desagüe gota por gota. Mi cuerpo se debilitaba y me hacía sentir fría.
"Lamento haber sido tan estúpida e ignorarte Danny. Lamento un montón de cosas irremediables en estos momentos, sé que haz de odiarme... pero tómalo por este lado: el karma ha llegado por mi."
Cerré los ojos y cuando los abrí otra vez, Colby se encontraba frente a mi. Me sujetó contra su cuerpo y comenzó a llorar en mi cuello. Pocas eran las veces en que había escuchado hablar por parte de él que lloraba, pero lo estaba presenciando y era aún más doloroso de lo que imaginaba. Me hizo sentir cosas que no creí que tenía, sentía su dolor y era aún más fuerte que tener la garganta cortada.
—E... Eras el color... q-que... necesitaba mi... v-vida para de... dejar de ser... gris-s —susurré.
Solté una lágrima y me fui lentamente.
Fin.
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